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España España · Torre del Compte
Críticas de alberto
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Críticas 32
Críticas ordenadas por utilidad
6
3 de diciembre de 2014
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Resulta reconfortante ver a ese, cada vez mejor, actor que es Colin Firth...... bajo la amable aunque reiterativa batuta de Woody Allen hacer de Profesor Higgins, hasta el mismísimo final de My Fair Lady, prácticamente copiado por Allen, cada vez más escaso de ideas originales pero al mismo tiempo, dueño de toda su sabiduría como director. Al ritmo de una película por año, se le puede perdonar que se acumulen películas fallidas junto a otras que son un agradable entretenimiento (como ésta) y algunas, pocas, obras maestras.


"Magia a la luz de la luna" nos hace olvidar fiascos como 'Conocerás al hombre de tus sueños' y la olvidable rodada en Barcelona o la olvidada sobre la Roma de toda la vida. Lo cierto es que en esta comedia "de época" rodada en la Riviera, elegante, con diálogos agudos y algunas ideas simples pero respetables sobre la vida después de la muerte, el valor de la plegaria o la existencia de Dios, Woody Allen encuentra a un Colin Firth haciendo de mago chino y sujeto de la aristocracia inglesa, que resulta ser uno de mos personajes mas divertidos y mejor hilvanados de sus últimas películas.


La hermosa Emma Stone le da una réplica sagaz a Colin y la Riviera con sus domesticados y bellos paisajes hacen el resto. El mensaje escéptico, adusto y pesimista del protagonista se enfrenta a la alegría de vivir, el espiritismo y la poesía. Del enfrentamientos entre las dos concepciones de la vida surge le chispa y la vuelta de tuerca que Allen sabe disponer como nadie. Hay un final feliz que no oculta su cinismo básico (cosa habitual en W.A.) reflejado en el monólogo de Colin sobre la existencia de Dios. Una comedia ligera con buenos secundarios (marca de la casa Allen) Eileen Atkins, Hamish Linklater, Marcia Gay Harden y Jackie Weaver. Quizá un poco demasiado larga, le sobran diez minutos al final que no nos cargan porque estamos encantados con la bobería emotiva de Colin y con la sagaz belleza de Emma (en papeles vistos mil veces en otras tantas comedias elegantes, desde la citada "My fair Lady")..
alberto
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5
25 de febrero de 2015
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Thriller suizo rodado en 2013, seguramente para la televisión que utiliza un hecho histórico, el depósito de bombas y artefactos explosivos de la segunda guerra mundial en el fondo del centro del lago de Lucerna. Dos geólogos submarinos, con relación de pareja, investigan unos derrumbes en una zona del lago cercana a la carretera y se produce un fenómeno que causa la muerte de uno de ellos. Su novia rescata el cuerpo pero es considerada sospechosa de homicidio porque no hay constancia de movimientos sísmicos ese día que produjeran tal fenómeno. La bióloga investiga con la renuencia del ejercito suizo y la policía. Noventa minutos muy bien tensionados para provocar interés en el espectador, a pesar de los defectos inevitables en este tipo de películas de bajo presupuesto. Intereses creados entre el oficial superior del ejercito encargado de la zona y la empresa multinacional que ahora es responsable de tales vertidos. Dirige Sabine Boss con pericia. Interpretan sin demasiado esfuerzo sus papeles Claudia Michelsen, Pasquale Aleardi, Andreas Matti y Jessy Moravec Una buena tarde de cine-palomitas con cierta dignidad.
alberto
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6
19 de diciembre de 2014
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
A estas alturas del deterioro ético de nuestra sociedad, resulta inocente y un poco ingenua una película (de 1932) que se basa en la "palabra de honor" que un delincuente da al alcaide de una prisión de que volverá una vez haya visto a su novia en peligro de muerte. Si el delincuente es Spencer Tracy (nada convincente en su papel de "duro", con los años ganaría, aquí es demasiado joven) uno puede creerse la historia a pesar de su final que no desvelaré aunque es previsible. Dirige uno de los grandes del cine norteamericano clásico de acción, Michael Curtiz, de la pródiga cantera europea de todo el principio del siglo XX.


El género carcelario ha cambiado mucho con los tiempos (sólo hay que comparar nuestra "Celda 211" de Daniel Monzón) pero las secuencias carcelarias están resueltas con maestría, como era de esperar, a pesar de la voluntad visible y excesiva del director y el guionista de hacernos las cosas más aceptables y "éticas" de lo que en la realidad eran, seguramente. No obstante la propuesta que sugiere la película de trato humanitario y respetuoso que acaba por mejorar a algunos internos, es de tener en cuenta.


Spencer Tracy no es James Cagney, pero a pesar de las limitaciones de la trama --se apunta que se trata de un hecho real, basado en un libro de Lewis E. Lawes que fue funcionario y alcaide de Sing Sing durante 20 años-- el joven Tracy ya da pruebas de sus facetas de actor y su rostro que desmiente constantemente la truculencia de su pretendida "dureza", aunque muestra su potencial en secuencias como cuando el alcaide, de manos temblorosas, le acerca fuego a su cigarrillo. La mirada de Tracy mientras le sujeta la mano temblorosa es toda una lección de virilidad respetuosa. Una Bette Davis, jovencísima, lejos del rictus duro, sabio y prepotente por el que fue conocida, logra dar a un frívolo papel una hondura psicológica y dramática sorprendentes que ya preludiaban sus éxitos posteriores. Arthur Byron como alcaide da una visión humana y compasiva de su trabajo y vemos a un Louis Calhern ya muy elegante que asume el papel de malo que luego repetiría siempre impecablemente en tantas películas.


En fin, una película antigua que vale la pena revisar.
alberto
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5
13 de marzo de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el año 1933, Stephen Roberts dirigió a un jovencísimo Gary Cooper, acompañado de Fay Wray, Frances Fuller, Roscoe Karns, Neil Hamilton, Jane Darwell, Clara Blandick y James Bradbury Jr Se trata de una comedia romántica sobre el amor, evidentemente. El amor equivocado y su lecho de rosas y el amor auténtico y sus dificultades. Con un guión bastante previsible del mismo director y unas interpretaciones muy ajustadas a la época y que ahora nos parecen algo pueriles, esta historia resulta que tiene un cierto encanto de cosa pasada, como leer ciertas novelas que dibujan un pasado remoto y por eso mismo nos resultan vagamente nostálgicas. Causa cierta sorpresa ver al joven Cooper comportándose como un inmaduro veinteañero y, con unos polvos blancos en las sienes (y la misma piel lozana en el rostro y las manos, los "efectos especiales" eran más bien ridículos), como un dentista maduro con afán de venganza sobre el fantoche ridículo que le robó el amor de una joven poco recomendable (cosa que cambia, cuando la ve tantos años después como esposa del citado fantoche, haciéndole ver que el verdadero amor de su vida es la mujer que siempre tuvo a su lado. En fin, una plácida diversión para el día dedicado a las viejas películas.
alberto
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6
11 de marzo de 2015
1 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Reconozco que tenía mis reparos. Una historia de amor entre post adolescentes, con esa pesadilla llamada cáncer entre medio, me figuraba una cinta complaciente, irreal, reflejo de esa mala conciencia del mundo ante esa horrible enfermedad. Edulcoración, lágrimas a gogó y moraleja de manual de autoayuda. Pues no. Me equivoqué. La vi a petición de mi hija y solo por eso debí sospechar que no se debe juzgar sin ver. No he leído el libro en la que se basa por las mismas prevenciones apuntadas. Ahora me propongo leerlo. "Te fault in our stars" de John Green. Pero la película me ha conmovido, a pesar de ciertos pequeños excesos y la inevitable literatura (que en el cine puede rozar la inconveniencia: es un arte distinto y lo que convence en un libro puede traducirse de manera confusa o manipuladora en el cine). En este caso, está sobre todo en los diálogos y en la voz en off que nos cuenta la historia, pero la traducción en imágenes es correcta, austera y bastante realista, sin perderse la fuerza de esos dos jóvenes condenados y ejemplarmente fuertes y sensibles.


Su mejor virtud es la falta de pretensiones, el esfuerzo de normalidad por el que luchan todos, los enfermos y sus familias, que tienen claro que las circunstancias por feas y duras que sean solo son eso circunstancias, y el ser humano que las sufre con tal entereza y ambición de vivir es otra y la misma cosa, una persona con sueños, ideales y proyectos "a pesar de todo". Como prueba de la vocación realista de la cinta, la magnífica (y odiosa) interpretación del gran Willem Dafoe, en un desagradable papel de "gurú" aparentemente fraudulento. La chica Shailene Woodley logra una interpretación notable, bien secundada por la magnifica Laura Dern como su madre. El chico Ansel Elgort y el resto de secundarios cumplen bien con sus papeles, elevando el listón emotivo de la película y su honestidad. Nada de falsa trascendencia, de heroísmos, de sufrimientos silenciosos y abnegados: hay de todo eso, pero no suena a falso. Suena tan sinceras como las lágrimas de la actriz. Quizá cuando se acerca el final se nos pase un poco el director, pero lo cierto es que lo que nos cuenta es para llorar, pero con dulzura, sin desesperación o rabia. Pues muy bien.
alberto
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