Anodina y olvidable película sesentera del subgénero robo perfecto con pretendidos toques sotisticados que desde el primer minuto consigue aburrir al espectador. Título de relleno en la filmografía de James Coburn y presencia de la bellísima Camila Sparv, que no contenta, la pobre, con su función habitual (hacer de florero para deleite del protagonista de turno), es maltratada especialmente por el guión.

En mi lista filmográfica de Sean Connery me faltaba esta "El árabe" (The Next Man), título del anodino y televisivo Richard C. Sarafian, que en esta ocasión se encargó también del guión y en cuya carrera solo cabe destacar, con buena nota, "El hombre de una tierra salvaje", con Richard Harris. Finalmente, he conseguido localizar una copia, de pésima calidad (la espantosa fotografía parece que viene directamente del rodaje), he visto el filme en cuestión y me he decidido a publicar este texto al constatar que la sección de críticas estaba vacía.

Estamos, probablemente, ante la película menos conocida y menos vista de Connery, si se exceptúan sus papeles de relleno al inicio de su carrera en los 50. Producto extremadamente plano, simple y previsible, con estética y guión de telefilme, imbricado en la actualidad mundial del momento, mediados de los 70: Guerra Fría, enfocada en los cipostios de Oriente Medio (crisis del petróleo, tejemanejes de la OPEP, terrorismo palestino, peleas interárabes, interferencias de las superpotencias, etc). Connery hace de una especie de jeque saudí secularizado y mundano, a lo Omar Sharif, con ambiciosos ideales de reordenación geopolítica y savoir faire para los placeres de la vida. Ni una sola referencia al Islam, en un guión tan básico que podría parirlo un estudiante de primaria. La película es breve, mala y rápìdamente olvidable. Lo más notable de todo es que lo único que podía salvar al bodrio, una supuesta intriga sostenida sobre la marcha, es destrozada a las primeras de cambio al introducir el guión un autospoiler de lo más cachondo. Para intentar remediarlo, la historia concluye con un desenlace que pretende ser efectista.

Conclusión: pelicula que hay que ver porque Sean Connery fue un actor del que merece tomarse la molestia de visionar todas sus películas. Lo único destacable, la fría belleza de Cornelia Sharpe (partenaire de Pacino en "Serpico", que me parece un cruce de Catherine Deneuve, Faye Dunaway y Marthe Keller, aunque peor actriz que las tres.

Como gran aficionado que soy a los pepinillos en vinagre, no puedo más que reconocer cuánto me maravilló la escena de Woody Harrelson y sus pepinillos en vinagre, encurtidos artesanalmente en su roulot-radiofónico. Qué pepinillos tan crujientes, jugosos y sabrosos, y, sobre todo, qué grandes !. ¿Alguien sabe dónde podría encontrar unos pepinillos semejantes? Siempre que me acuerdo de 2012, indefectiblemente, le doy vueltas y más vueltas a la impactante y salpicante escena de los pepinillos, que se me quedó grabada. De hecho, es lo único que recuerdo de esa película.

El cine de los setenta, la década en que deslumbraron los Cimino, Scorsese, Spielberg, Coppola, Allen, Bogdanovic, Friedkin, Forman o Pakula, fue también el mausoleo alimenticio de toda una cohorte de viejas glorias de Hollywood, que malnutrían sus menguadas faltriqueras dejándose caer en películas corales del género de catástrofes, filmes de la serie B, telefilmes malosos de solemnidad y subproductos más insufribles aún, como el presente.

Un David Niven caduco, añejo y definitivamente cansado se arrastra, entre muecas de hastío, por esta tontorrona historieta sobre un tutor inglés que inventa su pasado de héroe militar (¿una torpe evocación de 'Mesas Separadas'?) y que es contratado por el embajador japonés en cierto país del sudeste asiático para que britanice a su espabilado retoño. Irrumpen en escena unos subversivos liderados por una apetecible terrorista oriental y raptan al mocoso y a Niven. Hay unos tiritos, unas pataditas de chinos y unas mini-aventurillas selváticas, aunque el bueno de Niven, que no estaba ya para muchos trotes, lo mismo la habría palmado en pleno rodaje si le obligan a a caerse al suelo sólo una vez más.

Ni siquiera se puede decir de esta cosa que sea una basura. Una basura es 'Doomsday', de Neil Marshall. Esto, lisa y llanamente, no es nada. Les juro que la sinopsis que hace Film Affinity de 'Emboscada en Extremo Oriente' ya tiene más arte y profundidad que la pelicula en sí.

No hay virtualmente ningún elemento de interés en esta película, que decepcionará a aquellos incautos que -como el que subscribe-, pensaron que las meras presencias en el reparto de Lee Marvin y Richard Burton serían una garantía de calidad. En absoluto. Desde el primer segundo, la horrible fotografía, plomiza y borrosa (por lo menos, así era en la copia que me tocó ver), trompetea el pésimo nivel de un producto donde naufragan el guión, las actuaciones, los diálogos, los encuadres y un montaje que se cae a trozos. Típico exceso de bajo presupuesto de los 70, la década de las crisis, el pesimismo y el mal humor, caro a los Terence Young, los Michael Winner y algún otro destajista del género. Producto trufado de violencia gratuita y cutre, donde las armas automáticas se pasean a sus anchas, aunque las tengan que manejar asilvestrados sin cerebro. Todo parece forzado y ridículo en esta película, que es menester comparar con la excelente y posterior Arde Mississipi, de Alan Parker.