La serie sigue principalmente al equipo de la defensa de un escritor acusado de asesinar a su mujer. A lo largo de tres procesos y 16 años de duración. Uno tiene la convicción desde el primer momento de la culpabilidad del acusado. Empieza diciendo que estaba lo más alejado de la casa que puede estar del suceso, en pantalones cortos a las 2:30 AM junto a la piscina un dia de diciembre a 12ºC y cuando entra en casa ve a su mujer desangrada a los pies de la escalera. Durante todo el metraje le veremos luchando por mostrarnos lágrimas en sus ojos y gastarse toda su fortuna en abogados.
E imaginamos que todo lo que le ha pasado en la vida se debe a que. nunca tuvo el valor de enfrentarse a su peor enemigo: A su verdadero yo.

Lo que parece una distopía en USA es la historia de España. Desde el "Quien llega tarde ni oye misa ni come carne" en el que la única manera de no morir de hambre pasaba por plegarse a las exigencias católicas. Hasta las congregaciones de monjitas de Sor Marías que robaban niños para familias bien del catolicismo patrio hasta bien entrado los años 90.
Pausada como una película de protestantismo puritano nórdico empañado de sci-fi británico. Es una buena serie aunque parezca una distopía demasiado real y perteneciente al pasado, aunque quizá presente en otras latitudes o futurible en cualquier lugar que le dejen implantarse.

De cómo y porqué se ponen de acuerdo las instituciones de salud pública, las multinacionales del tabaco y las asociaciones de cáncer y otras enfermedades para jugar con la vida de mil millones de personas favoreciendo el peor remedio para los enfermos de tabaquismo frente a un producto posiblemente un 95% más saludable, los vapeadores.

Drama sicológico de ambientación teatral con buena factura y resultados decentes gracias a un director y actores solventes aunque ninguno de ellos sobresalga admirablemente por ello.
En la línea de obras minimalistas con alta carga emocional del Polanski con "La muerte y la doncella" o "Un dios salvaje". Y bastante alejada de mi admirada "The last supper" (Stacy Title, 1995) donde esas cuatro paredes donde transcurre todo son el centro de un universo a punto de un big bang.
Meto en spoiler una sugerencia de final alternativo ya que este sí me ha parecido un pelín flojo.

Como película contemporánea (2016) no vale un pimiento, es pueril y chabacana, pero como pieza antropológica tiene gran valor. Rodada en los confusos finales de los 70, cuando la gente de bien era gris y meapilas, el horterísmo de la època era revolucionario y liberador. Ahora nos parece una sesión teatral de adolescentes trasnochados pero entonces tenía otro espíritu.