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Críticas de Capitán Spaulding
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Críticas 38
Críticas ordenadas por utilidad
7
8 de noviembre de 2022
8 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Jodie Whittaker puede no haber sido el mejor Doctor(a) de la historia (ese fue, claro está, el gran Tom Baker), pero todas las absurdas críticas hacia su condición femenina no pueden de ninguna manera borrar el hecho de que ha interpretado a un personaje simpático, excéntrico, carismático y con un plan absurdo y temerario siempre debajo de la manga, todas ellas características fundamentales de las mejores encarnaciones del Doctor (y he visto todos los episodios de la serie, incluidos los perdidos, cuyos audios, con fotogramas sueltos aquí y allá, se conservan; por cierto, la misoginia de muchos de estos «haters» resulta obvia cuando se les confronta con el hecho incontrovertible de que prácticamente nadie se haya quejado de la muy anterior en el tiempo encarnación femenina del Amo, Missy, que ha llegado incluso a ser considerada por muchos «whovians» como la mejor de toda la historia de la serie, de lo que se deduce que un Señor del Tiempo renegado puede regenerarse como mujer sin mayores problemas. De traca). En fin, retomando el tema, el mayor problema de esta tanda de episodios no ha sido en absoluto Whittaker, ni tampoco la nueva encarnación del Amo, que, como el Doctor, cambia de personalidad con cada reencarnación y puede resultar más o menos grotesco, más o menos sarcástico, sádico o excéntrico, ni tampoco los compañeros del Doctor (aunque han sido bastante anodinos en general, incluida Yaz.... pero los ha tenido peores). No, el mayor problema han sido las decisiones del showrunner, Chris Chibnall, que ciertamente ha estado desafortunado tratando de alterar el mismísimo origen del personaje y, lo que es peor, ni siquiera construyendo una trama coherente en torno a esta revelación, sino dejándola caer y continuando adelante como si nada. Sin embargo, este último episodio, este final de etapa, es divertido, pop y espectacular, como tiene que ser una buena aventura del Doctor, con la Señora del Tiempo y sus aliados batallando en una épica lucha sin esperanzas contra una alianza de sus mayores enemigos, y sí, claro que tiene incoherencias, pero... madre mía, la de incoherencias por minuto que tenía la etapa Moffat, sobre todo al final, no la va a superar nadie ni aun queriendo. Además, en el fondo, ¿qué más da? Tenemos a Colin Baker, a Peter Davison, a Sylvester McCoy, al desafortunadamente desaprovechado Paul McGann, y a un par de antiguas compañeras, la una justamente olvidada (Tegan), y la otra, una de las mejores, la gran Ace, tan valiente y explosiva como en los viejos tiempos. Un festival de nostalgia para los fans de toda la vida, sin duda. En eso, en su gran historia, en su condición de clásico indiscutible y legendario, es donde reside la grandeza del Doctor, ya sea hombre o mujer, blanco o negro. De hecho, meditemos un momento sobre la esencia del Doctor: ¿qué es lo que lo hace lo que es? Para un telespectador de los principios de la serie, esa esencia consistiría en ser un abuelo cascarrabias que viaja por el tiempo y el espacio con su nieta y un par de amiguetes... pero todo eso cambió pocos años después, cuando William Hartnell, incapaz de continuar con el papel, cedió el testigo a Patrick Troughton, que interpretó a un Doctor más joven, mucho menos dogmático, excéntrico hasta decir basta y con un grupito completamente remozado de acompañantes. ¿Entonces? ¿Podemos reducir la esencia del Doctor a ser un hombre blanco hetero que viaja por el tiempo y el espacio? Dicho así, resulta risible... porque lo es. La esencia del Doctor es, para todo aquel que entienda la serie, el Cambio, con mayúsculas.
El Doctor es un factor desconocido, un ser eterno y metamórfico contra el que nada vale la lógica sin alma de daleks o cybermen. Es la incógnita de la ecuación. Blanco, negro, hombre, mujer... eso no son más que detalles sin importancia, apariencias, disfraces si se quiere, de un ente cuya única constante es la eterna transformación, entre otras cosas porque para cada generación, el Doctor asume no solo una serie de aspectos distintos, sino también de valores. Y, sin embargo y paradójicamente, son algunos de los que dicen ser sus más acérrimos fans los que con mayor encono se oponen a este rasgo esencial del personaje. Asumidlo ya, amigos: hoy, el Doctor es blanco, mañana será negro, pasado mujer y después... quién sabe. Hoy en día, la diversidad, además de ser una idea perfectamente válida y defendible, es también una moda, y como tal, está destinada a desaparecer y a ser sustituida por otra, pero el Doctor perdurará, porque el Doctor es una idea, y las ideas no mueren. Solo... mutan.
Capitán Spaulding
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2
18 de junio de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
... porque es así, señores, en toda Europa (pero más en la subdesarrollada Europa del Este, claro), se recibe a los mocetones yankis con las bragas en la mano, como tiene que ser; y en Eslovaquia con más razón todavía, puesto que ha sido despoblada por la guerra. En efecto, la guerra, esa enemiga de la humanidad que se ha ensañado salvajemente con esa pobre nación. ¿Que qué guerra? Pues una, hombre, qué tiquismiquis estamos, una cualquiera: la primera, la segunda, la tercera... es que si nos paramos en detalles no vamos a gozar de esta pinícula apasionante.

Y el caso es que mi mujer es checa y hemos ido varias veces a Bratislava, que queda a unas tres horitas de Praga... y será por culpa mía, claro, porque cómo va a ser del talentudo Eli Roth, pero nunca me he topado con esos personajes huidizos de chungo aspecto pero vestidos con ropa pija saqueada a los confiados turistas, ni con esas ubicuas bandas de ¿gitanillos? ¿turco-magiares? ¿niños de las favelas brasileiros? que controlan la ciudad noche y día, ni, por supuesto, esas exposiciones de arte "underground", tan populares en esa ciudad. Como digo, culpa mía, que es que no me fijo más que en los monumentos y cosas de esas, y claro, luego veo joyas como esta y no me ubico.

En cuanto al terror, jo, no he pasado más miedo en mi vida, porque está todo como muy bien llevado y no hay fallo alguno en ese guión de precisión milimétrica. El horror empieza ya pronto, tempranamente, cuando observamos cómo el simpático islandés aquejado de cierto retraso mental salta enajenado con un horrible rostro grabado en sus nalgas. Espantosa escena que permanece en el más oscuro rincón de la mente hasta mucho después de haber terminado el film. Y, bueno, la verdad es que eso es lo más terrorífico que pasa durante unos tres cuartos de hora. Pero entonces, señores, entonces aparece el malo, y cuando revela su identidad... ¡qué sorpresón, amigos, es que no me lo podía esperar! Y qué malos y diabólicos llegan a ser estos europeos que desprecian y torturan a esos bondadosos americanos que reparten amor y humor por el mundo a partes iguales, y que no lo hacen solo por el dinero, no, que se les nota en las risotadas diabólicas que están disfrutando de la manera más nefanda; pero ¡cuidado!, que con un americano no se juega, y pronto llegará la all-american traca final, donde Homero y el Tío Sam se dan la mano satisfechos ante el proceder de su aventajado pupilo.

Y después de todo esto, leo por ahí que la cámara de comercio eslovaca tuvo el valor de quejarse al insigne señor Roth, después del magnífico tour por las atracciones y encantos de Bratislava que este tuvo a bien ofrecer a los espectadores de todo el mundo. Y no tenían razón, porque, como bien respondió este encantador chiquitín que un día se encontró Tarantino por la calle y decidió adoptar, "los americanos ni siquiera saben que ese país existe." Ahora, gracias a usted, señor Roth, se ha corregido esa injusticia y sus compatriotas saben que existe, aunque quizás después de ver su película prefieran viajar a países que les den mayor sensación de seguridad, como Colombia, Ucrania, Afganistán o Irak.
Capitán Spaulding
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Harley Quinn (Serie de TV)
SerieAnimación
Estados Unidos2019
7,2
774
Justin Halpern (Creador), Dean Lorey (Creador) ...
8
8 de diciembre de 2019
15 de 26 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya era hora. It was fucking time!!
Por fin Harley se independiza como Dios manda. Por fin los villanos obtienen el respeto que se merecen. Por fin el meapilas ese que se viste como un murciélago (si bien ningún roedor con alas se respeta tan poco como para llevar los calzoncillos por encima de la ropa) y ese poli que debió haberse jubilado hace sesenta años lo menos son vistos como los capullos aguafiestas que son mientras toda la magnífica troupe de locos, tarados y encantadores psicópatas del Asilo Arkham se erigen en absolutos protagonistas, con los gloriosos resultados previsibles.
Y es que, aunque nuestra querida arlequina sea la titular de esta serie, lo visto hasta ahora es un esfuerzo coral en el que destacan, claro está, su follamiga favorita, Hiedra, y su ex-follaenemigo más letal, el Joker (Joaquin Phoenix: tu versión del personaje es una mierda comparada con la que sale en esta serie, que lo sepas), pero también el Pingüino (y la maternal Mrs. Cobblepot), Dos-Caras, el pobrecito Bane (se os partirá el corazón cuando veáis como lo trata el abusón guasón), el Espantapájaros y hasta el Hombre Cometa... todos acompañarán a Harley en su viaje hacia la independencia y aportarán su granito de arena para que esta se convierta en la mejor serie animada de súpers de todos los tiempos.

Y no es hipérbole (bueno, no mucho). En solo dos episodios se rompen más tabúes (y más pernas, brazos y cabezas) que en todos los años de animación de súper héroes precedentes. La serie es violenta, muy violenta, hilarante, desmadrada y, ante todo, muy bien animada. El humor es negro y a veces negrísimo, los personajes se expresan como corresponde a una panda de sociópatas criminales (es decir, «fucking» por aquí, «fucking» por allá), pero además uno se encariña bien pronto con la desventurada Harley y la cínica pero lealísima Hiedra. Son personajes realmente entrañables... ¿Malvadas? Bueeeeeno... la arlequina acaba de salir de una terrible relación abusiva con uno de los peores tipos del planeta Tierra y su compañera ni siquiera es humana estrictamente hablando... con las plantas es una tipa de lo más maja, así que... Bueno, qué diablos, claro que son malvadas, claro que cometen crímenes a diestro y siniestro, claro que si pudieran matarían a ese tontaina de la capa negra que nada más que pretende estropearles la diversión, pero a quién demonios le importa. Lo que importa es que nos vamos a reír como nunca viendo a este par de cafres (¿cafras? No quisiera pecar de heteropatriarcal, y menos comentando esta serie) reventar cabezas tratando de llegar a ser las más temibles delincuentes de la ciudad con el número más elevado de temibles delincuentes de cualquier planeta de cualquier dimensión posible.

¡Jódete, Tarantino, nunca la violencia desenfrenada y los chistes cafres fueron tan divertidos!
Capitán Spaulding
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7
24 de mayo de 2018
8 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Se han hecho por aquí (y en otros medios) críticas injustísimas, hasta disparatadas en mi opinión, sobre esta serie. Dos de ellas, paradigmáticas de esta forma sorprendente de ver las cosas, argumentan lo siguiente: la primera, que el primer capítulo es una mierda; la segunda, que no sale Superman. Y resulta tan absurdo juzgar una serie por su primer episodio (incluso por su primera temporada en ocasiones; acuérdense del bodrioso año inaugural de la subsiguientemente magnífica «Community», por ejemplo), como porque no salga Superman en ella. Vamos a ver, es que la serie no va sobre Kal-El, sino sobre su planeta de origen y, como evidentemente no puede situarse en la actualidad ya que, como todo el mundo sobre la faz de la Tierra sabe, Krypton explotó poco después de que la cápsula con el hijo de Jor-El a bordo escapara de su atmósfera, pues tiene que ser necesariamente una precuela y, por tanto, Superman no puede aparecer en ella porque ni siquiera ha nacido aún.

Por todo lo aducido anteriormente, nos encontramos ante una serie de ciencia-ficción, no de súper tipos, por mucho que aparezca en ella ese eterno secundón de Adam Strange (personaje, por otra parte, perteneciente al sector fantacientífico del Universo DC). Y como serie de ciencia ficción da bastante la talla. Es cierto que empieza lenta, pero necesariamente ha de ser así, puesto que lo que se pretende es presentar una sociedad alienígena con su sistema de gobierno, sus problemas sociales, la manera de vivir de sus habitantes... No es algo fácil de resumir en un episodio, ni en cuatro ni en diez, y sin embargo la serie logra salir aceptablemente bien del empeño, aunque —y en esto sí que coincido cien por cien con algunas críticas— lo que no consigue es transmitir demasiado interés por los diversos personajes que pueblan ese mundo y mucho menos por sus enredos amorosos, que se antojan forzados y artificiales, diseñados para dar pie a algunos giros argumentales más o menos sorpresivos más que por su coherencia y credibilidad. Ni siquiera parece que los actores se lo crean mucho, la verdad, y en eso radica la parte más floja de «Krypton»: las interpretaciones no son precisamente dignas del Actor's Studio, pero también es cierto que ganan credibilidad conforme avanza la serie.

Mención aparte merecen los efectos especiales de los que hace gala la serie: absolutamente espectaculares; desde la apabullante nave de Brainiac hasta las cámaras donde flotan los bebés nonatos kryptonianos, todo rezuma estilo, elegancia y respeto por el diseño clásico de lugares, vestuario, objetos y villanos procedentes de los cómics de Superman. La primera aparición del tirano galáctico en todo su verde esplendor, con esos ojos negrísimos y carentes de toda emoción es un subidón para cualquier fan de los tebeos originales, sobre todo de la magnífica saga que llevaron a cabo Geoff Johns y Gary Frank hace más o menos una década con la que se redefinía el personaje y en la que se han basado claramente los creadores de la serie para dotarlo de imagen y de motivaciones. Chapeau. Y sigo en spoilers, porque el último epìsodio de la primera temporada es tan antológico que no puedo resistirme a desgranarlo en esa sección.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Capitán Spaulding
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7
8 de noviembre de 2019
7 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
El segundo mayordomo más famoso de la historia (después de Jeeves, claro), recibe su serie, y, como ya pasaba en Gotham, «este no es el Alfred Pennyworth de tus papás». Y es que nos encontramos ante unos capítulos llenos de acción, de tramas enrevesadas, de sociedades secretas, de un Thomas Wayne sin pasta, una Martha Kane comunista... y un Alfred que las reparte como un campeón, con ayuda de sus dos coleguillas del ejército, uno un pedazo de carne sonado y el otro un señor de raza negra de lo más frío, elegante y eficiente.

Y todo está bastante bien, la verdad: desde la ambientación magníficamente lograda en un Londres alternativo con ejecuciones públicas y zepelines, hasta las interpretaciones, que no son de Óscar, pero, oigan, no desmerecen. Y los malos, absolutamente geniales, lo mejor de la serie sin duda. Y sigo en spoilers con una revelación que, créanlo, no quieren saber, pero que se van a espoilear igualmente, así que...
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Capitán Spaulding
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