Le iba a dar un aprobado raspado, pero le doy un suspenso en toda regla, porque no hay derecho a que Scott perpetre semejante bodrio. Ya sabemos que está perdido para el séptimo arte desde hace mucho, pero esto es demasiado para el sufrido espectador. Alguien debería decirle seriamente y de una vez que se dedique a la producción, o a la poesía, si es que ya no da para otra cosa.
También resulta preocupante el que tenga tantas críticas profesionales positivas, leerlas constituye toda una antología del disparate, y el que disfrute de una nota actual de nada menos que un 7,2 en base a 3980 votos, cuando películas decididamente mucho mejores no pasan del 6,5.
Es una película para niños, pero pequeños, muy infantil. Creerse algo de ella es todo un acto de fe.
Resulta sorprendente que una película de Scott flojee tanto en imaginación y efectos especiales. La lista de barbaridades sin sentido es interminable; por ejemplo cuando se quiere hacer aparecer al prota delgado por haber perdido peso. No se hacía tan mal ni en una película española de hace cincuenta años. Algo grave le pasa a Scott. Conociéndole, igual es que anda a tortas con el equipo técnico.
Al cabo de veinte minutos ya se sabe cómo va a terminar, y yo pensaba: ¡todavía faltan 124 minutos!
Una americanada en toda regla, no le falta de nada, con todos los tics, sensiblerías y horteradas de rigor. Ya terminando, una de las astronautas le demuestra su amor a un compañero y le besa en la escafandra; por poco me levanto y me voy. Todo por los Estados Unidos, banderitas por todos lados, pero van y se les olvida dejar una en Marte. Parece un anuncio de USA, tenían que pagar por ir a verla.
Es graciosísimo que todo el mundo en esta película es bueno (como en la de Summers), no hay nadie malo, ni medio malo, ni normal, todo el mundo es perfecto, muy bueno y superinteligente. Tan gracioso como pensar en que el director de esta película es el mismo que el de 'Alien, el octavo pasajero'. Tan gracioso como darse cuenta de que Jeff Daniels es tan buen actor interpretando al director de la Nasa como al más tonto de 'Dos tontos muy tontos'.
La única explicación que veo para todo este desaguisado es que Scott pretenda quedarse con el respetable.
Solo hay una cosa en el fondo que me gusta de ella que, aunque muy conocida, la película sublima, la inveterada obsesión estadounidense por salvar a cualquiera de sus ciudadanos allá donde se encuentre. Algo admirable, pero que en esta chapuza también se vuelve hasta ridículo.
Y no se puede decir mucho más, porque no da para más.

Con el título me refiero a que ''Mr. Holmes'' demuestra que el detective es humano, cosa que anteriormente resultaba ciertamente dudosa. También me refiero a que por suerte o por desgracia todos terminaremos como él. Por suerte si llegamos a su edad en tales condiciones y por desgracia porque acaso no convenga.
Me parece una película notable porque refleja bastante bien esa insoportable levedad del ser, ese inevitable desastre físico, pero sobre todo mental, que se produce con la edad. En el caso de Holmes algo todavía mucho peor, qué decir de una privilegiada mente que se desmorona; tiene que ser dramático, aunque la cualidad más importante del ser humano, la que le ha llevado a adueñarse del orbe, es su capacidad de adaptación, el acostumbrarse a las circunstancias por duras que estas sean, el seguir viviendo a pesar de todo. Y esto de seguir viviendo a pesar de todo, mejor justo todo lo contrario, es la segunda historia de la película, o la que está dentro de la primera. Muy interesante también, pues Holmes descubre todo su egoísmo y también cobardía cuando se encuentra frente a una decisión trascendental en su vida: atar su destino al de otra persona. Aunque de esa decisión se arrepienta todo el resto de su vida, ¿pero se arrepiente o solo lo siente por ella?
Como es de esperar en cualquier película británica, pero no por ello menos de agradecer, la ambientación, vestuario y maquillaje son impecables. La fotografía es maravillosa; esos acantilados blancos de Sussex, esos jardines, los perfectos encuadres... Agradezco al director algunas perlas cinematográficas como la impagable mirada entre el niño y el anciano cuando este, súbitamente, pierde la noción de las cosas por un momento. Hay pequeños detalles que me parecen fallidos como la distancia que un anciano de más de noventa años cubre para darse un baño en el mar, el mismo anciano que al rato apenas puede moverse. También me parece errado el abuso e intercalación a destiempo de tanto flashback. Siempre me ha parecido que el flashback casi siempre afecta negativamente al ritmo de una película.
En cuanto a los actores, McKellen irradia como siempre un gran magnetismo (y perdón por lo de Magneto) y borda su papel. Es el tipo de actor inglés, afortunadamente como tantos otros desde hace tanto tiempo, que nunca defrauda, que siempre está a la altura. El niño me parece mal elegido, tiene una apariencia demasiado especial.
En fin, recomendable.

Le dice un egipcio a otro en la película.
Hay tres países; Egipto, Nigeria y México, que se parecen en lo enormes, muy habitados, peligrosos y corruptos. Quizá en Egipto a la corrupción solo le gana la suciedad. He tenido la desgracia de recalar por trabajo en ese país varias veces y puedo certificar que la habitual corrupción de los países norteafricanos alcanza en ese país su máxima expresión. La ''mordida'' no se sugiere, sino que se exige. Esto es algo que el film refleja perfectamente y se diría que es el objeto del mismo. El régimen de Mubarak cae y como cabía esperar ''más vale malo conocido que bueno por conocer''. Y el caso es que ahora aquello está en las mismas, otra vez a punto de explotar.
Pero vayamos a la película. Es un gran thriller policíaco que no tiene nada del otro mundo, aparte de estar rodado sobre un avispero, pero que resulta muy efectivo. La cámara no es buena, la fotografía menos, la ambientación en fin, la música bueno, la historia bastante gastada y el guión a veces sorprendente y a veces confuso, pero la película cumple perfectamente su objetivo. Tiene un ritmo muy vivaz y los actores son estupendos. Al ''chato'' le tenía visto en alguna serie nórdica y ya me llamó la atención, me pareció digno de más altas instancias y aquí se sale con la suya. La cantante tunecina es maravillosa y la chica sudanesa soberbia. Los secundarios van perfectamente también. El tándem faraónico-vikingo se engrana de manera muy profesional y el resultado es muy interesante.
Qué gracia el título en español y qué gracia la marca del tabaco que fuma el poli.
Un país tan corrupto que se asciende de teniente a coronel directamente.

Lo mejor es la imagen, sobre todo algunas de ellas. El color es sensacional y el empleo de la cámara lenta muy acertado.
La música, que parece que se han debido currar mucho, ni es buena ni se acopla bien con lo narrado, que es lo peor. La voz del narrador no está mal, aunque sus parloteos son sensibleros, cuentan poco y tiene un pretendido humor de poco calibre. La película, en este sentido, hubiera ganado mucho con un fondo musical bien adaptado y sin tanto rollo. La naturaleza habla por sí misma. Debería haberse dado más protagonismo a una banda sonora natural.
El gastado modelo narrativo del paso de las estaciones podría haberse cambiado o mejorado para realizar una obra con más interés e importancia.
Finalmente creo que lo peor de la película es que no capta debidamente el espíritu cantábrico. Es un film bastante superficial, que va de tópico en tópico y que apenas sorprende. Un rico patrimonio natural que no se ha sabido ensalzar y solo se ha reflejado de manera simple.

Obra más teatral que cinematográfica y bastante insulsa. No naufraga del todo gracias a las vigorosas actuaciones de la Smith, deliciosa y magistral, y de la Scott-Thomas, la sonrisa más bella del mundo. Kevin Kline, tan anodino y tan pareciendo que solo pasaba por allí como siempre. París sale poco y la música, vestuario y decoración son tan insulsos como la propia película. A los secundarios no se les da ninguna oportunidad. Mi vecino de butaca y yo sintonizamos ante la proyección, ya que ambos dormitábamos en algún momento. La trama y los diálogos de flojos para abajo. El argumento se prestaba para el humor y provocar alguna risa pero, a pesar de la predisposición del respetable, ni siquiera eso. Del montón, montonazo.