Ruta suicida

La he subido la nota. No tragaba con muchas cosas pero hay que reconocer que la película entretiene.

Aceptemos que Clint Eastwood hace un buen papel, un papel que se le da bien, el de un policía, en este caso el inspector Ben Sockley, un machista que va por las escaleras presumiendo de que se ha tirado a cierta compañera; irrespetuoso (muy buena la contestación al taxista) y medio tonto, lo mejor. Porque hay que ser tonto hasta que se da cuenta quién se la está jugando. Y vemos que Clint Eastwood, casi sin cambiar su registro típico se le nota tardo en comprender. Necesitan un policía tonto y le llaman a él para ir a recoger a la putilla de turno, y la clave está en que el papel debía demostrar que siendo un policía duro, con algunos éxitos en su carrera, seguro que por cabezón, necesitaban a alguien que fuera garantía de que el "asunto" saldría bien. Para él no, claro. Y en ese aspecto la película triunfa porque Clint hace un papel que encaja muy bien con el tío que quieren colocar ahí (Clint debe ser un poquito así de repelente en su vida), y hace comprender al avispado espectador que han llamado para la misión al tipo ideal, y que además, nadie lamentará su pérdida porque en el centro de trabajo se ve que es harto prescindible.

Esta fue la primera película que hizo Clint con Sondra y supuso su nueva relación. Por ella dejó a su anterior mujer, aunque finalmente Sondra y Clint terminaron fatal (leí que ella se suicidó). Sondra hace aquí el papel de una putilla lista, mujer que le va al poli como anillo al dedo: Putilla lista con poli bruto. La acción, que como se supone no cesa, la van solventando a salto de mata y convierte la película en entretenida y con mucha guasa. Porque hay cosas de película.

Clint tiene una capacidad de entretenernos, de meternos en sus personajes, de hacernos reir impresionantemente, aunque esta no sea una gran película te metes de lleno, pues los diálogos son bastante divertidos, vamos que con Sondra Locke parece fácil que los espectadores "masculinos" se sientan atraídos. También con Clint, claro, esa templanza, su rostro serio, ¿Quién no ha querido ser Clint de niño?, o de no tan niño, incluso tener esa manera de resolver los problemas con una actidud pasiva y a veces canalla.

Vamos que no es de lo mejor de el pero para pasar más de una hora y media con el policia más orgulloso es idónea.

Una de las muchas gamberradas que dirigió y protagonizó Clint Eastwood en los setenta. Ruta suicida se disfruta si no te la tomas muy en serio porque el argumento es de lo más descabellado. Ben Shockley un policía de Phoenix recibe el encargo de trasladar una prostituta desde Las Vegas a Phoenix para testificar en un juicio. Sin embargo, las cosas se complican en el momento en que ambos son objeto de un atentado nada más salir de la comisaría. Pronto Shockley descubre que le han tendido una trampa y que la prostituta es realidad un testigo clave en un juicio a un pez gordo que hará lo que sea con tal de impedir que declare.

El film es entretenido, tiene ritmo y se ve con agrado, pero hay que reconocer que algunas escenas de acción son exageradas y disparatadas. Por ejemplo cuando la policía rodea la casa en la que se han escondido los protagonistas y la derriban a balazos literalmente. O la escena final, en la que un sin fin de policías reciben con una lluvia de balas a Eastwood y Locke en el autobús.

Película hecha para recaudar mucho dinero en taquilla, sin más ambiciones. Absolutamente inverosímil y con mucha acción. Cuando se hizo, nadie tenía a Clint Eastwood por un autor serio, ni él mismo. Resulta muy entretenida y tiene escenas brillantemente realizadas. La relación entre los personajes de Clint Eastwood y Sondra Locke logra trascender ligeramente el tópico e interesar. Buen cine de palomitas, dicho sin ánimo peyorativo.

Un policía debe escoltar desde Las Vegas hasta Phoenix a una prostituta para que testifique contra la Mafia. La misión se complica cuando alguien muy influyente se niega a ser delatado y ordena que no lleguen a su destino.

Road-movie de acción, a medio camino entre el western moderno y el cuento de hadas, que denuncia la corrupción en las altas esferas. Uno de los títulos más representativos del Clint Eastwood de los años setenta, capaz de llevar a buen puerto tan disparatada mezcolanza de géneros. Es preciso resaltar su hiperbólico clímax, con la pareja protagonista a bordo de un autobús blindado que acabará acribillado a balazos por la propia Policía, en el tramo final de esta ruta suicida.



"Bla, bla, bla..."