Jenifer (Masters of Horror Series)Episodio

La fama como reputado director especializado en el género precede a Dario Argento, sin embargo, he tratado de acercarme en innumerables ocasiones a sus trabajos sin encontrar en los mismos la maestría que se le atribuye. Él se encargó de dirigir el cuarto episodio de esta serie de terror, en el cual se nos narra cómo cambia la vida de un policía, llamado Frank (Steven Weber), después de salvar a Jenifer (Carrie Fleming), una joven de rostro desfigurado (y una deficiencia psíquica más que evidente) que estaba a punto de ser asesinada.

Argento no escatima en sangre y vísceras para contarnos una historia sin pies ni cabeza, una historia que, para colmo, resulta de lo más aburrida (sólo las secuencias más desagradables logran elevar, ligeramente, el interés de tan aletargado relato). Eso por no hablar de la banda sonora, cuyo tema central es una especie de nana macabra de lo más risible. Un despropósito del que apenas se salva alguna de las escenas más bestias.

cualquiera con un poco de cine de argento de los 70 podria encontrar a esta pelicula predecible, pero le rescato el juego de contrastes que hace con esa monstruosidad que atrae, una pelicula que me incomodó, no la veria de nuevo ni la recomendaria, aunque es buena, logra lo que se propone y eso no lo pueden decir muchos directores, hay escenas terrorificas.

Bueno vale, aceptamos Jenifer como peli de miedo. Esta vez reconozco que si hay algo de horror (tampoco mucho no nos vayamos a pasar), pero sobre todo lo que hay, y ya es una constante en Masters of Horror, es una sobredosis de caspa y una carencia absoluta de coherencia argumental.
Porque en Jenifer nos encontramos con un bucle argumental totalmente previsible desde el minuto 1. El resto ni se explica ni hay ganas de hacerlo. De la protagonista no sabemos porque hace lo que hace, de donde proviene o cuales son sus objetivos, aparte claro de devorar a unos y tirarse a otros.
Eso sí, lo que si hay son escenas de sexo un pelín reiterativas que, supongo, son para animar un poco el cotarro; también hay un poquito de gore y mucho aburrimiento.
Siempre he pensado que Darío Argento está muy sobrevalorado, pero incluso siendo así, la verdad es que esperaba más de él.

Lo mejor: No es la peor de la serie
Lo peor: que no explican nada

Tras ver ese espanto cinematográfico , sin duda una de los mayores bodrios que han sido defecados en la historia del celuloide, que es “La madre de las lágrimas”, me había prometido no ver nada más de Argento: habiendo visto la evolución de su cine y como la calidad de sus obras iba descendiendo paulatinamente hasta chapotear libremente en el lodoso nivel de degeneración que define la vergüenza ajena, preferí ser menos cruel de lo que el propio Argento ha sido consigo mismo y no emponzoñar el buen recuerdo dejado por sus obras maestras con la basura que últimamente se atreve a firmar.

Sin embargo, llevado por las criticas mayoritariamente positivas que tiene esta “Jenifer” , así de pardillo es uno, he cometido el grave error de desperdiciar 55 minutos de mi tiempo en este subproducto que, por desgracia, sólo me ha servido para constatar hasta qué triste punto ha llegado la decadencia del autor de “Suspiria”.

Para ser justo, y como Argento no aparece como guionista del capítulo, sino solo como Director, distinguiré la historia en sí del trabajo de Argento.

La historia es basura, una completa gilipollez: inverosímil, previsible y exagerada hasta la nausea ; una autentica chorrada tan ridícula que, con otro tratamiento y con más talento e ingenio, hubiera funcionado (solamente, en todo caso) como comedia gamberra al estilo “Braindead”. Por desgracia, ni siquiera es el caso. El final, sin ir más lejos, quizás el más manido y previsible de las historia y que “sólo” ha sido visto unas diez mil veces –por lo bajo-, es como para sumergir al guionista lentamente en cal viva.

Y en cuanto al trabajo de Argento… ¿Qué trabajo, qué Argento? El trabajo de realización es la quintaesencia de la mediocridad. Podía haberlo rodado cualquiera, incluido el que suscribe –que la única cámara que ha tenido entre las manos es un “super-cinexit” que le regalaron con cinco años-. No hay nada, absolutamente nada aquí –salvo los créditos- que haga pensar que Dario Argento se haya pasado por el rodaje ni de visita… Bueno, sí: la ridícula obsesión por el gore de baratillo que le ha entrado a Argento en sus últimas películas, en las que, a falta de ideas, se dedica dejar sus “huella” a base de intestinos e higadillos. Y es que Argento cada día se parece más al peor Fulci. ¿Le habrá poseído su espíritu desde el “más allá”?

Si tienes quince años, no sabes nada del Terror o del Fantástico y quieres ver una tía buena en bolas, está es tu película. Absténganse amantes del género, admiradores de Argento y personas con criterio y gusto en general.

Sigo amando a Argento, así que olvidaré haber visto esto.

He aquí una revisón de la-típica-fea-guarrona-que-se-tira-a-todo-el-pueblo, pero dándole una vuelta de tuerca hacía algo un poco más macabro, digamos. La verdad es que me llamó mucho la atención las ansias de cópula de la muchacha y no se hasta que punto es solo una excusa para mostrar algo de carne o realmente forma parte de esa cruel y grotesca paradoja de juntar una cara que parece haber sido rociada con ácido y un cuerpo de escándalo, en una mezcla de erotismo y asco a partes iguales.
No se, las lecturas que se pueden hacer son varias. La principal es obvia, y no es otra que el retrato del género masculino reducido a una idea esencial: somos capaces de olvidarnos de cualquier cosa con tal de meterla en caliente. Da igual que aquí la amiga sea prima lejana de un orco o que tenga su residencia en Chernobil, la cuestión es que si tienes ocasión de mojar, moja. Que lo que tenga que venir ya vendrá. De hecho, Argento deja caer esa cuestión ¿tu no te la hubieras tirado o qué?.
Aquí se ve venir lo que va a ir pasando, a grandes rasgos, pero no impide que sea un buen entretenimiento y que suscite en uno sensaciones diversas, antagónicas, al igual que le sucede al protagonista de esta historia.