Como en el cuento clásico, me atrevo a gritarlo aunque me arriesgue a que me llaméis bastardo.

Tras leer las críticas y las puntuaciones, me animé a visionar esta película del "maestro" Kitano, con el que ya había tenido algún encuentro a través de ese tostonazo llamado "Battle Royale" y del tronchante "Humor Amarillo". Bueno, aunque el el calificativo de este último es en gran parte mérito de los dobladores de la primera emisión española en Tele 5.

Como muchas otras veces, mi modesta opinión es diametralmente opuesta a las opiniones de grandes cinéfilos, críticos de festivales internacionales y expertos varios en cine. Me ha parecido una peli aburrida, con un argumento absurdo y unos efectos especiales dignos de un estudiante de primer curso de Multimedia.

Tras la gradual pérdida de calidad de la serie, en la que se pasó de un humor fino e inteligente a otro más en la línea de series como South Park o Padre de Familia, me esperaba un bodrio de película, creada para sacar una suculenta tajada en taquilla. No obstante, como fanático de los Simpson, fui a verla en su estreno.
Debieron ser las bajas expectativas que me creé, o que el guión fue creado durante la época dorada de los Simpson, pero me gustó, y bastante. Eso sí, que nadie espere nada más que un capítulo de algo más de una hora de duración, donde se recupera parte del espíritu subversivo y el humor ácido de los mejores años de esta serie.

Si bien no es tan buena como otras obras maestras de la animación, por ejemplo las tres de Toy Story, Rompe Ralph es algo más que un homenaje a los videojuegos. Es un homenaje a esos niños que crecimos en los 80 apasionados por esas "maquinitas" que a nuestros padres no les parecían más que un mal vicio donde gastábamos nuestro dinero, pero que para nosotros era la más increíble representación artística que existía. Por primera vez, dejábamos de ser pasivos espectadores de cine, oyentes de música, o lectores. Los videojuegos nos permitieron implicarnos en el desarrollo de cada una de las obras de arte en las que tomábamos un papel imprescindible.

Esta película va por todos esos artistas avanzados a su tiempo, y por todos esos niños que supimos valorarlos antes que lo hiciera el más reputado crítico de bellas artes.

Otra interpretación más del sueño americano, donde quieren hacernos creer que lo más bajo de la sociedad puede llegar a lo más alto con solo quererlo.
Épico el detalle del principio de la película, donde unas personas de raza negra (ni uno blanco) se encargan de martillear clavos al canto de "estamos aquí porque fuimos vagos y no quisimos estudiar".

Desde la perspectiva de alguien que pasa los 30 años es mala... como también ahora resulta cutre visionar a Espinete, a Los Aurones, y jugar al Pac-Man.

Dicho esto, que sea mala y tópica no es impedimento para disfrutar de su visionado de nuevo y recordar cómo de niños nos impresionamos con los músculos de Stallone y hacíamos torneos de pulsos para emularlo. Incluso nos poníamos una gorra del revés a modo de "interruptor" y hacíamos ese movimiento in-extremis de dedos para apretar la mano del oponente cuando nos veíamos perdidos.

Esta película es sin duda uno de los grandes clásicos del cine de acción cutre de los ochenta, y junto a Rocky, Rambo y Cobra, el Halcón es uno de los grandes y entrañables personajes de Stallone.

¡Larga vida al cine de músculos, explosiones, y ostias como panes!