Más o menos, esta secuela se mantiene en la línea de la primera. Tenemos muchos actores famosos, algún que otro buen diálogo, una trama sencilla y muy poca enjundia en su conjunto.
El protagonista se pasa al mundo de la producción musical, lo que nos sirve para descubrir a Christina Milian, que canta como los ángeles aunque hoy en día lleva años sin sacar un disco.
Uma Thurman hace un papel un poco soso, y tiene mucha menos química con John Travolta que la que había en aquel restaurante ambientado en los años 50 y con mesas semejando coches clásicos.
Es curioso ver aquí al hoy famoso Dwayne Johnson, con pelo y haciendo un poco el payaso.
Sigue siendo una película que no me da ni frío ni calor, y que si no fuera por su reparto y sus brevísimos momentos de humor que funcionan (porque hay otros muchos que no lo hacen), la consideraría mala.
Quizás esté incluso algo por debajo de "Cómo conquistar Hollywood" tanto en gracia como en nivel general de entretenimiento, lo cual no dice demasiado a su favor.
Se mueve en la línea de la mediocridad, faltándole el pelo de una mosca para llegar al nivel del bodrio.
Pero la salvo por las cosas que he comentado: reparto, algunos chistes y frases, y sobre todo por Christina Milian. ¡Cómo canta!

La espectacular Monica Bellucci es Malena, que cada vez que sale a la calle tiene una legión de mirones detrás, incluyendo a una pandilla de niños un poco salidos.
No soy un gran seguidor de Tornatore, pero reconozco la calidad de su trabajo en "Cinema paradiso" y sobre todo la de Tim Roth tocando el piano en un barco.
Sin embargo, esta no me ha gustado mucho, porque a la historia le falta mucha enjundia. No es ni la mitad de interesante que las dos que he dicho, ni me transmite o me conmueve tanto.
Salvaría el desenlace y la ambientación de la Italia rural al comienzo de la guerra, pero tampoco se centra demasiado en eso, en realidad.
No es más que un romance imposible e idealizado, muy políticamente incorrecto viendo cómo está el patio hoy en día (2019), aunque en el fondo todo eso me da bastante igual.
Aunque Malena sea adorable, las idas y venidas de su imposible y onanista aspirante a novio, me aburren bastante. Las ensoñaciones de este chico son un poco patéticas.
Las situaciones cómicas con su familia y con los amigos no me hacen gracia. Sus padres sobreactúan muy penosamente, dando mucha más vergüenza ajena que risa. Tiene mucho esperpento en secuencias como la del juicio. Creo que no funciona como comedia, pero como drama tampoco.
Durando menos de 90 minutos, se me ha hecho bastante pesada porque no pasa nada que llame mi atención, aparte de ver a la propia Malena, claro.
Los 10 minutos finales sí que están un poco mejor, pero ya es tarde para arreglarlo.

Había una vez unos terroristas que secuestraron (muy fácilmente, por cierto) un avión lleno de felices estadounidenses. Todo les iba bien hasta que apareció esa máquina de matar, Chuck Norris, en una de sus más mediocres aventuras, que hablando de Norris sería lo mismo que decir que es buena.
La película es hija de su tiempo. Es una mezcla de las de "Aeropuerto" (hasta sale George Kennedy) con "El equipo A" (hasta sale Robert Vaughn), con estilo de los 80 y una fuerte propaganda de la era Reagan.
Para mí es un claro ejemplo de nostalgia infantil de esa década. De pequeño me gustaba, y solo por eso ahora me sigue gustando por los buenos recuerdos que me trae. Eso no quita que reconozca que no es ninguna maravilla ni muchísimo menos.
Y algunos actores secundarios que hacen de rehenes no están mal, aunque el film se pasa un poco con el victimismo (esa niña con el muñeco...).
Lee Marvin me resulta demasiado mayor para su papel.
La película ha envejecido mal, y solo se salva para los que la pudimos ver siendo niños en los 80.
Pero, anda que no me lo pasaba bien con la escena de la moto o el despegue final (donde claramente hay un doble de Chuck Norris que nos quieren colar con su melena y barba), entre otras.
Advertencia: Te puedes pasar más de una semana tarareando la machacona, repetitiva y muy pegadiza (sin entrar en si es buena o mala) música de Alan Silvestri.

Este thriller hay que valorarlo más por lo que cuenta que por cómo lo cuenta. Por encima de las actuaciones (más que aceptables), realización y fotografía, está el interesantísimo argumento.
Este estudio sociológico, absolutamente creíble a pesar de lo lejos que llega todo, nos dice mucho sobre la condición humana y de cómo el poder, aunque sea relativo, puede llegar a pudrir a algunas personas de las que uno no se podría imaginar tal comportamiento.
El protagonista, con su doble tarea (genial la idea de las gafas, aunque no se desarrolle mucho), nos lo hace pasar mal en esta cárcel donde el gran hermano se desmadra de muy mala manera.
La película es muy atractiva y fácil de ver. La verdad es que la idea es bastante simple pero está muy bien desarrollada. Avala mi teoría de que, en las circunstancias adecuadas, cualquier persona es capaz de lo peor, pues nuestra especie alberga tanto el mal como el bien y somos nosotros los que elegimos un bando u otro, al igual que en la famosa saga de las espadas láser.
Algunas secuencias llegan a ser desagradables. No muestra una violencia brutal, pero sí un tanto fuerte. Lo de la caja de castigo, por ejemplo, es bastante desasosegante.
Es un thriller muy recomendable que demuestra que en Europa se puede hacer cine potente de cualquier género.

No hay más que ver ese comienzo con Bruce Willis vestido de chacha y ese diálogo tonto con Amanda Peet para darse cuenta de que esto no va a estar tan bien como la primera.
El humor ha bajado el nivel. Además, de comedia negra ha pasado a ser una comedia muy tontorrona, con esbirros de nivel intelectual de dibujo animado y pedos de una vieja, por ejemplo.
Curiosamente, aunque la caracterización de Kevin Pollak como padre del personaje que hizo en la anterior es un poco patética, es el que resulta estar más gracioso de todos los que salen.
Hasta el propio Matthew Perry está a medio gas con sus gracias habituales.
El argumento está cogido con pinzas para que puedan llegar a salir todos (excepto Rosanna Arquette).
No es gran cosa. Además, tiene graves fallos de montaje, como cuando están tiroteando la casa y de buenas a primeras el parabrisas del coche recibe un disparo, cuando por la posición del coche y de los malos es absolutamente imposible.
Y lo peor de todo, las lloreras en falsete de Jimmy. Sea por el doblaje o por la mala actuación, dan pena pero de verdad.
Lo único que le queda a la película para pasar la criba por la mínima, son algunos breves momentos que sí que tienen gracia, que es levemente entretenida y que es corta.