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El hombre de Londres

Drama Maloin es un vigilante de una estación de tren que, de forma casual, es testigo de un asesinato, y acaba haciéndose cargo de una maleta llena de dinero que trastocará para siempre su vida, acarreándole muchos problemas. Inspirada en la novela de Georges Simenon "El hombre de Londres". (FILMAFFINITY)
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Críticas 26
Críticas ordenadas por utilidad
19 de abril de 2011
10 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con afán didáctico para la gente que como yo no conocía la obra de este director húngaro, intentaré explicar su cine poniendo un ejemplo.

Si Bela Tarr tuviese que hacer un programa de cocina en la tele, primero lo haría en B/N, con lo cual tendriamos dificultades en distinguir un limón de un tomate, luego le pediría al cocinero que intentase no hablar y que paseara por la cocina continuamente, y por último su aportación maestra sería que en el momento en que la base de la comida está preparada, y hay que meterla dos horas en el horno, él a diferencia del resto, no haría una elipsis difuminando la imagen, o colocando un relojito donde las dos horas apenas transcurren en unos instantes, y en pocos segundos sale el plato ya cocinado, no no, Tarr mantendría su cámara durante 2 horas enfocando el horno.

No obstante, he encontrado ideas que ayudan a digerir esta clase de cine. La primera me lleva a "La naranja mecánica" y los enganches que ponen al protagonista en los párpados para que pueda asimilar las imágenes que le proyectan, aquí la finalidad es no quedarse dormido.

El otro elemento que ayudaría a su cine, lo he comprobado después de ver la película, y es pasar la película a velocidad rápida x4, así conseguimos que los actores y la cámara se muevan a una velocidad normal, y ante la objeción de que no tenemos sonido cuando pasamos una película a mayor velocidad, aquí no hay problema, porque los personajes de Tarr apenas hablan (y cuando hablan, como no es sonido directo, están todos doblados y con una falta de sincronización entre voz y labios propia del cine de Garci).

Por último dos consejos más, no es una película que yo pondría en una despedida de soltero, y si alguien quiere suicidarse y le falta valor para hacerlo, esta película le ayudará (de hecho uno de los productores del film Humbert Balsan se suicidó durante la producción del mismo, pero puedo afirmar que Tarr no fue incriminado como inductor del hecho, aunque las malas lenguas dicen que el visionado de la filmografia completa de este autor por parte de Balsan produjo serios cambios en su carácter).

Tras la película, veo una entrevista a Antonio Weinrichter, a quien quiero felicitar por describir el cine de Tarr sin emplear ni una sóla vez la palabra aburrido, que sustituye por espiritual, metafísico, largo, lento, .... (vamos, aburrido).

Y también, tras ver la película me pregunto que pinta Tilda Swinton en ella.

No obstante, he de decir, que a pesar de lo dicho hasta ahora, reconozco ciertos valores al film, es un estilo diferente, posee algunas imágenes muy poderosas y transmite cierta sensación de inquietud en todo momento, con lo cual, y en un afán por aceptar lo diferente, le voy a poner un 5.

Pd: Si mi explicación del cine de Tarr no ha quedado clara, os invito a que busqueis en youtube, el trailer oficial de su última película "Turin Horse", 30 segundos de Bela Tarr en estado puro.
zymu
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14 de abril de 2009
6 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me siento en el sofá con mi dvd recién comprado en el fnac y le doy al play.
Nunca he visto una película de Béla Tarr, he leído algo sobre sus larguísimos travelings y en particular, sobre esta película, sé que es un thriller policiaco basado en una novela de Simenon...
Pues es verdad, empieza con un traveling larguísimo, desconcertante por que continuamente pasamos por sombras negras que nos dificultan la visibilidad, tengo algún momento de desconcentración, por lo largo del plano y por que tampoco pasan grandes cosas, se repite un poco lo que vemos, pero sigo adelante.
La película sigue en esa tónica, y a la media hora ya he asumido la propuesta del director pero me cuesta disfrutarla.
Llega la media hora final de la película y quedo totalmente hipnotizado y enganchado.
Es totalmente una obra de arte; es magistral la manera en que concibe los planos, su organización, la luz, el blanco y negro, los actores, el espacio, pero a pesar de toda esta maravilla hay momentos en los que decae un poco el interés y llega a aburrir.
Por si sirve de algo, diré que me ha gustado verla.
yonosoyboyero
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27 de junio de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
No sé si nuestro Maloin alguna vez soñó con encontrarse 60000 libras flotando en el mar, supongo que si, al fin y al cabo él se dedica a observar, y observar es el habitual primer escalón del ensueño. Nuestro Maloin es un ser deprobable, las cuestiones morales no forman parte él, no es que las desprecie, ni se las plantea. Es un muerto, un asocial, y lo es por falta de inteligencia, por falta se sensibilidad, ¿cuánta gente muere por falta de vida? Alguien que presencia una pelea entre dos personas, que acaba con un maletín y una de las personas en el agua, y lo que hace es rescatar el maletín, es un estúpido. Y su estupidez queda patente a medida en que los acontecimientos avanzan, y las circunstancias lo devuelven al «juego» de la vida; carece de previsión, no se conoce, y por tanto, todo lo hace mal.

Efectivamente, odio a Maloin y lamento su miseria; y por eso no puedo dejar de preguntarme qué pensaría Tarr de su personaje. Y lo único que se me viene a la cabeza es ninguneo, falta de respeto, Maloin es solo una herramienta para realizar su arte, un personaje excusa. El mismo Tarr enamorado del Janos de Armonías desconoce al Maloin de Londoni. Por momentos la película parece un entrenamiento necesario hacia «El caballo de Turín», la música que te subyuga cuando presencias el apocalipsis queda ridícula en una investigación policial. Por no hablar del resto de personajes que rozan lo paródico en el caso del investigador, abrazan el esperpento con los vendedores de pieles, o son completamente anodinos como la mujer de Brown. En casi todo lo que se podría llamar «parte dramática» la película me resulta desagradable, no solo los personajes si no también la acción. En ningún momento conseguí salvar la brecha entre la forma y el drama, hasta quedarse, en mi opinión, simplemente en un ejercicio de estilo de principio a fin; pero es precisamente ahí dónde es extraordinaria.

La cámara de Bela Tarr es un bisturí, se mueve lenta y afilada a lo largo de la escena, cada vez que se para es porque toca hueso, y después viene otro cambio de dirección o el final de la secuencia. Un estilo arrebatador, quizás solo Tarkovsky y Dreyer aparte de él, consiguieron el efecto en mi que Tarr consigue con una facilidad asombrosa, me lleva (me eleva) a lado místico del arte. Hay varias escenas, secuencias, que consiguen este efecto en esta película; voy a nombrar dos, me voy a abstener de hacer la crítica porque se me está haciendo tarde, sólo las nombraré para que aquellas personas que se disponen a verla pongan un puntito mas de atención ahí, o aquellas que ya la vieron gocen con el recuerdo, o rescaten la película del disco duro para volver a disfrutarlas: la primera, cuando Maloin se va dormir, se desviste y su mujer cierra las contraventanas eliminando la luz; y una de las escenas en el bar con Maloin, su hija, el barman, y la señora mientras suena un acordeón. Son con toda seguridad dos de las escenas más maravillosas que he visto nunca.
odokm
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5 de diciembre de 2016
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una mirada en la oscuridad. El hipnotismo de unas imágenes. El rumor de una banda sonora que embriaga. Todo eso es "El hombre de Londres", todo eso es Béla Tarr. Un director que te cautiva con su genio. Explicar lo que se siente, es ver el mar. Oír el romper de las olas. Degustar el olor de la salitre en tus labios. Sentir las motas de agua en tu rostro. Explicar lo que se siente, es dejarte llevar mecido por el oleaje.
newman
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12 de septiembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Maloin es un guarda que siempre trabaja en el turno de la noche vigilando una estación de tren, la monotonía de su trabajo se interrumpe una noche en el que observa, desde su lugar de trabajo, un altercado entre dos hombres que discuten por un maletín.

Maloin recoge la maleta que había caído al agua, la abre y la encuentra llena de fajos de dinero, cuidadosamente seca cada uno de los billetes, los guarda y se los lleva a casa en silencio. Su vida transcurre entre su lugar de trabajo, su casa y un bar a donde va a jugar ajedrez.

Así el film comienza a andar, entre las relaciones del personaje principal con su esposa e hija y con unos pocos allegados de su entorno. Paralelamente se comienza a dilucidar la historia del maletín, de la mano del inspector Morrison (István Lénárt), quien es contratado por el dueño original de la maleta para que aclare todo el asunto.

La película está llena de enormes planos secuencias que con un andar suave casi hipnótico divaga entre las distintas situaciones y los personajes, en este punto es inevitable señalar el manejo del sonido, realmente perfecto y el acompañamiento con una música que logra enrarecer la atmósfera consiguiendo cierto misterio.

El hombre de Londres es una película lenta, con una excelente fotografía en blanco y negro, carente en gran medida de diálogos, misteriosa y por momentos inquietante.
10P24H
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