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España España · Barcelona
Críticas de Eduardo
Críticas 1.293
Críticas ordenadas por utilidad
6
2 de septiembre de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una familia es asesinada. En el sótano de la cosa encuentran otro cadáver en perfecto estado, que no debería estar allí. Un par de forenses, padre e hijo, se encargan de la autopsia de la desconocida. Las sorpresas no han hecho más que empezar...
Interesante aproximación al cine de terror, que transcurre en el espacio claustrofóbico de una morgue. A medida que los dos expertos avanzan (o no) en su investigación, espantosas posibilidades empiezan a intuirse. El director narra con economía de medios y no excesivo ingenio lo que va ocurriendo. Para ello se apoya en las excelentes interpretaciones de Brian Cox y Emile Hirsch, que parecen tomarse muy en serio sus respectivos papeles. Con un poco más de energía y osadía, la película habría resultado mejor. El director noruego procede con cautela, como si tuviera miedo de que la cinta se le fuera de las manos (en manos de gente como Stuart Gordon o Richard Band habría sido inenarrable), y nos conduce con controlado horror hacia lo que la autopsia deja en evidencia. Es la demostración de que pueden contarse historias horripilantes sin echar mano de aparatosos efectos especiales o infernales bandas sonoras que te dejan sordo y alelado. Esperamos con impaciencia la siguiente obra del señor Ovredal.
Eduardo
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6
31 de julio de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los adeptos a la serie de Philip Kerr protagonizada por el detective berlinés Bernie Gunther estamos familiarizados con la figura del siniestro Reinhard Heydrich, uno de los criminales nazis más sanguinarios de su breve historia. Le conocimos en Praga mortal, cuando el propio jerarca ordena a Gunther investigar unos asesinatos. No deja de ser irónico. En Operación Anthropoid, se nos narra la historia de los paracaidistas checos que volvieron a su país desde Inglaterra para acabar con el monstruo que estaba ejecutando a miles de compatriotas. Es una cinta bélica humilde, pausada, sin ganas de espectacularidad, didáctica y poco proclive a la aparatosidad. En este sentido, se aleja de las típicas hazañas bélicas que hacían nuestras delicias en los años 60. Se trata más bien de informar al espectador, analizar unos hechos históricos, recrear la época, el lugar y el ambiente en que se produjeron dichos hechos y rendir tributo a unos héroes probablemente olvidados, pero no por todos. De esta forma, en la primera parte conocemos a los personajes, sus motivaciones, sus temores secretos, las relaciones que van tejiendo entre sí, hasta llegar al meollo de la cuestión, el atentado contra Heydrich, las consecuencias que ello acarrea y, finalmente, el triste colofón, cuando el heroísmo ya no sirve de nada. Sean Ellis dirige, produce, coescribe el guión y se encarga de la fotografía, de modo que se trata de una obra bastante personal, aunque su objetivo no sea dar a luz una obra maestra, sino contar esta historia acaso sepultada en el pasado. Cuenta con un reparto ajustado y disciplinado, encabezado por Cillian Murphy, un actor que sabe elegir sus papeles, el siempre excelente Toby Jones, y un elenco de secundarios que apoyan sin fisuras la trama. Me gustaría destacar en concreto la aportación de Anna Geislerová, actriz checa desconocida entre nosotros, pero que acumula ya hasta 110 interpretaciones. Que nadie busque aquí Doce del patíbulo o La gran evasión, por mencionar dos de los grandes blockbusters bélicos de la historia del cine, sino la plasmación de unos sucesos desdichados en una época tremendamente desdichada. Podría ser mejor, lo sé, pero no creo que pueda molestar a nadie.
Eduardo
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6
23 de julio de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
A sus venerables 83 años, Jean-Paul Rappeneau, luminaria del cine francés desde 1960 (Zazie dans le métro), guionista y director, a quien debemos el mejor Cyrano jamás filmado, volvió a la dirección después de 12 años para realizar una comedieta cercana al vodevil, que gira en torno a los dolores de cabeza que produce una casa solariega cuyo propietario tenía esposa, hijos, amante e hija con ésta. Muy galo, en suma. Peleas, correrías, amores furtivos, amores no tan furtivos, equívocos, intrigas políticas, en fin, todos los ingredientes propios de aquellas apolilladas (hoy) comedias de Pierre de Marivaux, reivindicado en los últimos tiempos. Si bien podría decirse que el guión está cogido con imperdibles, es en la agilidad de la cámara y en las interpretaciones de gente solvente donde se basa el encanto de la obra. Aunque Lellouche va pasado de rosca, algo habitual en él, Amalric se muestra comedido, Nicole Garcia convincente, y entrañable como siempre el gran André Dussollier. No puedo dejar de mencionar a la fascinante Marine Vacth, cuyo culo ocupa ya un lugar de honor en mi panteón de traseros ilustres. Son sólo unos segundos, pero conviene atesorarlos y suplicar que vengan más. Martin Rappeneau, hijo de Jean-Paul, firma una banda sonora deudora de Alexandre Desplat (me hizo dudar incluso) que contribuye a alegrar la función.
Por supuesto, no se trata de una gran película, sino tan sólo un capricho que ha querido permitirse un octogenario veterano del cine francés en el ocaso de su vida. Probablemente, estoy siendo generoso, pero en ocasiones no me importa.
Eduardo
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3
16 de junio de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vicente Aranda dirigió esta película cuando contaba ya 80 años. Es probable que hubiera olvidado cómo es el sexo, o se embarulló en su cabeza un listado de posiciones y/o postales eróticas. Este hombre, dejando aparte Brillante porvenir, empezó con tres interesantes-aunque-fallidas películas del género fantástico (siempre le agradeceremos los desnudos de Alexandra Bastedo en La novia ensangrentada..., versión europea, of course), firmó basuras incalificables como Cambio de sexo y Clara es el precio, en este caso deslumbrado por el magnífico busto de Amparo Muñoz, una locura, y tocó techo con Amantes, sin duda su mejor película, donde Victoria Abril le hacía unas cosas a Jorge Sanz que inspiraron posteriores noches memorables... Pero ésa es otra historia.
A partir de Amantes, la carrera de Aranda sucumbió a una serie de disparates cada vez más desaforados, en que seguía desnudando a nuestras chicas favoritas, pero sin ton ni son. Hasta llegar a este calamitoso Canciones de amor, inspirado en una novela de su querido amigo Juan Marsé, ese chico que escribe siempre la misma novela, casi literalmente. Para nuestra desgracia, aparece Eduardo Noriega, y por partida doble, porque incorpora a dos hermanos: un policía amargado y durísimo, del cual se prendan todas las mujeres, incluida la nueva esposa de su padre, y el tonto, pero tonto literalmente, que trabaja en un puticlub y se folla a la más guarra (Flora Martínez, un culo espléndido pero poco más). Naturalmente, el poli se encoñará con la susodicha y...
No hace falta proseguir. Ni Alcaine ni Pepe Nieto logran elevar con sus dotes para la fotografía y la música un mamotreto que jamás debió llevarse a la pantalla. Una pena la decadencia de Aranda.
Eduardo
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8
11 de junio de 2017
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Park Chan-wook se va imponiendo poco a poco como el mejor realizador de la abundante hornada sudcoreana de la´s dos últimas décadas. La doncella es muchas cosas a la vez, y ninguna defrauda: un relato gótico, una novela de intriga, un cuento erótico, un estudio de la naturaleza humana, una película romántica... Preciosista, delicada, descarnada, momentáneamente gore, canto glorioso al sexo lésbico, una miniatura que poco a poco va desvelando toda su belleza, en cada detalle que emerge a la luz en su debido momento.
Lady Hideko vive sojuzgada por su tío, un perverso que habría hecho las delicias del divino marqués. Desde pequeña ha sido adiestrada para leer en voz alta fragmentos de literatura pornográfica, ante un reducido público compuesto por personajes tan repugnantes como su tío. Pero un día se cuela en la casa un impostor, un indeseable, un estafador que se hace pasar por conde japonés. El individuo propone matrimonio a Hideko para hacerse con la fortuna que le corresponde por herencia. No oculta en ningún momento que su oferta no está motivada por el amor o el sexo, sino por el dinero. Al casarse, ambos saldrán ganando. Tiene una cómplice, que entrará como doncella de Hideko para luego jugarle una mala pasada. Pero el pobre conde no cuenta con los sentimientos que, a veces, surgen entre las personas y cambian vidas, planes y perspectivas...
Lo demás es spoiler. Narrada en tres actos, o partes, La doncella va desgranando su intriga, inspirada en una novela de Sarah Waters, notable escritora lesbiana que goza de gran predicamento en la actualidad. Sin miedo al sexo explícito, más estético que apasionado (aquí no encontraréis las arrasadoras escenas de La vida de Adèle), Park Chan-wook construye con parsimonia una obra que debe beberse despacio. Que no asusten a nadie sus 144 minutos. No se notan. Además, 10 son de títulos de crédito. Dejaos absorber por la impagable fotografía, la poética banda sonora, por los meandros de la historia y, sobre todo, por la magia de las dos Kim. Puestos a elegir, elegiría... a las dos. Cuentan las crónicas que Kim Min-hee, con 17 títulos en su haber, conoció a la debutante Kim Tae-ri y se comprendieron ipso facto. La verdad es que se las ve muy a gusto en sus escenas eróticas, lo cual es muy de agradecer.
La doncella bien vale dos horas de vuestro tiempo. Si algo se le puede criticar es su extremada frialdad: en ningún momento te sientes conmovido, excitado o trastornado. Es como estar contemplando un retablo muy hermoso en que la perfección se impone a todo lo demás. Pero volveré a verla, de eso estoy seguro.
Eduardo
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