Heidi (Serie de TV)

¡Qué decir de la historia de Heidi! Esa niña huérfana acogida por su abuelo, y que solo necesita una cosa para ser feliz: las montañas.

Muchas han sido las adaptaciones audiovisuales de este relato suizo (muchas las he visto y apenas las puedo recordar), sin embargo ninguna ha tenido tanta perfección y calidad como este anime de 1974. Es una serie única (y no solo dentro de esas múltiples adaptaciones), porque nunca antes, en ninguna otra serie de animación había sucedido esto.

En este anime de "Heidi" se puede respirar la naturaleza como en ninguna otra serie, se puede palpar el campo de una manera sorprendente, casi se puede oler el pasto, la tierra mojada tras la gran tormenta, perderse en la niebla de la montaña, oir el crujir de las maderas de la cabaña, oir el zozobrar de las ramas de los pinos...

Es una sensación que ninguna serie sobre el campo ha sabido transmitir como esta (ni siquiera hecha con personajes de carne y hueso). Y esto se debe a la combinación de una simple pero perfecta animación que nos enseñaba mediante silencios como su protagonista esboza una sonrisa con solo oir trinar a un pájaro, o como ríe al revolcarse por el cesped.

Y es que la historia de Heidi está contada con una emotividad (y a veces una cursilada) desbordante. Pero es que es sobre todo un canto a la naturaleza y a lo simple. Es una serie con un valor ecologista que no habla, como otros panfletos de hoy en día, de su conservación para nuestra supervivencia, sino de la naturaleza como algo imprescindible para nuestra felicidad sentimental. Y es que "Heidi" acaba al final describiendo como nadie el sentimiento de nostalgia, rozando ya la depresión y enfermedad, a causa de esa falta de lo más básico y natural.

Por supuesto que es una serie infantil y yo hablo de lo que me transmitió cuando la vi y que no he olvidado. Pero dentro de la animación infantil, este anime es básico e imprescindible. Todos los capítulos son hermosos y entretenidos, tienen partes divertidas, partes evocadoras y, sobre todo, partes melodramáticas. Y además la historia desde el capítulo uno hasta el final engancha y satisface.

Lo único malo es que no es capaz de llegar a ese pequeño reducto adulto que no está para odas evasivas a la naturaleza casi utópica.

Lo mejor: Todo.
Lo peor: Que no es capaz de transmitir esa sensación evocadora a todo el mundo.

No debemos olvidar que esta serie es una de las muchas adaptaciones de la historia original, una de esas novelas folletinescas tan propias del siglo XIX. Ya era un clásico mucho antes de que la serie existiera pero esta última se ha convertido también en un clásico por derecho propio.

En algunas críticas se dice que la animación de "Heidi" es pobre. Eso es simplemente absurdo. Estamos hablando de una serie de 1974, y está bastante mejor animada que algunas de los 80, como "Campeones" o "El Puño de la Estrella del Norte", sin ir más lejos.

La música es bastante buena y variada, e incluso la canción del principio salía cantada en japonés, algo muy inusual en las series emitidas en aquella época en España.

La principal razón de que escriba esta crítica es que creo que "Heidi" está escandalosamente mal valorada. Ocurre que se le tacha a menudo de ñoña o infantil, y el esnobismo reinante hace que esté mal visto ceñirse a la realidad y decir que "Heidi" es una serie excelente tanto a nivel técnico-artístico como de argumento. Y sí, transmite unos valores de amistad y respeto a la naturaleza que siguen estando muy vigentes ¿qué tiene eso de malo? Nos metemos con esta serie y luego reímos las tonterías adoctrinantes y mil veces más ñoñas de las muchas series juveniles estadounidenses inundadas de moralina barata (Blossom, Cosas de Casa, etc). Coherencia pura...

Ahora que están reponiendo a la pobre de Heidi por alguna televisión es hora de reconocer a esta niña que representó un éxito en la televisión de hace ya unos cuantos años.

Aunque con dibujos sencillos y paisajes sin apenas detalles, cada secuencia animada estaba perfectamente definida, marcando de forma especial los sentimientos en los rasgos faciales de todos los protagonistas.
Heidi columpiándose colgada del cielo sobre el valle es el estilo de los dibujos que quieren ilustrar el vértigo, al igual que cuando corre cuesta abajo y la ladera va dando vueltas a una velocidad que parece que está dando la vuelta al mundo a toda leche.

Es cierto que tenía un fin lacrimógeno, aún así, el valor del cuento, uno de los más leídos en Suiza, tiene un cariz especial que queda bien plasmado en la serie; una serie relatada con gran madurez y valentía.

La historia de una niña que llega a la casa del abuelo ya que su madre no puede cuidarla pues debe trabajar. Ella representa una carga para su madre. Eso es lo más duro que una criatura puede percibir y encima si se ve rechazada.

Con esas, la madre deja bien claro que no renuncia a ella, ni mucho menos.
El abuelo es un ser hosco que vive en lo alto de una montaña alpina como un ermitaño y no está dispuesto a acoger a Heidi porque, indudablemente, no quiere que su corazón se reblandezca. Y se comprende, todo esto trae peligros colaterales y hay muchas personas que no pueden permitirse el lujo de ser débiles y, claro, una niña derrite hasta al más curtido.

Heidi, capítulo a capítulo demostrará que puede incluso vencer al más estricto ser, el que anida en el alma de la Fräulein Rottenmeier, que a veces parece de las mismas Waffen-SS, el Cuerpo de élite encargada de vigilar a la niña Clara.

Quedan ahí Pedro, la cabra, Niebla… Todo un conjunto de personajes que hacen de la serie un cuento entrañable y valioso.
Muy buena serie que pone en evidencia a series venidas después como los Pokémon, por nombrar alguna, que sí, que pudieron también triunfar en su momento con sus explosiones de color … Pero que da que pensar …
¿Quién es más tonto: un esbirro como Pikachu, el que entrena a un esbirro o el que se interesa por los esbirros que viven en una pelota?

¿Podría emitirse Heidi en la televisión actual en estos tiempos que rezuman libertad, razón y sentido común? Veamos:

¿Aparecen personajes autoritarios? Sí.
¿Se pronuncian palabras o expresiones que pueden herir gravemente la sensibilidad de los espectadores como, por ejemplo, “tonto”, “inválida”, “débil”, “cobarde”, “estúpida”, “el viejo” o “solterona”? Sí.
¿Se sabe y/o intuyen historias oscuras y desgraciadas en el pasado de algunos personajes? Sí.
¿Se pueden contemplar discusiones, amenazas, mentiras o conflictos que pueden suscitar en los personajes y/o en la audiencia sentimientos de frustración, odio o resignación? Sí.
¿Tienen cabida aquí temas como la tristeza, pena, sufrimiento, enfermedad o la muerte? Sí.
¿Aparecen niños que trabajan y/o no acuden a la escuela con regularidad? Sí.
¿Puede verse a algunos de sus personajes consumiendo algún tipo de droga como alcohol o tabaco? Sí.
¿Aparecen actividades, juegos y/o roles con un marcado carácter sexista? Sí.
¿Hacen acto de presencia, por leve que sean, pensamientos o creencias de índole religioso? Sí.
¿Se emplea un vocabulario de cierto nivel que puede entorpecer la fácil compresión de la historia con términos como, por ejemplo, “sentóse”, “pulcramente vestida”, “invariablemente”, “tibio”, “anhelante pregunta” “desprovisto”, “hospedar”, “fragante”, “gozo”, “hostigación”, “afectuoso”, “distinguido” o “fulgor”? Sí.

Probablemente viendo lo que está ocurriendo con muchos redoblajes en películas de animación, el camino que han cogido desde hace años muchas películas y series de dibujos animados hechos por y para mamarrachos, la censura total o parcial de películas al más puro estilo régimen dictatorial o incluso la alteración de títulos y contenido de piezas literarias, todo ello en aras de adaptar unas obras a unos tiempos cada vez más oscuros, ruines y recalcitrantes y proteger a una población que, con cada día que pasa, es más estúpida, débil, mediocre y a la vez tan prepotente, altiva y orgullosa de lo que ignora, que no, no podría emitirse en su concepción original o sin que una panda de entendidos alerten de las posibles consecuencias y traumas que pueden producir su visionado si no se sigue una especie de decálogo con medidas a seguir a rajatabla para preservar la buena salud física y mental de nuestros pequeños.

Polladas tristemente reales aparte, Heidi posee una gran fuerza desde su mítico intro hasta el fundido a negro de su último capítulo. La construcción de los personajes y su evolución con el paso del tiempo me parece extraordinaria. Me gusta todo: los dibujos, los personajes, la duración de los capítulos, el guión y su magnífica banda sonora y simpáticas canciones. Una serie con la que entretenerse, aprender y experimentar la vida misma se tenga la edad que se tenga. Siempre puede hacernos mejores personas y menos ridículos en algún momento de nuestro paso por esta breve y absurda comedia (parafraseando al de Úbeda). Sin duda, una de las mejores obras realizadas por el gran Isao Takahata.

Más en la zona spoiler pero sin hacerlo.

¿Quién no ha visto alguna vez algún capítulo de Heidi? Es una serie mítica que hoy en día sigue perdurando en el tiempo, y que sigue gustando a todo el público.
La historia de la niña que vive con su abuelo en los Alpes ha marcado a diversas generaciones, y pienso que lo seguirá haciendo.
Las aventuras que vive junto a sus inseparables amigos Pedro y Clara, que hacen que esta niña vaya creciendo poco a poco y descubriendo los valores de la vida, siguen entusiasmando.
Es una serie que habla sobre todo del valor de la amistad y del amor. De la inocencia de una niña que se niega a renegar de la felicidad y de la libertad. Sentimientos muy díficiles de mantener en una sociedad que cada vez es más fría y llena de obligaciones.
Ver de nuevo esta serie ha traído a mi memoria infinidad de recuerdos. Y aunque había capítulos que no recordaba, he vuelto a divertirme y a sonreír. He vuelto a disfrutar con Niebla, Copito de Nieve, Pichí, los abetos y las montañas. He idolatrado nuevamente a "la respetable señora" por ser la mejor abuela del mundo, y he vuelto a detestar a la señorita Rotenmeyer y sus normas estrictas.
En fin, nos encontramos ante una serie que sigue manteniendo su esencia aunque pasen los años. Una serie que sigue emocionando y divirtiendo aunque uno ya no sea un crío. Esa inocencia y esa libertad que vive Heidi, son unas características que uno añora porque con el paso de los años se pierden inevitablemente.