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El viento

Drama. Romance. Western Letty (Lillian Gish), una inocente joven de Virginia, se traslada desde el Este a las praderas de Texas, donde parece que el viento nunca deja de soplar y la arena llega a todas partes. Allí vive con unos parientes, pero, como no se siente querida, se verá abocada a un matrimonio que no desea. (FILMAFFINITY)
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Críticas 21
Críticas ordenadas por utilidad
26 de julio de 2018
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo mucha intriga por saber si existe ese lugar, un lugar donde el viento no para de soplar.

La vi por primera vez el 29 de agosto de 2011 y le dí 8 puntos. Me impresionó mucho cuando la vi. Pero hoy no tanto.

Me repito que Gish está genial. Hace un papelón, que no entiendo porque ni tan siquiera la nominaron a un Oscar.

Esta película, es una historia de una mujer, en un mundo muy machista. De como una pobre mujer, que no tiene a donde ir, se va adaptando a diferentes situaciones que la vida le pone por delante. Quizás lo que no me ha gustado, es como ve la teoría de que con el tiempo acabas queriendo a una persona. Yo creo que si desde el principio no hay amor, ya puede pasar el tiempo que... es otro punto bastante machista.

Es la última película muda de la MGM y de Gish, eso influyó en la taquilla, ya que cuando se estrenó, las películas sonoras ya empezaban a salir.

Hay un momento en la película que se deja entrever una violación. Cuando ella cae inconsciente y la recoge el hombre del tren. Se nota que ha pasado algo pero no queda explícitamente explicado. En la novela sí.

El enfado de Gish y del director por el final....

2 de 4 usuarios han encontraron mi otra crítica útil.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
edugrn
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27 de abril de 2010
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconocido film mudo, de Victor Sjöström, sobre una tímida joven que se va a vivir a una zona desolada y muy ventosa con familiares, donde luego se ve obligada a casarse.
Este film me recuerda un poco a ‘Atalante’, de J. Vigo, por lograr un film creativo, de cierta belleza y muy personal a partir de una historia muy pequeña. Sorprende que gran protagonista aquí es el viento, que parece conspirar contra los mejores deseos de la joven. Es excelente el perfil de los protagonistas, que con su histrionismo le dan intensidad y fuerza a la historia.
nicson
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14 de abril de 2019
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El viento” (1928) es la sexta película americana del gran Victor Sjöström, director sueco que tras llegar a Hollywood, convocado por Louis B. Mayer en 1924, desarrolla una corta carrera bajo el nombre de Victor Seastrom. Considerada con toda justicia como una de las cimas del cine mudo, justo es señalar que en esa élite del séptimo arte la mirada de Sjöstrom supo aportar una singularidad al mismo tiempo cercana con los mejores modos expresivos de aquellos años grandiosos para el cine, y al mismo tiempo una mirada personal de lejanos ecos europeos. En cualquier caso, “El viento” es –y el paso de los años lo viene ratificando-, una auténtica obra de arte del cine mudo. Es decir, el de siempre.

La película es una clase magistral, donde se combinan de forma soberbia la técnica fílmica con la narración. El guion fue escrito por Francés Marion -una de las grandes guionistas del siglo veinte-, basada en una novela de Dorothy Scarborough; La historia de Scarborough presentaba las condiciones idóneas para que Sjöström hiciera de ella una pieza memorable que recordara aquellas primeros filmes daneses y suecos, donde los elementos naturales parecen planear oscuramente sobre los grandes amores: rayos, incendios, arenas movedizas, protagonistas de esos primeros dramas mundanos. Sjöström es capaz, a través de un gesto, de una escenografía, de la pobreza, de los ropajes, dotar a sus personajes de una vida interior, de una profunda caracterización sin perturbar el desarrollo de la narración, enriqueciendo infinitamente el contexto subyacente del filme, en el que, además, maneja elementos de carácter surreal y localista, como las leyendas de los Injuns –nombre peyorativo que se le daba a los nativos americanos-, según los indios, el viento del Norte es el fantasma de un caballo que vive en las nubes, una bestia blanca y salvaje que da coces entre las nubes, versión que se expresa a través de una sobreimpresión que alcanza grandes grados de lirismo.

No sería posible dejar de mencionar el curioso hecho de que este filme se pusiera en marcha inicialmente gracias a la iniciativa de la propia Lillian Gish, cuando la fémina artista se encontraba próxima a abandonar los estudios de la Metro Goldwyn Meyer, fue de ella de quien nació el primer esfuerzo para que el proyecto fuera tomando forma, consiguiendo posteriormente la colaboración como director de orquesta del titán cineasta sueco. Y la legendaria actriz, muestra las razones por las que fuese considerada por no pocos años por la otra luminaria del cine, ícono del cine yanqui y mundial, el mítico David Wark Griffith, como su fiel musa. La Gish, curtida, hermosa, plena, nos deja una actuación memorable, uno de los pilares del filme, una entrega a la cámara, a Sjöström, y al cine, conmovedora, una de las actrices referentes del cine mudo nos deja otra de su actuaciones para el recuerdo.

Un film magnifico de un cineasta magnífico, formidable obra de arte de un director formidable. Cine del mejor, cine de los albores, una pieza de arte de cuando el cine era sólo imágenes.
Juan Marey
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3 de marzo de 2020
3 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con la esperanza de hallar una nueva vida, Letty Mason ha decidido irse de Virginia en dirección a Sweetwater, Texas, un lugar al que, los Injuns (término peyorativo con el que se solía llamar a los indígenas desde el siglo XVII), llaman, La Tierra de los Vientos, porque éste arrecia todos los días del año.

Advertida por un supuesto ganadero llamado, Wirt Roddy, a quien conoce en el tren, Letty llega al pueblo con ciertas prevenciones, pero, en el calor del hogar de su primo Beverly, sus tres hijos, y un tanto menos su esposa -quien comienza a verla con recelo-, la muchacha siente que puede adaptarse y se esfuerza por hacerlo… hasta que los “vientos” soplan con demasiada fuerza y se verá abocada a tomar trascendentales decisiones.

<<EL VIENTO>>, es un filme bastante novedoso donde los fenómenos naturales se entrecruzan metafóricamente en la vida del hombre, como una fuerza que debe vencer a diario al igual que las emociones. En medio de las carencias y de las dificultades para llevar una vida normal, el viento, ya sea suave, impetuoso o en forma de tornado, jugará un papel muy especial con funciones muy significativas que vale la pena descubrir.

En este sentido, el filme del director sueco, Victor Sjöström, resulta envuelto en un manto de poesía, distendiendo -para quien sepa verlo más allá de su superficie- un gran manto de trascendencia. La asociación es permanente y el director logra una gran efectividad en la creación de un clima intimidante al que solo los fuertes pueden vencer… ¡y comprender!

La historia, trasladada a guion por Frances Marion, está basada en la novela homónima que, inspirada en experiencias de su infancia, Dorothy Scarborough (1878-1935), publicara -anónimamente- en 1925, hasta que, ya relacionada con escritoras de la talla de Edna Ferber, Vachel Lindsay… y la que fuera su alumna, Carson McCullers, su nombre salió a flote, y pronto, el cine hollywoodense se interesaría en adaptarla, aprovechando la presencia del celebrado realizador sueco, quien, con esta película logra uno de sus momentos de excelsa creatividad.

Lillian Gish, resulta impecable en el rol de la muchacha que se enfrenta a un entorno que ni siquiera imaginaba, pero, ante el cual hallará fuerza en su propósito de vencerlo. Lars Hanson, es Lige Hightower, el hombre que servirá de sostén con un carácter realmente ejemplar; y Montagu Love, llevará el peso de Wirt Roddy, el hombre que solo aspira a tomar lo ajeno sin importarle cuanto daño pueda hacer.

Se necesita una gran sensibilidad para hallar poesía donde muchos solo ven desastre, pero, Victor Sjöström, era un artista y con, <<EL VIENTO>>, rinde honor al arte cinematográfico.
Luis Guillermo Cardona
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13 de diciembre de 2012
2 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
(Primer artículo del Ciclo de Cine Mudo)

No es exagerado catalogar El viento como una de las películas claves de la era del cine mudo, especialmente hoy en día cuando se pone de manifiesto que esta posee un valor añadido: el de proponerse mostrar lo invisible en un momento en que los recursos visuales eran todo lo que el cine tenia para hacerse entender (es cierto que la película posee una fantástica banda sonora cuya presencia contribuye a dar forma al viento, pero por el momento nos centraremos únicamente en la narrativa visual). De la propuesta resultan, al menos, dos interesantes aspectos a los que merece la pena prestar atención: el primero es que, por asumir el reto de mostrar aquello que no se ve, este film representa la culminación de los recursos narrativos visuales que nos trajo el cine mudo. El segundo es el acertado uso de la metáfora y la bien aprovechada oportunidad que ofrece el viento para mostrar un personaje simbólico con el amplio abanico de imágenes sugerentes que este propone.

Centrándonos en el primer punto, la presentación de personajes es impecable. En uno de los mejores planteamientos de protagonista y antagonista que nos haya dado la historia del cine, Lillian Gish (cuya interpretación es igualmente exquisita) es víctima de la fuerza del viento (que en el mejor de los casos propina ráfagas de arena a su ventana en una de las más bellas imágenes del film) cuando se encuentra en el tren de camino a Texas. Con ello queda entendido el objetivo del personaje principal en contrapunto al del antagonista: una mujer se propone encontrar algo de paz mediante el aislamiento social cuando choca con la inesperada compañía de las violentas sacudidas del viento del norte. Entienda cada uno a su manera la metáfora, las imágenes describen a la perfección el conflicto de nuestro personaje. Y no termina aquí la función: el bien escogido actor que interpreta a su acompañante de (aparentemente su salvador) y las acertadas imágenes en las que descubrimos a los dos personajes que llevaran a la mujer hasta la casa de su primo (atención a las competiciones de tiro como método para tomar todo tipo de decisiones) son otro ejemplo de brillante caracterización.

Por lo que respeta al segundo aspecto, el viento puede ser entendido como una personificación del mundo en el que vivimos, del mismo modo que la evolución de la protagonista puede verse como el proceso de adaptación por fases del ser humano en el mismo. Nos encontramos ante lo desconocido y sentimos miedo (Lillian Gish cierra temerosa la ventana del tren), nos resignamos a la realidad al sufrir nuestras primeras decepciones ante la ante la misma (Lillian Gish se casa por obligación al conocer el verdadero carácter del hombre que fingía ser su salvador), luchamos para hacernos respetar (Lillian Gish planta cara a la sociedad, primero a su marido y a su supuesto salvador después) y una vez lo logramos aprendemos a convivir con nuestra vida e incluso a apreciarla como algo bello (Lillian Gish abre la puerta de su casa y permite que el viento le acaricie el cuerpo en la imagen más elegante de toda la película). Una historia de auto-encuentro hermosa tanto por su belleza visual como por su contenido.

Lo más sorprendente de El viento es que los recursos usados por Victor Sjöstrom para dirigirse a un público acostumbrado al lenguaje mudo resultan hoy igual de eficaces e impresionantes que en su momento. Aquí es donde encontramos el valor de lo original y la huella de los recursos inmortales que deslumbran incluso cuando su lenguaje ha caído en el olvido. La explicación de todo ello tal vez sea, como se apuntaba anteriormente, haber abordado con éxito la difícil misión de mostrar lo invisible únicamente mediante imágenes. Probablemente, lo más cercano que nunca estará el cine de filmar las emociones.
Martí
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