Tomorrowland

La nueva película de la maquinaria Disney tiene a Brad Bird como director, quien ha pasado con éxito del cine de animación (El gigante de hierro, Los increíbles, Ratatoullie) al de acción real (Misión imposible: Protocolo fantasma).

‘Tomorrowland’ arranca en 1964 contando la historia de Frank Walker, un niño inventor que se presenta a la Feria de la Naciones de Nueva York con un propulsor-mochila que no funciona del todo bien, pero que le permite empatizar con Athena, una chica que le proporciona un pin que será el pasaporte para ingresar a Tomorrowland, un lugar en una dimensión paralela provista de tecnología y artificios futuristas donde todo parece funcionar de manera perfecta y habitado por gente “elegida”.

De vuelta en el tiempo actual, conocemos a Casey Newton (Britt Robertson, vista en la reciente ‘El viaje más largo’), una especie de “elegida”, hija de un ingeniero de la NASA y a quien le será dado también el pin que le permitirá conocer Tomorrowland, Cassey también conocerá a Athena, y luego de dudas y persecusiones, habrá de contactar a Frank Walker ya adulto (George Clooney), y juntos deberán intentar volver a Tomorrowland para prevenir una inminente tragedia.

Con un diseño visual apantallante, la primera mitad de la película se sucede entre revelaciones y persecuciones a cargo de robots infalibles, todo en el marco de una película de acción, aventuras y ciencia ficción bastante bien lograda, donde el peso específico recae en la sorprendente actriz de 12 años Raffey Cassidy, quien da vida a Athena.

Cuando los dos elegidos (Robertson y Clooney) se encuentren y deban volver a Tomorrowland la película devendrá en un relato donde se prioriza el “mensaje” y las muchas explicaciones que alejan la diversión del filme.

A pesar del título, la película de Brad Bird sucede en su mayor parte en la Tierra y en el tiempo actual, en una apuesta un tanto arriesgada pero que funciona en su primer tramo, pero que en sus aspiraciones aleccionadoras y discursivas alejan a su público, sobre todo al más pequeño.

Con un elenco llamativo que incluye además a Hugh Laurie como el villano en turno, ‘Tomorrowland’ se disfruta y divierte hasta que se autoimpone un corte brusco, pero es al fin de cuentas una aventura cinematográfica por momentos trepidante y con buenas intenciones.


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Era lógico que a Bird se le confiara tanta pasta para un proyecto propio, teniendo en cuenta que encadenaba un óscar y varios pepinazos comerciales de gran calibre, tanto en acción real como animados.

Pero lo de aquí es un patinazo: pese a un buen diseño de producción (que se centra en demasía en cierta localización valenciana, he de decir) y unos atinados FX de CGI, la historia hace aguas. Nomal estando un vendedor de humo como Lindelof, capaz de hundir a Ridley Scott o pergeñar ora sí y ora también guiones basados en inanes misterios, como aquí: porque la cosa es deficitaria estructuralmente (la película REALMENTE arranca pasados cerca de 75 minutos -- lo precedente es una suerte de road movie de desajustado tono en la que el presupuesto (mayor que el e Fury Road, madre mía) no luce de nada.

¿Y el desenlace? Un pegote metido con torpeza, que no viene a cuanto y termina de descacharra los que no son más que algunas ideas chulas escasérrimamente hilvanadas.

En cuanto al optimista mensaje final, que parece ser una llamada a la esperanza a los Milennials que lo estén viendo, nada de nada. Metido con calzador, carente de fuerza alguna y obvio hasta decir basta.

Eso sí: Clooney y Robertosn tienen buena química, pero poco más.

Lógico el fracaso en taquilla del film. Es merecido.

No nos engañemos por su título, presentación y planteamiento: es una película de fantasía en toda regla. Lo interesante es que, pese a su envoltorio ci-fi, y a un cuidado estético entre la vanguardia, la ficción decimonónica y la nostalgia, no deja de ser un producto fantástico de aventuras para todos los públicos. Eso sí, absténganse los exigentes cinéfilos y los escépticos crónicos, quienes sin duda desguazarán el guión, la trama y el desenlace. Se peca de todos los clichés del género: abuso de escenas de acción a veces innecesarias, cierta cursilería o infantilismo, mensaje con moraleja respecto a la situación mundial e individual de nuestra sociedad... sin embargo a los que nos gusta que nos emocionen y nos entretengan puede resultar bastante satisfactoria.
Me ha gustado que el desarrollo del filme se centre en el retorno a ese lugar, difícil hubiera sido, como suele pasar, que la totalidad del argumento se situase en ese mundo futurista. Es la búsqueda del guía y el billete de vuelta, acompañado de la típica persecución por unos malvados (en este caso unos humanos sintéticos con una sonrisa pintada que llega a ser hilarante), lo que va denenroscando el metraje.
Pese a una resolución algo abrupta y quizá insatisfactoria, la reflexión a la que invita, pese a no ser original, está desarrollada de un modo bonito, ofreciendo una grata sensación de esperanza en la condición humana.
Un producto ligero pero hermoso, que deja un buen sabor de boca, y ayuda a esbozar una sonrisa, y también alguna risa que otra. Siempre que seas un humano y no un robot.

No comprendí del todo la trama sobre todo en la segunda mitad, ahí me perdí. Explico en spoiler ya que son partes de la misma. Lo que sí es que pretende dar un mensaje de esperanza a los soñadores que nunca deben darse por vencidos y creer en un futuro mejor.

A la vista de los hechos, esta compañía ha hecho muy bien en hacerse con las franquicias de Star Wars y Marvel, porque no saben a lo que juegan con sus producciones de imagen real. La política al respecto parece consistir en gastar cantidades ingentes de dinero en guiones de segunda categoría, poner a un director de renombre al frente, lamentarse del batacazo, despedir a alguien y, al año siguiente, volver a repetir la jugada. Obviamente Disney no puede explotar una visión adulta de las cosas en sus películas, pero sinceramente creo que se puede escribir algo que pueda ver un niño y que no ofenda la inteligencia del resto de seres humanos. Tomorrowland es básicamente una fábula bienintencionada, infantil (en el mal sentido) en su planteamiento y absolutamente vacía en su contenido, pero el problema no es ese: la película tarda una hora (UNA HORA) en arrancar, es demasiado larga para no contar nada, y no toma en ningún momento el ritmo exigible en un Blockbuster de este calibre. Siendo honestos no llega a producir un aburrimiento mortal pero sí una sensación de indiferencia: a Brad Bird lo único que puede reprochársele es haber elegido este proyecto, porque poco importa que sepa hacer cine si cuenta con este libreto como punto de partida. ¿Es recomendabale?: honestamente, no. A los niños probablemente se le hará larga y con un argumento poco estimulante, y a los adultos les parecerá blandita e insustancial.