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Críticas de FATHER CAPRIO
Críticas 641
Críticas ordenadas por utilidad
8
10 de enero de 2009
46 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
No es de Lubitsch pero podría serlo. Con ello, creo que estoy elogiando a un excelente director, Leo McCarey y a una magnífica comedia, La pícara puritana, película que, a pesar de los años transcurridos desde su estreno consigue una amplia sonrisa de los espectadores gracias sobre todo a unos diálogos tan oportunos como inteligentes, a un ritmo que no decae en ningún momento y a unos actores (Cary Grant e Irene Dunne) cuya relación cinematográfica irradia esa química imprescindible en toda comedia que se precie.

No es cuestionable el Oscar de 1938 al mejor director de Leo McCarey y muy merecidas las nominaciones de Ralph Bellamy e Irene Dunne. Si a todo ello le sumamos la nominación a mejor película, mejor montaje y sobre todo mejor guión, pues agua tan bendecida tiene que tener algo y aunque a veces los premios no guardan relación con los verdaderos méritos contraídos, en este caso sí.

Y quiero detenerme en lo que hace referencia al guión, porque miren ustedes, hacer reír al espectador nunca ha sido tarea fácil y los guionistas con escasez imaginativa han recurrido ( y lo siguen haciendo) a las tartas en la cara, a los tropezones y similares. Y eso está demasiado visto. El espectador busca un humor que no sea un atentado contra su inteligencia. Y ese humor lo encontramos en Lubitsch, también en Billy Wilder y en esta película de McCarey.

Las "salidas" de la tía Patsy son magistrales:

El marido y el profesor de canto abandonan corriendo la habitación de Lucy (Irene Dunne)
El rico pretendiente (Bellamy), a la vista del paño, exclama: "He aprendido a conocer a las mujeres"
La tía Patsy le entrega la carta de despedida de Lucy que ya tenía preparada: "Aquí tiene el diploma".

Y muchas más. Hasta nos reímos con Cary Grant de patoso en el concierto. Y les aseguro que no soy de risa floja.

Habrá quien diga que este tipo de comedias se quedaron anticuadas, que la sociedad ha cambiado mucho, que los roles masculino y femenino son muy diferentes. Y tendrá razón. Pero miren, lo mismo me digo yo a mí mismo, pero no sé bien lo que me pasa, me sigo riendo.
FATHER CAPRIO
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8
27 de mayo de 2007
40 de 43 usuarios han encontrado esta crítica útil
La colaboración Ford-Fonda se inició con esta película sobre el político americano Abraham Lincoln. Una película que ha recibido críticas de todos los colores, desde quienes consideran que el film es en exceso ligero y folletinesco hasta quienes lo encumbran al nivel de obra magistral.

Desde luego, para quienes desconocemos la vida de este presidente americano, absolutamente crucial en la historia del país de las barras y estrellas, la película resulta entretenida e ilustrativa de sus primeros pasos como jurista y abogado rural.

Ford, partiendo de determinados hechos biográficos como por ejemplo el trueque de los libros de leyes ó el juicio de los dos hermanos, construye una obra mayor con la colaboración inestimable de un Henry Fonda tan perfectamente caracterizado, maquillado y con prótesis maxilares incluidas que resulta casi irreconocible como Fonda mientras que es el vivo retrato de Lincoln. La figura histórica de éste es tratada con absoluto respeto y las pinceladas humorísticas con que John Ford adorna al prohombre americano únicamente sirven para realzar todavía más si cabe su categoría como hombre de leyes y sobre todo como persona.

Si a ello le añadimos algunas referencias a esa dualidad histórica con que tuvo que enfrentarse - la mediación entre dos vecinos, la elección entre dos tartas, la defensa de dos hermanos - y especialmente ese final caminando entre la tormenta a los acordes del Glory Glory Haleluya, pues tenemos como resultado una reseña digna de un personaje singular además de una meritoria exaltación del espíritu patrio. Exaltación que cautivó el interés de otro genio mundial del cine como fue Sergei Eisenstein por esta película.

Y por si todo lo anterior no fuese bastante: la interpretación de Henry Fonda, histórica. En todos los sentidos.
FATHER CAPRIO
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8
9 de abril de 2010
38 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de ver esta película me di el volteo acostumbrado por otras páginas de la red para contrastar mis opiniones con las de otros espectadores. Concretamente en IMDB me encuentro con 61 comentarios a un film que en esta página tiene solo 2. Evidentemente pongo cara de sorpresa y me cuestiono ¿Qué está pasando? Probablemente la distribución del film en nuestro país no haya sido lo que cabría esperar de un buen film, incluso magnífico por momentos, pero al que la escasez de presupuesto, los conflictos de producción y otras circunstancias han metido tijera hasta el punto de que la coherencia del guión y la estructura del argumento se sostienen materialmente por los pelos.

La RKO no quiso dar financiación A al proyecto de Val Lewton (La mujer pantera) mientras el afamado productor de horror movies insistiese en encargar el trabajo a un novel como Mark Robson. Por tanto, Sancho, habemus serie B. Sin embargo hay series B buenísimas y encima baratas. Y estamos ante una de ellas. Encima breve (2 veces buena). Pero a la versión que circula por estos lares le vendría pero que muy bien un libro de ruta. Sin él, seremos capaces de llegar a buen término pero seguro que nos perdemos por el camino más de lo aconsejable.

Digamos que este es, con claridad, el film que inspiró a Hitchcock la famosísima escena de la ducha de Psicosis. A su vez es el film que recoge el testigo (a distancia) de la película de Tourneur citada anteriormente La mujer pantera, producida como se ha dicho por Lewton. La persecución por Village Street es uno solo de los excelentes momentos de una película que tiene muchos: La habitación con la soga y la silla, la tensión en el Metro, la investigación nocturna en la fábrica de cosméticos, la presión psicológica instigadora del suicidio, la normalidad aparente de unas sectas satánicas integradas por gentes tan respetables como usted o como yo, el final...

Pero a la historia le faltan enganches (Probablemente sean retales cortados por la tijera podadora de gastos excesivos) y le sobran protagonistas. En un principio creemos que la hermana de la desaparecida Jacqueline es el pivote de la película, pero luego se nos cuelan de rondón un marido que no lo reconoce así de primeras, un doctor quizás demasiado amigo y un poeta fracasado. Sus relaciones probablemente inconfesables quedan como el love "in the air", en el mismo air que ciertos atisbos de amistades peligrosas femeninas.

No estoy en contra del cine que exige al espectador usar las neuronas a la par que los ojos, pero, por favor, dejen algunas cuantas piezas para construir un puzzle medio coherente. Aún así la película es sumamente recomendable y debe verse. Ahora, eso sí, procuren hacerse con la versión íntegra o cuando menos con una versión visualmente correcta y bien subtitulada. No fue mi caso. Seguro que de ello se resiente mi valoración.
FATHER CAPRIO
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8
21 de septiembre de 2007
38 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Por increíble que parezca se estrena en Italia en 1949. Y es que hasta los italianos estaban más liberados que nosotros en materia de destapes. En esta España nuestra de fajas, fajos y refajos, todos muy púdicos y castos, la película no sólo fue masacrada por la tijera sino que además, sus restos, quedaron postergados hasta los 70 para exclusivo visionado de la progresía.

Claro que, visto lo visto y llovido lo llovido, hoy, casi sesenta años después, lo “indecente” se vuelve absolutamente inocente. Pero, eso sí, la Mangano era mucha mujer antes y ahora, y un muslo suyo valía por todas las rodillas de Claire y zarandajas similares. En materia de mundo y demonio, las francesas quizás sean más espabiladas pero en lo de carne, ganan las italianas por goleada ¿Y donde queda España se preguntarán? Bueno, no lo sabremos nunca, porque todos los celuloides están hechos trizas y que yo recuerde, tuvimos que esperar hasta las Historias de la Frivolidad y la era del destape, para empezar a “conocer” mujer.

En materia cinematográfica pura y dura, la película es un buen exponente del neorrealismo italiano, con el tema más real que pueda existir: La supervivencia. Dentro de este contexto no está de más recordar las características del neorrealismo italiano, y así leemos en Wikipedia: “ se caracteriza por tramas ambientadas entre los sectores más desfavorecidos, abundante en el uso de los rodajes exteriores, con importante presencia de actores no profesionales entre sus secundarios, y, con frecuencia, incluso entre los protagonistas. Las películas reflejan principalmente la situación económica y moral de Italia en la posguerra, y reflexionan sobre los cambios en los sentimientos y en las condiciones de vida: frustración, pobreza, desesperación...”

Si ven la película comprobarán que Arroz Amargo es neorrealismo mezclado, no agitado, con melodrama y aderezado con un buen chorro de tensión delictiva, pero en el fondo, en su esencia, no deja de ser una lucha por la supervivencia, muy bien interpretada por actores sumamente creíbles dentro de este contexto. ¿Qué les parecen Vitorio Gassman ó el mismo Raf Vallone ?.

Respecto a Silvana Mangano no les pregunto. Porque da más la imagen de poder ganarse la vida con el “boogie boogie” (tómenlo en sentido real o figurado, como deseen) más que con el arroz.

Para finalizar: Buena película, con un guión excelente (alcanzó la nominación para los Oscar), bien dirigida, real como la vida misma, impensable para los españoles de aquellos tiempos en que el norte del tobillo femenino era como la inexcrutable selva del Amazonas, con buenos actores y una Silvana Mangano también muy buena...

¿Se la van a perder?.
FATHER CAPRIO
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8
13 de diciembre de 2008
37 de 38 usuarios han encontrado esta crítica útil
El año 1945 estuvo marcado, cinematográficamente hablando, por argumentos psicológicos y relaciones materno o paterno filiales destructivas. Y entra en el terreno de lo curioso que el Oscar a la mejor actriz de aquel año fuese para Joan Crawford por su interpretación de una madre tortuosamente sacrificada por su hija, en una película, Mildred Pierce (Alma en suplicio), donde el cine negro se da la mano con el melodrama, en noble competencia con Gene Tierney quien dio vida y belleza a la posesiva Ellen Berent fuertemente traumatizada por una anormal e inexplicada, para el espectador, relación padre-hija.

Esta extraña filiación es el punto de partida de una excelente película, Que el cielo la juzgue, dirigida por un John M. Stahl de quien tan sólo conocía su labor co-directora en El príncipe estudiante de Lubitsch. Francamente, Stahl lo hace bien. Parte de una gran novela, el best-seller de Ben Ames Williams, pero trasladar la literatura al terreno de la imagen no es fácil y mucho menos cuando el sentido profundo de los acontecimientos hay que buscarlo en el terreno de los desequilibrios mentales.

¿Cómo se filma la locura? Muy fácil. Como lo hace Stahl en esta película. Con la ayuda interpretativa de una gran Gene Tierney (la inteligencia de la locura), con pequeños detalles de gran significado ( el pliegue de la alfombra sobre la escalera), con frases que giran bruscamente (la conversación con el doctor que asiste al hermano inválido), con sentencias como "Ellen siempre gana", con el impactante inmovilismo de la secuencia de la barca, con los "preparativos" para el café campestre...

Un film destacado por el propio Martin Scorsese en su "personal journey with Martin Scorsese (Through american movies)" donde califica a Que el cielo la juzgue de película negra en rutilante color. Color que mereció, el reconocimiento de la Academia.

Para no cometer injusticias, mencionar el buen trabajo de Cornel Wilde, en la que probablemente sea su mejor película, así como valorar la interpretación de Vincent Price como despechado y vengativo fiscal del distrito. Todo ello regado abundantemente por la perfectamente acoplada música de Alfred Newman. Otro genio.

Imprescindible.
FATHER CAPRIO
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