Decididamente tenemos un problema cuando Javier Bardem estrena peli rodada en inglés. Está claro que la solución perfecta es verla en versión original con subtítulos en castellano, pero eso, al menos en mi ciudad, es imposible. Si se dobla él mismo puede ocurrir como en Los Fantasmas de Goya, o sea, que el resultado sea desastroso (yo, con todo, sigo prefiriendo esta opción); si le dobla otro...cataclismo. La sensación que me ha producido verle doblado por otro en ésta última peli de Woody Allen ha sido lamentable: una mezcla de incredulidad y patetismo. Y eso, claro, afecta a la peli.

Con todo, no creo que el hecho de verla en versión original le haga subir muchos puntos a Vicky Cristina Barcelona. Algún día espero dedicar una entrada potente a Woody Allen, un genio, un tipo que desde hace mogollón de años estrena puntualmente una película al año, con el resultado inevitable de la variedad: como en botica, Woody Allen tiene pelis para todos los gustos, buenas, malas, regulares, desastrosas y por supuesto, alguna que otra maravilla. Ésta es regular.

En mi opinión, o al menos a mi me ocurre, el Woody Allen realmente disfrutable de los últimos años es el que ha resultado ser más comercial: cosas como Match point, El Sueño de Cassandra, La Maldición del Escorpión de Jade e incluso la infravalorada Un Final Made in Hollywood. Son películas claramente definidas en cuanto a su género, pelis de suspense las dos primeras, o claramente en tono de comedia las otras dos.

En cambio Vicky Cristina Barcelona no tiene claro a qué género se adscribe. Está claro que no es cine de suspense, y que podríamos clasificarla como una mezcla de comedia y drama. Y el problema es que se queda en tierra de nadie. Como comedia resulta totalmente fallida, y sólo alguna escena protagonizada por el trío Bardem- Cruz-Johansson es realmente hilarante. Como drama puede funcionar a medida que avanza el metraje y se aclaran las posturas sentimentales, pero realmente sólo funciona cuando Rebecca Hall gana protagonismo.
(CONTINUA EN SPOILER PERO SIN SPOILER)

Tenía ganas de volver a ver Van Helsing. Me había gustado mucho cuando la vi en el cine, y la verdad es que me lo he vuelto a pasar genial viéndola por segunda vez. Es cierto que Drácula es una locaza, y no me gusta que a los vampiros les de el sol en muchas escenas, pero la peli tiene un ritmo alucinante, y escenas espectaculares, por no hablar de los FX, que, como ya esperamos a estas alturas, son de primera.
No era fácil la empresa de Stephen Sommers : reunir en una sola película todos los mitos del cine de terror de la Universal se presentaba bastante complicado, pero lo cierto es que el guión, salvando eso "pequeños" fallos, resulta bastante solvente, y no nos choca ver en una misma historia al Conde, a Frankenstein, al Hombre Lobo o a. Dr. Jekyll y su correspondiente Mr. Hyde (en un pequeño cameo).
Y el reparto está genial, por lo que concierne a los dos protagonistas principales. Hugh Jackman es un héroe de acción estupendo, y Kate Beckinsale se desenvuelve perfectamente entre estos monstruos, gracias a la experiencia que ha ganado con ésta y las dos pelis de la saga Underworld.
Quizás lo peor venga del "otro lado". Richard Roxburgh es un excelente actor, pero le toca interpretar a un Drácula excesivo, excéntrico...Y Elena Anaya me chirría bastante en su papel de una de las novias del Conde (sobre todo si la recuerdo renegar del cine hollywoodiense en el plató de Lo + Plus hace años, acusando a las grandes superproducciones poco menos que de nauseabundas, pero claro, cuando te ponen un buen cheque delante...)
Espero con ganas una secuela. Sommers es un tipo interesante. La Momia (no así su secuela), Deep Rising (una serie B divertidísima) y esta Van Helsing son películas muy entretenidas.

Estupenda película del irregular Michael Mann, director de grandes pelis como Heat o Collateral o de bodrios como Corrupción en Miami. En Ali recrea los últimos años de carrera del gran Cassius Clay, o Muhammad Ali, uno de los grandes iconos deportivos y sociales del siglo XX. Excelentes interpretaciones, sobre todo la de Will Smith, pero también la de un caracterizadísimo John Voight, o la de Mario Van Peebles como Malcolm X. Excelentes además las escenas de combates de boxeo, en especial ése último y mítico contra George Foreman.
Muy recomendable.

Supongamos que entramos en un cine a ver El Núcleo y por error nos proyectan Armaggeddon pero introduciendo la película al revés en el proyector...Pues ésa es la sensación que uno tiene al ver esta nueva superproducción catastrófica. Si en la cinta del tándem Michael Bay-Jerry Bruckheimer subían para disparar y cargarse un amenazador meteorito, aquí bajan para disparar contra el núcleo terrestre; pero recordemos que nos la proyectan dada la vuelta, por lo que el movimiento de la aeronave nos resulta idéntico, y además no nos permite distinguir a Bruce Willis y su troupe de Aarón Eckhart y cía.Ahí reside el principal problema de El Núcleo: nos la sabemos de memoria, no nos sorprenden las espectaculares destrucciones de zonas emblemáticas de importantes ciudades del mundo, ni nos conmueven los sacrificios de parte de la tripulación para salvar a la humanidad. En lo que sí logra innovar es en otorgar un papel decisivo a una mujer, ya que el personaje interpretado por la oscarizada y guapa Hilary Swank consigue imponer su criterio frente a tanto macho egocéntrico, algo nunca visto hasta ahora en toda la historia del género catastrófico...En definitiva, ni tenemos ganas de zurrarle al taquillero fruto de una desmedida indignación ante lo que acabamos de ver, ni salimos impactados ante una obra sublime. Entramos, la vemos, nos reímos un poco y a otra cosa mariposa...

Buena la armó Mel Gibson hace cinco años con La Pasión, una historia que el cine ya nos había contado en multitud de pelis, pero nunca con el enfoque tan realista y descarnado que le imprimió el prota de Arma Letal. Pero semejante crudeza no impidió que fuese una de las mejores películas de 2004, con su protagonista James Caviezel interpretando magistralmente a Jesucristo. Yo envié esta crítica a la revista Acción:



No era necesario ser tan explícito. Esa es la primera sensación que a uno le viene a la mente después de ver la última película de Mel Gibson. Es cierto que ya en Bravehearth incluyó escenas de especial crudeza, pero aquélla era una película distinta, con la que no se situó en el punto de mira de la sociedad de una manera tan descarnada. Ahora trata un tema candente y delicado para nuestro cristiano Occidente. Dicen los evangelios que Jesús de Nazaret llevó a cabo un sacrificio tremendo, que sufrió para salvar a todos los hombres...es probable por tanto que durante ese acto derramara litros de sangre, que su piel fuese separada de su cuerpo de forma desgarradora...pero yo me pregunto:¿habría sido peor la película de Gibson sin semejante nivel de hemoglobina? Estoy convencido de que no. Lo cierto es que los actores están perfectos, la puesta en escena, los decorados, el ritmo, son impecables. Pero dado que también es posible que visualmente el sacrificio no hubiera sido tan brutal ( y subrayo lo de “visualmente”, en referencia a los litros de sangre vertidos...), hubiera sido de agradecer que el mensaje tan universal de Jesús (“amaos los unos a los otros”, un lema tan bello que no debería ser exclusivo de creencias o religiones...) viniese acompañado de unas escenas más llevaderas para la vista. Ninguno de nosotros estuvimos allí para verlo, como tampoco ninguno de nosotros asistió al hundimiento del Titanic o al bombardeo de Pearl Harbor, sin que ello nos lleve a criticar el enfoque de los directores de las pelis basadas en sendos acontecimientos históricos. Pero ésta es una peli diferente que trata sobre un tema diferente. Buena película, aunque haya tenido que apartar la vista en determinados momentos...