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Críticas de Anibal Ricci
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Críticas 354
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
21 de mayo de 2013
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El infierno es el otro –como filosofaba Sartre durante la Segunda Guerra Mundial- y particularmente si este otro está conformado por muchos, como expone lúcidamente Tim Burton a través de sus películas.

En “Frankenweenie” está representada la sociedad, los otros, en las alocuciones de un alcalde catastrofista e ignorante interpelando a ciudadanos aún más supersticiosos. El profesor tiene una dimensión que asusta un poco, aunque ojalá los de nuestro país tuviesen su coraje. También está presente esa gama horrorosa de compañeros del colegio de Víctor, el protagonista, un niño tímido que experimenta con su vida más allá del común de los niños de su edad. Hasta sus padres (los señores Frankenstein) representan a los otros, en la medida que el padre trata de inculcarle a Víctor su predilección por los deportes populares, buscando ese punto medio, socialmente aceptable, que muchas veces lleva a la mediocridad.

En determinado punto de la cinta, la maestra de gimnasia resume: “A veces saber demasiado es el problema”. Una manera de decir que sería mejor hacerle caso a las opiniones de los demás para sobrellevar una vida apacible.

Una muestra de cómo la intolerancia social es detonante del conflicto existencial al interior del ser humano.

Mi libertad queda estrangulada y mi ser se aliena al ser un ser que “es visto por otro”.

Sentir la mirada del otro, es experimentar que dejo de ser dueño de la situación, porque hay otra libertad a la mía que le hace frente haciendo de mí un instrumento entre los instrumentos.

El hombre es el marco de una lucha permanente que, en el ejercicio de su libertad, experimenta el precio de la misma: la soledad.

OBRA MAESTRA. Oblíguese a verla en 3D y ojalá sin subtítulos distractores. No le cuento la trama para que sea protagonista de una historia simple con un final sobrecogedor. Si antes le gustó “El joven manos de tijera”, ahora saldrá emocionado y sobre todo fascinado por un guión realmente genial.
Anibal Ricci
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8
21 de mayo de 2013
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
“El pasado nunca termina de ocurrir” define a los seres humanos como tomadores de decisiones y en cierta manera constituye la tesis central de la película. El guión de “Looper” (2012), del propio director Rian Johnson, nos ofrece un cúmulo de detalles sorprendentes aparentemente complicados, pero a su vez, dota a sus escenas de una profundidad temática que la distingue dentro del género de ciencia ficción. Su director nos introduce de inmediato en un primer acto para explicarnos el mundo: los loopers son agentes contratados por una mafia del futuro para eliminar a aquellas personas que les estorban, pero que por una cosa casi logística, en el futuro es casi imposible deshacerse de los cuerpos. Los viajes en el tiempo han sido proscritos y por ende estos asesinos a sueldo del pasado viven a cuerpo de rey, ocultos en la clandestinidad de un presente situado en Kansas de 2044, en donde la mayoría de la gente vive sumergida en la miseria y la pobreza. Hay una breve imagen de viaje de carretera que nos recuerda las persecuciones en el tiempo de “Terminator” de James Cameron (1984), pero el guión de inmediato se aparta imaginativamente de aquella historia.

El final de la cinta permite al espectador reflexionar acerca de la instantaneidad del tiempo, ni pasado ni futuro, solo presente que podría ocurrir una y mil veces de la misma forma, pero que está sujeto a las decisiones que uno va tomando en la vida, que cambian de una vez y para siempre nuestra existencia y la de aquellos que nos rodean.

No les cuento más del desenlace de esta profunda película, realizada con apenas el 15% del presupuesto de Iron Man 3, y que distingue a la verdadera ciencia ficción de aquellos relatos simplemente entretenidos.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Anibal Ricci
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8
21 de mayo de 2013
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nietzsche identifica a la Voluptuosidad como uno de los tres males del hombre y la sublima a la categoría de “virtud”, que brota del alma poderosa a la que se corresponde un cuerpo elevado. Parecerá pretenciosa la comparación de las imágenes del coreano Chan-Wook Park con el pensamiento crítico del filósofo alemán. “Voluptuosidad es, para los corazones libres, las delicias del jardín de la tierra, la rebosante gratitud del porvenir por el presente”. No es ninguna pretensión al encontrarnos con un desarrollo profundo del tema en esta película magnífica donde la voluptuosidad que va descubriendo su protagonista (India Stoker) va de la mano con una coherente edición de escenas, que va intercalando imágenes de ensoñación con otras de van revelándonos la historia.

La aparición de un metrónomo que lleva el compás de la música surge como una advertencia casi literal de que la sensualidad logrará que el tiempo se detenga, nos hará disfrutar del regalo que significa el presente: tanto el regalo que recibe India para su cumpleaños (unos zapatos de taco alto en piel de cocodrilo) como el presente expresado en lo infinito del aquí y el ahora.

Todos los personajes van siendo presentados con el debido respeto, por la importancia que tienen en el desarrollo de la trama, y expresan fielmente las conexiones que irán completando el punto de vista de India, personaje principal indiscutido, cuya visión de la vida va mutando desde el mundo infantil hacia uno adolescente, más sensorial que se hace notar en sus nuevas interpretaciones a cuatro manos, donde la evocación de su tío Charlie (Charles Stoker) la hace llegar al éxtasis orgásmico. Hay un excelente desarrollo de la “pequeña muerte” tanto en la ejecución de piano como cuando se ducha para sobreponerse al asesinato de un muchacho de la escuela a manos de su tío.

“Las montañas no son lugar para los débiles” (otra conexión con Nietzsche), se oye en un documental sobre las águilas que pasan por televisión en la mitad del metraje. En efecto, India no es un alma servil, quizás sí un poco atormentada, y con el correr del rodaje se va transformando en una adolescente inquietante, más bien una cazadora que una presa (otra vez Nietzsche), que va aprendiendo a convivir con sus deseos de bondad y de maldad.

Al final las flores han cambiado de color, ya no tienen ese blanco mortecino sino un rojo furioso y apasionado.

Película excepcional que equilibra contenido con una visualidad delirante, perversa e inocente al mismo tiempo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Anibal Ricci
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6
21 de mayo de 2013
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta cinta de terror se emparenta con buenas películas del género de los últimos años. No confundir con las películas histórico-fantásticas de Guillermo del Toro (El Espinazo del diablo, Hellboy o El laberinto del fauno), de gran factura e imaginería, pero que sólo utilizan el terror como apoyo incidental, y en definitiva no responden al canon tradicional de este tipo de cine.

En “Mama” (2013), colaboración hispano-canadiense, el director recurre a un falso origen del mal, gatillado por un suceso policial de 1987, pero no es hasta cinco años más tarde que un pasado desgarrador jamás terminará de ocurrir en las inmediaciones de Richmond.Este exponente del terror, con niños como protagonistas centrales, tiene como antecedente a “Déjame Entrar” (2008) del sueco Tomas Alfredson, relato vampírico con trastornos de adaptación adolescente, relato magistral, que hace palidecer un poco a esta película, más enfocada en perdernos en los laberintos del mal, una propuesta de la vieja escuela.

Si bien resulta cliché que cada vez que titilan o se apagan las luces vienen las secuencias terroríficas, como ocurría en la magnífica “La mujer de negro” (2012) del británico James Watkins, cinta de la cual es tributaria y que trajo al presente el terror de viajes y búsquedas infinitas a que nos acostumbró Roger Corman en épocas pretéritas.

Me parece que la crítica ha sido injusta con la apuesta del director argentino Andrés Muschietti. La trama de “Mama” es enredada pero acertada en mezclar terror del clásico con la premisa de “por suerte madre hay una sola”.

Luego de este viaje de 100 minutos, hay un genuino instante de emoción, de amor, que se eleva por sobre el mal representado por los celos, la envidia, la rabia y la venganza.

El amor de madre es único… por suerte madre hay una sola.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Anibal Ricci
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