La Casa del Dragón (Serie de TV)

En términos de realización, la serie me ha parecido notable. No es perfecta, pero creo que logra su cometido: te mete en el universo GoT y cuenta una historia lo suficientemente entretenida para que despierte cierta curiosidad de lo que va a ocurrir a continuación.

Ahora bien, no cuenta con algunas de las virtudes que hicieron de Juego de Tronos un relato prácticamente adictivo. Por poner algunos ejemplos, peca, no solo de falta de profundidad y pluralidad de los personajes, más allá de los nombres; también el margen de imprevisibilidad de que cualquiera pueda morir es más pequeño, "mimando" demasiado a unos pocos personajes principales (sobretodo por lo que simbolizan). Tampoco hay esa multiplicidad de escenarios que te permitan conocer y reconocer Westeros más allá de un mapa.

Por otro lado, la ambientación no está nada mal (Emmy al mejor vestuario) y la inmersión en este escenario sería casi completa si no fuera por esta tendencia de querer lanzar mensajes del Siglo XXI en una época medieval. Que haya afro-valirios con el pelo blanco (o pelo de lana) es una licencia que se puede permitir el creador porque es un mundo de creación propia, no histórico. Pero ciertos anacronismos discursivos sí desentonan con la (presunta) cultura de la época.

Antes de ver La Casa del Dragón, decidí esperar a que la temporada 2 estuviese cercana, para así no perder demasiado el hilo cuando retomase la historia. Esto se basa en la experiencias de Canción de hielo y fuego, repleta de subtramas y personajes ambiciosos y con objetivos diferentes. No obstante, esto no era necesario con esta precuela.

Resucitar el universo de Juego de Tronos es algo que aplaudo. Esas luchas políticas mezcladas con bajas pasiones y fantasía medieval. Por ello, LCDD me ha gustado, aunque siendo franco, no me ha maravillado. He aquí los puntos mejorables que la hacen ser peor que su predecesora en mi opinión:

-En el apartado técnico, la serie es demasiado oscura, da la sensación de que la mayoría de escenas transcurren de noche, o en habitaciones apenas iluminadas por unas velas. Recuerda a la batalla de la Larga Noche, y si hay algo que se deba resaltar, es ese conjunto de calles, ciudades y fortalezas que flaquean en esta primera temporada. Los dragones están bien hechos, aunque quizás las escenas con los jinetes son bastante mejorables en ocasiones.

-El guión y los diálogos: los diálogos carecen de chispa, todos son solemnes o, directamente telenovelescos. Echo en falta el humor ácido y la ironía que aportaban personajes como Tyrion, Varys, Bronn o incluso Meñique. Esto -y no el cambio generacional de actores- es lo que hace que los protagonistas sean bastante planos. Carecen de carisma, si bien Rhaenyra adulta y sobre todo Daemon sustentan en este aspecto a la serie. Rhhs Iphans ejerce de mente maestra, pero no ofrece la complejidad del Tywin Lannister de Charles Dance

-Las subtramas: si en el apartado anterior me quejaba del carisma de los protagonistas, imaginen qué dejó para los secundarios, con subtramas que pierden el objetivo y el interés, destacando a la casa Velaryon.

Da la impresión de que quieren evitar la debacle de las T7 y T8 de Juego de Tronos haciendo una historia más lineal, cuando precisamente esa riqueza de personajes y subtramas era el punto fuerte. Veremos como desarrolla la historia la segunda temporada donde, presumiblemente, una nueva jornada de lords y trepas deberían hacer su aparición y quizás dotar a la historia de un mayor poso.

Pese a todo, si eres fanático del universo de GOT, evidentemente la vas a ver y disfrutar, como es mi caso. Pero de todo corazón espero que recuperen los principios que llevaron al éxito mundial a la serie

Tras un segundo re-visionado de su primera temporada antes de que se estrene la segunda ha vuelto a cumplir mis expectativas en cuanto a guion, actuaciones y el modo en que esta creada esta serie a nivel técnico. Era muy difícil dejar el listón alto después de juego de tronos. En comparativa con esta última lo positivo es que tiene mucho más ritmo que Juego de tronos que solo tuvo ritmo debido a las prisas por terminarla en menos temporadas y menos capítulos de lo previsto.
Esperando ya la segunda temporada.

Empecemos por aclarar que esta serie no le llega a la suela de los zapatos a GOT, tiene la ambientación, la música y los derechos, pero no tiene la calidad ni de guión ni de personajes que podía tener GOT en su momento. Aclarado esto, vamos a intentar analizar la serie sin compararla, y el problema es que aún así, sigue siendo malilla. La trama principal trata de una niña y los impedimentos que le ponen todos para llegar al trono. Casi no existen subtramas interesantes y todo está impregnado por un rollito anti patriarcal que no me molestaría si fuera más sutil o viniese a cuento pero es que cada dos por tres tienen que andar demostrando lo malos que son los hombres, ademas de que o son unos malvados o son gays, o si no son un juguete de la protagonista. No hay ni uno con el que un hombre bueno y hetero pueda identificarse. No sé, me encanta lo de la mujer empoderada pero esta serie me huele demasiado a propaganda hiperfeminista.

Otro tema es la violencia y la sangre: no hay. Toda la que verás se reduce a la intro, no volverás a verla en toda la serie. Alguna muerte un poco macabra que te medio enseñan y que se notan los efectos un montón, y poco más. No hay giros de guión ni muertes inesperadas. Todo se reduce a: "oh que malos los hombres que no me dejan hacer lo que me da la puta gana". Pues que sepas que un rey varón también tenía miles de obligaciones que no podía eludir y las acataba como buen rey que debía ser. Por cierto, a la más mínima subida del tono de voz entre personajes se andan disculpando por lo maleducados que han sido. Anda ya hombre. Constantemente referencias a lo mala que es la violencia... Que la esperanza de vida de la Edad Media eran 30 años hombre y se la pasaban batallando, las gentes de esa época eran un poco más duras.

La verdad que la serie da bastante asco y acaba convirtiéndose en una especie de telenovela ambientada en una época medieval. A veces no sabía si estaba viendo La Casa del Dragón o DownTown Abbey. Pero en el fondo, lo peor es que es aburrida y no engancha. Infumable.

Las peleas por la herencia siempre son divertidas de ver, más cuando hay un trono en juego, más cuando se trata de los Targaryen, una familia incestuosa y violenta, acechada por la locura, circundada de magia, llena de enfermizas pulsiones.

La serie se aleja de "Juego de tronos" apostando por una historia más localizada, menos ambiciosa, más terrenal, centrándose en intrigas palaciegas, traiciones, vilezas, luchas descarnadas por el poder, envidias y rencores, mentiras y sospechas, confabulaciones letales, enemistades acérrimas, turbias estrategias para conquistar la corona. El ritmo plantea saltos temporales que funcionan modélicamente. Se nos describe un Poniente en su época de mayor esplendor, tras décadas de convivencia pacífica, con las arcas repletas de oro, por donde se empieza a colar la corrupción, la podredumbre, la decadencia, gracias en parte a un monarca débil, incapaz, quien genera a su alrededor unas tensiones que acabarán por romper el equilibrio.

Los personajes fascinan. Los buenos son bastante grises, y los malos... los malos son muy buenos. La protagonista, Rhaenyra, parece una niña rica, caprichosa e irresponsable; el rey Viserys es un buen hombre y un líder pésimo; Daemon es un zumbado peligroso, un agente del caos, que va buscando, a fuego y sangre, amores y desafíos. Me gusta la evolución de la reina "verde", una mujer sacrificada, sufrida, sometida en un principio al control de su padre, experta en acatar las normas, en respetar las reglas, dispuesta a cualquier cosa por proteger a sus hijos. Me encanta Larys, una criatura extraña, un animal diferente, cuyas maquinaciones resultan salvajes y, al mismo tiempo, perfectamente lógicas.

"La Casa del Dragón" posee sobrados elementos para entretener. Los diálogos son decentes y las interpretaciones magníficas. Siempre apetece una buena ración de culebrón medieval, aderezado con dragones. Lo difícil es no distraerse con los tapices.