No se le puede reprochar nada. Un estudiado thriller policíaco que no puede defraudar, al contener todos los elementos indispensables para ser considerado como tal, pero que carece de innovación, de valentía y de riesgo. Alejada del arte de la creación que sí poseen los grandes clásicos del género. Otra película más sobre desapariciones en la que los culpables tampoco llegan a fascinar a un público siempre ávido de morbo y crimen.

Un film donde la estética está al servicio del contenido, donde la forma pertenece al mismo engranaje que la narrativa y el guión. Heisterberg sabe captar la luz del verano en la gran ciudad, la esencia de la noche, la expresión de las miradas, tan sutil como la obra de Schiele, tan poética como Luis Cernuda cuando nos habla del sur. Podríamos decir que es la versión cruda de "Una casa de locos". El fin de la juventud.

Vinterberg plantea un dilema psicológico diferente en cada película. Original, pues el protagonismo está en un grupo de apartados y excluidos socialmente y en cómo estos consiguen ser más seguros de sí mismos, podría decirse que es una versión millenial de "El club de los poetas muertos", también se nota el guión de Von Trier, siempre lidiando con la temática de lo moral. No está vacía como señalan algunos críticos, pues cuenta algo importante de una manera diferente. Otra imprescindible del cine danés.

"Shutter Island" se inscribe en la tradición de los mejores relatos sobre la locura, como "Alguien voló sobre el nido del cuco" o "Inocencia interrumpida". No suelo conectar con Scorsese ni con DiCaprio, pero reconozco que son, respectivamente, un gran director y un gran actor. No conecto con la sensibilidad de Scorsese, no suelo tener empatía con sus personajes, tampoco en esta película... pero la manera en que está hecha consigue transmitir el universo de desasosiego y la espiral de sombras en la que el protagonista se ve envuelto. Conectes o no con Scorsese decir algo negativo de esta película sería un insulto al buen gusto, al cine, al saber hacer, al saber dirigir, al saber actuar, al conocimiento en sí mismo. Al final, en el arte (y el cine es una de las artes) existe, en primer lugar el gusto de cada uno (lo subjetivo) y en segundo lugar, el hecho de reconocer si algo está bien realizado, así como la calidad (lo objetivo), la suma de estas dos cuestiones es lo que hacen, si coinciden que, para ti, sea una obra maestra. Cualquier cinéfilo/a reconocerá lo objetivo de inmediato: desde los primeros frames se divisa una obra de arte, tal como cuando uno va caminando por el Louvre y vislumbra a lo lejos "El juramento de los horacios", de David. Puede gustarte más o menos, pero sientes que estás ante una gran obra de un gran director.

Una película que nos lleva a una Francia que nunca más volverá a existir: la que narró Piaff con su lirismo. No es que Marion Cotillard lo haga perfecto y la película quede atrás, como en tantos otros biopics, sino que Cotillard hace que la película sea buena. No hay que olvidar que pretende ser comercial y que tiene ese punto de ser una película para todas las personas y, aún así, emociona. Es ese el verdadero valor de la película de Dahan. La mejor voz europea del siglo XX por fin tuvo su película.