Los que tenemos más de 30 tacos y recordamos este tipo de películas que en su día vimos una y otra vez en la tele, reflejamos con nuestra nostalgia algún punto más de lo que probablemente merecen. Los 70 se distinguió por el surgimiento de este tipo de películas en las que una catástrofe era el punto de referencia para desatar todo tipo de emociones entre personas de razas, religiones y costumbres completamente diferentes que terminarán creando un vínculo emocional en un intento desesperado por salvar sus vidas. Esta plantilla cinematográfica se creó para todas estas películas cuya única diferencia era la naturaleza del desastre, lo cual no significa ni mucho menos que todas tuvieran un parámetro de calidad exacto. Precisamente por esta razón me he animado a escribir sobre “La aventura del Poseidón”, probablemente sea la que más cariño tengo de toda esa oleada de films (“El coloso en llamas”, “Terremoto”, “Aeropuesrto”...) que tantos recuerdos me traen. Hablar de una es como hablar de todas, excepto que en esta tomé un afecto especial al personaje interpretado por la brillante Shelley Winters que tuvo una importancia dramática esencial para éxito definitivo de este memorable film, por su humanidad y espíritu de sacrificio, uno de los aspectos en los que más hincapié se pretendía hacer siempre. Con todo la película ejemplariza la solvencia de saber una buena película sin renunciar por ello al entretenimiento más rudimentario y recurrente.

Atípica película de terror que si acaso no lo es tanto, dada la naturaleza de su desarrollo. Partiendo de un libro de Stephen King, “Chistine” es diferente por sus puntos clave, que despliega recurriendo a clichés típicos que ya estaban bastante manidos por los 80 y razón por la cual no se puede hablar de ella como una de las obras cumbres del cine de su director. Aún así el film tiene sus puntos fuertes, visualmente es atractiva, la música, el empleo siempre impecable del formato panorámico por Carpenter y el tratamiento de la soledad y los cambios del protagonista, que finalmente centran la atención del relato. Lo mejor está en la intensidad aplicada por el director a la personalidad del protagonista, al que convierte en una especie de Jeckyll y Hyde, en medio de esa transición Carpenter se pierde un tanto en su evolución, demasiado simple, con los típicos gamberros de instituto que sabemos lo que harán y cómo acabarán, lo cual deja un regusto de vulgaridad poco esperado en este director. En los mejores pasajes, está la obsesión por Christine, su forma como elemento vivo, sus sentimientos como ser activo capaz de trasmitir a través de actos violentos y que hace que creas que realmente es un ser y no un elemento inanimado de fatal belleza. “Christine” desprende irregularidad, que se torna en un exceso de tosquedad que se mezclan con el buen oficio de Carpenter en la dirección, permaneciendo un film bastante aceptable que podría haber resultado bastante más satisfactorio.

Motivada por el efecto “Seven” principalmente, de la cual es deudora casi por completo, el director pretende dar un giro original con el policía minusválido cuya interpretación de las motivaciones criminales de aquellos que persiguió sigue estando intacta, ayudado por una joven y avispada policía que se convierte en sus ojos y extremidades para intentar atrapar a un asesino en serie que tiene un mórbido estilo para acabar con sus víctimas. En líneas generales el film de Phillip Noyce es muy correcto y está bien elaborado y dirigido, tan sólo la mediocridad del guión hará que determinadas fases del mismo naufraguen. La química entre Washington-Jolie es escasa y la definición de los acontecimientos es lo que realmente mantiene el interés. Si la película tiene un tono bastante lineal en su mitad, esta comienza a decaer en su segunda parte, en la que el desarrollo de los sucesos marcará un final simplemente desastroso que dará al traste con sus buenas intenciones. La relación entre el dúo protagonista terminará siendo tan alocada que simplemente queda en un disparate de cómoda resolución, casi tan penoso como su funesto final, tan apático, indiferente que carece de cualquier sentido. La conclusión final es la de un film bienintencionado, con un nivel de acierto en su arranque, pero con un mal desenlace.

Este film da carpetazo 17 años después, a la saga de “Harry el sucio”, tras cinco (con esta) entregas el personaje se ha movido con mucho éxito dentro del ámbito cinematográfico, ha sido el catalizador de muchas opiniones encontradas y ha prevalecido su jerga sin llegar a resultar un dinosaurio envejecido por sus propios criterios ideológicos. Es ahora el momento de jubilar al personaje, sin despreciar su origen ni los principios que le vieron nacer como un icono social. “La lista negra” no es una gran película, tampoco es una mala película, digamos que intenta cumplir un objetivo que es sobretodo mantener un nivel digno, algo que al menos consigue. Es un film con tremendos altibajos, que hay que achacar a un endeble guión que presenta dos batallas diferentes, una con el personaje y otra con la historia siendo en ambos casos poco continua en cuanto a calidad, a pesar de tener buenos momentos y divertidos. Harry continúa (como no podía ser de otra manera) con su lucha contra la burocracia, los jefes incompetentes, siendo ahora mucho más veterano y con una enorme reputación, incluso la prensa se interesa por sus procedimientos para lograr sus objetivos. En cuanto a la historia es un tanto vacía, si bien parte de una proposición interesante como es la de un asesino en serie que utiliza una lista en la que aparecen sus futuras víctimas, ésta no está nada trabajada, es difícil solidarizarse con el tipo de personas que aparecen en esa lista lo que hace difícil la complicidad a la hora de entrar en la trama, la identidad del asesino es casi insustancial y la investigación de Harry y su compañero queda arrastrada por lo que les sucede a ellos mismos en lugar de las pretensiones del asesino. El salvavidas de este film radica en el efecto colateral que ejerce la figura de Eastwood, su presencia y credibilidad, la simpatía que corre por nuestras venas y que nos lleva a preocuparnos por él y no por el resto de las víctimas de la lista. Tenemos la oportunidad de ver a un Jim Carrey en el inicio de su carrera y a Liam Neeson que igualmente comenzaba su despegue, pero sin duda la película es Eastwood un gigante entre los grandes que cierra una etapa de su brillante carrera.

La segunda parte de “Viernes 13” es la única de todas las secuelas que aporta novedades importantes y significativas. También aporta incongruencias argumentales importantes especialmente al tratarse de Jason Voohies el asesino, ya que eso significa que tal y como su madre creía no estaba muerto por cuando cabe preguntarse ¿donde puñetas estaba mientras su madre asesinaba a diestro y siniestro pensando que se había ahogado en el lado, razón de su venganza? Supongo que dadas las características del género del slasher tampoco hay que revolver demasiado todos los puntos oscuros y misteriosos que giran en torno a las excusas que se inventan para perpetuar sagas que en la mayoría de los casos no tienen razón de ser. En “Viernes 13” quizás sí que adquiera sentido ya que el asesino de la máscara de Hockey (que en esta película aún no lleva) no hubiera nacido de no ser por sus secuelas. En este caso concreto, el film no está mal y se acerca bastante a su original, no olvidemos objetivamente, que si “Viernes 13” marcó una época tampoco significa que estuviésemos ante una obra maestra precisamente, por lo que continuar con Jason como epicentro de este seísmo mediático, ayudaba a atemorizar a las masas más que una vengativa mamá. Estructuralmente es más de lo visto en la primera parte, pero honestamente ofrece lo justo que de ella se esperaba.