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Críticas de Manospondylus
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Críticas 89
Críticas ordenadas por utilidad
8
25 de mayo de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine es espectáculo. Georges Méliès bien lo sabía hace más de 100 años. Y Los Vengadores: Infinity War es espectáculo. Un espectáculo apabullante a una escala nunca vista en el cine de superhéroes. El máximo exponente del cine palomitero (que nadie lo entienda como algo negativo), pues es al blockbuster lo que una ópera de Wagner a la música.

Infinity War es una epopeya descomunal de proporciones cósmicas en la que finalmente convergen (casi) todas las líneas argumentales del Marvel Cinematic Universe (MCU). La culminación de una obra de 10 años y 19 películas (no todas buenas). Más de 38 horas de metraje para un proyecto enorme, bien hilvanado y relativamente bien cohesionado (de una película a otra siempre hay detalles pillados por los pelos), con más de 20 superhéroes y superheroínas.

Aclaro desde ya que Infinity War no llega como algo completamente fresco o revolucionario en un género que está muy explotado. Simplemente, los hermanos Russo y Marvel Studios cogen todo lo que han hecho, lo juntan en una película y lo llevan un paso más allá. Es más grande, con más personajes, más tramas, más acción, más espectacularidad y más drama. Y por eso, aunque es evidente que en el cine "más grande" no significa "mejor" y prueba de ello son muchas secuelas flojas y remakes decepcionantes, es difícil no rendirse ante semejante espectáculo.

Obviamente, quien no esté familiarizado con las películas que la preceden (18, nada menos, de las que sólo Ant-Man no sería relevante para lo que ocurre en esta) terminará perdiéndose con tanto personaje, lugar y nombre, porque Infinity War depende casi por completo de las entregas anteriores. A estas alturas el fandom es lo bastante extenso como para permitirse hacer una película sólo para fans. Ese era el plan de Kevin Feige cuando fundó Marvel Studios como una productora independiente con la intención de crear un universo compartido en el cine (una idea arriesgada en su día que ha terminado en un rotundo éxito comercial). Feige es el encargado de orquestar todo el plan y de mantener la coherencia en el MCU, aunque siempre me ha parecido que hay tramas y personajes en algunas películas que tienen un encaje algo complicado en el conjunto de este universo, como, Dormamu y Hela, y los distintos modelos cósmicos que aparecen en Thor, Guardianes de la Galaxia y Doctor Strange, cuyas supuestas compatibilidades nunca se han explorado en el cine (ni siquiera ahora que estas historias se han terminado cruzando).

He dicho que Infinity War tiene más de todo, pero eso no es cierto en lo que a humor se refiere si la comparamos con las entregas de Guardianes de la Galaxia. Sin embargo, se las han apañado para meter bastante (es ya la marca de la casa) y es meritorio cómo lo han combinado con tanta escena trágica en una sola película sin que comedia y drama se estorben. Afortunadamente, y a diferencia de Thor: Ragnarok, los chistes se los dejan principalmente a quienes les corresponde: Stark y los Guardianes (Rocket y Drax protagonizan sendos momentazos cómicos). En este sentido, es curioso cómo cada personaje se mantiene en su línea, aunque los tonos de las películas de las que proceden sean radicalmente diferentes; y es particularmente loable en el caso de los Guardianes que directamente parecen estar en una de sus películas (James Gunn ha contribuido a ello escribiendo sus diálogos), pero sin quedar fuera de lugar.

Por otra parte, Infinity War es también el arco argumental más importante del MCU desde la primera de los Vengadores (sí, mucho más que Civil War, cuyo conflicto apenas se aborda). De entrada, la película comienza destrozando los finales felices (más o menos felices) de varias entregas previas, llegando a matar a dos personajes importantes en los primeros minutos y eliminando un mundo entero fuera de pantalla.

Puesto que se da por sentado el conocimiento de la mitología del MCU, no hay presentaciones para los héroes y heroínas: ya los conocemos bien de las anteriores películas, lo que no quiere decir que todos hayan sido bien definidos (por ejemplo la Bruja Escarlata y Visión, y es una pena, porque parecen interesantes). Es encomiable el hecho de que una veintena de personajes tengan sus momentos y experimenten algún tipo de desarrollo y sus respectivas subtramas avancen en algún sentido. En particular me agrada lo que han hecho con Thor, después de la ligera decepción que supuso Thor: Ragnarok. El resto del elenco también está ya presentado, salvo los enemigos (aunque el principal ha sido introducido con menciones y pequeñas apariciones desde Los Vengadores) y una suerte de herrero que realiza una aparición tan breve como inolvidable, interpretado por el carismático Peter Dinklage.

Y luego está Thanos. Si los villanos del MCU son siempre estereotipos vacíos completamente olvidables (con notorias excepciones como Loki y el Buitre), el titán Thanos se perfila desde sus primeros segundos en Infinity War como uno de los mejores villanos del cine de superhéroes, la space opera y la fantasía moderna, además de uno de los puntos fuertes de esta película. Un sujeto que lleva eso de "el fin justifica los medios" al límite y, conociendo los efectos que tuvo de la superpoblación y la sobreexplotación de los recursos naturales en su planeta de origen (Titán, que en el MCU no es el satélite de Saturno), planea reducir la población a la mitad empleando las Gemas del Infinito en un intento de "salvar el universo". El argumento de Infinity War sigue los progresos de este personaje y lo convierte en el auténtico protagonista.

Desafortunadamente, sus siervos son mucho menos memorables: los Hijos de Thanos tienen la profundidad de una capa de grafeno y estéticamente parecen un grupo de malos genérico de un shōnen aún más genérico, y su ejército está compuesto de masillas desechables (eso sí, el diseño es más amenazador que el de los parademonios de Whedon en Justice League). Si hay dos "hijas" de Thanos...

(Sigue sin spoilers)
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Manospondylus
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7
20 de noviembre de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Considerada por muchos (en especial por la crítica profesional) como la mejor película de Harry Potter, lo que es discutible pues otras entregas bien pueden disputarle esa posición (La Cámara Secreta es la más fiel a su correspondiente novela, El Cáliz de Fuego la que mejor condensa uno de los libros largos en una sola película y las dos partes de las Reliquias de la Muerte cuentan con numerosos puntos positivos), sí es cierto que es mucho más madura y oscura que sus predecesoras, y ocupa una posición intermedia entre el estilo más de cuento de las primeras y el drama y la gravedad de las últimas entregas de la saga.

En cuanto a la historia, el guión adapta la tercera novela de Harry Potter en la que el joven mago deberá hacer frente a una nueva amenaza: el prófugo Sirius Black, recientemente huido de la prisión mágica de Azkaban. Por lo demás, la película (y libro) repite una estructura muy similar a la de las entregas previas: Harry pasa el verano con sus tíos y, tras escapar precipitadamente y pasar por el Callejón Diagon (en la película sólo vemos el Caldero Chorreante), regresa a la escuela de Hogwarts donde van ocurriendo sucesos cada vez más tenebrosos hasta llegar al sorprendente desenlace (Rowling siempre deja alguna sorpresa para el final).

Pese a la relativa brevedad de la novela (en comparación con las siguientes), el guión deja fuera varios aspectos fundamentales a la hora de entender ese mundo y que serán claves en posteriores entregas. Me refiero especialmente a la relación entre el padre de Harry y sus amigos, al asunto de los animagos y licántropos, y la identidad de los creadores del Mapa del Merodeador (que aparece por primera vez en esta tercera parte): Lunático, Colagusano, Canuto y Cornamenta (en esta película nunca se aclara quienes son, ni se revela el porqué de la forma de cierto Patronus). En cambio, el tramo final de la cinta, que podría haber sido muy lioso si se hubiera adaptado mal, está casi perfecto (pese a un pequeño sinsentido en la idea en sí, que viene del libro).

Por lo demás, tenemos una película correcta. Cuarón marca distancias con Columbus (director de las 2 primeras que ejerce aquí de productor) y aporta un poco de su estilo, aunque sus metáforas sobre el consumo de drogas y la masturbación durante la adolescencia sobran completamente. Las escenas tienden a estar mucho más abarrotadas y cargadas de detalles y sucesos que ocurren en segundo plano (muchos son simples bromas), y se incluyen pequeños guiños incluso a otros libros de Harry Potter. Es también patente ese oscurecimiento (algo constante en esta saga fílmica) que anticipa la amenaza que se avecina, y que también resta algo del encanto infantil que tenían La Piedra Filosofal y La Cámara Secreta (algo que termina por desaparecer en las películas posteriores). Por otro lado, tras el desenlace, Cuarón opta por un cierre algo repentino y mucho menos "bonito" que el de las dos primeras partes (y que el de las posteriores). Es también la primera película de Harry Potter que muestra unos títulos de crédito diferentes, en este caso, imitando el Mapa del Merodeador (detalle de agradecer que se imitaría de distintas maneras en las tres entregas siguientes, aunque sólo al inicio de los mismos).

Daniel Radcliffe, como Harry Potter, va mejorando (muy poco a poco), pero siempre se ve superado por Emma Watson y Rupert Grint (Hermione y Ron, respectivamente) que se van asentando como los mejores de entre los jóvenes intérpretes de la saga (junto a Tom Felton, Malfoy, quien clava su papel desde la 6ª parte). Sin embargo, lo más interesante es ver cómo van creciendo película a película (como actores y físicamente) a lo largo de casi una década (y eso que Columbus creía imposible el mantener el reparto durante toda la saga), lo que en sí ya aporta mucho a sus personajes y los hace más reales (me refiero a que verlos pasar literalmente de la niñez a la adultez en 8 películas hace más creíble toda la historia). Se incorporan al reparto David Thewlis, como un gran Lupin, y Gary Oldman como el fugitivo Sirius Black. He de decir que en su día no me terminaba de convencer el Sirius de Oldman (quizá porque lo imaginaba más demacrado), pero después de ver su trabajo a lo largo de toda la saga, no puedo imaginar otro Sirius mejor. También se incorpora Michael Gambon como Dumbledore en sustitución del fallecido Richard Harris. Por respeto a su predecesor, Gambon interpreta una versión diferente de Dumbledore, menos señorial y con cierto aire hippie que, sin embargo, funciona igual de bien. Y, como siempre, buen trabajo por parte de los veteranos como Maggie Smith y Alan Rickman, aunque sus papeles sean relativamente breves.

En cuanto a los efectos visuales hay un poco de todo. El CGI mejora respecto a las primeras partes, pero su abuso (innecesario, además) en algunos momentos lo vuelve molesto y resta verosimilitud a alguna escena. El hipogrifo Buckbeack está muy logrado y resulta convincente (combinación de animatrónico y del mejor CGI de la cinta), pero, por otra parte, otras criaturas (cierto perro digital y el animatrónico de la rata Scabbers) son mucho menos reales. También hacen su debut los aterradores y enigmáticos dementores que, si bien el CGI también es mejorable, cuentan con un diseño genial, en mi opinión mucho mejor que el que emplea David Yates en las últimas entregas de la saga. La presentación, en el expreso a Hogwarts, de estas siniestras criaturas es inmejorable y el que se muestre de forma literal la sensación de frío que causan en la gente (helando todo a su alrededor) me parece acertado.

El castillo Hogwarts (miniatura) está perfectamente integrado en el paisaje escocés, dejando unas imágenes realmente bellas (hay un puñado de tomas aéreas muy interesantes repartidas por toda la película). Mucha gente ha notado que hay importantes variaciones en el castillo y el entorno que lo rodea.

(Continúa en el spoiler, sin spoilers, por falta de espacio)
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Manospondylus
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9
16 de julio de 2016
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después del primer manga y anime de Utena (que, por otra parte, son bastante diferentes entre sí) llega un nuevo manga y película (también con ciertas diferencias entre ellos) que vuelven a contar la misma historia pero de forma muy distinta, con cambios sustanciales en los personajes y en la trama.

El argumento de Adolescence of Utena (o Adolescence Mokushiroku) es muy similar al de las anteriores versiones: Utena ingresa en una elitista academia, Ohtori, donde descubre a un selecto grupo de personajes que compiten por Anthy, la "Novia de la Rosa", de quien se dice que concede un gran poder a quien se prometa con ella. Al ver la forma en el que el actual prometido de Anthy la trata, Utena hará todo lo posible para liberarla.

No es, sin embargo, un simple resumen o recopilatorio de la serie (como los que se han hecho con Death Note, Puella Magi Madoka Magica o Shingeki no Kyojin), ni mucho menos. Todo presenta importantes cambios. Y es que, aunque al principio resultará familiar a quienes conozcan el anime Shōjo Kakumei Utena, la historia no tarda en tomar otro rumbo. Y sin embargo mantiene como principal tema el desarrollo de Utena, es decir, su conversión en adulta. No faltan muchos de los elementos y personajes de la serie de televisión: hay rosas, duelos, coches, sexo y muchas metáforas visuales (algunas casi incomprensibles).

Los personajes difieren de los que conocemos de la serie. Físicamente, Utena presenta un aspecto mucho más masculino, con el pelo corto (o recogido) y vestida con pantalones largos y chaqueta, pero el cambio va mucho más allá de la apariencia. Utena es más introvertida que su versión de la historia previa y, en cambio, Anthy es más extrovertida, alegre, abierta y promiscua*(1). También hay una atracción entre ellas más explícita y sexual que en la serie, donde su relación se muestra como algo platónico (obviando el segundo ending); pero aquí, con la mayor libertad que confiere el cine frente a la televisión, se puede presentar una relación más física entre ellas*(2).

De igual forma, Akio, aunque sigue teniendo un lado muy oscuro, es mucho menos agresivo y opresor, y se vale de otros métodos para controlar a la gente*(3). Tōga también presenta importantes cambios, sobre todo en su trayectoria*(4), mientras que Saionji cumple, inicialmente, una función similar a la de la serie y Miki apenas está desarrollado como personaje. Quizá Juri sea la que menos cambiada esté: eternamente enamorada de Shiori (incluso aparece el colgante) quien a su vez la desprecia por ello. Esta es la única línea argumental que se desarrolla algo al margen de la de Anthy y Utena, hasta que acaban por cruzarse y Shiori desempeña uno de los roles antagónicos.

Como he comentado, la trama discurre en el mismo lugar, la célebre academia Ohtori, pero con notables variaciones que van más allá de la estética. A simple vista, la academia es aquí una estructura imposible que parece sacada de un dibujo de M. C. Escher. Pero lo realmente importante es que queda confirmado que ésta es algún tipo de lugar aislado del mundo normal, en el que ocurren sucesos completamente inusuales; concepto que ya se insinuaba en la serie (se sugería que el tiempo transcurría de forma diferente en la academia) pero que aquí se presenta de forma inequívoca. Y es, además, una suerte de prisión de la que cuesta mucho escapar*(5).

No es necesario haber visto el anime Shōjo Kakumei Utena antes, pero, sin duda, quienes lo hayan hecho entenderán mejor la historia y captarán las múltiples referencias al mismo*(6). De igual forma, tampoco es necesario haber leído ninguno de los dos mangas de Utena (el primero, Shōjo Kakumei Utena, que presenta importantes diferencias respecto al anime homónimo, y Adolescence Mokushiroku, más similar a la película pero también con cambios sustanciales en el desarrollo de la historia), pero es recomendable hacerlo, antes o después de ver las versiones animadas, para así tener una visión más completa sobre esta historia y este mundo tan original como, en ocasiones, difícil de interpretar.

En el filme, todo está condensado. Hay que tener en cuenta que la película, sin los títulos de crédito, tiene una duración de, aproximadamente, 1 hora y 20 minutos, mientras que la serie (excluyendo openings, endings y previews) tiene una duración total de algo más de 13 horas. Así que la vida de Utena, su estancia en Ohtori y su relación con Anthy, los duelos y su búsqueda de su príncipe o su conversión en uno, se desarrollan en un tiempo en pantalla que es poco más de la décima parte del que se le dedica en el anime.

Y, claro está, hay aspectos en los que la película se queda por detrás de la serie. Si bien no hay nada de las subtramas de Nanami y los gags de Chu-Chu se reducen a un cameo hacia la mitad del filme (lo que supone una gran mejoría), en ningún momento alcanza la riqueza de los últimos capítulos de la serie, pero hay un par de secuencias realmente memorables, como la escena del baile y la parte final. Y concluye con un desenlace igualmente arriesgado y cargado de simbolismo, pero más cerrado y menos ambiguo, y mucho más complaciente*(7).

Una diferencia importante respecto a Shōjo Kakumei Utena es que aquí no hay un sólo "príncipe". En el anime, dicho príncipe era el propio Akio, mientras que aquí hay, inicialmente, dos figuras que cumplen ese papel: Akio para Anthy y Tōga para Utena. Sin embargo hay otros personajes que asumen de alguna forma ese rol*(8).

Otro de los aspectos más llamativos de Shōjo Kakumei Utena es su banda sonora y, de nuevo, en la película no se ha descuidado para nada. Varias de las melodías características de la serie están de vuelta. Por supuesto no faltan ni el famoso "Zettai Unmei Mokushiroku", la canción que en el anime acompaña siempre a Utena mientras asciende a la arena de los duelos, ni el tema del opening, "Rinbu Revolution", ambos presentes en dos de las escenas clave de la cinta.

(Continúa sin spoilers hasta que se indique)
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Manospondylus
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8
18 de enero de 2021
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras una gran primera temporada y ya con los personajes principales presentados y asentados, esta segunda temporada del space western de Jon Fraveau dentro del universo de fantasía espacial de Star Wars puede centrarse en avanzar la historia de Mando y el Niño, y en explorar y expandir el vasto lore de Star Wars en una producción muy cuidada en todos sus apartados, entretenida y con algún momento que resulta hasta emotivo, que es más de lo que se puede decir de la trilogía de secuelas.

Esta tanda de 8 capítulos continúa con los viajes de Din Djarin (aka "Mando") y Grogu (aka "el Niño", conocido popularmente como Baby Yoda) por la galaxia bajo la amenaza de los remanentes del Imperio con Moff Gideon (y su sable oscuro) al frente. Una aventura que mantiene el espíritu de western de la primera temporada (algo característico de la trilogía original) recuperando el misticismo que define a la franquicia representado por la Fuerza (inciso: Star Wars es fantasía), dando forma a una epopeya espacial en busca de los Jedi mientras se va forjando un estrecho y entrañable vínculo paternofilial entre Mando y el Niño, y que enlazará de diversas formas y con distintas intensidades con otras muchas tramas y personajes de este amplio universo.

Por supuesto, encontramos múltiples conexiones con la trilogía original (normal, pues se ambienta sólo cinco años después), pero también con las precuelas (a menudo olvidadas), las secuelas (quien sabe, quizá hasta las mejore un poco), las series de animación The Clone Wars y Rebels e incluso el spin-off Rogue One. Sin embargo, esto trae un pequeño problema (para alguna gente) que no presentaba la primera temporada, que es que, aunque The Mandalorian sigue funcionando (hasta cierto punto) como serie independiente, empieza a ser necesario el visionado de otras obras para entender completamente el contexto y ciertos detalles de la historia y el lore. De todas formas era algo esperable y nunca se ocultó que esto no fuera otra cosa que una serie para fans.

A causa de lo anterior, obviamente hay abundante fanservice, pero siempre pertinente y coherente con lo que nos está contando, es decir, del tipo de la justificada aparición de Darth Vader en Rogue One, lo que me lleva además al hecho de que la escena más descaradamente orientada hacia el fanservice de esta temporada es un reflejo de la escena más descaradamente orientada hacia el fanservice de Rogue One, y funciona tan bien aquí como en esa película al cumplir también en ambos casos con un propósito narrativo y argumental, por lo que están lejos de ser momentos tan gratuitos como pueden parecer en un primer vistazo y simplemente se ha aprovechado para hacerlos más molones. O lo que es lo mismo: tenemos fanservice que cumple con su función de agradar.

The Mandalorian presenta un par de planteamientos interesantes, como el hecho de que humaniza a los enemigos, desde las fuerzas imperiales (para ser justos, la trilogía de secuelas lo intentaba con los troopers de la Primera Orden, como Finn y Jannah, pero aquí se logra sin cambiarlos de bando) a los bandidos Tusken, pero tampoco es una serie que pretenda darle la vuelta a todo o arriesgue demasiado. Ni lo necesita. Fraveau muestra un respeto absoluto por Star Wars (y sus fans) sin recurrir a copiar los esquemas e ideas de las películas originales una y otra vez, y se mueve por una zona familiar para desarrollar una trama sencilla, también con subtramas episódicas, que poco a poco se va complicando (no mucho) y conectando con otros productos de la franquicia de una forma tan natural que a veces pasa casi desapercibida. Por ejemplo, puede permitirse el lujo de aludir a los midiclorianos sin que nadie se lleve las manos a la cabeza.

Además, el diseño de producción es colosal y muchas veces parece que estamos viendo una película de alto presupuesto (aunque eso es algo a lo que nos hemos acostumbrado desde Juego de Tronos), Pedro Pascal es expresivo incluso con la cara cubierta, Favreau y los demás directores (Filoni, Reed, Dallas Howard, Weathers, Famuyiwa y sobre todo Robert Rodriguez) dan la talla y la acción está bien rodada, desde los duelos de pistola, que nos retrotraen a los referentes de Star Wars, y las peleas cuerpo a cuerpo, con espada láser o lanza de beskar, mejor coreografiadas que cualquiera de los duelos de la trilogía original (las limitaciones de la época) y de la de secuelas (aquí poca excusa hay), a las escenas con naves. Y también vuelve el efecto de sonido más alucinante de la franquicia.

Evidentemente no todo es perfecto. El guion es un poco el paraíso de la conveniencia en lo que a encuentros se refiere pese a andar moviéndose por una galaxia, pero esto es algo a lo que hay que acostumbrarse en Star Wars porque lleva ocurriendo desde sus inicios. Más de lo mismo con el tema de la ineptitud de los stormtroopers, pues lo que desentonaría sería lo contrario. Tampoco se libra del recurrente cliché sobre la ayuda que llega en el último momento, un golpe de efecto que mucha gente considera un deus ex machina, aunque no lo es siempre y cuando no rompa las normas de la propia obra y aquí incluso se han preocupado por anticipar la llegada de dicha ayuda en el mismo episodio o en alguno anterior (introduciendo previamente a los personajes que van a aparecer, enviando un mensaje...).

Como he adelantado, estas series también sirven para aclarar lo que quedó pendiente en la trilogía de secuelas (obviando enciclopedias, novelas, cómics y novelizaciones que no interesan a todo el mundo), como puede ser el ascenso de la Primera Orden y alguna que otra cosa más que me callaré por los sopilers, lo que no es malo en sí (al contario), pero deja un poco la inevitable y amarga sensación de que se intenta parchear la trilogía de secuelas desesperadamente como última opción para salvarla del linchamiento de los fans que piden borrarla del canon (lo que no va a hacerse y menos tras la prematura muerte de Carrie Fisher).

(Sigue sin spoilers)
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Manospondylus
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Koi Kaze (Serie de TV)
SerieAnimación
Japón2004
7,0
65
Animación
5
7 de abril de 2020
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando descubrí esta serie me resultó curioso que hubiera un anime que abordara de forma seria el incesto, un asunto tan tabú en Japón como en Occidente (una aversión que, más allá de ser una simple cuestión cultural, tiene una explicación biológica), aunque se exhibe con cierta frecuencia en el anime (creadores como Kunihiko Ikuhara parecen tener cierta fijación con el tema). Lo cierto es que parecía que al menos habían intentado, pero desafortunadamente se queda en eso simplemente: un intento.

Todo comienza con Koshiro, un tipo apático de 27 años que acaba de ser dejado por su novia. Ese mismo día se encuentra con Nanoka, una adolescente de 15 años que le resulta atractiva. Pronto descubre que es su hermana, a la que no ve desde que era un bebé y que va a mudarse con él y su padre porque la casa en la que viven le pilla más cerca del instituto. Aquí ya empiezan las cosas raras: los padres están divorciados y Nanoka se quedó con su madre, mientras que Koshiro con el padre, pero ¿de verdad quieren hacernos creer que no se han visto en tantos años pese a no vivir muy lejos (literalmente a unas paradas de metro)? ¿Ninguno de los padres tenía el más mínimo interés en ver a su otro hijo? Y de ser así, ¿cómo es que Nanoka se va de repente a vivir con su padre? La única respuesta posible es "por conveniencia del guion", porque si no, no tendríamos historia.

La trama, en general bastante sencilla, es estirada durante 13 episodios, por lo que, sin duda, habría dado un resultado mucho mejor como una película de un par de horas, pues abundan los tiempos muertos que frenan la progresión de la historia. No es, sin embargo, algo necesariamente negativo puesto que ha sido realizado de forma deliberada y un ritmo narrativo pausado, junto a la estética y la música, sirve para dotar de cierta sensibilidad a esta historia (intentarlo al menos, porque rara vez se consigue), pero muchas veces resulta excesivamente lento.

Como he dicho, Koi Kaze pretende tocar el tema del incesto de una forma seria y realista, lo que queda desvirtuado por la presencia de situaciones estúpidas que caen en la parodia involuntaria por lo usadas y repetidas que están en el anime (especialmente en series muy diferentes a esta, tipo comedias románticas y momentos de fanservice), como cuando un personaje cae sobre otro para forzar un momento de contacto físico, o clichés sensibleros como cuando la chica (casi siempre) le regala a quien le gusta una prenda tejida por ella o le prepara un bento. Es difícil pasar por alto estos detalles en una obra de estas características, pues le restan toda verosimilitud (en serio, ¿alguien alguna vez se ha caído "casualmente" sobre la persona que le gusta al abrir una puerta?) y al final la convierten en otro anime que parece una fantasía lolicon (adulto perdedor enamora sin pretenderlo a adolescente aniñada y complaciente).

Los personajes son otro punto débil de Koi Kaze, y eso es especialmente preocupante en una serie en la que los personajes y las relaciones entre ellos son todo. Koshiro se distancia bastante de, bueno, la inmensa mayoría de protagonistas de anime de prácticamente cualquier género. Está bien que se muestren distintos tipos de personajes y que se pretenda (aunque sea sin lograrlo del todo) huir de los estereotipos más vistos. Sin embargo, eso no hace que Koshiro sea un personaje menos siniestro (más aún por el tema edad que por el parentesco, si bien esto apenas se tiene en cuenta y no parece suponer mucho impedimento, porque... Japón.) y, aunque esta serie pugne por ello, resulta muy difícil comprenderlo y empatizar con él.

Nanoka, por otra parte, presenta muy poco desarrollo, lo que no sería un problema si fuera un personaje, por así decirlo, pasivo desde el punto de vista narrativo, que está ahí sólo para convertirse en el interés de su hermano sin ser consciente de ello; pero es en cambio un personaje que toma parte activa en la trama, porque por algún motivo a ella también le atrae su hermano. Nos la presentan como una "esposa perfecta" que friega los platos mientras su amado holgazanea delante de la tele (efectivamente, escena que aparece tal cual), lo que unido a su ingenuidad (a veces directamente parece tonta), lo infantil que es (con osito de peluche y todo) y lo incomprensible de su obsesión con su hermano, la hacen un personaje sumamente aburrido; y dejar sin definir su personalidad, por mucho que la historia esté desde la perspectiva de Koshiro, es un tremendo error.

Por lo demás, no hay muchos personajes destacables: las amigas de Nanoka y otros compañeros de instituto aparecen poco, Chidori, compañera de trabajo de Koshiro, tiene alguna escena memorable hacia el final de la serie, porque parece el único personaje algo sensato (quizá el mejor de la serie, porque es el único con cierta importancia que no da vergüenza ajena) y, aunque todo lo que dice es bastante obvio, alguien tenía que decirlo. Por otra parte, la presencia de los padres es poco menos que anecdótica (prácticamente no intervienen significativamente en la trama y no se llegan a enterar de lo que pasa ente sus hijos).

Sólo hay una excepción, no porque sea un personaje importante en sí (que no lo es en absoluto), sino porque destaca demasiado y no para bien: Odagiri. Dicho energúmeno es otro de los compañeros de trabajo de Koshiro, un sujeto completamente odioso que se jacta de ser un pedófilo que fantasea con tener una hermana pequeña, lo que incomprensiblemente se emplea de forma humorística. Un ejemplo de sus intervenciones es cuando obsserva la foto de una chica, pero pierde el interés al descubrir que tiene 20 años (sí, ese es el nivel de "comedia"). Poner semejante alivio cómico en una historia que toca estos temas es una de las peores ocurrencias que pudo tener Motoi Yoshida (autor del manga), especialmente cuando Koi Kaze parece tener un objetivo tan claro y un tono tan definido. Es como hacer chistes sobre el holocausto en La Lista de Schindler.

(Continúa sin spoilers)
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Manospondylus
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