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El acorazado Potemkin

Drama. Bélico Basada en hechos reales ocurridos en 1905. El acorazado Potemkin acaba de regresar de la guerra con Japón y su tripulación está a punto de amotinarse debido al trato brutal y a las malas raciones. Cuando una mañana les sirven carne infestada de gusanos, los marineros acaban rebelándose. se cansan del tratamiento vejatorio e injusto de los oficiales. Con este motín comienza el reguero revolucionario por Odesa y toda Rusia en contra de ... [+]
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Críticas 131
Críticas ordenadas por utilidad
26 de enero de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El acorazado Potemkin, es sin duda una película que marcó una época y Sergei un director que cambio al mundo, todo esto a través de una sencilla cosa, el montaje. Para nuestros tiempos el acorazado es un film muy difícil de digerir, al ser una película muda, pero si nos imaginamos su desarrollo en aquella época, llegó a revolucionar el mundo del cine.

El uso del montaje en el film denota la genialidad de Sergei, quien es uno de los pioneros en este aspecto, los cambios de escena y la transmisión de sentimientos que éstas generan, logran que pase desapercibido que en ese entonces no existieran movimientos de cámara.

Una película muy interesante que marcó época, aunque es un poco difícil de digerir.
Mario91
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26 de enero de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Grandiosa película, mis respetos para este tipo de obras; a pesar de que no existían los medios adecuados para realizar cine se las ingeniaron muy bien, utilizaron varias escenas en diferentes momentos de la proyección que les funciono de maravilla.
Aun que es un cine mudo nos llego el mensaje perfectamente, y claro que nos sumergió la historia y nos llevo de la mano hasta el desenlace total, impresionante película e interesante conocer la realización de ésta.
PaolaSalazar
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27 de enero de 2012
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Rodada en 1925, El acorazado Potemkin nos muestra una de las mejores semblanzas y crónicas del cine basada en hechos reales.

Me parece excelente el manejo de las perspectivas visuales, los enfoques y cortes continuos, hizo que me sintiera parte de la película, al atrapar toda mi atención para observar a detalle la continuidad de las escenas, no hacen falta palabras para poder transmitir lo que el director Sergei M. Eisenstein, deseaba, es más que suficiente el trabajo realizado.

El drama, la historia, el manejo de la luz, las sombras, incluso los montajes, hacen que la considere una obra de arte.
abhi
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27 de enero de 2012
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hartos de ser humillados en la peor de las situaciones, de ser subajados, El acorazado Potemkin es una película muda, cuyo principal tema de inspiración del cineasta soviético Serguéi Eisenstein, fue el de la Revolución rusa en 1905.
Con melodías compuestas por flauta, trompeta, trombón, percusiones y cuerdas, le da ese toque de tragedia, rebeldía, y guerra, que el director quiere transmitir por medio de la cuantiosa serie de imágenes que se necesitan para que una película muda tenga argumentos.
Por el tema que trata la película (la rebeldía contra los que tenían el poder), fue censurada en algunos países, sobre todo en donde los nazis tenían el control, debido a lo complicado del tema y de la violencia mostrada, así que al introducirla al cine, fueron omitidas algunas escenas de las más violentas, y las traducciones de los diálogos no fueron traducidos como lo que decía el idioma original.
Es una película que visualmente relata los conflictos de los más inocentes…
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
rozz
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25 de julio de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Quién no ha visto 'El acorazado Potemkin' de joven, azuzado por una curiosidad precoz, entusiasmado a causa de la recomendación del amigo/padre cinéfilo o del crítico especializado de la era pre-Internet? Luego llegaba la decepción: "¿pero qué coño es esto?", como confirmando la sentencia de aquel francés según la cual una de las tendencias culturales más destacables consiste en, ausencia de identificación mediante, el rechazo frontal de lo que nos es distante en términos culturales. Solo que aquí no se trata de una sociedad de Nueva Guinea, sino del ya fantasmal socialismo soviético, con su original concepción del cine, que encontró en el montaje significante su principal seña de identidad, en un momento en el que los bolcheviques se afanaban en levantar un edificio artístico propio, lejos de las estructuras típicamente burguesas (los musicólogos soviéticos, por ejemplo, señalaban de dónde era legítimo coger y de dónde no, qué partes de la sonata estaban limpias y qué partes no).

Pero a los diecisiete años uno sabe lo justo de lenguaje cinematográfico, es decir, nada (bendita educación secundaria y su descuido absoluto del cine), y, al elogio que los expertos hacen de la sobrenatural destreza montadora de Eisenstein, responde asintiendo aunque carente de convicción. La otra posibilidad del recién aterrizado en Potemkin conlleva un renegar de la opinión de los sacerdotes, invertir el tono adulador y posicionarse en la radicalidad opuesta: "precisamente porque vosotros habláis de obra maestra yo hablo de cosa infumable y superada".

Más allá de pendencias cinematográficas, parece claro que el cine soviético y en especial el Potemkin no es la mejor introducción a los mundos de la era silente, como tampoco lo es '2001, una odisea del espacio' a los de la ciencia ficción ni 'Ciudadano Kane' al cine clásico norteamericano. Asimismo, parece claro que el primer visionado de 'El acorazado Potemkin' tiende a espantar. Mejor dejar al tiempo hacer su trabajo, hasta descubrir -o no- que todo en esta película condensa significado, que solo observando lo que nunca observamos en otras películas es posible percatarse del talento con el que, por medio de planos intercalados de un mismo suceso (que se vuelven incontables cuando del suceso participan no dos sujetos sino decenas), Eisenstein genera emociones, tensión y representaciones. El improvisado intento de fusilamiento de la cubierta no tiene nada que envidiar a la archifamosa escena de las escaleras. En ambas, el montaje vertiginoso recuerda a la imagen -también muy propia del culto industrialista soviético- de una máquina a pleno rendimiento. Tiempos rápidos y lentos hacen acto de presencia en esta película, y en todos ellos la gestión de las imágenes alcanza la excelencia. Imposible dar con una película anterior a 1925 que ejecutara algo siquiera parecido en lo relativo a las posibilidades del montaje. Hubo más revoluciones después de 1917.
Telefunken
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