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Acordes y desacuerdos

Comedia. Drama América, años 30. Emmet Ray es un genio del jazz, un guitarrista magistral que vive obsesionado por el legendario Django Reinhardt. Sin embargo, en cuanto baja del escenario, se convierte en un tipo arrogante, zafio, mujeriego y bebedor. En definitiva, aunque sabe que es un músico con talento, también sabe que su licenciosa vida, su tendencia a meterse en problemas y su incapacidad para comprometerse le impiden alcanzar la cima ... [+]
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Críticas 62
Críticas ordenadas por utilidad
19 de febrero de 2024
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La vi en su momento, en el cine, cuando se estrenó, y la verdad es que me gustó pero no me entusiasmó. Me gustó por la historia, por las interpretaciones, por el diseño de producción (Santo Loquasto, como en muchas otras cintas de Allen), por el tono, pero no por la música, ya que no me gusta ese jazz viejuno que Allen adora. Encima, elige como protagonista de la historia a un segundón, un tal Emmet Ray, guitarrista de jazz, siempre a la sombra del gitano francés, Django Reinhardt, y él lo sabe. Ahora, aprovechando el canal pop-up de Movistar +, decidí repasarla. ¿Y? Pues bien, simplemente bien, se deja ver, me gusta, la vi en versión doblada, como en el cine (ya digo, el doblaje está bien, así que no se echa de menos la versión original). Y me ha vuelto a pasar, que me ha gustado, me ha entretenido, pero no es para tirar cohetes, no emociona. Es una triste historia, con una música que no me llega, ahí está el problema. Tanto asco le he cogido a este tipo de jazz, que es el que gusta a mis vecinos guiris (que es el que se programa en el Centro Cultural de mi pueblo), que cualquier peli o historia que lleve esta música, en principio la rechazo, con educación.

Allen aparece al principio, ocupando toda la pantalla (como en Annie Hall), para presentarnos al protagonista, un tal Emmet Ray. Pocos lo conocen (y alguien dirá, entre bambalinas: ¡y ni ganas!), pero fue un músico excelente, al que su mala vida echó a perder. Joder, pero Chet Baker también llevaba mala vida, y mira tú qué buenos discos, y está en la Historia del Jazz. Y mira también Bill Evans, uno de los más grandes pianistas de jazz: murió a los 51 años, por cirrosis hepática, por una hemorragia interna, por su adicción a la cocaína y a la heroína. El hombre estaba destrozado por la muerte de su hermano, y quería distraerse tocando, con la música como consuelo. Tocar hasta morir, beber hasta morir, como el protagonista de Leaving Las Vegas. ¿Hay alguna peli sobre Bill Evans? Al parecer, hay un documental: Bill Evans: Time Remembered.

En fin, que me lío. A partir de esas declaraciones, de Allen y otros críticos de jazz y demás, se nos van presentando los distintos episodios (en plan anecdótico) de la vida desgraciada de Emmet. Enseguida comprobamos que la dirección artística es excelente (Tom Warren), así como el diseño de vestuario (Laura Bauer). La recreación de la época, excelente. Y qué decir de las actuaciones: pues perfectas, también. Sean Penn está muy bien, en un papel que le va como anillo al dedo, esa mezcla de hombre talentoso y borrachuzo implacable, que arruina su vida. Y todos los demás, también, empezando por la Hattie de Samantha Morton, y siguiendo con Uma Thurman, Anthony LaPaglia, etc. La cinta expone de una manera sensible y tierna algunos episodios de la vida de este hombre, un perdedor al fin y al cabo, y lo que nos llega es todo fragmentario, pero nos podemos hacer una idea, de cómo fue, de aquella época ahora tan lejana. Luego, está lo que ya dije al principio: que esa música, ¡esa guitarra!, no me mola. Mis guitarristas de jazz (ejem) favoritos son Derek Bailey y Fred Frith (existe un documental buenísimo sobre él: Step Across the Border); así, en plan mainstream, también me gustan Bill Frisell, John Abercrombie y Pat Metheny. En fin, una película menor, dentro de la extensa filmografía de Allen, hecha con cariño y mucho amor hacia un ser desamparado.
Lukas
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24 de enero de 2021
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los genios de la música necesitan algo mas que el aire para vivir … la música y en especial aquella que ellos crean, su actividad creativa no es un trabajo, es el disfrute que alimenta sus egos y les permite seguir en la brecha.

Woody Allen nos presenta una parodia que recrea la vida de un compositor de música de guitarra Emmet Ray que deambula por la vida americana de los años 30 dando a conocer sus creaciones al tiempo que da rienda suelta a sus instintos más primitivos.

Buena interpretación de Sean Penn en un papel atípico al que nos tiene acostumbrados, dando así muestra palpable de su versatilidad como actor, pese a todo la película carece de un peso específico adecuado diluyéndose como un azucarillo en el agua caliente con las elucubraciones ya típicas del señor Allen.
shortcut
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