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Las campanas de Santa María

Comedia. Musical El padre O'Malley acaba de llegar a su nuevo destino como sacerdote del colegio de monjas y la parroquia de Santa María, en un barrio humilde de Nueva York. Pronto se verá enredado en los problemas del barrio y de los alumnos, lo que le lleva a formar un coro para sacar a los chicos de la calle. La vida del colegio le lleva a estrechar la relación con la hermana Benedicta, superiora del convento y directora del colegio, y a participar ... [+]
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Críticas 18
Críticas ordenadas por utilidad
1 de septiembre de 2015
7 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los aficionados que se preocupan por el “contenido” de las películas, o aquellos que sienten por las monjas -o por los símbolos nacionales de Estados Unidos- un odio más intenso que su amor por el cine, tenderán a despachar con una sonrisa de superioridad esta película, tan alejada de la crueldad y el cinismo del cine de qualité de nuestra época.

Como La paura de Rossellini, también protagonizada por Ingrid Bergman, Las campanas de Santa María se inicia con una toma que, desde la parte superior de la torre de una iglesia, desciende hasta el suelo: pero la película no parece transcurrir en esta tierra, sino en un mundo en el que todos los seres son bondadosos y esencialmente honestos, en el que los conflictos y tentaciones siempre se resuelven de la manera más pura; en las antípodas del drama naturalista, se trata de un cuento en el que, en palabras del protagonista, todos los días es Navidad, en el que el papel de Mr. Scrooge es interpretado por Henry Travers, que encarnaría el año siguiente el del ángel en la película más famosa de Frank Capra.

A pesar de todo, el conflicto principal de la película, relacionado con la decisión de aprobar o no a una niña, Patsy, que no ha alcanzado el nivel exigido en los exámenes debido a sus circunstancias familiares, sigue siendo actual, como se desprende de los debates siempre vivos sobre el nivel de exigencia de la educación española y su influencia en los resultados del informe PISA, etc. En paralelo a este conflicto, en el que los personajes encarnados por Bergman y Bing Crosby actúan como jueces de criterios dispares, surge otro en el que la propia hermana Benedict (Ingrid Bergman) asume la posición de Patsy, mientras que el padre O'Malley (Bing Crosby) se debate entre seguir su propia intuición o el criterio del médico, como juez acaso más autorizado.

La pregunta que plantea la película es si la represión y la crueldad resultan de verdad necesarias, y en qué medida, para alcanzar un presunto beneficio futuro.

Pero la belleza de Las campanas de Santa María no reside en sus aspectos temáticos, sino en algo de lo que es mucho más difícil hablar con precisión.

Se trata de la emoción.

Leo McCarey, en paralelo a otros directores del Hollywood clásico como el citado Frank Capra o desde luego John Ford, parecía tener un don para alumbrar la emoción, sin necesidad de recurrir a la manipulación sentimental ni a argumentos sublimes; Ingrid Bergman estaba obsesionada con interpretar a Juana de Arco, pero bien se podría decir que su interpretación en el tramo final de esta fábula inocente es tan emocionante como la de Falconetti en la mucho más seria película de Dreyer sobre la mártir francesa.

Como sugería Max Ophüls, quizá el cine tenga más que ver con la música que con la literatura: quizá todo consiste en en una mera cuestión de correspondencias internas, de ritmo, de respiración, de renunciar a la música de violines y dejar oír el silencio o el griterío lejano de unos niños en el patio, del tono de voz de los actores, de repetir un plano y un contraplano sin que los personajes intercambien ningún diálogo, de mantener otro plano unos segundos más de lo que otros cineastas harían, sin temor de aburrir o de caer en el ridículo, en esos momentos en que la saliva forma un nudo en la garganta: los encuentros con el benefactor imposible, con el amante perdido, con el padre ausente, con el juez que, en beneficio de la duda, renuncia a la crueldad “necesaria”.

Reseña ampliada en: https://navegandohaciamoonfleet.wordpress.com/
el pastor de la polvorosa
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2 de septiembre de 2015
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ahora que se cumplen cien años del nacimiento de Ingrid Bergman, me parece oportuno rendirle tributo y recordarla en esta irrepetible película, en la que brilla en todo su esplendor, su naturalidad, su limpia sonrisa y su nobleza le dan al personaje de la hermana Benedict un aura de pureza y espiritualidad dentro de un personaje inolvidable. “Las campanas de Santa María” es una comedia sentimental, donde el humor sencillo y los sentimientos nobles se manifiestan de forma poética, donde se conjugan de forma palmaria elementos de distintos géneros: el melodrama romántico, el cine musical y el cine religioso, que en realidad es el más aparente, dado la filiación del dúo estelar.

Pero en el fondo el menos definitorio, aunque con respecto a los ingredientes sentimentales devenga decisivo; esta última circunstancia se manifiesta en que la progresión afectiva entre el padre O´Malley y la hermana Benedict tienen que diluirse por las aspiraciones espirituales de ambos personajes, quedando sublimada en renuncias implícitas por parte de los mismos. Es obvio que la narración, gracias a un excelente guión de Dudley Nichols, trasciende la condición religiosa de la pareja y eleva los significados a esferas de mayor amplitud; sin embargo, las convicciones católicas del director Leo McCarey alimentaron precisamente la poética profundización en la intimidad psicológica de los protagonistas.

El padre O´Malley (Bing Crosby) llega a la parroquia de Santa María y su escuela católica como sustituto del padre Fogarthy, que ha sido internado en una “casa de reposo”, la institución es pobre, está casi en ruinas y a punto de ser expropiada. Tiene como directora a la hermana Benedict, quien desde el primer momento no aprueba los métodos con sus alumnos del recién llegado. El film plantea un enfrentamiento, dentro de la corrección y los buenos modales, entre el sacerdote y la monja, dos formas distintas de concebir la docencia: él, flexible y comprensivo, mientras ella, propugna la disciplina y el esfuerzo. Uno es amante de la música, como no podía ser de otra forma, siendo Crosby cantante; y la hermana Benedict es amante del deporte, más concretamente el beisbol en su infancia.

Una película humilde, de una sensibilidad asombrosa y una emoción contenida, que trata del respeto y la tolerancia, la obediencia y el sacrificio, la pasión por educar y difundir el conocimiento desde la modestia y la pobreza de forma altruista. A lo que hay que añadir el personaje capitalista de Horacio Bogardus (el inefable Henry Travers), un mecenas bonachón al que las monjas rezan para que les conceda el inmueble contiguo. Alguien me podrá decir que no es realista, que es demasiado complaciente en el que todo el mundo es positivo, efectivamente, y es por eso que me subyuga, por su barniz de fábula de unos seres abnegados por ayudar al prójimo, pero ¿Qué es el cine?, sino ilusión y ficción que llega al alma, además de disfrutar de la calidad del cine de un maestro como McCarey.

Erróneamente considerada una secuela de “Siguiendo mi camino”, (Going my way) 1944, la película de Crosby y Bergman estaba proyectada con anterioridad a este otro film de McCarey y el padre O´Malley, desde 1942. Ocurrió que Paramount, a cambio de ceder a su estrella cantante Crosby para “Las campanas…”, exigió al director que también era productor, previamente le suministrase una película, y fue así cómo tuvo que improvisarse “Going my way”, paradójicamente ganando un puñado de Oscar incluyendo al mejor film de 1944.
Antonio Morales
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17 de abril de 2021
7 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Secuela de "Siguiendo mi camino" de 1944, que a parte de secuela, nadie comenta su similitud a una película también de 1944 "Las llaves del reino" protagonizada por Gregory Peck.

Como comenté en la crítica de "Siguiendo mi camino", las películas religiosas estaban de moda, y cosechaba mucho éxito, seguramente por eso hicieron también "Las llaves del reino", que justamente la iba a protagonizar Ingrid Bergman, pero al final fue la mujer del productor, y seguramente por eso le dieron el papel a ella en esta película.

Es una mezcla de las dos, porque de "Siguiendo mi camino" el protagonista es el mismo y sigue un poco las vivencias como cura. y de "Las llaves del reino" porque un poco se ve igual que un curo con ideas modernas, llegan las monjas que son más "anticuadas" y se llevan falta el cura con una monja, y esa historia tiene mucha similitud con esta historia.

Igualmente, por el encanto de Bing e Ingrid, esta película fue la más taquillera en 1945 en EEUU y la más rentable en toda la historia de RKO.

También cuenta con la peculiaridad que fue la primera película en que el actor principal fue nominado 2 veces por el mismo papel (en esta película y en la de "Siguiendo mi camino") y también la primera película que es una secuela en ser nominada al Oscar a la mejor película.

Aún así, como su antecesora, esta película fue para su época, vista de ahora, pierde mucho el encanto que tenía y se convierte en una pesadez.

Es curioso como con estas películas, la iglesia católica parece lo mejor del mundo y a medida que avanza las décadas, salen películas donde se narran lo malo que fueron estos colegios y el abuso que se hacían.
edugrn
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10 de septiembre de 2017
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Las campanas de Santa María" es la segunda parte de "Siguiendo mi camino" también de McCarey. La diferencia está en que en aquella, el protagonismo de Crosby era absoluto, mientras que en esta, su papel queda algo más
matizado por la presencia mágica de Ingrid Bergman.
La cinta se puede catalogar dentro de una comedía musical o de un melodrama religioso, pero ante todo llama la atención las magnificas actuaciones del dúo protagonista, en un derroche de expresividad, que economiza en palabras, pero que transmite amor por la vida, alegría y bondad con una sencillez que es, sin duda, marca de la casa. No hay intolerancias ni versiones restrictivas del mundo. No hay moralinas ni trascendencia religiosa. Si existe el objetivo de, a través de la educación, crear seres humanos con sentimientos que busquen la verdad mediante el diálogo y la capacidad de escuchar al prójimo. La cinta carga las tintas en demostrar que la razón no es patrimonio de una sola persona.
La película llega muy bien a todo tipo de público porque transmite valores universales partiendo del conocimiento del ser humano.
Esta historia, podría decirse, que es una historia de amor. Un amor, no carnal e imposible pero un amor hondo, sincero y profundo.
david
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20 de marzo de 2021
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un personaje que le va muy bien a Ingrid Bergman, que realza su expresión dulce.

Bing Crosby muy simpático, con una cara graciosa. Pero en el fondo su personaje es consciente de que es el que decide en la congregación.

Me llamó la atención las palabras de la madre Benedicta sobre tomar los habitos: es una vocación y no algo para esconderse.

También me llamó la atención lo difícil que es dirimir cuando es bueno decir la verdad (como en la escena del final) y cuando hay que evitarlo.

Esta película, con su friolera de 76 años, se deja ver muy bien.

Algunas escenas simpáticas y una buena fotografía. Mi escena favorita la del boxeo con la hermana Benedicta.

La importancia de la educación de los niños en sus primeros 8 cursos.
kiki
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