Capitalismo: Una historia de amor

En alguna crítica he leído que este documental no muestra más que tonterías anecdóticas, casos concretos que afectan sólo a pequeños grupos de personas.

Es un documental en el que se nos muestra, por ejemplo, como algunas empresas se benefician con la muerte de sus trabajadores, o como un juez se lucra por enviar al correccional a todos los chavales que pueda.

¿Son casos anecdóticos?

Tal vez, pero precisamente el problema del capitalismo son estas pequeñas putaditas que se hacen los particulares entre sí, aprovechando la falta de regulación (hipócritamente llamada libertad) en determinados ámbitos.

Mientras en una dictadura comunista el que putea a la gente es el estado, en un sistema capitalista el estado otorga completa libertad a todos los tiburones para que se coman a los peces pequeñitos... Así que no veo una mejor forma de criticar ese sistema que el mostrar casos concretos en los que un tiburón devora despiadadamente a su indefensa presa sin que nadie trate de impedirselo.

Otra crítica que recibe la película es la clásica falacia ad hominem. Por lo visto se ha descubierto recientemente que Michael Moore no está en la miseria. Vamos, que el tío no se está muriendo de hambre y eso se le nota con solo mirarlo.

Y claro, todos sabemos que una persona que no esté muriéndose de hambre no tiene derecho a criticar el capitalismo y todo lo que diga al respecto es mentira.

A lo que voy es a que la pasta que tenga Michael Moore no lo desacredita para denunciar lo que denúncia en la película. La forma en la que se han enriquecido las personas que he mencionado en el párrafo 2 son immorales y esto es un hecho real, tanto si lo dice Michael Moore, como si lo dice Bill Gates, como si lo dice un vagabundo.

En ningun momento (que yo recuerde) Michael dice que el mero hecho de tener dinero ya es immoral... No critica a Steven Spielberg, James Cameron y otros directores de cine que se han enriquecido haciendo películas, igual que él. Así que no entiendo el punto en el que debe perder credibilidad por su situación económica.

Nada malo que decir sobre la película, de hecho lo mejor es que es entretenida como todas las que hace Michael Moore.

Estupendo. Una vez más Michael Moore resulta un cineasta crítico, denunciador y valiente. ¿Sus armas?: sólo su presencia y su equipo de camarógrafos y cineastas. En cuanto lo ven aparecer, ya políticos, ya banqueros, ya médicos, ya en general tipos poderosos con la conciencia muy sucia "se acojonan y casi se mean en los pantalones", se esconden, no dan la cara, se quitan de en medio, en todo caso mandan a sus empleados armados, ya guardias, ya policías, ya miembros de seguridad, para que le paren los pies al preguntón; pero éstos mandados no se atreven a ponerle la mano encima a Michael Moore dada la relevancia social de este gordito crítico documentalista, se limitan a rogarle con mucha educación que no puede pasar, a llamar por teléfono a sus superiores o a mirar para otro lado. No cabe duda que Michael Moore los pone en un aprieto, es como si les pusiera a todos ellos un espejo inmenso delante donde se ven a sí mismo y se avergüenzan de lo que hacen.

Este documental critica al sistema capitalista, a ese sistema que dice ser el sistema mejor de la historia de la humanidad. Pero resulta que si el capitalismo es el mejor sistema habido para los ricos, sobre todo para los muy ricos, no es así para la clase media y numerosos millones de pobres. Empezando porque el capitalismo y la democracia de los EE.UU. es en realidad una PLUTOCRACIA (gobierno de los ricos). Son los muy ricos, los riquísimos, menos del cinco por ciento de la población total de los EE.UU. los que gobiernan el país con la defensa de sus intereses de pequeña élite como primer objetivo e importándoles un pimiento los intereses y el bienestar del resto de los ciudadanos.

Moore denuncia como los ricachones y superpoderosos se han apropiado incluso de Jesús de Nazaret, aquel extraordinario ser religioso de hace dos mil años que precisamente se puso del lado de los pobres y arremetió sin morderse la lengua contra los ricos y abusadores con palabras como éstas:

"¡Ay de vosotros los ricos!, porque habéis recibi­do en esta vida vuestro consuelo. Ay de vosotros los que ahora estáis saciados, porque tendréis hambre. Ay de vosotros los que ahora reís, porque entristeceréis y lloraréis. Ay de vosotros cuando todos los hombres hablen bien de vosotros, porque así hicieron sus padres con los falsos profetas." (Lc 6, 24-26)

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Es curioso comprobar como la aceptación de los documentales de Michael Moore llevan una tendencia regresiva en cuanto a la acogida por el gran público en los últimos tiempos. El ser humano suele cansarse tarde o temprano de todo, incluso hasta de los iconos que ellos mismos han creado.

Particularmente ni antes ni ahora he sido un amante de sus películas, aunque debo señalar que he notado algún cambio en ellas. Por lo general Moore antes era mucho más demagógico, no digo que ahora sea un académico con método científico, pero se le nota que ya no busca la manipulación en cada plano como antes. Al mismo tiempo ha perdido mucho sentido del humor, los años no perdonan y está desgastado. ¿Unas vacaciones tal vez?

Y claro, si al público no le llevas por donde espera y encima no le preparas las gracietas de turno no puedes esperar seguir siendo el semidios que eras. ¿Quiere decir que “Capitalismo: Una historia de amor” es peor que sus primeros trabajos? Pues no, es igual de mediocre pero mucho más honesto y sincero aunque también más aburrido. Y una cosa más Moore, te sigues liando con cosas básicas, una cosa es el sistema económico y otra el régimen político. Al capitalismo no le puede sustituir la democracia porque se mueven en planos distintos por muy interconectados que estén. A estas alturas estos dislates sobran.

Estoy en contra de las opiniones vertidas en muchos ámbitos contra Moore. Están intentando hundirle. Personalmente me cae bien, aunque cinematográficamente deje mucho que desear, creo que es un socialdemócrata católico que admira el modelo europeo y que busca ante todo una sociedad americana más equilibrada donde no paguen el pato siempre los mismos. Pero eso no es comunismo, ni mucho menos.

Ayer estuve poniendo una reclamación en el aeropuerto. Resulta que tenía dos vuelos seguidos con la misma compañía y quería que me mandaran la maleta directamente a mi segundo destino. Todos sabemos que eso no sólo se puede hacer sino que se debe hacer, sobre todo si entre ambos vuelos hay menos de dos horas de diferencia. Y teniendo en cuenta que iba a Moscú y que en la maleta iban las cosas de abrigo, no era asunto para tomarse a broma.
La tipa del mostrador, una señora mal encarada y con pocas ganas de complicarse la vida, en vista de que conectar los equipajes era una cosa que requería cinco minutos de su tiempo y de que ella no sabía manejar bien el programa informático, se inventó que eso era imposible porque los vuelos eran “no conexionables”.

Hoy en día la mayoría de la gente se conforma con eso y no protesta. Ah, bueno. Sí, Bwana. Tome su dinero y haga conmigo lo que quiera. Por eso cuando le pedí que me definiera “no conexionable” y me explicase por qué su compañía le da la libertad para decidir qué vuelos son o no “conexionables” no supo qué decir. Y eso que cuando compré el billete me aseguraron que sí eran conexionables. Por lo visto, una vez que les di el dinero, la cosa dejó de estar tan clara.
Total, que pedí hablar con la encargada del mostrador de facturación. La sinverguenza (no se le puede llamar de otra manera) apareció al cabo de media hora para hablar con otra empleada y se fue pitando en cuanto me vio venir. Verídico. Con la pila de gente que hay en paro y le dan trabajo a lo peor de cada casa. Al final, la conclusión fue que mis vuelos eran “no conexionables” y que si no me calmaba llamarían a seguridad. Y cuando fui a pedir la hoja de reclamaciones estuvieron diez minutos liándome para que no la pidiera tratando de convencerme de que la culpa era de la otra compañía socia (y propietaria) de la que me estaba choteando. Porque claro, ahora resulta que una compañía puede poner a empleados (encima de su filial) en el mostrador para que tú no puedas echarle la culpa de nada. Y yo me lo creo. Trae p’acá esa hoja…

¿A qué viene este rollo? Bueno, en primer lugar, ese es el mensaje de Moore: actúa, no des nada por hecho y defiende tus derechos. Yo le admiro por su lucha, y entiendo que sazone sus documentales con gags y otras artimañas para entretener. Tengamos en cuenta que hace películas. Vamos a no cogérnosla ahora con papel de fumar, señores, que esto no es Disneylandia. No neguéis que el tío tiene un par. Y señala con el dedo a los culpables. Eso es fundamental, y lo hace. Y pone hechos sobre la mesa. Y se pone chungo porque pelear por tus derechos no es ninguna broma y exige salidas de tono para que te hagan caso. Lo sigue haciendo a pesar de toda la mierda que le han echado encima, y lo mejor de todo es que lucha por las injusticias que se cometen contra los demás, no contra él mismo.

(sigue en spoiler)

Hace unas horas leí que el numero de desempleados había vuelto a subir en España, exactamente unos 35.988 personas, y alcanzo un nuevo record de 4.166.613 personas desempleadas, y eso que por el medio ha estado el puente de San Jose y la Semana Santa, pero por desgracia esa cifra esta maquillada, ya que como sabemos existen muchas personas por circunstancias varias no se apuntan (amas de casa, autónomos, gente de cursillos, desechos sociales, etc.), por lo tanto la realidad es bien diferente, y seguramente cuando las cifras lleguen a nuestros oídos serán maquilladas con datos positivos, para no asustarnos ni alarmarnos. Y el estado y la oposición siguen sin encontrar la solución para arreglar esto.

El gobierno sigue regalando el dinero al extranjero para arreglar problemas que ni nos vienen ni nos van, en vez de intentar arreglar primero el país y la situación actual de desempleo. La oposición ni se queja cuando el dinero desaparece.

El estado regala el dinero a las grandes empresas que amenazan con cerrar y mandar a la gente a la calle, que una vez recibido el dinero aguantan un año más y luego vuelven a amenazar para pillar más, y el estado sigue soltando, cuando con todo ese dinero podría crearse empleos que darían beneficios. ¡La oposición ni se la oye respirar!.

Lo peor de todo, es que nuestros representantes, lo de los trabajadores, los que nos han conseguido tantos beneficios desde la muerte de Franco y los del mundo del arte (actores, actrices, directores, etc.), que les dieron tanta caña a al gobierno de Aznar, y que consiguieron hacer huelgas día sí y día también, no los veo manifestarse ahora, cuando realmente las cosas están muy mal, tan mal que las familias no llegan a final de mes, las familias que se quedan sin casa porque no pueden pagar la hipoteca, familias enteras sin trabajo, familias desechas porque el numero de suicidios ha aumentado y se han metido en las drogas, familias enteras metidas en comedores sociales, etc., ¿dónde están?

Llegara el día que como no mejore la situación, las familias se hartaran, porque es insostenible a largo plazo y más cuando cada día se ve en T.V. cada caso de corrupción política que da hasta vergüenza, donde nuestros políticos y representantes solo miran por su bienestar y el hacerse ricos, olvidándonos y dejándonos de lado, y estas familias se movilizaran por si mismas y serán las que cambien el esquema del país, solo necesitan un pequeño empujón, un empujón que tarde o temprano alguien se lo dará y muchos de los que ahora disfrutan de la crisis, disfrutaran de una celda.

Esto y más es "Capitalismo: una historia de amor" de Michael Moore, pero a la americana.