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Por el valle de las sombras

Aventuras. Bélico El Doctor Corydon M. Wassell, un médico rural, viajó a China tras ver una foto de Madeleine, un bella enfermera. Cuando estalla la Segunda Guerra Mundial se incorpora al ejército, en el cuerpo médico de la marina de los Estados Unidos, que combate duramente a los japoneses en el Pacífico. En marzo de 1942 es destinado a Tjilatjap, en la isla de Java, coincidiendo con la batalla del estrecho de Maccasar. Allí se hará cargo de un grupo de ... [+]
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Críticas 15
Críticas ordenadas por utilidad
26 de junio de 2014
6 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un día cualquiera, en los primeros años de la segunda década del siglo XX, con el sol bien en lo alto y su corazón anhelando afecto, el Dr. Corydon M. Wassell (1884-1958) se hallaba prestando sus servicios en Arkansas, cuando recibió una circular en la que, entre varias noticias de los misioneros médicos, aparecía la foto de una linda enfermera. Desde ese mismo instante, sintió un fuerte impulso de irse a la China –donde ella estaba- con el ánimo de conocerla. A partir de 1913, sirvió en Wu-chang como misionero y dedicó mucho tiempo buscando entre los caracoles la causa de una epidemia que estaba afectando a miles de personas. Y claro, también conoció a Madeleine, la dulce enfermera de la foto, de la que se enamoró profundamente, pero que tuvo que disputarse con otro médico que también le apuntaba a su corazón.

Varias décadas después, con el estallido de la Segunda Guerra Mundial, el doctor Wassell, convertido en fisiólogo-comandante de la armada estadounidense, está radicado en Java donde se ocupa de los marinos heridos que ahora están a riesgo de ser atacados por los japoneses. Su labor entre estos hombres que, en su mayoría, solo anhelaban volver a casa, pero que se hallaban con muchos impedimentos físicos, hizo historia… y hasta el mismo presidente, Franklin D. Roosevelt, lo condecoraría con la cruz de malta y por la radio de todo el país se oirían sus palabras.

El director, Cecil B. De Mille, fue uno de los oyentes del emotivo mensaje, y en forma impulsiva –como le ocurriera a Wassell con la joven enfermera- decidió de inmediato buscar la forma de filmar su historia. El punto de partida fue la conversación directa con el personaje y con quince de los marinos que le conocieron, y un libro biográfico que venía escribiendo el exitoso novelista, James Hilton, con el título “Historia del Dr. Wassell” que se publicaría en abril de 1943. Escrito el guión por Alan LeMay y Charles Bennett -en colaboración con Hilton- y con la supervisión técnica del físico norteamericano, el rodaje se inició por fin a mediados del mismo año 43 y el resultado fue un filme que, muy probablemente exagera las bondades de sus personajes y termina rindiendo un culto casi sacro a su protagonista, pero en definitiva, resulta bastante encomiable porque deja muy bellamente ilustrado como era la vida que llevaban algunos magníficos médicos rurales y lo que debería ser la vida de un ser humano para que, justa y merecidamente, alcance la gloria.

En una esplendorosa fotografía, con bellísimos sets y efectivas localizaciones, y con sumo entendimiento de los valores inherentes a la convivencia y al servicio, la historia recrea junto al Dr. Wassell, a un puñado de seres maravillosos y de distintas razas (el chino Ping, la latina "Tremartini", la holandesa Bettina, el holandés Dirk, los estadounidenses "Hoppy" y Andy…) que se nos meterán en el alma por su sentido de la vida y su espíritu generoso.

Aunque cinematográficamente no todo es perfecto -se escapa un clarísimo error de continuidad tras el baile de Tremartini; la no definición de la situación de Hoppy y su enamorada, toca resolverla con una voz en off ¡terminado el filme!; y algunos elementos de edición en las primeras escenas no son los más ajustados-, la historia se consolida a medida que avanza… y al final, podemos sentir que la especie humana ha quedado muy bellamente exaltada y el filme se convierte en un ferviente llamado a servir y a dar lo mejor de cada uno al resto de la humanidad.

Título para Latinoamérica: “LA HISTORIA DEL DR. WASSELL”
Luis Guillermo Cardona
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5 de agosto de 2009
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estamos ante una película bélica en la que el desgarrador sufrimiento de los soldados brilla por su ausencia. Es más en vez de sentir el miedo de los soldados ante los ataques enemigos o escuchar sus llantos ante la muerte de los compañeros, vemos jolgorio, risas y ligoteo. ¿Estamos, entonces, ante una tomadura de pelo del archi-glorificado Cecil B. Demille? Tal vez, pero esta película se debe de entender desde su contexto histórico. EEUU estaba inmerso en la Segunda Guerra Mundial sin el apoyo de la población. Además, la moral de sus militares estaba viniéndose abajo debido a la gran mortandad existente en ella. De ahí que se intentó subir la moral de la población con distintos actos o películas como esta.

A consecuencia de un trauma personal, un médico decide enrolarse en el ejército. Allí se verá envuelto en la tarea de ciudar a un grupo de heridos y procurar su evacuación. Por desgracia se topará con las reticencias de sus superiores, los recuerdos de su antigua vida, y el avance de las tropas japonesas.

Sea su pretención subir la moral o no, no me parece concebible tanto ambiente de jolgorio en semejante situación. No me parece nada creíble ver unos soldados que saben que tienen todas las papeletas para morir bailando, cantando y haciendo chistes. Tampoco me gusta ver las muchas situaciones nada creíbles como la facilidad con la que los personajes ceden sus novias a otro o la ingenuidad de la enfermera con nombre de bebida alcohólica. Es la Segunda Guerra Mundial y están en el frente recibiendo dia tras dia los bombardeos de las fuerzas japonesas. El resto, bastante flojucho. Tanta escena de alegría ralentiza el ritmo y las actuaciones son correctas, pero no convencen. El médico está todavía tocado por ese gran trauma y Gary Cooper despide alegría y optimismo por todos los costados.
chechu
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6 de mayo de 2023
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pero seguiré viendo sus películas, a ver si alguna me enamora como me enamora él. Qué ojos más bonitos tiene este hombre.

No sé ni qué decir de «Por el valle de las sombras». Es una película malísima, de hecho me estoy replanteando la nota, pero la parte del final es más amena y sale Gary Cooper, y me he reído de lo lindo con sus tonterías.

La línea que separa lo emocionante de lo ridículo es a veces difícil e imagino que este es un problema al que se enfrentan los melodramas y el drama. En este caso, se quiere ser emotivo y dramático con una historia de aventura bélica y amor, pero es que todo es de pandereta, una película de cartón piedra, sin ninguna seriedad, seriedad en el sentido amplio, y una historia artificial, grandilocuente e inmadura desde todos los puntos de vista.

Marines del ejército de los Estados Unidos que se comportan como quinceañeros, bien salidos, bien bobalicones; un doctor que, claro, si no es un hombre de éxito, no puede casarse, supongo que el amor es secundario en su mentalidad liberal norteamericana; mujeres-felpudo, hombres histéricos («soy un hombre difícil», «voy a caminar»); enfermedades sin nombre, flashbacks metidos aleatoriamente; una guerra de patio de colegio, sin lógica interna y sin imprimir tensión ni empatía… Todo forzado, todo sobreactuado.

Es que es mala hasta la risa, de veras.
Kaori
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29 de junio de 2014
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Por el valle de las sombras” es un film de propaganda patriótica de Cecil B. DeMille, un cineasta propenso a este tipo de experimentos, se rodó en 1944 en honor y gloria de un heroico médico y misionero que logró salvar de Java a un grupo de soldados estadounidenses malheridos. La idea es clásica, se trata de transformar una derrota militar, con retirada y abandono de tropas incluida, en una epopeya victoriosa, siguiendo el ejemplo de Dunkerque tan sabiamente explotado por los británicos, pero como es una película de DeMille, el patriotismo y el mensaje político no se presentan sin una notable carga de entretenimiento, erotismo y locura, por ejemplo, descargar una serie de camillas de un barco para transportarlos hasta un tren hospital, da pie a complicados movimientos de cámara y a grandes despliegues de figuración, las enfermeras atienden a los enfermos en seductores trajes o se lanzan a exhibirse en bailes javanescos de Bali, como si no hubiese ningún pudor que debiera impedir el hermanar de manera tan interesada el negocio del espectáculo con la defensa de los valores norteamericanos.

Gary Cooper es ese médico heroico sobre el que recae el peso de la historia, y lo lleva sin despeinarse, simulando un optimismo insobornable, con un uniforme impoluto a pesar de la sangre y el sudor.

Si la carrera muda de DeMille es la parte más interesante de su obra, la parte sonora y los escasos títulos que rodó a partir de 1940, como es el caso de esta entretenida película, también tienen su interés, aunque correspondan a ese estilo que Mitchell Leisen definió como de letras de neón de seis metros que rezan: erotismo, venganza, deseo, patria.
Juan Marey
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13 de junio de 2007
7 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al contrario que otras estrellas de Hollywood que decidieron participar activamente en la II Guerra mundial como Clark Gable o Jimmy Stewart, Gary Cooper se dedicó aportar su grano de arena durante estas fechas tan difíciles delante de la cámara, en uno de los muchos ensalzamientos patrióticos rodados durante esta época con el fin de entretener y levantar la minada moral a los americanos. Cooper que ya había representado con gran éxito años atrás al Sargento York (una de sus mejores películas) se mete esta vez en la piel de un médico norteamericano, destinado en China, que decide colaborar activamente con su país durante la dura lucha en el Pacífico con Japón.
Film al que por otro lado la batuta de DeMille lo lleva a por unos derroteros de grandiosidad, con un largo metraje y sin escatimar en gastos ni localizaciones.
o0_oscar_0o
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