Una notable película se deja ver muy bien, sin llegar a ser obra maestra. Pero está claro que Joffé recupera la brillantez de sus primeras obras (La Misión, Los gritos del silencio).El guión es complejo pero está muy bien dirigido. Quizá le falte un punto de intensidad dramática.
El personaje de Josemaría Escrivá se desenvuelve con sobriedad, naturalidad y sin milagrerías. Y trasluce algo muy propio de su personalidad: el buen humor, la serenidad ante las dificultades y el ambiente amable de familia que sabía crear a su alrededor. Es curioso que sea un agnóstico de izquierdas inglés como Roland Joffé el que, de alguna manera, cale en el mensaje de Escrivá de un modo positivo y certero.
Por otra parte, parece un film casi casi necesario. No recuerdo un relato de la guerra civil que esté transido, como éste, de perdón y reconciliación. Buena noticia. A lo mejor tenemos que aprender de los de fuera...

En efecto, se disfruta viendo estas películas tan bien construidas y con tan buen reparto de actores. En un repaso por la sociedad americana (¿occidental?) con todas sus virtudes y defectos. La película es muy humana, porque no divide el mundo en buenos y malos y porque siempre hay una salida hacia la esperanza. En fin, me gustó mucho. Que siga la fiesta. Entiendo que dieran el oscar a ésta y no a la soporífera y políticamente correcta Brockain Mountain

Cuentan que después de "Tres Colores", igual que lo había hecho su maestro Bergman, Krzysztof anunció que ya no haría más cine, que había dicho todo lo que que quería decir. Nadie se lo creyó, pero -al final- resultó verdad: poco después, murió

O sea, que esto es un testamento en toda regla. Una mujer que se transforma después de un proceso de autodestrucción. Y, una vez que ha estado muerta en esta vida, da la vida a los demás, y finaliza la gran sinfonía del hombre y de Europa. ¿Es la liberté? Sí, pero una libertad que se desborda en los demás. Una libertad con sentido.

Y todo ello contado de una forma sublime. Realmente, después de ver esto, piensas que al gran autor polaco no le quedaba más remedio que entrar en la eternidad. Entre otras cosas, por que, si hubiera seguido por esa línea, hubiera terminado cansando. Y es que hasta de lo sublime se puede cansar uno...

Por fin los Goya premian algo que merece la pena. Algo no convencional. La irá a ver menos gente, pero disfrutará más. Es verdad que Rosales experimenta, pero no cae en el simple orginalismo. La doble cámara no molesta, ayuda a las interpretaciones y simboliza un mundo fraccionado y confuso. La cámara se introduce dentro de la vida de unos seres corrientes con sus problemas, sus pasiones y sus dolores. Pero no se intrmete. Deja hacer con una naturalidad pasmosa. Quizá falte un poco de esperanza. Siempre, en cada historia, es posible buscar, al final, una luz. Los humanos nos merecemos que nos dejen, al menos, intuirla.