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España España · Santa Cruz de Tenerife
Críticas de gerardops
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Críticas 304
Críticas ordenadas por utilidad
4
23 de febrero de 2013
1 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cuento para adultos es una modalidad cinematográfica que entraña muchos riesgos. El peligro de pasar de lo sentimental a lo cursi, de lo fantasioso a lo ridículo o de lo tierno a lo empalagoso es muy evidente. Por cada obra de estas características que ha calado hondo en millones de espectadores, centenares han fracasado. Hubo una época en la que el realizador Tim Burton fue un verdadero genio del género. Tanto “Eduardo Manostijeras” como “Big Fish” son ejemplos de cómo lo irreal puede llegar a tener sentido y de cómo lo mágico puede aliarse con el romanticismo para construir películas especiales que, con el paso de los años, se han convertido en clásicos y en referentes (como el famoso film protagonizado por Johnny Depp y Winona Ryder) de buena parte de una generación. Pero no dejan de ser excepciones a la regla general que integra una mayoría de largometrajes que no pasan de ser una concatenación de escenas que, aisladamente, pueden resultar tiernas y emotivas pero que, en su conjunto, sólo son aptas para los amantes de lo dulzón.
“La extraña vida de Timothy Green” cuenta la historia de unos padres que, incapaces de tener descendencia, deciden apuntar en hojitas de papel las características que desearían para ese hijo que nunca llegará. Introducen sus deseos en una caja y la entierran en el jardín. A la mañana siguiente descubren que, como si de una planta se tratase, ha germinado un niño ya crecidito que responde a todas las expectativas de sus progenitores, aunque con un detalle adicional: le crecen hojas en los pies. A partir de ahí, se suceden un serie de secuencias dramáticas, enternecedoras, bonitas, educativas y familiares que, si pudieran visionarse por separado, tal vez obtendrían la aprobación del público pero que, vistas de continuo, rebasan las dosis de edulcorante recomendadas para este tipo de producciones. De hecho, sorprende que la Disney, que suele incluir a malvados muy destacados en sus títulos de animación infantil, haya apostado por este relato. Incluso circula por Youtube un video con millones de visitas en el que se refleja la reacción de algunos niños que lloran amargamente al terminar la proyección de la cinta.
No dudo de las loables intenciones que transmite el film. Tampoco de que numerosas personas busquen precisamente ese cúmulo de buenos sentimientos cuando acuden a las salas de cine. Probablemente para ellas se tratará de una experiencia muy positiva pero, para mí, el resultado final es fallido y se sumará a esa lista de platos que no podrán calificarse de selectos porque se han cocinado con ingredientes usados.
El director Peter Hedges, que debutó en la realización con la interesante “Retratos de Abril” aunque saltó a la fama como guionista de la muy divertida y recomendable “Un niño grande” -recibiendo por ello una nominación al Oscar- es el responsable del rodaje. Entre los actores que forman parte del reparto se encuentran Jennifer Garner y Joel Edgerton, que dan vida a los padres del protagonista. Ella ha destacado más en el medio televisivo gracias a series como “Felicity” o “Alias”, mientras que sus trabajos más relevantes para la gran pantalla se han limitado a pequeños papeles en cintas como “Atrápame si puedes” o “Juno”. Él, por su parte, cuenta en su filmografía con modestas participaciones en algunos títulos de acción como “Warrior”, “El Rey Arturo” o la última versión de “La cosa”. El niño C.J. Adams debuta en la profesión con este personaje.
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@gerardo_perez_s
gerardops
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6
3 de marzo de 2017
2 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
La saga cinematográfica basada en el cómic de los X-Men es una de las más prolíficas de los últimos tiempos. Hasta nueve entregas de las aventuras de los mutantes han llegado ya a las carteleras de todo el mundo, con una destacada aceptación de público y crítica. Aunque no todos los títulos mantienen el mismo nivel de calidad, sí puede concluirse que comparten la misma corrección técnica y una manifiesta tendencia hacia unas tramas donde la dramatización y el planteamiento de determinados debates políticos van de la mano con el puro entretenimiento y el espectáculo visual. Tanto películas como personajes han madurado, resultando cada vez más acusadas sus vertientes reflexivas y contemplativas, pese a su apariencia de historietas juveniles. De entre todos los miembros, Lobezno ha cobrado un especial protagonismo al contar con sus propios largometrajes. “Logan” cierra una trilogía sobre este curioso espécimen de lobo con garras de acero, que se engarza y se mezcla con el resto de títulos de la factoría nacida hace ya diecisiete años.
Este film presenta un marcado estilo crepuscular, dramático y tenebroso. Aderezado con efectos especiales y con algunas secuencias de acción, muestra su propensión hacia la mezcla de géneros. No se trata de una típica cinta de aventuras o superhéroes. En realidad, ninguno de los largometrajes que componen este peculiar serial lo son. Pero, en esta última entrega, se aprecia con especial insistencia. A través de escenas pausadas, en ocasiones incluso tediosas, aspira a conectar con un cierto espíritu contemplativo, en principio, antagónico con su naturaleza.
Esta visión tiene mucho que ver con su director, James Mangold, cuyo segundo trabajo (“Copland”, protagonizado por Sylvester Stallone), también constituía una propuesta alejada del thriller y la intriga, pese a lo que se deducía del guion y del proyecto en su conjunto. Su mejor obra, “El tren de las 3:10”, también es buena prueba de ello. Siguiendo dicha línea, se aleja voluntariamente de ese cine tradicional con origen en el cómic que suele trasladarse a la gran pantalla. Persiste, pues, el permanente objetivo de trascender al mero divertimento, apostando por una película introspectiva. Tal vez por esa razón muchos espectadores puedan sentirse defraudados, al menos si lo que pretenden obtener son grandes dosis de adrenalina ante un metraje pleno de ritmo que les deje sin aliento. En tal caso, esta no es su opción. Por el contrario, si buscan una alternativa más taciturna y meditada, saldrán plenamente satisfechos de la proyección.
En un mundo oscuro y desolador, los mutantes o han desaparecido o se enfrentan ya la vejez. Lobezno, preso de remordimientos, vaga perdido. Su mentor, el Profesor Charles Xavier, se encuentra muy débil. Ante semejante panorama, ambos conocerán a una joven perseguida, un clon femenino de la misma especie del hombre-lobo. Desde ese momento, ambos tratarán de protegerla y, de paso, redimirse.
El actor australiano Hugh Jackman da vida de nuevo a Logan, un personaje que ha marcado su carrera profesional, si bien son asimismo destacables sus papeles en “Prisioneros” o “Los miserables”. Su trabajo, como sucede con los anteriores, vuelve a ser correcto y efectivo. Le acompañan Patrick Stewart, otro habitual de los X-Men que también ha participado en algunas entregas de Star Trek, y Richard E. Grant, eficaz secundario de películas tan notables como “Drácula de Bram Stoker”, “El juego de Hollywood” o “La edad de la inocencia”. Junto a ellos debuta la niña Dafne Keen, que hasta ahora tan sólo había aparecido en la serie de televisión “Refugiados”.
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@gerardo_perez_s
gerardops
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3
18 de marzo de 2016
5 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
El director francés Louis Leterrier ha enfocado su carrera hacia el género de acción, habiendo filmado hasta la fecha las dos primeras entregas de la saga “Transporter”, una versión de “El increíble Hulk”, “Furia de titanes” o la artificial “Ahora me ves”. Con todas ellas ha obtenido unos aceptables resultados en taquilla aunque, a tenor de los elevados presupuestos de los que disponía, no siempre le han resultado proyectos rentables. Responde al modelo de realizador actual que basa el entretenimiento en un ritmo desenfrenado, un montaje frenético y unas tramas rebosantes de adrenalina. Y lo cierto es que gastando (o malgastando, según se mire) millones de dólares en el rodaje de secuencias complicadas, efectos especiales elaborados y explosiones desmesuradas suele lograr sus pretensiones. Sin embargo, las historias distan mucho de ser creíbles o siquiera trabajadas, y las interpretaciones se pierden en unas puestas en escena estereotipadas y simplonas. Como les sucede a otros de sus colegas, se concentra en la forma y desatiende el fondo. Entiende el cine como pulcritud técnica y asombro visual a base de colorido y desenfreno, aparcando por completo a protagonistas, narración y elementos artísticos. En otras palabras, renunciando al cine como arte.
Ahora, tal vez con el intención de dar un pequeño (muy pequeño) giro a su trayectoria profesional, añade una supuesta dosis de humor y comicidad a este “Agente contrainteligente”, una comedia a la medida de consumidores de risas facilonas, chistes vulgares y parodias soeces. Se trata del enésimo intento de extraer el máximo jugo a esas cintas de agentes secretos destinadas a un sector del público que, alternativamente, engulle palomitas y consulta el móvil durante la proyección. Para gustos, los colores. No cabe duda.
Un torpe agente secreto británico se reencuentra con un hermano mayor, con quien no tiene nada en común. El aparente refinamiento del espía contrasta con el aspecto rural de su familiar, que vive en un modesto pueblo inglés de pescadores en compañía de su rolliza pareja y sus nueve hijos. Ambos colaborarán juntos en la lucha contra un grupo de malvados que están poniendo al mundo en peligro.
En honor a la verdad, hay que decir que no todo en este film es negativo. Cabe destacar como ventaja su escasa duración (apenas una hora y veinte minutos). Salvando ese dato, nos coloca claramente ante el peor trabajo de Leterrier que, habiéndose ganado ya un nombre de cierto respeto, aquí termina por revelarse como un cineasta mediocre.
Por lo que respecta al equipo artístico, acepto y respeto a quienes le ríen las gracias al siempre estridente actor principal, Sacha Baron Cohen. Sin embargo, opino que ninguno de sus títulos anteriores (“Ali G. anda suelto”, “Borat”, “Brüno”, “El dictador”) me transmitió ni una pizca divertimento, hasta el punto de no terminar siquiera su visionado. Le acompaña en el elenco Mark Strong, intérprete notable al que hemos visto en largometrajes tan destacados como “Descifrando Enigma”, “La noche más oscura”, “El topo”, “Red de mentiras” o “La reina Victoria”. No es la primera vez que participa en films que combinan la acción y el humor (RocknRolla, Kick Ass) pero con la enorme diferencia de que en ellos se destilaba gallardía, frescura, originalidad y diversión.
En contraposición, “Agente contrainteligente” se queda a medio camino de cualquiera de sus objetivos, ya que no es transgresor, ni irreverente, ni divertido, ni ofrece acción de calidad.
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@gerardo_perez_s
gerardops
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3
6 de abril de 2018
3 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Existe algo peor para un actor que caer en el encasillamiento? Sí, existe. Caer en el conformismo después de ser consciente de tal circunstancia. En la película “Batman Begins” le decían a Bruce Wayne a modo de enseñanza: “¿Por qué nos caemos? Para aprender a levantarnos”. El problema no estriba, pues, en el encasillamiento, sino en la apatía de quien se deja arrastrar por la fama de un personaje para dedicar toda su carrera a repetir un mismo perfil. Bruce Willis es un ejemplo de buen actor que, habiendo brillado en el género de acción y siendo capaz de despuntar con interpretaciones arriesgadas e, incluso, diversas, se ha convertido en los últimos años en una caricatura de sí mismo. La magnífica película “Jungla de cristal” dio origen a una saga irregular, pero aportó numerosos beneficios a esa modalidad cinematográfica. Durante algún tiempo, Willis se dedicó a abordar nuevos proyectos, unos con notable acierto (“Pulp Fiction”, “La muerte os sienta tan bien”, “Doce monos”, “El sexto sentido”, “El protegido”) y otros, sin demasiada suerte (“El último hombre”, “La hoguera de las vanidades”). Pero, en todo caso, con esa trayectoria se forjó un nombre propio. Sin embargo, llegó a un punto en el que se limitó a explotar su faceta de tipo duro y correoso. Estiró demasiado el papel de John McClane, se involucró en otros seriales de la gran pantalla como “Los mercenarios”, “G.I. Joe” o “Red”, y participó en propuestas tipo “El último disparo” o “Actos de violencia”. En lo que llevamos de milenio, tan solo “Looper” merece ser destacada.
En esa dinámica de apatía, reincidencia de tópicos, reproducción de viejos estereotipos y repetición de fórmulas usadas se encuadra “El justiciero”, enésimo film que recurre a la violencia como fórmula para presentar una trama simple y básica que justifique el desenlace final. Tal vez pueda funcionar la primera docena de veces que se ve, pero cuesta digerirse cuando son centenares los trabajos similares que ya han pasado por las carteleras. Su principal reclamo es contemplar a Bruce Willis pretendiendo ser un tipo afable y normal que, ante un cruel acto de maldad, no duda en tomar las armas y liarse a mamporrazos para obtener esa justicia que el civilizado sistema judicial es incapaz de conseguir. Su condición de cariñoso, tranquilo y hogareño cirujano que presta sus servicios en un hospital cambia de forma traumática cuando tres criminales asaltan su casa, matan a su mujer y dejan a su hija malherida. La pasividad de la policía le obligará a llevar a cabo un plan de venganza, cuya primera medida consistirá en dar caza a los culpables.
Dudo mucho que se genere ningún malentendido de fondo entre los espectadores que acudan a las salas de proyección. Desde luego, no podrán alegar expectativas frustradas porque, ciertamente, “El justiciero” ofrece lo que promete. Es una historia plana, lineal y previsible que satisface un doble objetivo: el castigo de los malvados y el triunfo de su perseguidor. De hecho, se trata de un remake de “El justiciero de la ciudad”, protagonizado por Charles Bronson en 1974. Willis posee más versatilidad y efectividad que Bronson, juega mejor con el humor y revela una mayor capacidad para sostener el peso de la historia sobre sus exclusivos hombros. Aun así, no puedo evitar preguntarme por qué ha desaprovechado su talento claudicando ante este permanente encasillamiento.
Le acompañan en el reparto otros intérpretes que antaño realizaron actuaciones meritorias, pero que están en franco retroceso profesional, como la oscarizada Elisabeth Shue (“Leaving Las Vegas”, “El hombre sin sombra”, las dos últimas entregas de “Regreso al futuro”) y Vincent D'Onofrio (“Men in Black”, “Ed Wood”, “J.F.K. Caso abierto”).
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@gerardo_perez_s
gerardops
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