Yellowstone es una de la mejores series que he disfrutado en los últimos años. Los guionistas, casi siempre en boca de su protagonista, me han invocado a reflexionar con frecuencia en los valores que los seres humanos desdeñamos o ignoramos con frecuencia. El valor de las tradiciones heredadas y la defensa de la naturaleza no deben ser enfrentadas como antagonismos, ya que el transcurso inexorable del tiempo nos debería permitir una perspectiva de conjunto para discernir con acierto qué es lo que sí tiene importancia, y con qué frecuencia perdemos las personas el tiempo en nimiedades.
Se encuentran personajes con pasados no resueltos que condicionan su presente; se plantean, ¡cómo no!, dualidades clásicas como el bien y el mal, el valor y la cobardía al estilo más clásico, desdeñando enfoques adolescentes, simplistas, tan de moda en la actualidad. El nivel general de la serie el excelente.

Iniciada el visionado con escepticismo por las críticas 'profesionales' de rigor, he de confesar que mantuvo mi atención desde el principio de manera muy digna. No tiene un desenlace sorprendente, no presenta personajes inolvidables, pero su desarrollo se desliza con dosis de cierto humor soterrado y diálogos con chispa que lograron que mantuviera mi atención y acabar con una cierta sonrisa de complicidad.

Este es otro caso en el que la desinformación y la tergiversación se adentra sin remilgos en nuestra sociedad presuntamente informada: Cristóbal Colón no inició genocidio alguno en las tierras recién descubiertas. De hecho, el Reino de Castilla y después la Corona Española dejó instrucciones muy claras de que el objetivo era, más allá de encontrar una vía nueva marítima hacia Asia y la explotación de los recursos encontrados, por supuesto, la evangelización, el cuidado, la instrucción y educación de los habitantes de las nuevas tierras. Muy al contrario que la Corona de Inglaterra, que dejó claro su indiferencia y desprecio hacia los indígenas de estas nuevas tierras (y de sus futuras colonias en extremo oriente). Ejemplo de ello es que la Corona Española dividió administrativamente las nuevas tierras en Virreinatos, mientras para Inglaterra y otras potencias europeas se trataba de Colonias (por supuesto, toda acción humana está expuesta a errores y excesos, pero es otro tema).
Esto viene a cuento porque me ha resultado molesto que de soslayo se haga un comentario en el guion del primer capítulo tan alejado de la verdad, pero que muchas personas creerán sin cuestionar.

Otra de Eastwood que apetecerá volver cada cierto tiempo a aquellos que aman el cine como medio de evasión y disfrute. Aquellos que aman las profundidades metafísicas tendrán que buscar en otra parte, éstos encontrarán motivos para despreciar la cinta: que si final propagandístico y sensiblero, que si no añade nada nuevo... Pero está realizado con la calidad y destreza cinematográfica firma de su director.

Ojalá tuviera el espíritu de aventura al estilo 'Indiana Jones' o similar, pero la rutina y los corsés del género se repiten como en una cinta de serie B, pero con mejor factura. El reparto tampoco añade nada memorable, quizá Tom Holland algo de chispa, pero nada más. Para olvidar.