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España España · barcelona
Críticas de avanti
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Críticas 313
Críticas ordenadas por utilidad
8
5 de octubre de 2019
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Shirley: Visions of Reality (Shirley: visiones de una realidad) es una película del director y guionista Gustav Deutsch dirigida en 2013 donde la interesante fotografía de Jerzy Palacz representa un destacadísimo papel en el resultado final de este poema visual donde asistimos a tres narraciones relacionadas en paralelo contadas desde ámbitos diferentes: la imagen cautivadora de las formas arquitectónicas, el silencio de la soledad difícilmente asumida mediante una historia que contar, y la omnipresencia temporal de sucesos ajenos radiados entre escenas.

El cambiante escenario espacio temporal permiten a Shirley (Stephanie Cumming) contar su historia obteniendo un resultado bellamente intimista con la ayuda del silencio, la observación, el pensamiento y la soledad a través de trece obras de Edward Hopper suficientemente motivadoras para alcanzar el objetivo final mediante silenciosas y abrumadoras armonías bañadas por el contraste entre luz, sombras y estadios intermedios.

En sus películas Deutsch combina diferentes ámbitos rítmicamente silenciosos sobre entornos sosegadamente tranquilos, acompañados por bandas sonoras donde combina el intimismo de la canción junto a los efectos sonoros inseparablemente asociados a lo narrado; el don de unificar diferentes recursos artísticos y visualizarlos como entidad unívoca en su modo de hacer cine, le convierte en un verdadero artesano de la imagen cinematográfica; baste acercarse a su obra anterior para reafirmar su personalísima forma de entender la semiótica de la imagen y su interrelación en el cine que casa perfectamente con la pintura nítida de Hopper donde refleja un universo de interiores sabiamente contrastados y adaptados al personaje representado.

En Shirley todo fluye tratándose de una mujer comprometida con el curso de la historia que le toca vivir través de su involucración social y profesional llevándonos a través de las obras pictóricas escenificadas, a una larga realidad radiada en el mismo periodo de tiempo que Hopper pintó las 13 obras representadas en este interesante film, difícil de ver y fácil de asumir si se es amante del arte del silencio y de la soledad asumida.

Acercarnos previamente a la obra, el pensamiento y el modo de entender el tratamiento de la imagen tanto en Deutsch como en Hopper, ayudará a empatizar la propia interpretación de un metraje poéticamente singular, silencioso, colorido y luminoso donde la soledad, el silencio y el color, se convierten en elementos aglutinadores y contrastados entre las diferentes formas espaciales que rodean a nuestra protagonista logrando la fusión perfecta entre realidad y pintura, la del genial Edward Hopper mostrada según Gustav Deutsch.
avanti
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8
18 de julio de 2017
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Delitos y faltas es la suma de (hasta 1989) la evolución de una singularidad cinematográfica única, reconocible para los anales de la cinematografía. Desde sus lejanos principios en el cine en 1965 fue el cómico y chistoso de sus primeras películas, moralmente implicado en La tapadera, él mismo en Lily…, representante de trasnochados artistas en Broadway… bergmaniano en Interiores, o narrador en Días de radio entre otros. Woody Allen ha sabido crear su propio mundo, su lenguaje cinematográfico identificable, su total singularidad en pantalla con las inestimables pinceladas de sus habituales colaboradores que desde el casting, la fotografía, el vestuario, la música, o la producción, han contribuido generosamente al resultado de su vasta obra que podemos disfrutar. Debemos añadir además a sus inspiradores y admirados maestros entre los cuales Charlot, Bergman, Groucho Marx, Bob Hope y tantos otros que guiaron su formación cinematográfica desde donde quieran que se encuentren.

En Crimes and Misdemeanors, Judah Rosenthal (Martin Landau) es la representación de la moral y de la conciencia callada ante la sociedad de la que vive. Recordando su largo y tortuoso periplo se retrotrae a los acontecimientos vividos con trágicos e inconfesables resultados: la supervivencia le hace hueco entre la variable moral humana. Miriam Rosenthal (Claire Bloom) es la acomodada y confiada esposa segura de la fidelidad de Judah, su aclamado y homenajeado marido, reconocido profesional en oftalmología. Dolores Paley (Anjelica Huston) es la amante, temperamental, socialmente inestable, necesaria acaparadora de los afectos de Judah que no duda en sacar a la luz la prolongada relación entre ambos. Encontrar una salida a la peligrosa e inestable aventura amorosa, no resultará tarea fácil para el infiel marido.

Paralela a Judah, nuestro director presenta a Cliff Stern (Woody Allen) que se dedica a la dirección de documentales y casado con Wendy Stern (Joanna Gleason) son un matrimonio cansado y aburrido de la monotonía que les envuelve su vida conyugal, por si no fuera poco, su hermano Lester Stern (Alan Alda) productor de televisión, neurótico, egocéntrico y sospechosamente bondadoso, intenta acaparar los focos de atención posibles para benefició de su ansiada notoriedad, a lo que Cliff ni está de acuerdo ni comparte. Halley Red (Mia Farrow) es productora, interesada en la obra de Lester , cruzándose en su camino está Cliff que no pierde oportunidad para atraer la atención profesional de Halley, intenta convencerla que su trabajo en documentales es digno y merece producirse, entrando en juego de intereses, enfrentamientos y degradaciones profesionales entre los dos implicados.

Jack Rosenthal (Jerry Orbach) es hermano de Judah, llamado por este para que le solucione el problema de infidelidad generado por la negativa de la amante a dejarlo correr todo. Los prejuicios morales, el profundo pozo de la moral humana, el cargo de conciencia, la moral y la fe, entre otras afectaciones morales, impiden a Judah dar el paso para solucionar el problema; su hermano le da finalmente la solución.

Cliff no consigue (ni con ayuda de la filosofía) su propósito de enamorar a Halley, quien, para sorpresa de este, se lía con su egocéntrico cuñado. Ambos, por motivos diferentes asumen sus destinos, la aceptación de la realidad a veces más dura que las irreales y perecederas situaciones en las que ambos han estado inmersos. Severo alegato en clave de tragicomedia con el que Woody Allen nos muestra desde la imposible perspectiva del crimen no resuelto, salvarse por medio de la falsa moral y de la supervivencia, para lo que cualquier cosa vale, hasta que finalmente el peso de la conciencia revierte en insoportable.
avanti
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9
21 de junio de 2017
0 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Interiores (1978) de Woody Allen, es un drama de oprimidos sentimientos en el que una acomodada familia ha vivido frente al mar, desde la feliz y sobria infancia entorno a la educación de tres jóvenes hijas: Joey (Missy Hope), Renata (Kerry Duffy) y Flyn (Penny Gaston). Tranquilos flash-back rememoran el pasado durante varios momentos de la película, en lo que todo simulaba felicidad entorno al joven e ilusionado matrimonio Eve (Nancy Collins) y Arthur (Roger Morden). Preciosos travelling en los interiores de la casa nos lleva de la mano por entre los inanimados objetos que complementan la fotografía de Gordon Willis en un alarde de sensibilidad artística que se confirmará durante el metraje, aplicando la luminosidad apropiada a la imagen, a la escena, al personaje, a la semioscuridad y a la ausencia de sonido en escenas recordadas.

En el exterior el insaciable rumor marino, ensordecedor a veces, cual pertinaz voz premonitoria, acompaña el paso del tiempo en el devenir de una familia acomodada en la aparente felicidad que desde la actitud hierática de la madre (Gerardine Page), asume la temporal separación propuesta por Arthur (E.G.Marshall) como mal menor a la descomposición familiar. La cascada de emociones se precipita arrastrando problemas callados, ignorados en el matrimonio y por empatía en los de sus crecidas hijas Flyn (Kristin Griffith), Joey (Mary Beth Hurt) Renata (Diane Keaton), y en los yernos Frederick (Richard Jordan) y Mike (Sam Waterston). El chiste y los gags han desaparecido de Interiores, la introspección, el drama emocional, la relación familiar y los reproches son ahora las preocupaciones en el guión de Woody Allen, dejando sabiamente aparcada (que no abandonada) su vis cómica, homenajeando así su admiración por el drama como género.

El diálogo, a veces callado, hace brotar tormentosos pensamientos enfrentados con el matrimonio, la maternidad, la autoestima personal y profesional. Es lo que les trae la madurez, responsabilidad y toma de decisiones por más dolorosas que sean, contrario al apego, al acomodo y a la rutina en la que Eve se había instalado por inercia. El rencor y las emociones se desbordan al presentarse el marido en la casa familiar acompañado por Pearl (Maureen Staplenton). La mujer con la quiere casarse es amable, divertida, sociable, viuda por partida doble, y deliciosa bailarina al ritmo de los clásicos standards "Keepin out of mischief" y "Wolverine blues", además de locuaz y pertinaz conversadora, tardará poco tiempo en darse cuenta del drama bergmaniano en el que su futuro nuevo marido la ha metido.

La terca persistencia de Eve, cual nubarrones sobre la playa, por recuperar a su marido, la padecen sus tres hijas tratando de afrontar la situación procurando alguna artimaña para que el equilibrio emocional que durante tantos años ha supuesto su marido no se desmorone. El momento es emocionalmente crítico entre hijas y madre haciendo aflorar la dudosa estima con las que fueron criadas en el estricto entorno de un hogar con sus propios problemas y un cumplidor padre quien al cabo de los años se cree en el derecho a ser feliz, a tener una segunda oportunidad, la madurez y la independencia emocional y profesional de las hijas, se lo permite. El matrimonio entre Arthur y Pearl se consuma.

Eve no resiste la realidad emocional, debilitada y sorprendida por la situación, además de por las palabras de su hija Joey al recriminarle las preferencias emocionales por Renata y la excesiva educación en las formas y en las actitudes, inundada de abrumadoras y confusas contradicciones toma una decisión: cual canto de sirena, con la sobriedad que siempre mostró, se siente atraída por el ensordecedor ruido de las turbulentas aguas marinas. Poco después se produce la calma, el día es soleado, las huidizas miradas de Joey, Renata y Flyn a través de la ventana les proporcionan la calma que necesitaban en sus vidas. Fuera de la casa el día es soleado, dentro calmado.

Gran trabajo de Woody Allen fiel a sus impulsos guiados desde la admiración que siempre ha tenido por el drama, trabajando junto a Gordon Willis, desde la exitosa Annie Hall (1977), una labor compartida que le reportará sobriedad en el contenido y narrativa en la composición escénica, sobre la templada paleta de ocres y tostados para futuras realizaciones.
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