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¿Y ahora adónde vamos?

Drama. Comedia. Musical Un cortejo de mujeres vestidas de negro se dirigen al cementerio, bajo un sol abrasador, apretando contra su cuerpo fotos de sus esposos, padres o hijos. Todas comparten el mismo dolor, consecuencia de una guerra funesta e inútil. Al llegar a la entrada del cementerio, el cortejo se divide en dos grupos: uno musulmán y otro cristiano. En un país destrozado por la guerra, estas mujeres muestran la inquebrantable determinación de proteger ... [+]
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Críticas 34
Críticas ordenadas por utilidad
2 de marzo de 2012
16 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
[Un inciso e introducción: espero que los mismos que aplauden el mensaje pacifista de esta película y su directora no sean tan hipócritas de tirar piedras y fusilar a esta crítica por su nota y libre opinión. ¡No sean extremistas, por favor!]

Su arranque me parece excepcional con ese grupo de mujeres cubiertas de un manto de luto y negro, de ojos pulverizados por las cenizas de aquellos que han caído y han dejado el paso del tiempo atrás. Se dirigen hacia el cementerio. El viaje a ese campo santo lo conforma un camino plagado de dolor que las une, pese a ser practicantes de diferentes religiones. La procesión forma un conjunto pictórico brillante, un núcleo de aflicción y pasión, de compartir, pese a esas diferencias, un camino conjunto y común que quieren evitar recorrer de nuevo. Han llorado por padres, hermanos, maridos e hijos... victimas del sinsentido y el odio. Ahora, unidas por ese mismo duelo, deciden luchar juntas por la paz… en ese mundo dominado por los hombres y sus guerras inservibles y condenadas a la tragedia, a la separación y el desgarre de un pueblo y nación que queda metafóricamente plasmado.

La directora ha sacado su película de sus entrañas, como madre que es, y se muestra mucho más madura que en “Caramel”. ‘Lisístrata’ de Aristófanes, “La kermesse heroica” de Jacques Feyder, “Los jueves, milagro” de Berlanga o “Amanece, que no es poco” de José Luis Cuerda, parecen tener puntos en común con esta historia adornada de cuento y fábula. El mensaje y la metáfora, con un pueblo rodeado de minas y aislado prácticamente del resto del mundo, es también brillante y representa a ese Oriente que ha quedado desconectado y sitiado de occidente desde la lectura radical de sus textos religiosos hasta su incapacidad de evolucionar socialmente de ese nudo anidado peligrosamente en su cuello. No es posible el avance si no se es capaz de pasar página y que el individuo progrese por encima de las creencias de otros.

Pero pese a toda esa brillante composición, “¿Y ahora adónde vamos?” me parece una floja película porque en mi caso no ha cumplido con su objetivo. Es cierto que en los festivales donde se ha proyectado ha emocionado hasta a las piedras, pero a los bastardos, al parecer, no. Está rodada con el mismo tono y esencia utilizando el drama, la comedia y el musical, pero realmente no es una comedia negra. Esos cambios que alternan entre el llanto, el canto, el chillido, la risa, el absurdo, que deambula entre lo patético y lo poético acaba en una stoner movie de la que me siento excluido. Me recuerda a un largo sketch de Los Morancos o José Mota porque me río cuando hay que llorar, lloro cuando hay que reír y me tapo los ojos (y los oídos) cuando alguien canta una canción.
El título, aparte de ser una pregunta lanzada al otro lado de la pantalla muy inteligentemente, me parece muy correcto pero incoherente. “¿Y ahora adónde vamos?” no me dice en ningún momento 'adónde va' y el que acaba en un campo minado, finalmente, soy yo.
Maldito Bastardo
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30 de septiembre de 2012
9 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta es la clásica película que si hablas mal de ella quedas como un monstruo sin sentimientos (lo cual en mi caso, tampoco distaría mucho de la realidad, así que no me preocupa); sí, la típica que por narices le tiene que gustar a todo el mundo porque:
- Va sobre gente pobre.
- Tiene una historia de amor con conflicto de ideologías/creencias.
- Hace gala de mucho costumbrismo (el costumbrismo siempre triunfa. Lo curioso es que para que funcione debe ser de otro país; el costumbrismo del país propio, por alguna razón, no mola).
- Entroncando con la anterior, los personajes poseen fuertes convicciones religiosas, y eso si viene de gente humilde, simplona (nada de intelectuales) y por supuesto, extranjera, es la cosa más profunda y trascendental que se puede ver en una pantalla. Si fuera en España, lo que tendríamos es a unos fascistas retrógrados, atrasados con respecto a las ideas modernas, de mente cuadriculada y reprimidos por la mafia de la Iglesia Católica.

Eso en lo referente al contenido. Supuestamente bonito, pero tan encauzado a buscar reacciones concretas que pierde toda su frescura. O dicho de otra forma, una película CON PRETENSIONES. Oficio, verdadero oficio, más bien poco. Lo que sí hay es imitación pura y dura, de Kusturika, de LAS TORTUGAS TAMBIéN VUELAN (hay un par de planos que parecen un homenaje a dicho film)... Originalidad no la hay. Por ningún sitio. La pretenciosa escena inicial es perfectamente representativa de lo que digo.

Pero es que lo malo, es que también hay una serie de errores en cuanto a los códigos, de la comedia, del drama, de la tragedia... Pasan de una a otra sin ningún complejo ni intermedio, ahí, sin vaselina ni ná. Es un drama fallido. Resultón (no hay más que ver la nota, y los premios y tal) y un tanto "engañabobos", pero no es una verdadera obra de arte. La guionista lo escribió pensando en demasiadas cosas, en vez de preocuparse en contar una historia con el corazón.

De países "exóticos" hay muchas otras películas muy dignas de tener en cuenta, sin ser co-producciones, que siempre contaminan la esencia de la obra, sino auténticas. Claro, que estas nos llegan antes y más fácilmente, es una pena.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
JACHi
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28 de febrero de 2012
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Divertida, muy bien hecha, mejor interpretada, y sí, algo tonta (o más bien adorable) película que cuenta, de manera simple y con un punto cómico necesario, una realidad como un templo… de la confesión que uno quiera: lo absurdo de las religiones como única forma de entretenimiento, como única manera de que, desde los pocos habitantes de una aldea sin televisores –como en la película-, hasta los miles de una gran ciudad sin suficiente promoción cultural –como cualquier ciudad actual con cada vez menos salas de cine o de teatro-, encuentren un divertimento y algo con lo que distraerse sin pensar demasiado. El opio del pueblo, vaya, el hachís de nuestro corazón, como tan acertadamente cantan en esa escena. Y todo ello contado –y cantado- como hay que contar las cosas absurdas a la vez que trágicas: así. Como son. Absurdas y trágicas (y trágicas de tan absurdas, seguramente).

Sí, la forma del contar la película hace que los muchos personajes que aparecen no sean excesivamente profundos, y por tanto no llegan a calar lo que debieran, si bien precisamente lo que busca es resaltar la simpleza que tanto aparece en los hombres y la preocupación y verdadera valentía (‘¿Y os hacéis llamar hombres?’) de las mujeres, demostrando el importante papel que tienen en la sociedad, y que a fin de cuentas, es, con mucho, el mas importante para que la sociedad aun siga existiendo. Lo ‘menos bueno’, quizás, el empeño de la directora de aparecer de cualquier modo posible la historia y en los planos en los que –quizás por su extraordinaria belleza- su personaje, algo innecesario en la película, acaba eclipsando a cualquier bicho viviente de alrededor.

A pesar de ello (o quizás también por ello), merece, y mucho, la pena verla. Un canto sin ambages a como deshacerse de la manera más simple de las etiquetas que nos oprimen y que nos empeñamos en ponernos sin razón aparente, pero que nos enfrentan continuamente en vez de unirnos. Muy recomendable.
ferddie
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28 de mayo de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Y ahora adonde vamos?. El título de esta cinta, debe ser la réplica de la pregunta que se debió hacer Nadine Labaki mientras rodaba o escribía el guión.

Las buenas intenciones de la directora, guionista y actriz, naufragan con estrépito por culpa de una descompensada mezcla de estilos y géneros. Después de un arranque prometedor y arrollador, en una escena que pareciera sacada de una obra de Pina Bausch, la historia se dirige a la deriva y sin rumbo, mezclando escenas de comedia, de musical y de drama.

Quizás Nadine Labaki quizo frivolizar y trivializar el conflicto religioso entre cristianos y musulmanes, y consiguió con creces su objetivo, pero hasta tal punto que nada de lo que ocurre en la historia, consigue que nos identifiquemos con las esperpénticas ocurrencias de un conjunto de mujeres que conviven siempre en un tenso conflicto entre la comunidad musulman y la cristiana. No sólo ha conseguido frivolizar el conflicto, sino que le ha atribuido la dudosa calificación de conflicto por género, donde las mujeres consiguen o intentan distraer las "fogosas" mentes de los hombres del pueblo, dibujados o escenificados como únicos impulsores del conflicto religioso.

La verborrea incontenible de los/as protagonistas nos traslada a comedias del neorealismo italiano o a los productos más desafotunados de "nuestro"querido y admirado Berlanga, impidiéndonos en muchos casos "disfrutar" tranquilamente de momentos sensibles o trágicos, ya que siempre son interrumpidos por diálogos o comentarios tan apresurados como desafortunados.

Así que ¿y ahora adonde vamos? es un bien intencionado pero fallido intento de recrear, en algún sentido, el mundo de Radu Mihaileanu en "El tren de la vida", en donde también se hace una curiosa y dudosa mezcla de géneros.

Sin duda, la comedia es de los géneros más dificiles de llevar a la pantalla grande con éxito, pero si además la quieres mezclar con el musical y con el drama social, político y religioso entras en un terreno pantanoso susceptible de hundir todo el producto. No es el caso de ¿Y ahora adonde vamos?, pero lamentablemente se acerca mucho.
kasbah
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25 de julio de 2012
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadine Labaki, quien ya sedujera a medio mundo con la dulzura de su primer largometraje, “Caramel”, regresa al cine social y a su personal y esperanzada perspectiva que reivindica desde la sonrisa. Con este segundo trabajo logró colarse en el festival de Cannes y arañar una nominación en los Critics Choice Awards, además de, una vez más, alzarse con el premio del público en el Festival Internacional de Cine de San Sebastián, donde consiguió una de las mayores, más emocionantes y más largas ovaciones vistas en el certamen.

Si bien “Caramel” nos narraba la realidad de un país desde el núcleo de su populosa urbe, “¿Y ahora adónde vamos?” Nos lleva a una perdida, perdidísima, y diminuta zona rural. Allí la división religiosa entre cristianos y musulmanes es latente, y los efectos colaterales de la guerra hacen de ella un abismo. Con todo ello incluso el cementerio del pueblo se bifurca, incluso en la muerte los habitantes de la aldea están separados. De nuevo, como sucedía en “Caramel” veremos este mundo desde los ojos de las variopintas mujeres que allí habitan y sufren ante la continua pérdida de seres queridos y el agravante de ver su mismo recóndito pueblo, dividido. Su creatividad se verá alimentada por la desgracia e idearán todo tipo de planes, de lo más dramático a lo más divertido y bohemio para distraer la atención de sus hombres y obviar guerra, religión, política… y buscar la unidad en lo más básico que vincula a los seres humanos.

Nadie Labaki no sólo dirige, sino que también firma el guión y protagoniza esta película. Junto a ella un abanico de personajes que se nutren de actores amateur mezclados con profesionales, lo que dota a la producción, no de un aspecto primerizo o descuidado, sino de una veracidad que contribuye a la empatía del público con aquello que le están contando, incluso cuando les separe un abismo cultural. A este hecho contribuye también el divertido y a la par inteligente guión, que busca en lo cotidiano, en lo más sencillo, su vehículo para contarnos una historia que si bien bebe de fuentes de conflicto y tristeza, retiene la esperanza en la capacidad del ser humano para avanzar y perdonar.

De visionado amable y agradable y con una factura técnica e interpretativa cuidada y cercana, Nadine Labaki vuelve a rubricar un producto de calidad y a contar historias concretas pero de una universalidad total que llegan al corazón de cualquier espectador e invitan a la duradera sonrisa. Recomendable.

-Enoch-
RavenHeart
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