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El baile

Comedia. Drama. Romance Principios del siglo XX. Pedro y Julián, amigos desde la infancia, están unidos por dos pasiones: la entomología y el amor por Adela. Aunque Adela elige a Pedro, Julián no se rinde y está dispuesto a seguir luchando por su amor mientras viva. Por su parte, Adela, que es joven y bonita, no se resigna a pasarse toda la vida encerrada entre bichitos. Quiere vivir la vida, ir a los bailes, coquetear. Veinticinco años después, Adela toma una ... [+]
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Críticas 11
Críticas ordenadas por utilidad
16 de mayo de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dos amigos (Alberto Closas y Rafael Alonso) comparten su afición por la entomología y su amor por la misma mujer (Conchita Montes). Los tres convivirán felizmente durante largos años. Ella no se resigna a estar siempre encerrada entre insectos y decide salir al baile, pero el confort del hogar se lo impide una y otra vez.

Versión fílmica de la obra teatral del propio Neville, dividida en tres actos -correspondientes a la juventud, la madurez y la vejez de los personajes- que van de la comedia al melodrama, invitando al público a meditar sobre la amistad, el amor y la muerte.



"Y gracias, gracias por vuestro amor. Gracias."
CINECLUB
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25 de julio de 2015
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta extraodinaría película es un claro ejemplo de que Neville sabía hacer cine y sabía como trasmitirlo al espectador. Con un casí único escenario Neville dibuja a 3 personajes tan maravillosos como bien contruidos. Hay una excelente química entre los 3 actores. Basada en una obra de teatro escrita por el propio Neville la película contiene algunos elementos del cine de Neville como el paso del tiempo, el amor..... La película está estructurada en 3 actos. La primera la juventud de los protagonistas. Pedro, Julián Adela. Adela que se casa con Pedro. Julian que está enamorada de élla parece mas marido que el propio marido constituyendo un extraño trio amoroso. Luego viene la madurez y finalmente la vejez. Con la nieta que es la misma Conchita Montes.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Orson_Welles
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28 de agosto de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que Edgar Neville es un genio del cine español, no cabe ninguna duda. Con los pocos medios, y los grandes profesionales que existían en la primera etapa del franquismo, consiguió hacer maravillosas películas. Casi todas, obras de visión obligada para poder decir que sabes un poquito de cine clásico español. Entre ellas destacan: Nada (1947), El crimen de la calle Bordadores (1946) o La Torre de los siete jorobados (1944).

"El Baile" es el final de una época. El final del franquismo de autarquía, el final de una manera de hacer cine que moría en España. Pero también dentro de la película es el final de una época. De varias. E incluso para su director, pues esta fue una de sus últimas películas. Y qué mejor manera de poner un punto y final a una época, que volver a los orígenes. El teatro.

Edgar Neville no nos ha dejado una gran película, nos ha regalado una obra de teatro. Un espectáculo que nunca muere, pues siempre está vivo. El magnífico director no pensó ni por un momento en si su película envejecería bien o mal. Pensó en dar a cada espectador la oportunidad de disfrutar del teatro. Y así debe verse esta película, con la mentalidad de ir al teatro. Ponerse guapos, elegante (es una ocasión especial). Y dejarse llevar por los actores, la escena y la historia.

¡Viva el Teatro!¡Viva Neville!
Calvero
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12 de diciembre de 2019
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
228/10(11/12/19) Interesante dramedia escrita y dirigida por Edgar Neville, con sus altibajos y desequilibrios, me ha quedado una película con buenos momentos y con dos actuaciones soberbias de Rafael Alonso y Alberto Closas, porque Conchita Montes (amante del director) me ha quedado blandita. Neville se basa en su propia obra teatral homónima estrenada en 1952, que ganó el Premio Español Nacional de Literatura, el reparto es el mismo que el teatral, salvo el papel de Pedro Porcel que es interpretado ahora por Alberto Closas. Un relato que en tres actos (1905, 1930 y 1955) repasa la vida de un triángulo romántico, donde dos aficionados a la entomología, Pedro y Julián, son dos inseparables amigos, el primero está casado con Adela, pero el segundo también está enamorado de ella sin esconderlo lo más mínimo, pero respetando a su amigo. En realidad los dos hombres pueden verse como dos complementos de un solo varón, uno bromista y el otro serio, otro despistado y el otro atento, otro pícaro y el otro rígido, uno es despreocupado y el otro celoso, y en el centro la mujer, por la que los dos se desviven (cuando no están con los insectos disecados). Film con notorio sentido teatral, pues todo transcurre en una casa, y casi solo en el salón, a excepción de las elegantes transiciones temporales en el exterior (en el Parque del Retiro madrileño), y solo hay tres personajes, y con estos sencillos elementos se desarrolla un metraje que mezcla con buenos tramos el drama y el humor. Destaca el subtexto que deja la película de que en realidad es un una convivencia de ménage à trois, tres amantes, e incluso podría hilando más fino (lo que hago) la mujer se puede ver como la tapadera del verdadero amor que subyace en la película, amor homosexual entre Pedro y Julián (de hecho los pocos besos de Pedro a Adela son castos), siempre juntos, el soltero reniega de casarse cuando puede para seguir con su amigo, en el colmo en un momento dado Julián dice ser uno de los dos abuelos de su nieta, cuando supuestamente solo es un amigo de la familia, cuando en realidad es pareja clara de Pedro. Esto me extraña, y mucho, que se saltara la censura imperante durante el franquismo. El film cae en muchos tramos en lo almibarado, en lo dulzón excesivo, bordeando lo cursi en la actuación de la Montes, ero estos valles son contrapesados con algunos valles deliciosos en la excelente química entre Closas y Alonso, con réplicas y contrarréplicas constantes, y con desarrollo en nostálgico en que se hace un análisis incisivo sobre el paso lapidario del tiempo, sobre el tempus fugit, donde se hace una oda a la amistad (¿?). Neville entrega, según sus propias palabras “una comedia de amor. Si a veces parece que va a seguir el camino de la humorada o del drama, ni lo ni lo otro logran adueñarse de la obra; en cambio, el amor, sí, un amor sin tibieza ni disimulo, que a veces se confunde con la amistad y otras con lo que particularmente se llama eso, amor”.

La película si la vemos como un bromance entre Pedro y Julián tiene más sentido orgánico que con el vértice femenino. Ellos dos con caracterizaciones que los marcan con tino en su ternura, los que mantienen chispeante algunos ententes, con diálogos ricos de contenido en su humor sutil, con dobles sentidos. Donde en realidad el personaje de Conchita Montes el de madre y nieta, actúa en los dos roles como pseudo-hija de la parejita gay, y así hay que enfocar la narración por el modo como la tratan, uno optimista y permisivo y el otro receloso y proteccionista. Lo mejor de la cinta es su primer tramo, antes de entrar en la melosa (por el modo en que se aborda) enfermedad de Adela, cuando todo resulta más fresco en los berrinches de Julián, con cinismo, ironía y mucha mordacidad, pero cuando aparece la catarsis la historia tiene altibajos en la forma de ser muy azucarada y sensiblera.

El rol de Adela me resulta grimante en su egoísmo y narcisismo, pues alguien que tiene a dos tipos que se desviven por ella, y ella responde con la melancolía, con infelicidad, alguien que detesta el hobby de ellos, una hedonista insatisfecha, que no se sabe que tenga oficio ni beneficio, solo quejarse de su desventura nostálgica, e intenta dejarlos para no se sabe que, y como se entera de una desdicha cambia de idea, lo dicho, un personaje chirriante.

Al tercer acto se llega con mucho fuelle perdido, estirando sin muchas ideas el argumento, queriendo que sea circular, siguen los piques ingeniosos entre Pedro y Julián, pero el desgaste en la reiteración hace mella. No digamos ya en la poco fluida interacción con la “nieta” de ambos, en los que la naturalidad brilla por su ausencia. Aunque queda la solapada y valiente “afirmación” de Julián por teléfono que es pareja de Pedro, cuando dice que él y de Pedro Cerrando el film de modo insatisfactorio y acomodaticio.

Como curiosidad, lo del título “El baile”, es la referencia a que en los tres actos es el preludio a la fiesta-baile que al que van a ir los tres, y nunca veremos. Por cierto, nunca nos vamos a enterar de que es de lo que viven, pues lo de la entomología es una afición y no una profesión, de que tiene ese alto nivel de vida en esa casona con criados?

En conjunto me queda una buena primera hora, pero lastrada por las irregularidades del resto del metraje, haciendo un ritmo a trompicones. Sobresaliendo las formidables actuaciones de Closas y Alonso. Fuerza y honor!!!
TOM REGAN
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28 de julio de 2015
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Obra de teatro en tres actos.
Los primeros quince minutos son lo mejor, estupendos; elegancia, ingenio e ironía a raudales; buenas ideas bien escritas, hay ternura y amorosa picardía.
Pero pasa el tiempo y no cambia (a pesar de que los años vuelan), persiste, tercamente, en el planteamiento inicial, don erre que erre, sin variación, el mismo arrobamiento y la misma gracia del celoso amigo; hasta los enjundiosos y originales comentarios sobre moscas y cucarachas se repiten, todo, en verdad, lo hace, machaconamente, una y otra vez; y la posible malicia, el inicial cachondeo sobre conceptos que suelen pecar de rígidos como el matrimonio, la fidelidad o la amistad, deriva hacia una minucia naíf, cargante, cursi, plúmbea, infantil y ñoña; el empalago se enseñorea de la historia y casi deseas que acabe cuanto antes; los, en principio, tiernos e interesantes personajes se transforman en impermeables autómatas, ensimismados y autistas dentro de su casa de muñecas, viciados con sus asfixiantes remilgos, ridículos en sus maneras de señoritos trastornados.
Ni lo bien que están los tres ni el último apunte nostálgico y "revisionista" compensan un transcurso tan acomodaticio y frívolamente sentimental.
Es una pena tanto azúcar melindroso, se te pega al alma y así no hay maldita sea la manera.
Ferdydurke
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