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Críticas de Santiago López
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Críticas 39
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
30 de mayo de 2013
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me sorprendió ésta película. Es una muy buena
historia, con buenos actores y buen hilo
argumental, más allá de que no deja de ser en cierto modo algo cliché y formada de manera simplista y sin demasiados ademanes complejos. Hay que contemplar sólo como Schwimmer dirige con solvencia a
sus actores, inyectandoles emotividad, credulidad
y realismo (la joven Liana Liberato arrasa en
pantalla con gran fuerza y presencia y Clive Owen muestra gran potencial
dramático ante el papel de un padre sediento de justicia/venganza). Un relato sobre los abusos en internet
y sobre el peligro latente de las conversaciones con
extraños. De las dobles intenciones. Del sexo como arma destructiva psicológica. De la falsa creencia de la confianza emotiva ilusioria. El guión, co-escrito por Rob Festinger, el mismo que regalo la narración excelente de In the Bedroom, es una historia contada de manera
sencilla pero de psicología compleja, repasando el
desmiembramiento de una familia clase, su crisis y su aparente carencia de una solución. También, es el retrato de la soledad
de los adolescentes que suplantan los sentimientos por los te quiero por mensajes de texto, y la realidad virtual convertida
en realidad emocional, algo peligroso si se tiene en cuenta que todo puede ser tan manipulable. Recomendable porque recoge varias aristas de un mismo punto, siendo además entretenida y solvente en sus casi dos horas, contando con buenas interpretaciones y una historia que contar con una lección que aprender. Es una lástima que en su año de estreno haya pasado demasiado desapercibida. Gran e
interesante trabajo de Schwimmer.
Santiago López
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8
1 de diciembre de 2012
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Debo decir que tanto Gone Baby Gone como The Town, los anteriores filmes como realizador de Ben Affleck, me han resultado buenos. Ambos tienen una buena mezcla de intriga, suspenso y dramatismo, y se apoyan en elencos con buenas interpretaciones y correctos guiones. Bueno, en el caso de Argo, lo que ofrece en su propuesta es todo lo dicho anteriormente pero al doble de lo esperado. Es una notable cinta. Y es notable porque en su historia hay todo -o casi todo- lo que esos buenos thrillers ochentosos poseían, cuando eran buenos y eran ochentosos.
Argo resume y mezcla géneros, y los condensa a partir del guión adaptado de Chris Terrio sobre los hechos reales acaecidos en Iran a fines de los 70, y que involucraron de manera diplomática a la CIA, la embajada de Canadá y el gobierno de los Estados Unidos.
Podría decirse que es un thriller político sofisticado y estimulante, cuando interpreta el accionar de los institutos gubernamentales. Pero también podría ser una especie de satirización de la febril industria hollywoodense, y lo que eso significa tanto para el propio mercado bursátil del propio Hollywood a la hora de llevar a cabo el rodaje de una película falsa, como para el propio y perplejo pueblo iraní, mediante el uso de un humor gráfico, sutil y crítico. Y a lo mejor es el drama colectivo que sienten los seis refugiados, pero es al mismo tiempo el drama personal de Tony Méndez de poder concretar su misión adjudicada y sentirse bien consigo mismo. Argo puede ser muchas cosas, pero quizás representa algo no menos importante: la madurez de Affleck en el ojo de la cámara. Aquí la historia se cuenta con soltura y responsabilidad narrativa. No es muy compleja, pero se obsesiona con la originalidad y la búsqueda que significa entretener a la vez que experimentar. Affleck tiene en sus manos el disfrutable trabajo de Terrio en la historia, y lo plasma de forma aguerrida en pantalla.
Y aunque Affleck también actúa, pues termina opacado por los dos veteranos secundarios del filme: un soberano y brillante Alan Arkin y un destacable desempeño del algo entrañable John Goodman. Ambos se adueñan de sus personajes con solvencia y desparpajo.
Si bien podría acusársele un final con un toque algo discursivo y heróico, Argo posee todo lo que el público medio busca y necesita ver: una historia con ingenio en sus letras, diálogos y escenas, y varios porqués sinceramente imbatibles en su concepción y convicción. Altamente disfrutable.
Santiago López
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9
28 de noviembre de 2012
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas series de la televisión argentina supieron mantener en vilo como lo hizo Tiempo final a principios de los 2000. Su propuesta es sencilla casi siempre: pocos actores, una única locación, una situación límite inesperada y una resolución más inesperada aún, unidos a un particular uso del humor negro con las altas dosis de tensión previamente generadas.
En cada episodio del unitario se sabe que algo va a salir mal, y se sabe también que con el correr de los minutos todo puede estar más horrible todavía. Con un extraño y logrado ingenio en el uso del tiempo real, la creación de los hermanos Borensztein es un concentrado a veces violento, a veces delirante, de mucha intriga, suspenso y en algunas ocasiones terror, que es absolutamente eficaz en su cometido: calar hondo en la inteligencia del televidente.
Historias diferentes con actores y guionistas diferentes. Cada una de ellas logra armar una atmósfera entrecortada y tensa, muy tensa, en donde se piensa que todo se puede ir al infierno en cualquier momento. Ése gran manejo de la tensión y el nerviosismo mediante la dirección de Diego Suárez y Sebastián Borensztein es admirable, sumado a la destacada puesta en escena que brinda: un actor termina en el mismo lugar que empieza el relato, pero la acción narrativa se mueve a diestra y siniestra con gran recurso, y el uso de la vuelta de tuerca final, que es el toque característico de ésta ficción, que en ocasiones llega a perturbar de manera burlesca debido a su picardía con el espectador.
De a ratos la violencia se apodera de algunos relatos, y la sangre, el sexo, la muerte y lo inesperado puede que también. Y aunque allí es cuando Tiempo final parece tomarse todo con una locura y un humor cuestionable, nunca deja perder el efectismo ni la seriedad a la hora de presentar un producto de excelente calidad a su publico. A su vez, puede que se le encuentre distintos análisis reflexivos sobre, por ejemplo, la carga moral de las decisiones, el sentido que puede cobrar la vida ante una situación límite o el muestreo de la ignorancia y la estupidez humana.
Por cierto: vean la versión original argentina, la que en ocasiones da miedo real, y del bueno. No así, sus fallidas remakes internacionales. Tiempo Final tiene un gusto especial por el morbo y la violencia, y puede mantener expectante y perturbado a quien la vea, con apenas tomar media hora de la vida de uno de sus personajes. De manera extraña, peculiar e impresionable.
Santiago López
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8
25 de noviembre de 2012
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
La acción de la retórica. Skyfall termina siendo casi o más que Casino Royale, por lo que logra olvidar la desazón que significó Quantum of Solace en 2008. Y Sam Mendes hace algo diferente al mando de la minisaga iniciada por Daniel Craig hace ya seis años: mostrarnos al Bond más aguerrido, más personal y más intimo que hayamos conocido, y mostrarnos que hay 007 para un rato más.
Skyfall lo que hace es obsesionarse con todos sus personajes, y por ende, con el intimo de la historia -tremendamente coherente, por cierto-.
Es riesgosa, adrenalinica y trepidante. Y a su vez más humana, menos artificial y más que disfrutable.
Skyfall es algo más que entretenimiento que sólo entretiene: maneja la acción con recurso lujoso, posee sinapsis en su argumento y expone grandilocuentemente al Bond más brutal de los últimos largos años, en conjunción con un villano, que como pocas veces en la saga, está a la altura del propio agente. Javier Bardem monologuea y expone la psiquis de su extravagante Silva de una manera imperiosa, pero arriesgada también. Silva es para Bond -y para M, mediante una Judi Dench casi co-protagonista de la historia- lo que Joker significaba para Batman en The Dark Knight: su némesis, puesto que en el fondo ni Bond ni Silva son tan diferentes. Hay una carga moral y ética sobre la correcta o incorrecta toma de decisiones que de a poco cobra vida útil en el filme, notandose un claro interés de lo guionistas por reforzar la acción, con el drama y la interiorización de sus protagonistas.
Se nota que hay un director de estilo por detrás: Sam Mendes inyecta vanguardia y técnica, y recrea el cine de acción de manera fastuosa en pantalla. Algo para regañarle: una chica Bond que sea fuerte y con certeza. Ni la belleza de Bérénice Marlohe ni la intensidad de Naomie Harris logran superar, por ejemplo, a la ultima buena chica Bond: la enorme Eva Green en Casino Royale.
Obviando esto, vean Skyfall, vean a su 007, disfruten de lo hipnótico de sus imágenes -tarea titánica de Roger Deakins- y de la redundancia de sus actores. Ésta es una cinta de acción hecha con audacia para ustedes.
Santiago López
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Grizzly Man
Documental
Estados Unidos2005
7,2
9.475
Documental, Intervenciones de: Timothy Treadwell
9
17 de noviembre de 2012
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Éste es un documental con muchas "O". Quiero decir, un filme que nos plantea todo bien dispuesto, y asimismo, no podemos dejar de dudar lo que vemos. ¿Todo es real o una farsa? ¿Treadwell fue un quimérico? ¿O un loco? ¿O un visionario? ¿O un artista? ¿O un gran cineasta? ¿O un idiota ignorante?
Aún después de ver ésta excelente cinta, no lo se. Y Herzog tampoco lo sabe. Y lo ma probable es que ni siquiera el propio Treadwell era consciente de lo que fue. Pero los osos si sabian lo que era: su presa circunstancial. Y éste punto es el que Treadwell nunca respetó.
Él quería ser amigo de los osos, pero ellos nunca fueron sus amigos. Él quería acompañar a los osos, pero los osos no querían. Él quería significar algo para ellos, pero los osos nada para él. Porque los osos no entienden lo que es un amigo, una compañía o un significado de algo, al fin y al cabo. Son animales, y como animales, jamás podrían considerar a Treadwell como quería: como un oso más.
¿Ésto lo hacen loco, visionario o ignorante? Tal vez las tres cosas al mismo tiempo. Porque éste documental ni lo crítica ni lo defiende, tan sólo lo muestra en su "hábitat natural", que a la vez, fue su destrucción emocional para/con la civilización humana a la cual le ha tomado furia. Fue un hombre perdido y destruido en medio a la naturaleza, que se refugió en los osos como ciegamente algunos lo hacen con Dios, el arte, el bien, el mal o con lo que sea, fanatizandose. Para ser un poco "menos infeliz".
Que su teoría fue una locura imprudente no hay duda. Que trató de defender lo que más queria, tampoco. Pero no hay que condenarlo por lo primero ni honrarlo por lo segundo. Y eso es lo que Grizzly Man hace: Herzog capta la belleza y el miedo de la naturaleza, y los funde. Y de esa mezcla nace una crónica fracturada, una rara biopic sobre alguien que quiso ser mártir y se vió muy ridículo. Herzog nutre mediante la edición y el trabajo de dirección con su toque narrativo congruente, pero la atención es el hombre de las muchas "O", el genio/estúpido de Timothy Treadwell. ¡Viva esa dualidad mostrada!
Santiago López
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