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España España · Barcelona
Críticas de Adri
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Críticas 63
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
5 de abril de 2013
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo más curioso de Steven Soderbergh no es que haya anunciado varias veces su retirada del cine aduciendo su desencanto con la industria de Hollywood para, luego, volver, no con una, sino con varias películas más (lo hizo justo al acabar Contagio e Indomable en el 2011) sino que lo más curioso es que se trata de uno de los directores norteamericanos más prolíficos en activo, con más de 25 películas en su haber y, pese a varios estilemas formales que se repiten constantemente —esos encuadres a la altura de la cintura, ese exceso de planos de todas las Ocean's o ese calculado aspecto formal con una fotografía cuidada al milímetro— es muy difícil trazar líneas temáticas en su filmografía.

Como un funambulista sobre la cuerda que separa a lo comercial de lo independiente, Soderbergh prácticamente ha cambiado de género y de temática en cada uno de sus filmes. Siempre se alaba (y con razón) a directores capaces de dejar una impronta personal en todos sus trabajos pero poco se ensalza a cineastas como Soderbergh o Michael Winterbottom que son capaces de mutar, artísticamente hablando, en cada uno de sus trabajos para amoldarse al tipo de filme que están realizando.

En esta ocasión, el director de Sexo, mentiras y cintas de vídeo, nos presenta una historia de intriga centrada en el mundo de la psiquiatría y la psicofarmacología. Emily, interpretada por la cada vez más solvente Rooney Mara, entra en una profunda depresión cuando su novio (Channing Tatum) regresa a casa después de haber pasado unos años en la cárcel. Después de varias visitas con su psiquiatra personal (Jude Law), accede a tomar un nuevo medicamento que éste le receta y que desencadenará una serie de misteriosos sucesos de ambiguo devenir.
Soderbergh juega a lo largo del filme con el "falso culpable" de Hitchcock y con las "falsas apariencias" de De Palma para crear una trama que funciona a modo de espejismo cognitivo. “La cámara miente siempre, miente 24 veces por segundo” decía De Palma, una frase que podría aplicarse a Efectos Secundarios, no tanto a nivel visual con el uso de los trampantojos o efectos ópticos que utilizaba el director de Vestida para matar, sino a nivel argumental. Soderbergh teje una telaraña de mentiras en la que tanto los personajes como el espectador creen saber la verdad hasta que se revela un nuevo dato que rebate por completo todo lo visto anteriormente. Una historia con numerosas trampas argumentales que se repliega en sí misma y que se impregna, en sus mejores momentos, de aquél misterio que sobrevolaba en las películas del maestro del suspense pero que, a medida que el espectador va descubriendo el funcionamiento del filme, todas esas ideas y esa atmósfera conseguida en la primera hora van perdiendo fuerza para acabar en un desenlace un tanto descafeinado.

El problema de Efectos Secundarios reside en que, si bien funciona en sus primeros dos tercios como (digna) emulación de estilos y fórmulas de genios ya consagrados, en el último, esa fórmula se desgasta por completo dejando a la luz las vergüenzas de Soderbergh que, como acertadamente escribió Óscar Navales en su crítica de The Girlfriend Experience para la revista on-line Transit: cine y otros desvíos, se podrían resumir en que su estilo "refleja antes una pose artística que una actitud creativa honestamente asumida".

Salvando este síntoma idiosincrásico del cine de Soderbergh, el director nos brinda un notable filme de suspense que empieza y acaba con unos planos muy parecidos a los de Roman Polanski en La semilla del diablo para coger al espectador, como si de un quimérico inquilino de Rosemary se tratase, y manipularlo una y otra vez y acabar, muy dignamente, su carrera cinematográfica (o no…).


Adrián Peña (@thebigkahuna3)
http://bigkahuna3.blogspot.com.es/
Adri
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7
7 de marzo de 2013
7 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he tenido la sensación de que, a pesar de haber triunfado en el melodrama, el Almodóvar más personal es el de Pepi, Lucy, Bom y otras chicas del montón (1980) o el de Mujeres al borde de un ataque de nervios (1988). Incluso en sus películas más dramáticas o en su ligero flirteo con el noir, le salía ese ramalazo loco que tanto le caracteriza. Por ello creo que todos estos años de contención han hecho un efecto rebote que ha explotado en esta comedia locaza e irracional que es Los amantes pasajeros. Un guión cimentado en la absurdidad y el sinsentido, con una ligera crítica social introducida de una manera un tanto grotesca y muchísima pluma. Ante una película con tal descaro sólo queda aplaudir y participar de esta propuesta tan pasada de rosca. Sólo pretende hacer reír, ni más, ni menos. ¿Qué hay de malo en ello?


Estáte atento a: el momento "I'm so excited"


Adrián Peña (@thebigkahuna3)
http://bigkahuna3.blogspot.com.es/
Adri
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8
7 de marzo de 2013
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las flores de la guerra es la última película del maestro chino Zhang Yimou y, probablemente, la más accesible para el gran público. La presencia de Christian Bale como protagonista y una estética cinematográfica más cercana a lo occidental que a lo oriental, hacen que la película tenga una apariencia más familiar para aquel que no esté acostumbrado al cine oriental y de Yimou. Pese a ello, se puede advertir el sello característico del cineasta chino bajo esa gruesa capa formal. Pocos directores saben encontrar la belleza en la pantalla y narrar una historia con tanta sutileza y pulcritud como lo hace Yimou, incluso si se trata de una película sobre los efectos devastadores de la guerra y los actos atroces y, a veces, bondadosos que se cometen en ella como Las flores de la guerra. No se la pierdan.

Estáte atento a: los slow motions en los momentos de guerra

Adrián Peña (@thebigkahuna3)
http://bigkahuna3.blogspot.com.es/
Adri
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8
28 de febrero de 2013
10 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
En ocasiones, los dramas de época no consiguen ir más allá de la simple recreación, con mayor o menor fortuna, del momento histórico en el que están ambientados. Tal es el caso de filmes como Basil (1998), Elizabeth: la edad de oro (2007) o La duquesa (2008) que, sin dejar de ser buenas películas, no consiguen romper esa fría barrera ornamental que las envuelve y llegar al calor de las emociones de la historia que están contando.

La danesa, Un asunto real, consigue superar esa barrera ofreciéndonos un emocionante relato de amor, amistad y reproducción histórica que va de menos a más. El filme nos sitúa en los albores de la Ilustración en la Dinamarca de mediados del siglo XVIII, en pleno reinado de Christian VII. Su reinado se caracterizó por su delicada situación mental —al borde de la demencia— que le impidió gobernar como Rey efectivo y el curioso triángulo de influencia que se formó entre él, su esposa Carolina Matilde de Hanóver y su médico personal Johann Friedrich Struensee.

Se trata de una película que hace, de lo pequeño, algo grande. Parte de lo íntimo para llegar a lo histórico. A partir de las relaciones personales de los personajes se nos representa una época marcada por una represión intelectual llevada a cabo por la iglesia y la burguesía, en la que las ideas liberales de unos pocos clamaban salir a la luz pero, sobre todo, lo más fascinante de la cinta es cómo consigue dar vida a todos esos detalles que no aparecen en los libros de Historia y que cambiaron el curso de los acontecimientos.

Las frases, los diálogos, los sentimientos y los gestos sutiles de los intérpretes son captados por el director, Nikolaj Arcel, con el clasicismo característico del género otorgando, a cada momento, el tono preciso que la narración requiere. De esta manera, vamos desde puntuales momentos cómicos hasta el drama más doloroso, pasando por instantes conmovedores de una delicadeza y elegancia sensacional que encuentran, en el baile de máscaras, el cénit emocional del filme.

De apariencia solemne y entrañable corazón, Un asunto real agradará tanto a los amantes del género como a los que no son devotos del mismo, gracias a la exploración de temas tan universales y atemporales —como el amor o la lucha contra la opresión— que cualquiera podrá empatizar con ellos.


ADRIÁN PEÑA (@thebigkahuna3)
http://bigkahuna3.blogspot.com.es/
Adri
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9
22 de febrero de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pastiche postmoderno que bebe de otras películas también postmodernas como Pulp Fiction, Snatch, cerdos y diamantes o Kiss Kiss Bang Bang pero que aún y así, consigue destacar con identidad propia gracias a su soberbio guión cargado de personajes memorables (el de Rockwell o el del recuperado Tom Waits) y una cantidad ingente de humor negro realmente hilarante. Martin McDonagh continúa con su (bendita) obstinación de humanizar a los gánsteres mostrándonos sus debilidades y traumas personales y nos regala esta joya del subgénero que irremediablemente quedará grabada en la lista personal de cualquier cinéfilo como película de culto a destacar.

Estáte atento a: el sensacional mini relato ilustrado que se marca Sam Rockwell

Adrián Peña (@thebigkahuna3)
http://bigkahuna3.blogspot.com.es
Adri
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