Conspiranoia basada en cuatro personajes sin credibilidad que incapaces de asumir la victoria de Trump y el Brexit se vuelven locos (además de estar como chotas) para demostrar que la gente que ha votado a favor de esto es boba y ha sido hackeada por... porque sí. Hablan de ellos todo el rato, que más allá de su patólogía no son nada brillantes ni interesantes, y es básicamente un relato muy deficiente de una campaña de marketing digital política con música de acción y sospecha. La misma postverdad que permiten denunciar. Y de la campaña... nada, no cuentan ni saben nada.

Supongo que hay distintos modos de ver una película; y esto tiene mucho que ver con las expectativas, no sólo en cuanto a la calidad, también en cuanto al tipo de historia.

"My son, my son, what have ye done" puede ser una comedia. O no serlo en absoluto. Puede ser un retrato psicológico de un loco homicida donde su alcurnia lo es también del mundo que le rodea, pero desde luego no es una historia al uso donde ocurre algo y la atención se capta gracias a esa intriga, el "¿qué va a ocurrir?". Por eso me sorprenden algunas de las críticas que ha recibido. Es decir, no se puede valorar "2001" como el que valora "La Roca", "Desmadre a la Americana" como "Senderos de Gloria"; pienso.

En realidad, "My son" es una historia muy sencilla que habrá quien diga se estira a dolor, y por ende que piense que es una mala película, y quien considere que esto es necesario para el retrato de un chaveta. Y quien simplemente se deje llevar por el juego metacinematográfico, pues parte de su humor creo reside en el voluntario desprecio a la estructura y lógica tradicional del cine.

Y pese a que es una locura, a mi me resultó casi dolorosamente verosímil, quizá precisamente porque en la vida real pocas cosas tienen sentido. Que alguien pruebe a grabarse a sí mismo manteniendo una conversación; cuando la revise notará que la conversación no tiene sentido. Lo mismo pasa con testimonios recogidos en cualquier telediario. Por eso creo Herzog lo cubre todo de estética y tono documental. Casi se centra en todo aquello que se desecharía a la hora de hacer una peli, lo vanal e intrascendente, lo cotidiano y ridículo como eje de todo.

No me gusta en exceso las locuras de Lynch (productor de la cinta), pero esta de Herzog simplemente me ha encantado.

Una entrañable forma de repasar la obra de Wolfe, diría, y tiene todo el sentido, especialmente interesante y agradable para aquellos que la conocen. Quizá podría animar a conocerla a aquellos que no, aunque sospecho que estos no encontrarán grandes motivos para ver un documental sobre un escritor que desconocen.
Por lo demás, no profundiza en ningún artículo, reportaje o novela ni aporta grandes datos sobre su vida.
En cualquier caso agradable, y hasta emotivo. Personalmente, fue sumiéndome en una tristeza conforme avanzaba el documental hacia el final que era también el de su vida, viéndole envejecer en cada elipsis, no sé si mérito del documental, del mismo Wolfe o efecto de presenciar la fugacidad de la vida.
Un documental profesional, digno, sobre un magnífico personaje y escritor.
Lagrimita. Abrazo a todos. ¡Sinf!

The Decline of Western Civilization Part III tiene en su título su mejor sinopsis. Fundamentalmente muestra de la decadencia de occidente a través de una de sus excepciones; un retrato limitado de un grupo de chavales que viven en la calle y que han encontrado en el punk y el alcohol un refugio frente al entorno hostil en que han crecido. Sería un error tratar de buscar en el mismo una descripción del punk como fenómeno musical o estético. Poca música hay en el asunto pese a los frecuentes números musicales, fundamentalmente actuaciones en directo de bandas bastante malas.

El documental se centra en los chavales. Y, personalmente, creo que lo hace sin profundidad; da la sensación de ser negligentemente improvisado y los diez primeros minutos se bastan para explicar lo poco que viene a contar, muy en la línea de los dos trabajos anteriores de Penelope Spheeris. Un retrato siempre curioso pero limitadísimo, que genera más preguntas que respuestas y que aparentemente carece de un trabajo previo.

Lo dicho, esta tercera parte describe un fenómeno que creo mucha gente ignora o cuando menos no se plantea, algo hasta cierto punto increíble, más cuando tiene como escenario los EEUU, uno de los países más ricos del mundo. Una realidad urgente, que no obstante quizá no se exprime lo suficiente como para que el espectador saque conclusiones dejando una sensación del tipo "Ah, ¿sí?, pues vaya..., hay que joderse!". Y nada más.

Rôjin parte de una situación real actual que plantea un preocupante futuro: el progresivo envejecimiento de la población. ¿Es no obstante posible hacer una historia interesante con este supuesto?. Supongo que sí; Otomo no lo consigue.
Con ese punto de partida, la película arranca mal, con una idea de traca, y su desarrollo cae casi desde el principio en el error de bulto y se fragmenta en gran medida por el absurdo pueril, lo superficial de personajes, sentimientos y tramas y el providencial simplismo de todo... todos los elementos que casi parecen signo distintivo del manga, y de la narrativa japonesa en general.
Otomo hizo la magnifica Akira, la desigual Memories, y una regular Steam Boy. Este parece uno de los cortos de Memories alargado hasta el absurdo. No tiene gracia, carece de ingenio, su sentimentalismo párbulo no emociona.
Supongo que dado que hay fans del manga, también los habrá de Otomo. No sé lo que encuentran ni, por ende, lo que estos podrían encontrar en Rôjin. Para el resto, creo sinceramente que Rôjin, sin ser mala, es una absoluta pérdida de tiempo.