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Sudán Sudán · Me la
Críticas de hate
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Críticas 132
Críticas ordenadas por utilidad
6
4 de octubre de 2008
83 de 155 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hoy he tenido un mal día, horrible. Me voy con un amigo y hablamos:
-Mìrate el "Ladrón de bicicletas" que seguro que te anima.
-Gracias tio, ahora cuando llegue a casa me la descargo.
-Que coño, vamos al videoclub y la sacas.
-Video..¿qué?
-Sí, hombre, este sitio donde se alquilan películas.

Total, que la he visto. Y también he leido vuestras críticas con atención y respeto, que siempre aprendo mucho. Y juro que no hago esta crítica no la hago para dar la nota, sino que realmente es lo que siento.

Me esperaba más. La historia es muy tonta, roza lo absurdo. Por lo que no daba crédito de tanta crítica positiva. Es cierto todo lo que decís del neorrealismo ese, la innovación a la hora de rodar, el uso de exteriores y secundarios, y el tratar temas sociales. Por tanto es una película que hay que ver, aun sólo para tener algo más de culturilla y poder jugar al trivial con los colegas.

Dicho lo cual, la película, entendida como arte visual, entretenimiento y reflexión, es una castaña. Gira entorno a un argumento simple, casi insultante a la inteligencia. El actor principal y los secundarios son poco creíbles, las interpretaciones dejan mucho que desear, muy forzadas. El niño no sé muy bien qué coño pinta. Además, transmite valores poco éticos, le da igual que casi atropollen a su hijo, lo que importa es una puta bicicleta. Hay muchas secuencias que dañan a los ojos, vomitibas, ejemplos claros el momento de la pitonisa Lola o cuando encuentra al ladrón, escenas de poca calidad, muy tontas. ¿Y el guión? Mejor no hablar de los diálogos. Tampoco ayuda el doblaje, que en la Roma del 45 hablen como los castizos madrileños no cuela. Espabila amigo, que si pierdes una bicicleta nadie te va a ayudar a encontrarla, y mucho menos montar una cuadrilla, ni los guardias, tus problemas te los comes tú e irte con tu hijo de 7 años a emborracharte no es una solución.

Es una peli aburrida, que ni fú ni fá, pero su valor histórico no seré yo quien se lo niegue. Quizá que sea antigua hace que se sobrevalore en exceso, porque una historia de este tipo en nuestros días sería objeto de las críticas más despiadadas. Es lo que la diferencia de las grandes películas antiguas, que ha tenido un mal envejecer, el don de la atemporalidad que sólo algunos directores consiguieron para sus trabajos.
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1
18 de octubre de 2009
26 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Evidentemente en mis planes de futuro, en ningún momento de mi vida tenía pensado ver esta asquerosidad de película. Pero fuí con una peña a ver un partido del Madrid, y no tuvieron mejor ocurrencia que poner esta vergüenza en el bus. Gritos, voces, chistes lamentables, vulgaridad, estupideces.. son algunas de las cosas que puede esperar encontrar quien tenga la brillante idea y los cojones necesarios para ver esta mierda, y por supuesto ni una sóla risa. Por momentos llegué a odiar al Real Madrid, a Santiago Bernabeú, a Florentino Pérez y a Cristiano Ronaldo, que por su culpa tuve que verla. Por suerte ganamos y todo se quedó en una lamentable pesadilla que espero borrar pronto de mi cabeza.
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3
14 de octubre de 2012
23 de 35 usuarios han encontrado esta crítica útil
El bueno de Viggo Mortenesen, a pesar de su careto, es un feliz hombre casado, padre de dos hijos y dueño de una cafetería. Vamos, el novio que toda madre quiere para su hija. Bueno, o para su hijo, que nunca se sabe. Todo transcurre con normalidad, hasta que dos tipejos, muy malotes, entran en su cafetería con no muy buenas intenciones. Al bueno de Viggo no le queda otra que matarlos, claro está. Y a partir de ahí, para la mayoría de usuarios de esta sagrada página y de los críticos más sesudos, la película se convierte en una "obra maestra del género (sic)". Pero tranquilos, en spoiler voy a acabar con esta teoría.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
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8
11 de diciembre de 2016
16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con evidentes tintes scorsesianos, a caballo entre el relato en flashback mediante la voz en off del protagonista Miles Teller (Whiplash, 2014) como en "Uno de los nuestros" o "Casino", y las escenas de juergas, desfases, drogas, dinero fácil y éxito rápido rollo "El lobo de Wall Street", referencia a lo que colabora la presencia del obeso, más de lo normal, Jonah Hill, quien pese a su juventud ya es por méritos propios un clásico de la comedia, no puedes evitar descojonarte cada vez que se rie, el Carlos Areces americano; tomando notas de la comedia gamberra y adolescente tipo "Spring Breakers" y del propio humor corrosivo de Phillips, director de la triología de "Resacón en Las Vegas" o "Aquellas juergas universitarias", añadiendo unas acertadas gotas de crítica social y mensaje antibelicista y un reparto de secundarios excelente, a destacar una insólitamente sobresaliente Ana de Armas, que su paso por la pantallas españolas fue con más pena que gloria, y un correcto Bradley Cooper, que además de productor se reserva un papel destacado, dan como resultado uno de los títulos americanos más brillantes y entretenidos de 2016, basado en la historia de real de dos judíos veinteañeros, Efraim Diveroli y David Packouz (éste hace un cameo en la peli tocando la batería, pues además de traficante también es inventor de instrumentos), que a finales de la década pasada jugaron a las armas, como bien indica el título en español, con el gobierno norteamericano, y a tenor de su juventud y de sus antecentes no sería de extrañar que dentro de unos años se hiciera otra peli sobre las hazañas de estas dos joyas.

- No puedo vender armas. Odio a Bush y soy anti-guerra!
- No es una cuestión de ser pro-guerra, es una cuestión de ser pro-pasta!
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7
29 de julio de 2014
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Respondía Brando, el último gran Mito de la Historia del Cine, perplejo y sorprendido, después de que la prensa internacional anunciara su "resurrección" en 1972 con "El Padrino" y "El último tango en París", que él nunca había muerto, que en 1969 había realizado la que él considera su mejor interpretación en "Queimada", pero el problema era que no la había visto nadie.

Si bien es cierto que desde sus arrolladores años 50, con "Un tranvía llamado deseo", "Julio César", "Salvaje" (que ha envejecido muy mal) o "La ley del silencio", entre otras, no había cosechado ningún gran éxito comercial hasta su soberbia interpretación de Vito Corleone. En su filmografía, a la década de los 60 se le ha considerado generalmente como la de sus películas "menores".

Sin embargo, no es menos cierto, si dejamos atrás sus extravagancias, sus peleas con distintos directores y productores, y su dudoso acierto a la hora de elegir proyectos, que si bien sus películas durante de los años 60 no contaron con demasiado éxito comercial, salvando "Rebelión a bordo" y alguna que otra, no se puede considerar esta década como una interpretación "menor" del Mito. En la gran mayoría de ellas, salvo "Piel de serpiente" que es una porquería, las interpretaciones de Brando si no son magistrales, si son sobresalientes y en buena medida es la única razón que las mantiene vivas, incluso la fallida "La condesa de Hong Kong" de Chaplin, con quien también tuvo sus más y sus menos. Así títulos como "El baile de los malditos", "Morituri", "El rostro impenetrable", o "Reflejos de un ojo dorado", no se pueden considerar películas menores.

El problema es la concepción del cine que tenía Brando, quien, una vez alcanzada la fama, lo veía como una herramienta para luchar por los derechos sociales. En la década de los 60, volcado como estuvo por la lucha de los derechos civiles de los negros y de los indios norteamericanos (recordar que renunció al Óscar por "El Padrino" y en su lugar envió a Pequeña Pluma, puto amo), en más de una ocasión no acertó a elegir bien sus proyectos de cine-denuncia, como "Su excelencia el embajador" o "Sierra prohíbida", sin que por eso sean malas películas. El error fue que rechazó papeles mucho mejores. Las películas malas de Brando son las de sus últimos años, en los 90, que dan vergüenza ajena, incluso a él.

Sin embargo, Queimada suponía su papel ideal: denunciar el feroz colonialismo y defender la igualdad de derechos entre blancos y negros. Al frente, un director al que admiraba por su trabajo en "La batalla de Árgel", Gillo Pontecorvo. Pero el rodaje, como en varias de las películas de Brando, fue tortuoso. Sus enfrentamientos y su falta de entendimiento (no hablaban el mismo idioma) con Pontecorvo eran constantes, Brando se quejaba que directamente le hacía recitar pasajes del "Manifiesto Comunista" de Marx, y, como era habitual en él, quería darle su particular interpretación, ante la negativa del director, con lo que las escenas se rodaban una y otra vez hasta obtener el resultado que Pontecorvo pretendía. Brando se amontinó hasta que a todo el equipo de rodaje se le diera la misma comida, y no a los actores blancos mejor que a los negros, lo cual no tenía sentido en una película que denuncia precisamente eso. Previa huída a Los Ángeles, Brando regresó al rodaje con la promesa de Pontecorvo de que todos serían tratados por igual. A todas estas disputas, hay que añadir el calor insoportable de Colombia, donde se rodó la mayor parte de la película, lo que provocó que acabarán de rodarla en el norte de África. Pero no todo fueron malas noticias, porque como en Brando era habitual, se lo pasó de lo lindo con las mujeres autóctonas durante el rodaje.

A pesar de todas las desavenencias, el resultado fue una historia potente y una magnifíca actuación de Brando, para él la mejor de su carrera, aunque en algunas fases la película parece estar torpemente montada y rodada con mano temblorosa. Tampoco Ennio Morricone acierta con la banda sonora.

Y lo de la leyenda de que la película iba a ser de españoles, y no portugueses, pero que no fue así porque Fraga se opuso ante la amenza de cerrar el poderoso mercado cinematográfico español, es pura bazofia y marketing del Régimen. Nadie con dos dedos de frente sería capaz de imaginar al paleto de Fraga, que no sabía ni que se rodaba la película, ir a la productora a protestar amenazando con no pasarla en la cuatro salas de España en las que al final se pasó. Milongas.
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