Una película bélica que no es tan espectacular como las habituales (quizás por eso ha pasado desapercibida por la cartelera) pero mucho más objetiva y realista. Sin haber estado allí, lógicamente, da la impresión de que los hechos ocurren tal y como nos lo cuenta Nick B.

No es una película de buenos y malos sino de personas (marines, insurgentes, civiles,...) envueltas en medio del caos y la tragedia de la guerra.

Especialmente interesante son las historias de esos jóvenes marines que, viviendo en una auténtica olla a presión, lleguan a perder la cabeza y a cometer asesinatos cegados por el estress de la guerra.

Esta secuela intenta dar una vuelta de tuerca más sobre la primera tratando de sorprender.
En mi caso, no lo ha conseguido puesto que la historia es bastante previsible (sobre todo habiendo visto la primera parte), sin ningúna tensión, aderezada con abundante sangre sin sentido y unas interpretaciones, mayoritariamente, patéticas.
En fin, que en la cartelera actual hay muchas mejores formas de gastar tu dinero.

He visto esta película partiendo de que, lógicamente, no es un documental sobre el Camino y que cinematográficamente el Camino no da mucho de sí. La película toca cosas que son muy del Camino con otras bastante poco creíbles (por ejemplo, todo lo que pasa en Burgos) con la intención de mantener cierto interés en la historia. Para mí se queda a medio camino, valga la redundancia, en todo y solo la considero de cierto interés para quienes estamos enamorados de ese Camino hacia las estrellas, más que nada por volver a recordar.

Si bien me ha gustado mucho la parte de la película que transcurre en N York, desde que aparece Kong en la película existe un exceso de:
- acción tanto en cantidad como calidad, en el sentido de que las escenas se fuerzan a un límite que llega a ser poco creible cuando no pueril.
- amor entre Kong y la chica, resultanto también empalagoso y muy poco creible. Al final parece que van a irse a vivir juntos a un pisito en Manhattan, fundar una familia americana y llevar a los monstruitos a la universidad.

Por otro lado, me pareció que la recreación de N York años 30 y Kong es de lo mejor de la historia del cine, con momentos casí míticos dentro del género de aventuras.

Sin embargo, los dinosaurios, estando bien, no llegan al nivel de Jurassic Park, la tribu de la isla no tiene ese misterio que tenía la película original, quiza por que a estas alturas estamos saturados ya de exotismo.

Una acusación generalizada es el excesivo metraje. Por el contrario, a mi la película se me ha hecho corta e incluso creo que tiene vacíos importantes. Por ejemplo, si bien se nos cuenta extraordinariamente el viaje de ida a la Isla, no sabemos como vuelven. La película salta de la isla a un teatro de Broadway sin planos intermedios. El problema, es que es casi imposible dar una explicación lógica de como Kong, que es capaz de matar dinosaurios, deshacerse de enormes cadenas y destruir edificios o autobuses como si fuesen cajas de cerillas, puede ser metido en un barcucho, en jaulas de madera para gallinas haciendo un viaje de tres o cuatro semanas. En fin, esperemos que este problemilla le sepan resolver en la próxima secuela.

El resumen de la película es muy sencillo: unos monstruos mecánicos que se dedican a descojonar todo lo que pillan. No sabemos por qué, para qué, de donde vienen, cual son sus puntos débiles y claro, con estas premisas es imposible hacer un final. El que nos muestra Spielberg es muy tramposo, intentando liquidarlo todo con cuatro gilipolleces.
Para rematar una historia tan mediocre no podía faltar esa sonrisa estúpida de T Cruise, un actor malo, malo que no se carga la película por que cargada estaba por sí sola.

La película se salva por dos o tres momentos realmente espectaculares. En fin Steve, que tuviste tiempos mejores.