Vivir dos veces es la típica película que te pones para ver en familia un sábado, con niños perro y palomitas, donde una desgracia familiar se convierte en una aventura divertida (nótese el tono irónico). No profundiza en absoluto sobre el verdadero drama que supone la enfermedad del alzheimer, sino que intenta disfrazarlo todo el tiempo con bromas, discusiones entrañables nieta-abuelo, broncas que no se toman en serio, etc.

Las situaciones son muy pocos creíbles. De los personajes solo salvo al padre enfermo que, en medio de tanta ñoñería e inverosimilidad, saca adelante su interpretación con dignidad y elegancia.

Jette es una adolescente alemana que, como muchos chicos de su edad en su país, decide, pegarse un año sabático en Costa Rica. La decisión no la ha tomado ella sola: su padre, que entiende que la vida en su pueblo natal no es lo suficientemente estimulante para su hija, lo ha organizado todo para conducir a Jette hacia la vida adulta, pasando antes por una experiencia en la otra punta del planeta, donde la chica tendrá que desenvolverse sola en un país extranjero con otra lengua y otras costumbres.

A voluntary year no es una película de sobresaltos. Es una película sobre las diferentes etapas de la vida, sobre amor, sobre Alemania, sobre la vida de personas ajenas a nosotros a las que el director nos acerca con mucha verdad, sensibilidad e inteligencia. No es desternillante, pero consigue la carcajada espontánea del espectador. Nos convierte en cómplices de la historia y nos lleva sutilmente a la Alemania actual. Quien conoce bien este país se siente totalmente identificado con el carácter alemán, con su civismo y los puntos flacos de aquellos que tienen todo organizado en la vida.

Encuentro muchísimas similitudes entre esta película y Roma, la nueva película de Alfonso Cuarón. La protagonista es una inmigrante de pocos recursos trabajando para la clase media alta, se queda embarazada en un momento tan inesperado como poco deseado, es sobria y de pocas palabras.

Sin embargo, esta última de Cuarón ha estado nominada a Globos de Oro, y tenido gran repercusión en todos los medios, mientras la primera ha pasado por nuestras carteleras sin pena ni gloria. Entiendo que no es por otra cosa que por la pedazo de producción que tiene. Amador gana en todo lo demás: interpretaciones, guión, diálogos.
Es una película que roza el suspense, el drama y la comedia (chapó por la interpretación de la prostituta que viene todos los jueves a alegrar los últimos días del anciano).

Es una película profunda, que invita a la reflexión con sus diálogos. León de Aranoa no defrauda.

Antes de ir al cine no tenía ninguna referencia de esta película, ni de su director. Solo me interesó por estar rodada en mi tierra. Al ver la nota, sentí curiosidad y me fui a verla.
Estoy deseando de acabar de escribir esta crítica para enterarme de algunas cosas que me sobrecogen de la película.
En primer lugar, me cuesta creer que unos actores profesionales puedan llegar a retratar de una forma tan real a unos personajes tan sumamente castizos, con esa jerga, ese acento, esa actitud ante una vida sin muchas expectativas laborales y económicas. Todos los actores sin excepción parecen ser ellos mismos, Más que una película de ficción, parece que estemos asistiendo a un documental grabado sin que los personajes tengan conciencia de ello. Son de verdad. Y no solo ellos, todo lo demás: la precariedad laboral a pesar de la riqueza de una tierra como la gaditana, los barrios de chabolas, la miseria y la forma desenfadada de enfrentarse a ella, las relaciones personales, el camino fácil hacia el narcotráfico y, en muchas ocasiones, el único que muchos jóvenes encuentran para tener una vida en la que puedan disfrutar de ciertas comodidades.

Fabulosa la música, que si bien no es necesaria para emocionarnos, acompaña en algunos momentos verdaderamente sobrecogedores.
La fotografía es inmejorable, aunque también es verdad que cualquier objetivo tiene que querer a Cádiz: las salinas, las marismas, el muelle... el mar olía desde las butacas de la sala.

No hay adornos, la realidad, desde el minuto uno en que asistimos a un parto, sin censura nos pone en previo aviso de todo lo que viene después.

No tenía ni idea de la existencia de esta genia. Acaba de romper todos mis esquemas.
Most beautiful Island es una peli pequeña, con presupuesto mínimo y con mucho a su favor. Ana Asensio consigue pegarte al sofá de una forma sutil, con una historia común: una española buscándose la vida en Nueva York, la ciudad de las oportunidades, donde trabajar promocionando un restaurante de pollo frito disfrazada en medio de la calle es de clase muy baja, una forma de sobrevivir que ni siquiera te permite el lujo de tener un techo o asistencia médica si tienes una simple gripe. Todo es a lo grande, el capitalismo en su máximo exponente, donde competir es fundamental para tener una vida medianamente decente.
Retrata una ciudad cruel, un sistema devastador en el que viven millones de personas y en cuyos suburbios pasan cosas como las que le ocurren a Ana Asensio, que además de ser la protagonista, dirige y guioniza este thriller de 10 sobre 10.