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España España · Madrid
Críticas de Koonery
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Críticas 49
Críticas ordenadas por utilidad
7
15 de diciembre de 2010
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un Javier Bardem más humano que nunca, y en una Barcelona más humilde de lo que el cine suele retratar, "Biutiful" intenta hurgar en las entrañas del espectador para mostrar las miserias que todos llevamos dentro, y que solo afloran en los casos de extrema necesidad. Uxbal, padre de una familia desestructurada, utiliza toda su imaginación para que a sus hijos no les falte todo lo que les falta. Pero cuando las dificultades no escasean, el incontrolable mal humor no consigue otra cosa que devolver a la familia a su cruda realidad, devolviendo ese sufrimiento a los más inocentes.

Alejandro González Iñárritu se ha quedado esta vez a las puertas de hacer una buena película. Y es que, si bien los ingredientes de los que partía eran buenos, el resultado final no lo es tanto. Los diferentes casos de inmigración propuestos reflejan tanto la venta ilegal de música y películas, conocida con el nombre de "top manta", como la explotación humana de trabajadores, pero sin profundizar lo más mínimo en sus respectivas situaciones. Por otro lado, el don especial con el que nació el personaje de Bardem queda aislado del resto del argumento, sin que exista conexión alguna con la historia; incluso se llega a crear una desagradable confusión que, al final del filme, permanece anclada esperando desde el techo de su hogar.

Aunque lo más destacable sean las interpretaciones del padre y de sus hijos, en el fondo "Biutiful" ofrece lo que promete: un cuento sobre la dureza de la vida; una reflexión sobre la supervivencia animal en un entorno hostil. Aunque se intente negar, esa es nuestra naturaleza. De un modo u otro, todos intentamos no entrar con coleta en nuestros bosques para así no aparentar ser un zorro y no espantar a las lechuzas.
Koonery
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3
5 de enero de 2011
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Twelve es la droga que se ha puesto de moda en el Upper East Side, barrio adinerado del distrito de Manhattan en Nueva York. El joven White Mike, que comenzó a distribuir marihuana tras la muerte de su madre, no quiere entrar en este negocio. Simplemente se conforma con sentir el control sobre sus clientes, sintiendo cierta superioridad por no caer en las mismas tentaciones que ellos. Eso es lo único que le da fuerzas para continuar con una vida que ha dejado de tener sentido. Eso, y Molly, una amiga de la infancia que desconoce su lado más oscuro.

Pero "Twelve" tiene un título muy poco acertado, ya que esa nueva droga no llega a ocupar ni siquiera un segundo plano; solo se menciona dos o tres veces en toda la película. La importancia aquí la tiene el desfile de personajes que vienen y van sin dar tiempo a distinguirse los unos de los otros. Todo en general resulta precipitado: desde su presentación, en la que se introduce demasiada información, hasta su voz narrativa, que llena el relato de datos poco relevantes. En la versión original, Kiefer Sutherland es el encargado de prestar su voz para así redundar en la historia.

Uno de los escasos aciertos recae en la construcción de los flashbacks a través de blancas simplificaciones, llegando a crear un ambiente lleno de una pureza más propia de series como "A dos metros bajo tierra". El recuerdo de un acontecimiento, generalmente, suele limitarse en la vida real a las acciones principales, olvidando los pequeños detalles. Aunque pueda parecer algo artificial, esta forma representa mejor la imaginación que la que es utilizada normalmente.

Sorprende que las diferencias entre los personajes secundarios que forman un mismo grupo sean casi inexistentes. Por un lado, las chicas de la fiesta comparten su ambición por la popularidad, empleando el sexo y la seducción como herramientas para conseguir cualquier meta. Por otro, los chicos se preocupan por llevar al máximo el lema de "sexo, drogas y Rock & Roll". Las escasas excepciones son marginados, fracasados e inadaptados a ese modo de vida. Excepto White Mike, claro.

Lo más triste de todo es que, en una película sobre un traficante de drogas, la única referencia que se haga a esta rama del crimen recaiga en el traspaso de mercancías: uno da el dinero, el otro devuelve un misterioso paquete. Se echa de menos alguna investigación policiaca sobre este tema, o algo relacionado con los efectos secundarios. Joel Schumacher ha intentado sin éxito llevar la sencillez de "Última llamada" (2002) desde el interior de aquella cabina a un espacio más abierto, pero la claustrofobia que crea es mayor. Tal vez sea porque la fórmula para hacer esto no incluya el empobrecimiento deliberado del guión.
Koonery
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6
30 de enero de 2011
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine ambientado en historias de boxeo suele abordar este deporte de manera secundaria, priorizando otros valores más comerciales frente a los estrictamente deportivos. Aunque también se focalicen otros temas, y pese a que la mayor parte se desarrolle fuera del ring, "The fighter" apenas se aleja del cuadrilátero. La grabación de un documental sobre Dicky Eklund, un boxeador retirado de los combates profesionales, inicia una serie de acontecimientos que harán que su hermanastro, Micky Ward, luche por situar deportivamente a su familia en el lugar que anteriormente ocupaba.

Precisamente son los valores familiares los que prevalecen sobre cualquier ambición personal. O al menos eso creen quienes rodean a la nueva joven promesa: una madre para quien él es un simple empleado del negocio, y unas hermanas cuyo única función es ocupar un espacio en la pantalla. Estos personajes no tienen ningún desarrollo más allá de un comentario mínimamente ingenioso. El problema está en que son demasiadas, sin destacar ninguna de ellas.

El documental que se está preparando, confundido constantemente con una película de Hollywood por los personajes, se convierte en una advertencia sobre los peligros de la mediación de la realidad por parte de los medios de comunicación. Esta denuncia totalmente merecida al periodismo está bien integrada en la historia, ya que no necesita escapar en ningún momento de la misma.

Cuando una película recoge un acontecimiento deportivo en el que varias personas compiten por la victoria, casi siempre se recurre a una fórmula que, si bien cumple su cometido, resulta monótona. Esta plantilla prefabricada consiste en hacer un montaje paralelo entre el propio evento y las reacciones de los espectadores, entre los cuales siempre se encuentran algunos personajes del filme. Teniendo en cuenta que la innovación en este campo suele ser escasa, agrada ver cómo se justifica esta estructura en uno de los combates. En él, uno de los personajes no puede verlo, teniendo que seguir su desarrollo a través de una llamada de teléfono.

Pero también hay otros pequeños defectos. Casi todo el peso de la película la lleva su actor secundario, Christian Bale, como si la intención fuese asegurar al menos este premio. Por otro lado, los rótulos de cada combate se adelantan demasiado. Si no perteneciesen a la imagen de la película original, parecería que se trata de un error de sincronización, pero no es así. Y para terminar, el último de los tópicos del deporte en el cine: cerrar la película con una imagen congelada. Que alguien explique por qué algo que hemos visto cientos de veces obtiene unas críticas tan positivas.
Koonery
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8
2 de julio de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Protagonizada por un grupo de niños que comienzan a descubrir el desencanto de la adolescencia, esta película trata de demostrar la fragilidad con la que están construidos muchos de los valores de la cultura occidental. Al igual que ocurre en "American Beauty", sus personajes buscan cumplir el sueño americano a toda costa, persiguiendo una felicidad inalcanzable. Y para ello sacrificarán todo lo que sea necesario, siguiendo conductas más propias de la ficción que de la realidad. Pero a diferencia de la obra de Sam Mendes, aquí se acude a los cimientos de toda esta gran mentira: la infancia.

El comportamiento de los pequeños responde en todo momento a las aspiraciones de los mayores, incluso cuando no obedecen sus normas. El ciclo volverá a repetirse, a pesar de haber comprobado que no funciona. Es ley de vida. La vulnerabilidad seguirá apartando a los que estén menos adaptados a su entorno. Al menos mientras no haya una voluntad de cambio en todos.

Destaca la fabulosa interpretación de los jóvenes actores, que consiguen transmitir las inquietudes que experimentan con tantos cambios hormonales. Michael Cuesta, uno de los directores de "A dos metros bajo tierra" y de "Dexter", sorprende en este dramático filme en el que nos invita a echar una mirada hacia atrás y recordar la crueldad de una época por la que, de mejor o peor manera, todos hemos terminado pasando. Quién sabe si ahí es donde deberíamos buscar la raíz de nuestros problemas actuales.
Koonery
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Bicicleta, cuchara, manzana
Documental
España2010
7,1
2.456
Documental, Intervenciones de: Pasqual Maragall
6
1 de octubre de 2010
8 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pasqual Maragall, ex alcalde de Barcelona y ex presidente de la Generalitat de Catalunya, está enfermo. Tiene Alzheimer. Poco a poco sufre un deterioro cognitivo que también provoca transtornos en su conducta. Es algo irreversible e incurable. Pero no es el único. Más de 26 millones de personas se encuentran en la misma situación. Y parece haber llegado el momento de concienciar a la población sobre esta terrible enfermedad.

Esta es la dura situación que se afronta en "Bicicleta, cuchara, manzana". El nombre de este documental procede de una prueba de detección, en la que se le pide al paciente que memorice tres palabras, ya que la memoria a corto plazo es la primera en desaparecer. En el lado opuesto están los recuerdos musicales, que son los que más tiempo permanecen en el cerebro. Estos se convierten, con el tiempo, en la única conexión con todo aquello que ha sido vivido anteriormente.

Carles Bosch, director de esta obra, acierta al elegir a un personaje popular para conseguir captar la atención del público, que es el primer objetivo de la película. Pero el verdadero mérito está en haber escogido a alguien con una manera tan valiente y enérgica de afrontar el Alzheimer. Y lo demuestra desde el momento en el que decide hacerlo público, en una rueda de prensa.

Pero no todas las decisiones han sido buenas. La duración de este documental es demasiado larga. En varios momentos la atención del espectador puede decaer, ya que no está bien estructurado. Puestos a suprimir fragmentos, resulta redundante ver varias veces los mismos diagnósticos realizados en diferentes lugares del mundo, sin que ninguno aporte nada diferente. Aunque la intención era la de dar a entender que es algo que ocurre en cualquier lugar del planeta, estos momentos no facilitan la empatía con la dolencia. Concretamente, la parte rodada en la India es la más prescindible de todas, debido a que se centran en otros aspectos secundarios.

Independientemente de la calidad de este documental, es cierto que se debe fomentar la investigación para que, como prevén los más optimistas, el Alzheimer se pueda combatir en 2020. La Fundació Pasqual Maragall pone su granito de arena para que esto sea una realidad. No olvidemos que, como se dice en esta película, cuando mueren los recuerdos de una persona, es la persona en sí la que ha muerto.
Koonery
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