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España España · MADRID
Críticas de Spark
Críticas 1.844
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
4
7 de mayo de 2024
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Admito que no soy precisamente fan del cine de tiros, persecuciones y explosiones sin ton ni son de Antoine Fuqua ("El protector" (2014), "Objetivo: La Casa Blanca" (2013), "El protector 2" (2018), "Rey Arturo" (2004), "Los siete magníficos" (2016)) pero cuando ha dado con tramas más nervudas y palpitantes es un director que sabe ejecutarlas con gran oficio y pericia (véase "Training Day" (2001) o "Revancha" (2015), que tampoco me parecen obras maestras indispensables en mi videoteca pero sí largos notables). "Hacia la libertad" por desgracia tiene más de las primeras que de las segundas, a pesar de que su potente premisa pudo habernos regalado una trama más equiparable a "12 años de esclavitud" (2013) con virajes, cavilaciones y pulsiones más espabiladas y variopintas que las que nos da este film.

Basado con bastante fidedignidad en la vida poco documentada de "Peter" (Will Smith), el hombre que fue fotografiado con su magullada espalda tras huir de su esclavista y alistarse en el ejército de la Unión durante la guerra de secesión norteamericana. Una foto que recorrió cada rincón de norteamérica para recordar a los soldados de la Unión que luchaban para acabar con semejante tortura vil hacia sus compatriotas esclavizados.

Pero el film solo se centra en la huida del protagonista hacia el frente sin profundizar en las relaciones personales del protagonista, en sus luces y sombras de su ser, en sus cavilaciones o en los cambios vitales a los que se va a enfrentando. No, no esperen una travesía como la de Solomon Northup en "12 años de esclavitud" o ni tan siquiera como la de Harriet Tubman en "Harriet" (2020) o la de Celie Johnson en "El color púrpura" (1985). Esperen más bien un film de supervivencia por la jungla con escasos y siempre redundantes detalles dramáticos. Pues en "Hacia la libertad" hay más huidas contra perros, cocodrilos y abejas que transformaciones de personajes y circunstancias. Desde luego a nivel de desarrollo argumental tiene una presentación de personajes reiterativa y tediosa, un nudo solo colmado de acción de correteos, tiros y demás... algo que empieza a remontar con un poco más de diálogo en su recta final (pero resulta del todo insuficiente como para compensar un guion que parece "El renacido" de rebajas). Desde luego a mí me ha costado implicarme en el metraje a pesar de considerarme una persona con mucha sensibilidad.

Tampoco acaba resultando atinada esa fotografía en blanco y negro que desaprovecha esos imponente escenarios ambientados con un prisma histórico muy capacitado. Pues en cada plano solo se desea observar como debían de ser esos bellos y vetustos escenarios interiores en color, y esos paisajes salvajes y desvencijados. Ya que "hacia la libertad" cuenta con un diseño de producción realmente hermoso que se tira al traste con un blanco y negro nada favorecedor para con su trama (esto no es "La lista de Schindler" (1993)).

Al final el que remonta en gran medida al conjunto es Will Smith con una presencia carismática y humana realmente cómplice y atrayente. El resto del elenco también aporta adecuación y naturalidad a sus esquemáticos roles (el tópico villano es rescatado por la actuación de Ben Foster. Y las apariciones sólidas de Charmaine Bingwa o Jabbar Lewis realzan con gusto el film). Fuqua aporta además una realización diversa y activa que va impulsando la parsimonia del libreto, mientras que el sonido resulta de lo más gratificante para con el espectador (aunque la banda sonora es obviable a todas luces).

Así pues tenemos entre manos un producto circunscrito a la acción de torturas (una persona que sufra viendo continuamente violencia y acoso aunque sea actuada... no tiene como recomendable a esta cinta. Y admito que casi casi llega a ser mi caso), fugas, persecuciones, escondrijos, puñetazos (sí, lo sé. Will Smith xD) y tiros con más ton que son. Desde luego quien espere en "Hacia la libertad" la nueva "La lista de Schindler", el nuevo "Gladiator" (2000) o el nuevo "Breaveheart" (1995)... que siga esperando que aquellas están a años luz de ésta. Tampoco llega a la altura de cintas con misma temática como "12 años de esclavitud", "Django desencadenado" (2012), "Harriet", "Hombres de honor" (2000) o "El color púrpura". Y como cinta de supervivencia tampoco es "127 horas" (2010), "Jungla" (2017) o "El renacido" (ojalá). Digamos que es más pareja a "Objetivo: La Casa Blanca", "Infierno blanco" (2012), esto es nada aconsejable (a no ser que se sea muy aficionad@ al cine de Fuqua, de Will Smith o de la acción de supervivencia).

Lo mejor: La actuación de Will Smith.
Lo peor: La falta de músculo del guion.
Spark
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5
27 de abril de 2024
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El británico Richard Loncraine ("Wimbledon" (2004), "Firewall" (2006)) nos ofreció en su undécimo largometraje una comedia ligera y acomodada al servicio del carisma actoral de Diane Keaton y Morgan Freeman (que siempre es mucho en ambos casos). Muy en la línea de los largos que viene protagonizando Keaton últimamente (y a raíz del éxito a todos los niveles que le supuso "Cuando menos te lo esperas" (2003)), se trata de otra de sus comedias suaves y preciosistas de "jubilada acomodada y cosmopolita que se liga-mantiene una relación con otro jubileta un poco más cascarrabias que ella (lo vimos con Jack Nicholson en "Cuando menos te lo esperas" con Michael Douglas en "Así nos va" (2014), con Kevin Kline en "¡Por fin solos!" (2012) con Harrison Ford en "Morning Glory" (2010), etc.). Una fórmula que funciona... en cierta medida.

La parte positiva del asunto es que este tipo de productos nos ofrece a unos intérpretes curtidos que se denotan tan naturales y desenvueltos en estos papeles que hacen con los ojos cerrados... como cercanos y cómplices para con el espectador en todo momento. La parte negativa es que lo habitual es que estos films lo leguen todo a esa solidez interpretativa y abandonen a su suerte el resto de elementos cinematográficos. Y aquí no están dejados por completo pero se quedan a las puertas. Con un guion anecdótico que no molesta en su devenir pero tampoco entusiasma lo más mínimo (la premisa es que este matrimonio maduro se dispone a vender el piso de toda su vida para comprar otro con ascensor... mientras vamos viendo retales de su vida (vía flashbacks o no) con las tristezas y alegrías propias de una pareja contemporánea cosmopolita del primer mundo... pero nunca ahondando en ellas con arrojo o curiosidad, más en spoilers). Y por supuesto en las comedias de Keaton últimamente no puede faltar un perro al que su personaje quiere más que a nada y nadie a lo "Al fin solos").

Y ésta es la principal rémora de la cinta, su nulo riesgo y valentía para desarrollar a fondo los temas que nos propone. Digamos que por desgracia a nivel de desarrollo argumental no es "El hijo de la novia" (2001), "A propósito de Schmidt" (2002) o "Elsa & Fred" (2014) precisamente sino más bien "Shall We Dance" (2004), "No es tan fácil" (2009), "Si de verdad quieres" (2012) o "La buena esposa" (2017). No hay en la trama nada que choque o aburra, pero tampoco hay nada que fructifique en diálogos singulares o situaciones destacadas y extraordinarias (a pesar de que el libreto de Charlie Peters basado en la novela de Jill Ciment pudo dar pie a ello con sus propuestas).

Y tres cuartos de lo mismo sucede con una realización de plano/contraplano tan resultona como olvidable, y con una puesta en escena tan competente en sus escenarios metropolitanos pudientes como aceptable sin más (¡vamos, que esto no es "Manhattan" (1979) o cualquier film de Woody Allen en la gran ciudad de los rascacielos!). De la banda sonora es que ni me acuerdo, por lo que no puedo ni juzgar algo que no se ha quedado en memoria más de 5 segundos (pero se hacen una idea).

Y así con todo "Ático sin ascensor" se torna una experiencia afable, conducida siempre por el compadreo y honestidad de sus dos protagonistas (aunque Cyntia Nixon se convierte en una robaescenas en un personaje paródico con el que se nota que se lo pasa pipa) y que logra entretener siempre con una cadencia lógica. Pero no le pidan peras al olmo ni que sea la nueva "Elsa y Fred" (2005) que quedarán decepcionados. Porque, aunque es mejor que bodrios como "Aritmética emocional" (2007), "Siempre a tu lado" (2009) u "Otoño en Nueva York" (2000), no le llega a la suela de los zapatos de lo mejor de este subgénero de comedias en la senectud. Esperen más bien algo parejo a las últimas de Diane Keaton "Así nos va", "Morning Glory" y "Por fin solos". En fin, solo recomendable a los muy muy fans de sus intérpretes o a los aficionados a las "yayo comedias" tipo "Un golpe con estilo" (2017), "El exótico hotel Marigold" (2012) o "Un hombre solitario" (2009) entre otras.

Lo mejor: Las actuaciones de Keaton y Freeman. Como Nixon aprovecha su secundario rol cómico para despertar alguna que otra sonrisa.
Lo peor: ...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Spark
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6
25 de abril de 2024
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Florian Zeller (director y guionista de la estupenda "El padre" (2020), de lo mejorcito que el cine nos dio el aciago año de la pandemia) vuelve a adaptar una de sus obras teatrales en este su segundo largometraje para la gran pantalla.

Y de nuevo nos topamos con un competente drama asceta. No tan pulido como "El padre" de 2020, pero casi casi le llega a la altura. Un adolescente (Zen McGrath) cae en depresión clínica tras el divorcio de sus padres (encarnados por Hugh Jackman y Laura Dern) y ninguno de los dos progenitores sabe como actuar ante tal situación.

Hay que reconocer que "El hijo" tiene muchos instantes en los que las personas que han padecido depresión clínica (sí, la tuve) se van a sentir identificadas con potencia y pesar... aunque también es cierto que la forma de responder del entorno de seres queridos no nos va a identificar lo más mínimo (al menos a los del mundo occidental). Porque "El hijo" trata con entendimiento la neurosis y el ciclo depresivo de su protagonista, con un sufrimiento interno insoportable y sucesivo. Y Zen McGrath perfila este rol con honestidad y nervio (haciendo de su protagonista un personaje de mirada intrigante a la hora de maquillar su padecimiento, de franqueza a la hora de expresar sus sentimientos depresivos, y de manipulación extravagante a la hora de llevar a cabo su acto final) lo que torna a su personaje en un ser natural y cómplice a la par que singular e interesante.

Por desgracia no se puede decir lo mismo de ese entorno desubicado de forma exagerada, forzada y artificial. Pues ni Hugh Jackman logra conectar con un rol que cambia de actitud como de camisa (con esa bipolaridad que lo mismo trata a su hijo con una zalamería incondicional o con un desdén beligerante, al final ese padre acaba pareciendo más enfermo mental que el hijo), ni tampoco las secundarias Laura Dern y Vanessa Kirby le acaban de tomar al pulso a unos personajes estereotipados (la primera madre "clásica" abnegada y bonachona y la segunda madre "moderna" individualista y pragmática) a los que no pueden quitar ese tono forzado en unas actitudes de lo más tópicas y unidimensionales.

Y son esas lagunas en las que el guion sobre ese entorno supuestamente adulto es abandonado tanto a lo mínimo que resulta memo (más en spoilers), unido a unas actuaciones incapaces de rescatar ese desaguisado con una complicidad arrolladora lo que hace que "El hijo" no se ponga en las cotas de obra maestra dramática.

Porque lo cierto es que son más los instantes de incomodidad depresiva de su protagonista que los de reacciones idiotas y patosas de su entorno. Y, a pesar de esos planos postizos, "El hijo" conduce su trama con un ritmo agradecido y nervudo. Cosa de la que se benefician las escenas más lúcidas (y lucidas) del guion (destaco cierto diálogo en el que el hijo habla sobre como soportar la vida) y cosa que hace que las escenas más tópicas y vacuas se sobrelleven con unos planos cerrados activos y resueltos por parte de Zeller, con un diseño artístico contemporáneo de sus escenarios y personajes elegante, con una iluminación diáfana de lo más confortable y con una cinematografía capacitada (que no sobresaliente) al igual que su banda sonora.

Así que no estamos ante una mala película, que tiene sus errores pero a la que le pesan más sus aciertos tanto a nivel de escritura como a nivel de puesta en escena. Es una película muy recomendable a tod@ cinéfil@ que haya padecido la grave enfermedad del siglo XXI, que verá reflejada por fin en pantalla con bastante comprensión y complicidad, como drama acotado también es una película recomendable, pero los que no son muy fans del drama puro y duro van a sentirse rechazados por el metraje desde el minuto uno. Pues no estamos ante una cinta dramática excelsa que traspase géneros a lo "La lista de Schindler" (1993), "Million Dollar Baby" (2004) o "Mar adentro" (2004), sino más bien ante algo parejo a "El regreso de Ben" (2018), "Te doy mis ojos" (2003), "Boys Don't Cry" (1999), "Martha, Marcy, May, Marlene" (2011) o "Boyhood" (2014) que no está tan mal como (por ejemplo) "Alma salvaje" (2014) o "Miss Potter" (2006).

Lo mejor: Su guion en las partes en las que...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Spark
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3
24 de abril de 2024
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Lo cierto es que, quitando pocas excepciones ("El diablo a todas horas" (2020), "Los dos Papas" (2019), "Roma" (2018), "Historia de un matrimonio" (2019)), Netflix no llega a dar con la tecla con sus telefilms de alto presupuesto y nombres de relumbrón ("Patrulla Trueno" (2021), "La vieja guardia" (2020), "The Prom" (2020), "Los chicos de la banda" (2020), "Spiderhead" (2022), "El hombre agua" (2020), "Triple frontera" (2019), "Dinero sucio" (2010), "Campamento alienígena" (2019), "Bright" (2020), "Diamantes en bruto" (2019), "Imperdonable" (2021) y este "Tyler Rake" que nos ocupa entre muchos otros). Pero la tecla cada vez se hace más reconocible: contar con un guion inédito, elaborado, inspirado, agudo y cuidado. Cosa de la que tanto este "Tyler Rake" de 2020 como la mayoría de los telefilms de la plataforma de streaming carecen (y que quedan sonrojados comparados con los telefilms de la HBO, tipo "Paterno" (2018), "Detrás del candelabro" (2013), "Mi cena con Hervé" (2018) o "The Wizard of Lies" (2017) entre otros).

Y el caso es que casi compensa la factura audiovisual con la que cuenta este relato escrito por los hermanos Russo (directores que ya trabajaron con Chris Hermsworth en toda la saga superheróica de MARVEL de "Los Vengadores") y dirigido en su debut tras la cámaras por el doble de acción Sam Hargrave. Pero en mi caso se me torna insuficiente ante un desarrollo argumental estereotipado, superficial y diría que hasta absurdo en tantas y tantas ocasiones. Un soldado de las fuerzas especiales australianas retirado (Hermsworth) recibe el encargo privado de rescatar a un niño (Rudhraksh Jaiswal) hijo de un capo de la droga de las garras secuestradoras del capo rival (Priyanshu Painyuli). La premisa "per se" no es gris, pero la forma de tratarse con la mera acción reiterativa y las escenas de "descanso" que tratan de dar pena al espectador a base de topicazos no ayuda a que la trama se nos torne implicante y fascinante. Pues aquí no tenemos unas intrigas recónditas y maduras, ni unas escenas de acción imaginativas y memorables (no, esto no es "El caso Bourne" (2002), "Los intocables de Elliot Ness" (1987), "El mito de Bourne" (2004) y "Misión: Imposible" (1996)) y tenemos que conformarnos que un devenir narrativo que impone arquetipos de forma disparatada (los "malos muy malos" cuya mala puntería es tan abundante como su forma de aparecer una y otra vez para ser el saco de boxeo del protagonista, el capo de la droga "malo maloso" con poder suficiente como para parar un país entero para dar con el protagonista y matarlo (al malvado se le va todo el presupuesto del futuro rescate del niño en pagar a toda fuerza policial y política habida y por haber en esa realidad inventada), el "amigo" que ya se adivina desde el minuto uno de su aparición con que va a salir, pero sobre todo choca la inmortalidad del protagonista capaz de soportar tortas, tiros, atropellos, apuñalamientos y demás ralea de una forma absolutamente inadmisible. Sería como pedir a un ser humano que aguante impoluto en los profundidades kilométricas del océanos sin hacerse papilla. Lo que no puede ser no puede ser y además es imposible, si estuviéramos hablando de una película de fantasía con sus propias reglas al asunto no sacaría de la película, pero aquí sus personajes de ficción se mueven por el supuesto mundo real y Hermsworth no es el semidios nórdico Thor sino el australiano Tyler Rake, un personaje que la audiencia no podrá dejar de ver en unas coreografías de lucha muy bien ensayadas más que en una misión de rescate exótica).

El caso es que Hargrave rueda toda la película con gran pericia y compás (quitando las escenas de diálogos que se estiran sin necesidad ni propósito), las secuencias de acción resultan tan espectaculares como estilizadas, y en los minutos finales la resolución del rescate logra imprimir un suspense en la acción llevado con un tempo perfecto. Tampoco son deleznables las labores de diseño de producción, pues hay en "Tyler Rake" una cinematografía decente (que no sobresaliente, eso se lo dejamos a otros telefilms de Netflix del mismo corte y resultado global como son "Bright" o "Triple frontera"), una labor de maquillaje y vestuario elegante y una iluminación cuidada y equilibrada en todo momento. Pero los mayores estímulos del telefilm nos vienen dados por sus escenarios vetustos a la par que embelesadores, por su medido y envolvente sonido, por sus efectos especiales de explosiones y tiroteos, y por la labor actoral en líneas generales que capea en temporal con oficio (desde los más secundarios Randeep Hooda y Golshifteh Farahani (que dotan a sus personajes de una honestidad que no tienen sobre el papel) hasta el rey de la función Hermsworth que no solo cumple con creces en todos los planos de peleas cuerpo a cuerpo y además (al contrario que Queen Latifah en "The Equalizer" (una estúpida serie que, en comparación de este "Tyler Rake", goza de guiones más mimados y coherentes)) Hermsworth sí da el pego como hombre de "acción y reacción" y gracias a esto Hargrave no truca ningún plano y los mantiene fijos en los movimientos del personaje).

Pero una aceptable envoltura no me llega a llenar tanto ese vacío explicativo y evolutivo como para poner esta cinta al nivel de "El ultimátum de Bourne" (2007) o "Jungla de cristal" (1988)... ni siquiera a la altura de otras acciones desatadas pasajeras y disfrutonas como "John Wick" (2014) o "Venganza" (2008). Digamos que se me sitúa en el grupo de "300" (2006), "Atómica" (2017), "V3nganza" (2015) o "Indomable" (2012). Solo recomendable para los muy muy fans del género de acción puro y duro (que trague hasta con las idas de olla de Steven Seagal o Chuck Norris. Porque los tiros (valga la redundancia) van por ahí pero con una puesta en escena de mayor categoría)

Lo mejor: La actuación que se marca Hermsworth tanto en las escenas dinámicas como en las pausadas de las que trata de sacar oro (a pesar de que el libreto le da entre poco po nada. Hablo...
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5
23 de abril de 2024
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Admito que no sigo demasiado el shonen manga (las tramas de acción sobrenatural me complacen más en cine o literatura), que soy más de shojo manga y de yuri manga. Pero reconozco que el anime de 2004 a 2012 basado en las viñetas de Tite Kubo me encandiló sin remedio con unos personajes carismáticos, una trama sobrenatural reflexiva e intrincada y unos diseños y música muy singulares. A mí que me dejen de Narutos o One Pieces, yo "Bleach" y siempre "Bleach" en vena.

Así que habiendo disfrutado con creces aquellos episodios nervudos y evolutivos de Noriyuki Abe, con esos personajes tan característicos... debo decir que esta adaptación telefilmera a imagen real por parte de Netflix... no es horrible pero sí mediocre.

Y es que el largometraje de casi dos horas sintetiza demasiado, demasiadas viñetas y demasiado simplificadas como para que el espectador (sea fan o no de "Bleach") disfrute, ría y se sorprenda con la historia de Ichigo y Rukia acabando con las almas en pena de la dimensión espiritual. Se nota sin lugar a dudas de que un formato tipo serie a lo "Entre fantasmas" (2005-10) o "Sobrenatural" (2005-20) le hubiera sentado mucho mejor a un producto que tiene material de sobra como para nutrirnos de tramas curiosas y multifacéticas.

Pero lo que tenemos es lo que hay. Y esto es un argumento que se desarrolla con bastante unidimensionalidad, infantilismo, superficialidad y redundancia como para que nos mueva o nos conmueva... pero tampoco estamos ante algo que cambie o se cargue las esencias primordiales de sus personajes o circunstancias (¡vamos, que esto no es el sacrilegio de "Dragonball Evolution" (2009)! que cambiaba las circunstancias y personalidades de sus personajes... entre otras torpezas). Ichigo (interpretado por Sota Fukushi, los fans del tokusatsu ya lo conocemos por su trabajo en la serie de Kamen Raider) es calcado físicamente al Ichigo que nos podemos imaginar a carne y hueso si lo sacamos de sus viñetas, y tres cuartos de lo mismo podemos decir de Rukia (Hana Sugisaki), Uryu (Ryo Yoshizawa) o Renji (Taichi Saotome). No podemos decir lo mismo de Orihime (Erina Mano) y Chad (Yu Koyanagi) que, además de su nulo parecido físico a sus personajes animados, quedan reducidos a un puñado de chascarrillos. Y es que viene a colación el tema de la reducción del contenido que es la principal losa del film. No sé si se debe a que la cinta pretende contentar a un público más amplio y más familiar, pero el caso es que este "Bleach" merma sus avatares tanto (prácticamente se cubre todo el anime original, supongo que también cubre todo el manga original) que lo convierte en una cinta de acción sobrenatural bastante previsible, arquetípica y rutinaria (que podría ser intercambiable con largos comerciales de super(héroes) que se entrenan para vencer a los super(villanos) como "The Karate Kid" (la mala, el remake de 2010, no la notable cinta de 1984), "Spy Kids" (2001) o "Percy Jackson y el ladrón del rayo" (2010)). Y no digo que se equipara a films con temática muy muy similar como "El hogar de Miss Peregrine para niños peculiares" (2016) o "Power Rangers" (2017) porque entonces este "Bleach" iba a perder por goleada en todos los niveles.

Y con esto no digo que no respete su material de base, ni mucho menos. Pero que se queda a larga distancia de lo que se homenajea es una obviedad. Y es una lástima porque la puesta en escena está logradísima. Hay en "Bleach" una cinematografía más cercana a la gran pantalla que a la TV Movie (pero es que estamos hablando de un telefilm japonés, y la industria nipona nos da ficciones audiovisuales en con un C.G.I. impoluto y un H.D. inconmensurable incluso en los Super Sentai más infantiles de 20 minutos), pero en lo que más reluce es en el diseño de los Hollows, en el del vestuario y atrezzo de los Soul Rippers, y en esos combates de fantasía tan mimados en sus efectos especiales espectaculares y en sus aceleradas coreografías de espada. Es por ello porque que "Bleach" encandila por momentos dada la vistosidad y elegancia de esas escenas de acción (que tampoco es que sean sobresalientes, para ello el film tendría que haber sido más osado a la hora de trasladar la estética colorista del manga original, así como las notas musicales inolvidables de su anime). Pero que "Bleach" quede reducido a unas bonitas escenas de acción no era ni lo esperable ni algo suficiente tan siquiera como para entretener con dignidad. Porque a este largo lo sacas de sus peleas y enfrentamientos sobrenaturales y tienes un catálogo de pueriles circunstancias que no se llevan más allá de eso, de situaciones redundantes y diría que hasta de ritmo lentorro y exasperante.

Sí se deja ver por ese grano atractivo, por un elenco natural y por una puesta en escena acabada y resultona... pero se deja ver para los muy muy incondicionales (que no puristas) de "Bleach" (admito que es mi caso) y los fans de la acción de fantasía venga de donde venga o venga como venga (pues "Bleach" se pone a la altura de otros productos televisivos del género como "Falcon y el soldado de invierno" (2021) o "Bright" (2020)) pero ya les adelanto que no van a dar ganas de repetir su visionado. El resto se pierde entre poco o nada.

Lo mejor: Me quedo con la animación por ordenador de los malvados Hollows, y con la actuación de Taicho Saotome que se convierte en un robaescenas.
Lo peor: Que (supongo que habrá sido por derechos de autor, pero sigue resultando triste) no se haya escuchado en ningún momento el tema "Asterisk" de Orange Range durante ni un solo combate.
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