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El doctor Frankenstein

Terror. Ciencia ficción El doctor Henry Von Frankenstein acomete un experimento tenebroso: construir, a partir de fragmentos de cadáveres, un nuevo ser humano. Con la ayuda de su criado Fritz, se adentra durante la noche en los cementerios de la localidad para arrancar a los cadáveres las partes que necesita. Lo que ignora es que el cerebro que ha utilizado en su experimento había pertenecido a un criminal. (FILMAFFINITY)
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Críticas 71
Críticas ordenadas por utilidad
29 de enero de 2021
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Clásico innegable, referencia del género, una de las películas más imitadas/homenajeadas/parodiadas, tiene un montón de escenas que se ha vuelto icónicas, etc. Pero y a pesar de reconocer todo eso, como historia es una versión terriblemente básica, cursi y desvirtuada de la novela de Mary Shelley, toda la verdadera oscuridad, tragedia y complejidad que tenía el Dr. Frankenstein y su monstruo, acá queda sintetizado hasta el grotesco, el monstruo se convierte en una bestia estúpida, todo lo contrario que en la novela, y el doctor tiene una metamorfosis patética y absurda. Ni hablar lo que hacen con el resto de los personajes que hasta les cambian el destino de la novela, saca varios momentos importantes de la historia y mete personajes y situaciones inventados que no aportan nada, todo el alivio cómico con el padre de Frankenstein es innecesario.
Con todo lo que se puede rescatar está por fuera de la adaptación infame, su escenografía expresionista, y algunas escenas realmente potentes el director sabe sacarle provecho y supongo que en ese momento fueron muy impactantes. También es bastante entretenida.
Manuel
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11 de octubre de 2016
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Esta obra del director James Whale es un gran clásico del género fantástico La parte técnica impresiona para el año en que fue filmada la cinta. El filme va más allá de la simple historia de un monstruo; son diversos los temas que expone, y conduce al espectador a la reflexión. El espectador actual tal vez encontrará este filme anticuado, pero influenció a muchos filmes de terror posteriores, y marco antes y después en este género.
Señor Cara de Papa
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29 de noviembre de 2016
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Toda una obra maestra del cine clásico de terror, que si bien carece de la profundida de la fuente original, no está exenta de ciertos elementos que la conviertan en toda una joya del cine (Boris Karloff y su interpretación por ejemplo).

Si no fuera tan aburrida en algunos momentos a pesar de su corta duración.

Para escuchar mi crítica completa: http://www.ivoox.com/terror-no-tiene-podcast-episodio-23-audios-mp3_rf_13447924_1.html
Attomsk
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1 de febrero de 2017
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No es la primera adaptación cinematográfica y tampoco el primer largometraje, pero sí es la versión más conocida e imitada. Además, supuso el trampolín para una nueva estrella del cine clásico de terror y monstruos: Boris karloff. Convenció tanto que dio paso a una saga no muy habitual en aquella época, dado que se convirtió en trilogía e incluso tuvo una cuarta parte. Pero en esa última ya no participó este actor.

En la presente obra, Karloff encarna a un monstruo que no tiene concepto del bien y del mal, como si fuera más un animal que un hombre y que choca con la ambición de su creador y las desconfianzas del pueblo. De ahí que la película más que de terror tenga tintes de drama. De hecho, en varias ocasiones sentimos lástima por él. Por otra parte tenemos al doctor Frankenstein interpretado por Colin Clive de forma magistral. Un actor con una carrera prometedora en este mismo campo que lamentablemente fue truncada por una muerte prematura por tuberculosis.

La ambientación está muy bien trabajada, destacando el laboratorio del doctor y con unas secuencias hábilmente rodadas como las escenas del molino de la parte final. También son destacables los momentos de forcejeo con el monstruo, sin que se perciba ningún atisbo de torpeza en los movimientos.

Lo negativo es que, como casi todas las películas de este género de la Universal en aquellos tiempos, el desarrollo se hace muy corto y faltan bastantes minutos para haber ahondado más en el enfrentamiento del monstruo con el mundo exterior.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Rawlico
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19 de noviembre de 2017
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'Frankenstein' es el mito primario del hombre.
Las respuestas sobre nuestra propia creación, sobre nuestro propio lugar en el mundo, recorren la obra original de Mary Shelley si se sabe verlas.

En comparación, esta versión de James Whale no alcanza un nivel tan elevado, pero sigue guardando ese aire de reflexión sobre nosotros mismos, a veces en pequeñas líneas de diálogo que demuestran que se sabía lo que se estaba adaptando, más allá del impacto efectista que pudo crear la criatura en su época.

La frase '¡Está vivo!' forma ya parte de la extensa historia de este mito, y no sería justo desdeñarla, pero es apenas una sentencia histórica que desvía la atención de las verdaderas sutilezas: las feroces expresiones de Henry Von Frankenstein, creador sin locura, pero cegado por la obsesión.
"¿Creeis que estoy loco? Veremos quién está loco..."
Su soberbia ya nos agrede desde el principio, aunque ni él mismo sea capaz de darse cuenta de que será la causa de su perdición.

Y es que es algo muy humano precipitar decisiones sin pensar en las consecuencias. Aun más, también es humano no enfrentar dichas consecuencias cuando suceden.
A partir de la aparición del Monstruo (magnífico Karloff) Henry busca se escuda en la apatía y el miedo para evitar lidiar con él, sin importarle que hasta hace un momento había descuidado todo, hasta al amor de su vida por su creación.

Es poca la oportunidad que tiene Boris Karloff para mostrar el tormento interior de un ser maltratado por la biología, por la sociedad y por su propio creador, pero aquí la mesura es una virtud.
Solo hay que recordar la escena de las margaritas en el lago, viendo su cara de felicidad en todo momento, propia de una persona que todavía no distingue entre el bien y el mal: para él no existen como conceptos, y su tragedia es tratar la humanidad sin conocerlos.
Maravillosa escena, por lo mucho que deja traslucir en tan poco.

Por ello, si solo recibe odio, dará odio, pasando a atormentar a su creador cuando es consciente de que nunca será aceptado, y volvemos a verle como el villano que sabemos que no es.
La aldea adulta pide su cabeza, cuando la mirada pura de una niña ha sabido verle tal cual es.
(Hay que recordar además, que la ironía consiste en que su cerebro es el de un criminal, y como tal, todos consideran que está destinado al mal, cuando se ve que también sabe apreciar el bien)

Su último plano, tras abandonar definitivamente a su creador, impacta por la mirada de desesperación de Karloff.
Nadie se atrevería a proclamarle mártir, pero está claro que ni era un bruto ni carecía de sentimientos.

El Barón Frankenstein en la última escena brinda por un futuro vástago para su familia: quién sabe si no acaban de ejecutar a uno.
Pero qué hay más humano que repudiar lo diferente.
Charles
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