Haz click aquí para copiar la URL
Críticas de Juliobd
1 2 3 4 5 6 7 >>
Críticas 31
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
12 de agosto de 2011
20 de 23 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me da rabia y me causa muchísima pena que esta película se vea siempre lastrada por las imperdonables bajezas que protagonizó su director años antes durante la caza de brujas. Más que por su indudable calidad artística, desgraciadamente "La ley del silencio" ha pasado a la historia como un intento de justificación de Elia Kazan, inexcusable chivato de ex compañeros de partido.

Creo que hace falta ser corto de miras para asemejar lo que hizo Kazan con lo que hace Terry Malloy, el protagonista de la cinta. Mientras que el primero representa al acusica de la clase, al pelota que perjudica a sus iguales para que los poderosos le proporcionen privilegios, el segundo simboliza el sacrificio por las causas justas: Malloy denuncia al poder en beneficio de sus compañeros, aunque ello le conlleve ser perseguido y perder cualquier trato de favor. Sencillamente, no puede haber dos actitudes vitales más enfrentadas. Una vez aclarado esto y entrando en materia, diré que considero "La ley del silencio" una de las mejores películas de todos los tiempos. ¿Por qué? Por su extraña capacidad para emocionar a través de un fascinante equilibrio entre rudeza y sensibilidad. El frío y muerto escenario de los muelles de New Jersey, crudamente fotografiado por Boris Kaufman, contrasta con el fuego interno de Brando, la ternura de Eva Marie Saint y el idealismo imperecedero del personaje encarnado por Karl Malden.

"La ley del silencio" es la historia de una redención motivada por el amor, un amor que hace que los deseos de justicia y dignidad aparezcan en la persona más improbable a simple vista. Amor, pero sin cursilería, ni azúcar, ni música empalagosa. También se retrata el mundo obrero, con sus trabajadores sometidos a sindicatos corruptos, pero sin caer en el discurso fácil y populista. Es una obra maestra sutil, con una atmósfera que te atrapa, con alma, tierna en su realista crudeza, con una magistral dirección de Kazan -un tipo moralmente discutible pero de indudable talento a la hora de sacar lo mejor de los actores- y un mágico trabajo de sus actores. De uno sobre todo. Sí, de él, del actor más dotado que ha existido. Obviamente hablo de ese animal cinematográfico llamado Marlon Brando, quién aquí realiza su mejor actuación, por encima de padrinos, tangos, tranvías y jaurías. Jamás la vergüenza estuvo mejor plasmada en un rostro.
Juliobd
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
2 de agosto de 2011
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En mi memoria permanece una pesadilla que tuve a los cinco o seis años de edad. En ella, me despertaba de madrugada, me asomaba a la ventana de mi habitación y un hombre con un aspecto propio del peor villano de cualquiera de los spaghetti-westerns de Leone me miraba desde la acera de enfrente a la par que sacaba de la bolsa de basura que sostenía una muñeca de trapo. Recuerdo que en mi mentalidad onírica la muñeca simbolizaba el secuestro de una niña, y que la mirada de su raptor me indicaba que se acercaba mi turno, que me fuera preparando.

Después de ver "La noche del cazador" sé que si ha habido un director de cine capaz de poder expresar con imágenes la sensación de angustia, impotencia y miedo infantil que sentí entonces, ese no es otro que Charles Laughton, el orondo actor que dirigió una sola película, distinta a todas las demás, absolutamente única en su especie. Acercarte a esta "pesadilla filmada" buscando realidad o verosimilitud es un error. No existe la mirada adulta, la racional, la analítica, la real. Vemos todo de la misma manera que en los sueños o en los recuerdos infantiles, de manera pasional, exagerando tanto lo que nos aterra como lo que nos trasmite paz, con ojos de niño. Vemos la maldad de un ser humano como si de la de un ogro se tratase. En las pesadillas no hay policías que nos salven del monstruo, aquí tampoco. Un niño solo encuentra refugio en una figura materna, en ese alguien que le proteja de los males del mundo, pues ¿quién no se ha refugiado en la cama de mamá y papá cuando el miedo le visitaba?. Eso es "La noche del cazador", una visita a nuestros miedos más primarios, al miedo a la oscuridad, al hombre del saco, a perdernos. Es un cuento negro de Navidad en el que acabas rezando que por Dios venga un hada madrina que te salve de Robert Mitchum.
Juliobd
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
9
16 de mayo de 2011
18 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras ver "Manhattan", uno no puede entender como Woody Allen sigue afirmando frecuentemente, con cierto tono de frustración y autominusvaloración, que jamás ha conseguido realizar lo que él llamaría un clásico o, sencillamente, una gran película comparable a alguna de las firmadas por Fellini o por su adorado Ingmar Bergman. Tal vez sea la habitual ceguera de quien está en posesión de un talento natural, de un don innato para realizar obras maravillosas en un campo artístico determinado, producciones inalcanzables para la mayoría, pero que a ojos de su creador carecen de mérito alguno debido a la facilidad con la que él las realiza. O puede que, simplemente, Woody le profese tal amor al arte que jamás creerá que él sea capaz de ejercerlo, que su cine pueda hacer aflorar sentimientos en otras personas, equiparables a los que sus admirados dioses le hicieron experimentar a él. Pero sin duda y por más que su modestia (o ceguera) le impida reconocerlo, Woody Allen pertenece a ese olimpo selecto, y tal vez "Manhattan" sea la mayor culpable de ello.
Ya había mostrado al mundo un par de años antes las que iban a ser las constantes de su cine en otra joya titulada "Annie Hall", una película que rompió moldes e hizo verse a toda una generación reflejada en pantalla de manera inteligente, ingeniosa, ácida y divertidísima. Realmente es imposibles decir si una es mejor que otra, pues aunque toquen los mismos temas, son muy distintas. En "Manhattan" no hay flash-backs, ni dibujos animados, ni almas saliendo de sus cuerpos, ni subtítulos con los pensamientos de los personajes. Es una película mucho más clásica (aunque este término incomode a su director) en el sentido estricto de la palabra, más preciosista, con un ritmo más sosegado, con ecos de esa otra obra maestra llamada "El apartamento" de Billy Wilder, un parecido debido en parte a la maravillosa fotografía en blanco y negro de Gordon Willis, quién con su trabajo ayuda a Woody a redondear la cinta y a dejar para la historia, de paso, uno de los homenajes más sinceros y hermosos jamás vistos hacia la ciudad más famosa del mundo. "Manhattan" constituye un agudo retrato de las relaciones humanas, con el ambiente de la pseudointelectualidad neoyorkina como marco, pero es, ante todo, una profunda reflexión sobre algo tan universal como la búsqueda de la felicidad, el fondo, en esencia, de todo el cine de Woody Allen, gran humanista en realidad. Defensor de los sentimental por encima de lo racional a pesar de su pinta de "gafapasta", su cine no es exclusivamente de intelectuales; es para cualquiera que piense y sienta. No pertenezco a los círculos sociales retratados en la película ni tengo la edad de sus personajes y, en cambio, siento sus problemas como míos y me veo retratado en sus neurosis, sus dudas y hasta en sus gilipolleces. Y es que ese don del que hablaba al principio del que Woody Allen es poseedor es el don de llegar al alma contando historias. Y eso es arte con mayúsculas.
Juliobd
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
2
13 de abril de 2011
16 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seis años después de regalarnos una de las peores películas de la historia, el showman Segura vuelve a la carga con otra dosis de humor subnormal, acaparando las televisiones con sus famosas camisetas y reventando de nuevo las taquillas del país. Nada queda ya de la originalidad y frescura de "Torrente, el brazo tonto de la ley", algo que para ser justos, ya dejaba adivinar la segunda parte, y que la tercera entrega se encargó de confirmar de manera lamentable. Pues más de lo mismo en el cuarto capítulo de esta penosa saga: un guión (si es que existe) escrito en una tarde y muchas llamadas telefónicas en busca de personajillos dispuestos a colaborar en la empresa. Resultado: un subproducto sin imaginación, sin gracia, desfile interminable de ínfimos especímenes de la telemierda nacional, gentuza como la omnipresente Belén Esteban, el inflado Kiko Matamoros o ese ídolo de los quinquis llamado John Cobra, todo ello apoyado en un recital del "caca, culo, pedo, pis" con la ultraquemada gracieta de las "pajillas" como principal estandarte. Todo vale con tal de hacer caja.

Sin lugar a dudas, el incuestionablemente inteligente señor Segura estará tumbado en su casa partiéndose de risa contemplando como las cifras no paran de subir. Lo ha vuelto a lograr.
Juliobd
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
26 de marzo de 2011
26 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace mucho calor, las gotas de sudor resbalan por sus frentes, la ropa se les pega al cuerpo, sientes como la tensión va creciendo en el barrio, la rabia se palpa en el ambiente. Algo va a pasar. No, no es "La jauría humana" de Arthur Penn, ni hay Marlon Brandos o Robert Redfords. Tampoco es la sureña América de los sesenta. Estás en Brooklyn, son los ochenta, el rap del loro de Radio Raheem suena por todas partes y un joven Spike Lee va de un lado a otro con una caja de pizza. Aquí conviven chinos, italianos, negros y latinos y se pasean muchos polis con ganas de sacar la porra. Todos se odian, todos están cabreados y en los días de calor ya se sabe que la mala sangre hierve. Esto es "Haz lo que debas" y la bomba está a punto de estallar en la pizzeria de Sal.

John Turturro está igual de genial que siempre, Danny Aiello realiza uno de sus mejores trabajos, nominación al Óscar incluida y el polémico director, actor y guionista de la cinta firma su pasaporte a la fama retratando de una original manera nunca antes vista el mundo que mejor conoce: las calles, el racismo y el día a día de las clases sociales olvidadas que intentan salir adelante como pueden en medio de un mundo de violencia, injusticia y discriminación del que parece que no hay salida. Aunque estos sean temas muy duros, "Haz lo que debas" no es en absoluto un drama social. Su enfoque podría estar más cerca de la comedia, pero solo en el tono, no en el fondo. Ésta es una de sus virtudes, su dramatismo disfrazado de comedia, que junto a la forma de dirigir de Spike Lee, con sus largas conversaciones a ritmo de jazz y la influencia de Scorsese, crean una película fuera de todo convencionalismo y establece las bases de lo que será en el futuro el cine de un director que puede quemar la sangre a más de uno (a mí alguna vez) pero que desde luego posee un estilo único y reconocible que alcanzaría su cénit en 2002 con una obra maestra absoluta titulada "La última noche".

"Haz lo que debas" es metafórica, profunda, joven, enérgica, corrosiva, rebelde... es como un chaval que busca provocar, rompiendo con todo lo anterior y estableciendo reglas propias. Tiene fallos, es inmaduro, pero tiene fuerza y talento. Por todo esto y más, nos encontramos ante una de las películas más interesantes e innovadoras de los últimos treinta años, que nos enseñó a algunos a no pisar jamás unas "Air Jordan".
Juliobd
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
1 2 3 4 5 6 7 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow