Quisiera atribuir a la escasa calidad del último cine español la elección de "Abracadabra" (y "Verano de 1993" por otras razones ajenas al cine) como uno de los mejores films de este año según la Academia, aunque me temo que los motivos deben de ser de otra índole (corporativismo, favoritismos, banderías...). Casi todo el metraje es patético, hortera, inane, carente de emoción, de cualidades estéticas relevantes... Tan solo rescataría la secuencia del último trance hipnótico y la aceptable interpretación de los protagonistas. En fin, una decepcionante película aplaudida a diestro y siniestro.

Destacaré de esta película, al margen de algunos diálogos soberbios, la brillante interpretación de Wayne, por su contención dramática y su naturalidad. Me arriesgo a compararlo con el de otros papeles mucho más conocidos ( Centauros del desierto, Escrito bajo el sol...). Lástima que la banda sonora y ciertos tics propios del spaghetti western caricaturicen la película, restándole fuerza dramática y verosimilitud. En cualquier caso, vale la pena verla aunque solo sea por asistir a la interpretación de Wayne.

Vaya por delante que Shyamalan es uno de mis directores indiscutibles, pero tras visionar La joven del agua me quedé totalmente desconcertado. A medida que la veía no podía desechar la idea de que se trataba de una bobada, fruto de un encargo o un mal momento del director. Aún hoy no tengo nada claro de qué va la cosa. Si tuviera que justificarla, diría que la película reúne un compendio paródico de tópicos y personajes tipos, dentro de una atmósfera inquietante y con una manera de rodar que sigue siendo digna de atención. Quizá sea eso lo que perseguía Shyamalan: burlarse de los tópicos mediante la creación de una historia fundada precisamente en ellos, y en un escenario inusual, con el fin de generar extrañamiento y alertar al espectador de que la cosa no iba en serio. Quiero creer que es así como debería leerse la película, porque si no... La película tiene mucho de alegoría siniestra como ocurría en La aldea, pero nada que ver. Que alguien me explique si hay algo más, porque yo no lo veo.

Tan sólo quisiera señalar dos o tres rasgos que impiden que la película de de Palma se pudiera haber convertido en un referente más del cine bélico: no se puede ser tan obvio a la hora de intentar escapar del maniqueísmo de los personajes, porque entonces no se empatiza con los mismos; el uso del color es desastroso, más cercano al telefilme que a una película con intereses estéticos; la interpretación del protagonista es escasamente creíble (nada comparable a la versatilidad gestual de Penn, muy convincente, aunque un tanto altisonante a causa del uso del color al que aludía). No obstante, la película contiene algunos diálogos muy sugerentes que la salvan. Por ellos quizás vale la pena verla.