Los puntos altos de Altered Carbon se van perdiendo según avanza su trama, empieza bien, con pequeños tropiezos, pero esos tropiezos se van convirtiendo en insalvables, al final de la temporada llega un punto en el que estás deseando que acabe y dejen de tomarte el pelo.

Cuando ves a Bo Burnham por primera vez te llevas una gran sorpresa, no te encuentras frente al típico especial de Netflix de comedia, te encuentras ante algo más. Una fusión de comedia, música, emotividad y originalidad a raudales. Puede que con Bo no te rias tanto como con otros cómicos, como los grandes Chris Rock o Chapelle, pero desde luego, después de ver su espectaculo te quedas con el agradable sentimiento de haber visto algo original y diferente a todo lo demás, algo que sentará las bases de a dónde puede llegar el Stand Up.

Coge dos cucharadas de Sherlock; detective inteligente y estrámbotico con un compañero con el que tiene un relación de amor odio. Añádele media cucharada de Doctor Who, para añadirle un poquito de ciencia ficción y mezclalo sin contemplación con un montón de caos y personajes absurdos fuera de lo común. Por díficil que parezca, te quedará una serie divertida y lo suficientemente adictiva cómo para que quieras ver el siguiente capítulo, al final de eso se trata, ¿no?

Esto es lo que pasa cuando alguien con recursos pero sin talento rueda una película. Una lección en toda regla de lo que no se debe hacer. Angry Video Game Nerd es una película completamente innecesaria, mala, estúpida, con unas interpretaciones patéticas y un guion que pese a tener un atisbo de originalidad y resultar a priori interesante, se pierde en las absurdeces de su director, guionista y actor (por llamarlo de alguna manera) principal. James D. Rolfe demuestra no tener nada de talento no solo como guionista y director, si no que además, demuestra ser uno de los peores actores jamás vistos en pantalla. No se la recomendaría ni a mis peores enemigos.

Perdiendo el norte, como reza el título de la crítica, es una de las películas que más vergüenza ajena me ha dado de los últimos tiempos. Es previsitble, llena de tópicos, cliches y chistes malos, personajes insulsos, aburridos, y nada originales. Yon González no se maneja nada bien, como demuestra una y otra vez, con la comedia, Julian López repite el mismo papel de siempre, y hasta Carmen Machi (que tiene que estar en toda comedia que se precie) o Javier Cámara, resultan un castigo en este intento de comedia, en la que lo único destacable, es José Sacristán (como siempre) y Younes Bachir.

Una pena desperdiciar esos recursos y talento, intentando emular el éxito de otras comedias del género, recurriendo a la risa tonta y facilona que solo hace gracia al grupito de guionistas que la escribieron.