Que grande es la decepción que siento en estes momentos, justo después de terminar su visonado. Aquella apertura extraordinaria, con el spaguetti western de una Francia post invasión nazi era atractiva y puro Tarantino. Pero luego la película se desploma, cae atrapada en diálogos interminables. Parece que Tarantino está tan orgulloso de sus personajes que los deja hablar a rienda suelta, paralizando la acción en charlas sin sentido que forman la arquitectura de la peor película del a ratos genial director. Sin el ritmo de Kill Bill, sin el ingenio de Pulp Fiction, sin la imprevisibilidad de Abierto hasta el amanecer. Desde el principio, una luz brilla en la oscuridad, es Hans Landa, el Sherlock Holmes nazi, un personaje extraordinario captado a la perfección por un Waltz en estado de gracia. El resto, fotogramas deshechables.