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España España · Honor al Sabadell!
Críticas de Grandine
Críticas 1.255
Críticas ordenadas por utilidad
7
28 de octubre de 2008
24 de 29 usuarios han encontrado esta crítica útil
Huelga decir que en esta ocasión no fue para reírse del espectador, sino más bien para alejar el recurso fácil, el giro indisimulado o el estiramiento insustancial de una conclusión que no lo necesitaba, que nos deja precisamente en su punto álgido, su clímax, sin precisar explicaciones de ninguna clase y obviando el hecho que ningún tipo de conflicto deba ser solucionado sólo porque sea mejor de cara a la galería. Y es que, ante todo, hay que aplaudir a J.T. Petty por escoger una opción tan discordante y poco placentera para dar fin a un film que concluye cuando más lo necesitaba, y cada vez que recuerdo esos últimos instantes donde el estadounidense decide ventilarse la historia con ese trazo, con esos santos cojones (porque no me queda otra que hablar en plata), no tengo otra que aplaudir y volver a pensar que hay que ser valiente para tomar una determinación así a día de hoy, más si hablamos de una película de terror.

"The Burrowers", propuesta que adquiere mayor envergadura durante su tramo final, se inicia como una búsqueda, de aquellas que rememoran el viejo oeste con detalle y precisión, porque lejos de parecer que de un tipo que dirigió en su día "Mimic 3" no se podría sacar gran cosa, aquí lleva una historia con poso, con las formas adecuadas y con un estilo que muchos querrían para sí mismos, sumergiéndonos en una de las típicas batidas que se daban en tiempos pretéritos para dar caza, por lo general, a indios o animales feroces, desembocando aquí en una caza hacía algo desconocido, algo que se conserva tan bien bajo los ejes del film, que funciona con tanta eficacia cada vez que aparece en pantalla, de lo que se dan unas explicaciones tan precisas (que por una vez no parecen innecesarias) en cuanto sale a la luz todo lo acontecido, que al final termina pareciendo más temible que cualquier arquetípico psychokiller o monstruito construido a base de FX de esos que se nos presentan a las primeras de cambio.

Tras un tramo bastante logrado, donde no sobran algunos personajes de los de siempre, pero tampoco se escatima en interesantes detalles, Petty ofrece lo mejor de "The Burrowers" en unos minutos en los que lo obvio, lo típico, el personaje salvador en el último instante o los héroes de turno desaparecen de un zarpazo, porque en su última cinta, la inteligencia prima ante todo, y pese a haber tenido que esperar para ver una secuencia como la de su desenlace, al final observas como el viaje, no sólo ha merecido la pena, sino ha sido culminado de una forma brillante, con aspereza, con perspicacia, con entereza y con un montón de virtudes que se echan en falta en tan trillado género hoy en día, que no queda otra que aplaudir, y enterrar los prejuicios que podrían haber hecho de ésta otra más, cuando en realidad no es así.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Grandine
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7
12 de agosto de 2012
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Las claves de un género que necesitaba renovarse si o si llevan subvirtiéndose en los últimos años hasta extremos inhóspitos. Zodiac, de David Fincher, fue una de las responsables de una vuelta de tuerca que Silencio de hielo aprovecha para enarbolar a través de algunos de sus logros uno de esos thrillers dramáticos cuyo poderío acapara múltiples virtudes que, aunque nos hacen anexionarla rápidamente con aquel título, también se escinden de Zodiac debido a las clarísimas ideas de un cineasta que empiezan con su puesta en escena; esa puesta en escena nos coloca en la década de los ochenta reproduciéndola al milímetro, no únicamente gracias a la ambientación portentosa, también al aspecto de una fotografía que complementa a la perfección un trabajo impecable en ese aspecto y que nos trasladará a un crímen atroz que se revelará como carta de presentación. A través de esa secuencia, la del crímen que marcará el devenir de una serie de personajes, se pueden empezar a entrever las cualidades de un cine áspero como él solo: el plano cenital de su arranque que nos aleja del criminal, el tono seco y contenido de un crímen mucho más terrible de lo que parece indicar la escena, la reacción de un compañero impertérrito ante el comportamiento del que más adelante se nos revelará como su mentor… todo resultan detalles que definen y delimitan las lindes de una propuesta que desde ese mismo instante se tornará absorbente como pocas.

Veintitres años han pasado y, de repente, sin motivos para ello, el crímen se reproduce. A partir de ese instante, una galería de personajes con más sensaciones contenidas de lo que parece topará frontalmente con la escena de un asesinato que se reproduce sin saber porque, y les devuelve a sensaciones que ya creían haber dejado atrás. Bo Odar define a todos y cada uno de esos personajes con un trazo envidiable, sin necesidad de disuasorios «flashbacks», empleando en su lugar una herramienta que cada vez parece más minusvalorada: el diálogo. En ocasiones de esencia extraña e incluso insólita, definen su carácter con trazo y una tenacidad fuera de toda duda, incluso trenzando secuencias dramáticas de lo más caprichosas que, no obstante, y lejos de deslucir el resultado, se muestran como vivos reflejos en un marco donde ese carácter dramático lo es todo.

No es hasta más avanzada la propuesta, con la aparición de un personaje pasivo y de singular comportamiento, pero tremendamente vital para el devenir de la trama, cuando el cineasta de orígen suizo parece empezar a caer en errores que rehuía con elegancia. No es tanto la manifestación de ese personaje —que, con un brillante desenlace, se termina comprendiendo— lo que diluye en cierto modo el tono de la obra, pues sigue en consonancia con el resto de comportamientos presentes en la obra, sino más bien la conversión de ese thriller dramático hacía un thriller al uso que parece querer atar cabos a toda costa, y cuya resolución parece pender de un hilo extremadamente delicado que incluye dar finiquito a una investigación que, por poner el ejemplo más cercano y mentado con Zodiac, no era realmente necesario. Cierto es que bo Odar sigue ofreciendo respuestas convincentes y que la magnífica fuerza con que afronta cada secuencia no hacen que el resultado se tambalee, pero tan cierto como que por el camino se pierde una esencia construída con mucho acierto y minuciosidad.

Lejos de esa minuciosidad sigue construyendo secuencias francamente impecables, cuyo contenido quizá rebaja un tono logrado —en apariencia— con tan poco, pero que se alejan de un contenido dramático que llevaba un peso demasiado importante como para aclararse de ese modo. No sabe, quizá, mediar un equilibrio entre dos partes que después de todo resultan necesarias y se complementan, pero sí despejar dudas con una conclusión que le deja a uno con un puñal en el pecho, preguntándose si esa exploración de remordimientos, culpa y, sobre todo, soledad han dejado de alcanzar su objetivo tras un último plano que, de tan eficaz, le deja a uno revolviéndose en la butaca, pensando que en esta intachable joya probablemente se sienten las bases de un cineasta con mucho futuro, cuya perspectiva se desplaza mucho más allá de la intención inicial tocando temas tan delicados y tan complejos con un tacto que ya muchos querrían para si, pero no sólo por saber manejarlos con excepcional trazo, sino también por dejar una cinta tan demoledora como intensa.


Crítica para www.cinemaldito.com
@CineMaldito
Grandine
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6
10 de septiembre de 2008
23 de 27 usuarios han encontrado esta crítica útil
Podría haber sido una gran película y se queda a medias. No tanto por algunos cabos (sin demasiada importancia, todo sea dicho) que se van dejando sin atar a lo largo de la cinta, sino por ese tramo final excesivamente flojo, manido y poco pulido que escasa relación tiene con lo visto anteriormente.

Y es que la peli de Gray posee un arranque que presenta esplendorosamente sus personajes y nos muestra por donde van a ir los derroteros desde un buen comienzo: Las situaciones convencen, los diálogos mantienen a flote el interés que tiene la acción y el desarrollo resulta bastante bueno, aunque ciertamente irregular.
De todos modos, el director suple las carencias con una realización compacta e, incluso, austera en algunos puntos, dando rienda suelta, además, a unos intérpretes que no lo hacen nada mal. Ni siquiera Mark Wahlberg o Eva Mendes desentonan en ese punto álgido de la propuesta.

La pega es que parece que cuando mejor rumbo había tomado todo por esa historia sobre protecciones, redenciones y escapadas, se desmonta debido a un último tramo que no sólo desarma por completo "La noche es nuestra" por presentar un hecho que se antoja excesivamente precipitado, sino también por dejar por el camino ciertas secuencias más pulidas de cara al mainstream que otra cosa. Y eso pesa y mucho. Tanto que al final todo lo logrado anteriormente (incluso algún momento de mayor envergadura dramática) se queda en un pastiche de buenas ideas en un comienzo, brillantes resultados (a ratos) por el camino y catastrófica conclusión para dejarlo en un trabajo interesante y poco más. Poco más para lo que parecía podía ser la resurrección de un género y, por desgracia, será olvidada en un tiempo.
Grandine
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7
9 de octubre de 2010
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
De una comedia desinhibida sobre el devenir sexual del protagonista, a una pesadilla semi-Lynchiana de secuencias psicotrópicas y misteriosos enmascarados. Araki, tras su encontronazo con el establishment (que dio como resultado la floja "Smiley Face"), se reencuentra con ese cine que tanto fascinó a aquellos que han disfrutado de cintas como "The Doom Generation", y que logra crear, a partir de ese marco acerca de jóvenes sedientos de sexo, otra de sus intrigas paranoides acompañando un relato donde el humor se sobrepone a cualquier tipo de consideración, y logra hacer saltar la carcajada en más de una ocasión.

Quizá el pero, en esta ocasión (que tampoco es muy grande), está en la confabulación de esa intriga, que en cintas como "Nowhere" lo dejaba todo en manos de una anarquía y un desorden palpables, y aquí es presentada como un elemento más, como si, en un momento dado, la película tuviese que virar entorno a ello y construir una atmósfera que en sus anteriores films se creaba a través de detalles.
Aun así, la cinta no se resiente, sino que además resulta uno de los ejercicios más redondos y sugestivos de toda su carrera, que deja a un lado esa presunta madurez que pareció ganar con "Mysterious Skin" y vuelve a sus orígenes, aquellos donde el surrealismo invadía la pantalla y sus personajes no dejaban de devanearse entre el sexo y las sensaciones más radicales. Puede que si cambie en su discurso que éstos personajes ya no parecen más muertos que vivos, ni se cuestionan como y cuando puede llegar su final, sin embargo, en una película de Araki la cuestión no reside en ese punto, sino en como el autor norteamericano irá confabulando esos instantes alucinógenos para regalarnos un final sencillamente demencial. Puro Araki, por si a alguien se le había olvidado que es eso.
Grandine
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7
8 de diciembre de 2008
22 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
La espontaneidad y naturalidad de Rachel Weisz logran que construya un papel digno de elogio, donde la incómoda presencia de una muchacha que, allí donde va, crea discordia, es capaz de vislumbrarse como algo tierno y dulce en cada ocasión que comparte cuadro con el personaje de Fiennes, y es que "El jardinero fiel" más allá de sus vicisitudes críticas, es un bello romance sobre dos personas que, en un momento determinado, se encuentran, se comprenden y logran establecer una conexión tan madura como interesante. Porque aunque Tessa sea una de esas mujeres imprevisibles que nunca sabes por donde van a salir, entre ellos se trenza una relación construida en base al respeto mutuo y a la afinidad que promueve esa conjunción de características tan peculiares.

Su montaje es una de las mejores bazas de las que consta, haciendo de las imágenes que componen el film un torrente de atracción visual que en ningún momento desentona con el resto de elementos y, a la par, narra esa historia que podría haber resultado tan densa, ya no sólo por sus elementos dramáticos, sino por la parte donde se torna una investigación más o menos rutinaria y se enfoca más bien hacía el thriller, con buen ritmo y unas formas que focalizan la atención del espectador constantemente en lo que se está contando.

El único pero es que su resolución, por un lado bella, puede resultar por el otro ingenua, debido al hecho de querer dejar todas las subtramas cerradas y ofrecer un resultado más complaciente para el espectador medio, pero de todos modos, se le perdona por las grandes interpretaciones que en ella se hallan (ya no sólo las de una fenomenal Weisz que arrasa con todo, o de un contundente Fiennes, sino también la de un talento infravalorado como Koundé, o la pergeñada por el magnífico Bill Nighy) y la manera de lograr que un relato que, de otro modo, se hubiese quedado en la parte más epidérmica, otorgue un abanico de posibilidades mucho más grande, y termine funcionando con esa conclusión tan bien urdida como cargada de tintes emotivos.
Grandine
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