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Sudán Sudán · Lasinfàn Tasmela
Críticas de Ok Rick
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Críticas 88
Críticas ordenadas por utilidad
1
26 de marzo de 2009
34 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Este engendro puede considerarse (por decir algo, antes de ponerla a parir) como la respuesta hispana a Porky's, sólo que vomitada más de 20 años después, los 20 años que culturalmente nos llevan los países más desarrollados. Lo que ocurre es que esta está subvencionada.
O la adaptación a nuestro entorno de los éxitos (tiene cojones la cosa) de American Pie.
O un intento de demostrar que Mariano Ozores y Pajares/Esteso no eran tan malos. Que los iba a haber peores.

Puede ser que los que convirtieron Porky's en úna película taquillera tuvieran vástagos y estos son los que han acudido a ver la mierda esta. La genética es la genética. Y los hijos de los que subvencionaban las películas de Izaro Films fueron enchufados en el Ministerio y ahora subvencionan esto. Puede ser (enchufados están, sólo hay que saber dónde).

La película. Sí, no tiene buen gusto. Y qué. Si no tiene ni actores, sino un grupillo de graciosetes, unas cuantas mujeres florero con problemas para emitir frases de más de cinco palabras, varios pasaba-por-allí y los repulsivos y cada vez más frecuentes angustiosos cameos de siempre.

En serio, ¿alguien con un cociente intelectual que le permita sujetar una cuchara puede divertirse con esto? ¿Es gracioso ver al Florentino ese simulando que se la casca (me parece incompatible con el bodrio usar lo de masturbación)? ¿Por qué experimentan con monos y no con el tal Chema de la Pena (joder con el ordenador, no me va la ñ)? ¿Por qué en la taquilla al dar una entrada no retiraban el derecho al voto? Los guionistas... si hasta el escritor de Raza (Jaime de Andrade, aka yo y mis pantanos) me merece mayor respeto.

Y lo peor (junto a la subvención, claro está) todos los caraduras del cine español quejándose de falta de medios, que si USA y todos los cuentos de siempre y nadie se queja del daño que estos impresentables hacen. "Es que se tienen que conceder más ayudas para...." ¿Para qué? ¿Para cosas así? A la mierda, gilipollas. Si queréis que se os empiece a tomar en serio, vetar a cualquiera que aparezca en los títulos de crédito de esto, incluido el electricista y el responsable del catering.

En fin. Bueno, lo de valoración muy mala puede sustituirse por cualquier adjetivo denigrante y ofensivo que se les ocurra.
Ok Rick
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8
30 de enero de 2009
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta película, dirigida por Frank Lloyd, constituye la primera y mejor visión de unos acontecimientos reales: la rebelión de gran parte de la tripulación de la Bounty contra su despiadado capitán Blight y que llevó a un cambio en las leyes de la Marina del Imperio Británico.

Con dos versiones más, dirigidas por Milestone (1962) y Roger Donaldson (1984), se ha convertido también en importante terreno donde mostrar las actitudes interpretativas. Y es que en las tres versiones han aparecido buena parte de lo más destacado de la época: Laughton, Gable y Franchot Tone en ésta, Brando, Trevor Howard y Richard Harris en la de los años 60 y Hopkins, Gibson (¿?), Day-Lewis, Olivier o Neeson en la más floja última versión.

Y es que, especialmente, Bligh es mucho Bligh. A pesar de las buenas creaciones de Howard (un grandísimo actor) y Hopkins, siempre recordaremos al bueno de Charles Laughton, aquí menos dado a tics y excentricidades varias que en otras ocasiones. Lo que se le agradece.

Junto a él un destacado Franchot Tone, que tiene el honor de hacer el discurso principal en el consejo de guerra y que acaba por restar interés a la película, dado lo sumamente obvio y buscador de aprobación fácil que es.

Y, por supuesto, el rey. Un Gable en plena forma. Cuidadosamente despeinado cuando hay tormenta, con pelo largo que le tapa las homéricas orejas, enseñando torso y, no me acaba de convencer, sin bigote.

Un voto a favor de la tripulación. Yo también prefiero a las nativas de Tahití antes que a Charles Laughton y sus desmanes. Además aquéllas hacen una especie de bañadores blancos de tela muy monos, que para andar por los mares del sur deben ser de lo más cómodo.

En fin, muy lograda y entretenida película de ¿aventuras? subgénero barcos, con grandes interpretaciones y cargante discurso final, con las suficientes y equilibradas cargas de drama y humor (en la figura del médico, un crack: ¿No has bajado a tierra en Inglaterra? Bah, es una isla. Vista una vista todas).
Ok Rick
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7
7 de enero de 2009
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Os imagináis ir al cine en 1951 para casi toda la película sólo ver en pantalla al gran Robert Taylor, un japonés cargante y más de 100 mujeres? Impresionante. Es más, esta película a comienzos de los 80 en nuestro país todavía hacía furor cuando la pasaban por TV. Normal, todavía (por desgracia) el papel de la mujer en la sociedad española no era, en líneas generales, relevante.

Sí, el film ha sido castigado por el tiempo, pero rezuma aroma clásico. Pero la idea de Capra (sí, Frank) que dirigió Wellman impresionaba en aquelllas épocas: comienzo de los 50 en países desarrollados, comienzo de los 80 en nuestro país. Y es que en ambas fechas y lugares la mujer era casi considerada como en el tiempo en el que se desarrolla la acción (mediados del XIX).

Del contenido, ya se sabe. Las casi 150 mujeres las pasan putas con el desierto, los indios, la dureza del viaje, etc. pero demuestran que son iguales que los hombres, o superiores, como anuncia Taylor. "No sabes lo que pueden hacer por conseguir un anillo". Ríete tú de Frodo and friends.

Desde luego, vista hoy hace soltar la carcajada ente el inocente feminismo de la idea y comentarios y actitudes machistas como la frase mencionada. Pero tenía buenas intenciones y la idea ha hecho que algunas zonas rurales de nuestro país intenten repoblarse, o al menos que la gente no esté sola y de vez en cuando practique el sexo con alguna otra persona y las ovejas den mejor leche.

Destacar un reparto poco conocido a excepción del gran Taylor. Dispara, se enfada, pega a hombres y mujeres, si tiene que usar el látigo con las féminas lo hace, exhibe una mala hostia que para qué, pero reconoce el valor de las mujeres y...., ay, también se enamora.

Y la maravillosa escena final, se van conociendo (ellas eligen, por supuesto, si no a dos... velas), bailan, se besan y a la cola para casarse.
Ok Rick
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9
17 de diciembre de 2008
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excelente comedia agridulce de Stanley Donen que constituye una de las más acertadas visiones instrospectivas sobre el matrimonio. Posiblemente debería (re)visionarse junto a El viaje a Italia/Te querré siempre de Rossellini.

A través de cinco viajes a la Riviera francesa (más uno breve en solitario del protagonista masculino) de un matrimonio en el espacio de diez años, Donen nos muestra cómo cambian los sentimientos entre dos personas. Con una aparentemente desordenada mezcla de escenas de esos cinco momentos, se nos ofrece una acertada evolución de las relaciones entre la pareja.

El ascenso en la escala social conlleva una disminución del amor, de la ilusión en el otro ... ¿o es el paso del tiempo? Así, cada uno de los viajes también va asociado a un coche diferente, que viene a representar ese ascenso (autostop el primero, compartido con unos "amigos", mg, descapotable y finalmente un esplendoroso mercedes).

Muchos de los sitios visitados a lo largo de los años son los mismos, pero ellos y sus sentimientos han cambiado. Quizá sólo perdure "el gusto" de Mark por olvidarse del pasaporte. Y aunque la llama de la pasión se apague, existan infidelidades, se tenga descendencia... el cariño persiste.

Donen tuvo el acierto y la suerte de contar para esta película con un gran Albert Finney (el arquitecto Mark) y con la ...................(llenen los puntos con los adjetivos que deseen) Audrey Hepburn, que pasaba por circunstancias difíciles en su matrimonio (Joanna). El resto de personajes gozan de escaso juego en pantalla, pero hay que destacar a una de las niñas voluntariamente más repugnantes de la historia del cine. Y la breve aparición de J. Bisset, desde luego.

Además, para ilustrar el genial guión de Frederic Raphael, Stanley Donen contó con la espectacular fotografía (es difícil plasmar defectuosamente la Riviera) de Christopher Challis y una sensacional partitura del maestro Mancini.

Una sensacional película que siempre que se ve hace que pases la noche (como mínimo) pensando en eso más o menos importante pero imprescindible que es el amor; en su versión contractual/matrimonial, eso sí.

Algunas perlas de la película:

- Si algo me pone negro es una mujer indispensable.

- Cuando algo ha terminado hay que reconocer que ha terminado

- ¿Qué clase de personas se pasan horas sin nada que decirse? Los matrimonios.

- El matrimonio es cuando la mujer le dice al hombre: Quítate la ropa. ¿Sabes por qué lo dice? Para llevarla al tinte.
Ok Rick
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1
3 de diciembre de 2008
17 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
La llegada de las televisiones privadas a nuestro país trajo consigo la generalización de un aparato con muchos botones de números que accionamos primero desde el 1 en adelante y después al revés, mientras que emitimos toda clase de monosílabos y onomatopeyas: Uf, jo!, ah, uuuu (soplido), etc. También, y tras el gigantesco éxito (¿?¡¡¡¡) de Farmacia de Guardia, trajo la producción masiva de teleseries.

Las ha habido de todo tipo y condición. Generalmente horribles. Y se han tomado como el paso iniciático en la profesión de actor para malos cantantes, presentadores y presentadoras de muy buen ver, modelos con aspiraciones (no sólo farloperas, se entiende), familiares de productores y directores, amantes de los mismos, gente que pasaba por ahí .... Lo juntas con alguna vieja gloria (aunque no sea tan vieja, pero ya pasó su "fama") que piensa que es tarde para cambiar de trabajo (y se paga peor, molas menos, no sales en la tele, no te invitan a fiestas ...hay que currárselo, vamos) y les ofreces unas cuantas hojas escritas por cualquier niño de ochos años de los que en la escuela destacan por ser un zoquete y... Tachán, ya tenemos nuestra serie.

Canguros fue uno de los muchos engendros que proliferaron por aquella época. Unas chicas muy guapas comparten piso y cuidan niños y ligan mucho. Por ahí está Maribel Verdú (siempre estimulante), que lleva la voz cantante; y Silvia Marsó que pretende ser hippy y lleva siempre 3 kilos de maquillaje; y una negrita a quien no se le entiende ni jota, pero bueno para las gilipolleces que tiene que decir igual que sus amigas, pues no importa; y otra (Ana Risueño) que hace de chica cortita y borda su papel (al parecer sin esfuerzo, es biográfico).

Y como duró 3 temporadas (sin comentarios), algunas chicas cambiaron y también aparecieron ...... actrices del calibre de Paula Vázquez (con otra nariz pero con la misma y nula capacidad de interpretación) y Mar Flores (con quién no se acostaría, Dios mío).

Luis Merlo intentaba mantener la dignidad de la profesión, con el único registro que se le conoce en las series. Los niños a los que cuidaban no hablaban normal; les suele pasar, creen que actuar (culpa del director, desde luego) es poner un tonillo vomitivo. Así que se establece un duelo genial entre guapas que desean ser actrices y niños repelentes, con frases y situaciones servidas por cerebros planos (sí, Chus Gutiérrez, lo siento).

Ah, y todo se arregla cuando sale Toni Cantó. Pero bueno, nadie se acordó de llamar a Liberto Rabal y darle su oportunidad.

Y como mi humor se está agriando acabo ya, antes de que me acuerde de la puta y pueril canción. Y envíe a Guantánamo (lo deberían mantener para gente del cine y la televisión) a su autor.
Ok Rick
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