Una denuncia de la respetabilidad. La burguesía, la religión, la pobreza, todos ellos estandartes de la respetabilidad en la sociedad son desnudados y condenados por Buñuel.

La burguesía. Don Jaime (Fernando Rey) en un fetichista que no duda en intentar atrapar a su sobrina en su red (como en Tristana). No tiene ningún interés en el progreso a pesar de su educación, no mantiene sus campos, no cuida su finca. Es la decadencia.

La religión. Prefiere cantar el Angelus con los pobres en el campo e implorar a la providencia que trabajar. Mientras ellos rezan se muestran repetidas imágenes de Don Jorge y su equipo restaurando la finca. Ha reprimido todo los instintos en Viridiana (Silvia Pinal, una especie versión latina de la Kim Novak de Vértigo). Su buenismo, su caridad, no lleva a ningún sitio. Los pobres son pobres por algo, porque no trabajan. Y no se puede arreglar con caridad, hay que cambiar la sociedad para que tengan educación, oportunidades. Pero es la misma iglesia y la burguesía la que promueve el inmovilismo. Don Jorge se da cuenta de que sirve de poco salvar a un perro maltratado por su dueño, cuando inmediatamente pasa otro atado a otro carro. Si la sociedad esta repleta de perros maltratados hay que cambiar la sociedad.

La pobreza. Cuantas veces se habla de la dignidad de la pobreza. Habrá algún caso, pero en general la pobreza no puede ser digna porque la sociedad no lo permite.

Buñuel contrasta esta respetabilidad decadente con la irreverencia del libertino Don Jorge, que trae cambio, progreso y provecho.

Hay que verla, las aberraciones físicas coleccionadas por el director apabullan. En general la historia es poco sofisticada, aunque hay ciertos momentos con cierta tensión dramática. No se valoró cuando se estrenó, aunque contenía una importante e impactante crítica social, y se valora ahora cuando ya no tiene ni tanta relevancia ni tanto impacto, quizás porque estemos ignorando las críticas sociales que nos deberían de estar impactando.

Gran primera película de Lang en Hollywood. Además de transmitir un fuerte mensaje sobre el poder desestabilizador de las masas, la corrupción de la política, y la debilidad de la condición humana, lo hace de una forma dinámica y dramática, manteniendo la tensión y el tempo de la historia a pesar del paso de los años.

Sólo en la primera parte de la película, antes del asalto a la carcel, parece que se esta alargando un poco el ritmo, pero justo cuando parece que se puede desinflar el drama, llega el asalto a la cárcel, la transformación de Spencer Tracy (Joe) y el apasionante juicio. Spencer Tracy, que en general nunca me ha gustado, incluso cuando ha protagonizado grandes películas (por ejemplo Juicio en Nuremberg), hace una papel impresionante. Sylvia Sidney, que en principio me pareció un personaje sin personalidad también. Lang evoluciona el papel de los protagonistas y nos sorprende la fuerza interior que muestran.

Bellísima fantasía sobre la vida y la muerte. El enunciado inicial, que nos cuenta que la acción transcurre en un pueblo perdido en el tiempo, nos indica que es una alegoría. La historia mantiene un tempo acelerado manteniendo en todo momento la atención del espectador. La fuerza de las imágenes son impresionantes tanto por su influencia sobre el cine futuro como por su impacto en el espectador actual. La caracterización de los personajes del poblado en unas breves imágenes es excelente. Hitchcock la citaba como la película que más le influenció de joven.

Hay películas de los años 20 y 30 que me causan impacto, sobre todo el expresionismo alemán, sin embargo el neorrealismo no lo llego a comprender del todo. Me interesó esta pelicula como me interesan los documentales. Me parecieron fascinanes algunas de las escenas de Roma, las tomas de las casas de empeño de bicicletas y de sabanas (a lo mejor eran tiendas de segunda mano), la gente en las cafeterías, la tratoría, el estadio de fútbol. También la fotografía y la música me parecieron magníficas. Pero la historia no llego a emocionarme, no me creí del todo el sufrimiento ni la incapacidad absoluta del hombre ante el destino, la falta de espíritu de lucha, el fatalismo.