Otro excelente largometraje como hubiera dicho el “Chuncho” Miranda al anunciar un bodrio norteamericano por la TV, pero este es además un nuevo aporte “histórico” del cine yanqui, que nos explica que Pompeya no solo fue destruida por la erupción del volcán Vesubio el año 79 DC siendo emperador el hijo de un experto en urinarios, Tito Flavio Vespasiano, el mismo que años antes destruyó Jerusalén, ya que aparte de la ceniza y lava que la cubrió totalmente borrando de ella todo vestigio de vida, sufrió un maremoto, además se abrieron grietas que metódicamente se iban tragando a los carruajes que huían, y los que lograban salvarse eran aniquilados por certeros proyectiles teledirigidos que con certera puntería los “Hombres Lava” lanzaban desde el cráter del volcán. Esta ciudad era algo así, como La Serena, Pucón o Cachagua, es decir un balneario, un lugar de recreo y sano esparcimiento, frecuentado mayormente por políticos, pero romanos, que eran tan siniestros como los nuestros y por eso mismo, allí reinaba la corrupción, la mafia del juego, la sodomía, las caras bonitas de sus pinturitas, musculosos gladiadores de aceitados torsos, que hoy día son emulados por fornidos “profesionales” de los “reality”, y amariconados pisaverdes.
Milo, un esclavo celta de reluciente torso y avinagrado rostro es conducido a Pompeya en una caravana para que como gladiador luche en la “Movistar arena” de la época. En esa caravana, pero en un cómodo carruaje, viaja también Cassia, la hija del dirigente deportivo de aquel entonces y su asistente, una bella morenita algo pasada para la punta. Un caballo mete la pata en un hoyo quedando mal herido y es Milo, quien lo sacrifica de manera indolora, lo que causa la admiración y el instantáneo amor de Cassia, pues, mientras este muchacho celta le daba el bajo al noble bruto, torciéndole el cogote igual que a las gallinas, subrepticiamente cruzó algunas miradas con la hija del mafioso y el amor nació entre ambos de manera instantánea y explosiva. Pero tanto Milo como Cassia no contaban que en Pompeya se encontraba Corvus un senador corrupto que ya en Roma trató de atracarle el bote, pero sin resultado, cuando la virginal doncella se hallaba cursando el tercer semestre de Teocracia en la “Et ecce omnes cadavera mortuorum pii dolor linguae mori”. Y entonces civilizadamente para no causar alboroto, como buen político que dispone de todo el dinero que religiosamente pagan los contribuyentes, Corvus ofreció al padre de la muchacha un nuevo circo, a cambio de su hija. El viejo dijo “güeno ya” pero la muchacha que tenía sus ojos puestos en el valiente gladiador matador de caballos, dijo nones. Y Corvus echando mano a la fuerza pública rapta a la muchacha, pero entonces explota un Vesubio de cartón piedra y plumavit dejando una cagá de proporciones en la que no faltan las grietas gigantescas que se tragan hasta lo inimaginable; humo asfixiante; nubes piroclásticas y hasta un tsunami que eligió solo las calles con transito oriente de Pompeya, y es aquí donde nuestro ágil gladiador de rostro avinagrado al grito de “síganme los güenos”, montado en pelo en un brioso corcel, esquivando los proyectiles lanzados por el volcán y las casas que milagrosamente se iban derrumbada tras él, galopa en pos de la honra de Cassia a quien el pérfido senador ya tenía con los churrines en el duro suelo.

Esta educativa película financiada con fondos gubernamentales nos lleva de la mano a un mundo al que durante años hemos ido avanzando inexorablemente y que muy pronto tengan la seguridad, será esta una cinta de culto clave en las clases de ética y moral en nuestros liceos y colegios, como lo son ya las maquinas expendedoras de condones que se han instalado en algunos colegios santiaguinos y las píldoras abortivas que se reparten antes de cada kermess en colegios religiosos y laicos.
Con la sola presentación de los personajes principales de esta tragedia que nada tiene que envidiar a obras como la de Metastasio o Schiller creo que daremos una pauta de su argumento.
Don Pascual, jefe, amo, señor y dueño de una serie de cabaret, burdeles, cines porno y otros antros de sano esparcimiento de la capital.
Silvio un joven llegado del sur del país consigue un puesto en el sórdido mundo de burdeles con patente de cabaret, y salas de cines XXX de Santiago. Gracias a su carisma, Silvio muy pronto de gana la confianza de Don Pascual..
Gracia, joven ramera que labora durante el día en la boletería de un cine porno y en las noches la oficia de bailarina exótica en un tugurio y también como calienta cama en el catre de don Pascual.
Víctor, hermano menor de Silvio a quien éste, para su cumpleaños número 17 lleva a “su trabajo” para que pierda la virginidad a manos de unas de sus colegas, una mujer que es ahora un ejemplo para la pobladora chilena por su empuje y su habilidad para separar las piernas entre los hijos del Celeste Imperio a quienes les robó hasta el alma.
Víctor no es un cabro chico cualquiera y por ende no se enamora de la ramera con la que vivió su primera experiencia sexual , sino que de Gracia la exótica bailaría del local que en sus ratos libres es amante de su hermano mayor.
En este cuadrilátero amoroso en el que no están ausentes los cabritos chicos en sus jardines, parvularias regordetas, chulos con facha de GAP o CNI de civil, sitios eriazos, piscolas y otros tragos chantas, barrios populares y lujosas residencias, se desarrollará una historia de encuentros y desencuentros cuyo final no deseo adelantar pero que está saturado de cuajarones de sangre y una que otra palabra soez.

5 DÍAS DE GUERRA, USA 2011, una película más de guerra en la que aparte del ya conocido “héroe americano” , esta vez un periodista, se muestran imágenes bélicas realmente impactantes, que bien podrían ser de Los Balcanes o cualquier otro país donde haya existido últimamente un conflicto armado.. La trama gira en torno a la tarjeta de memoria de cámara filmadora que debe llegar a occidente para que el mundo conozca las atrocidades de una guerra donde Rusia apoyó con su ejército y también mercenarios a las provincias separatista del nuevo estado independiente de Georgia, en la zona del Cáucaso.…. Choca ver como nuestro prócer, el joven reportero americano, que como buen héroe del país del norte, es indispensable en todo, desde dirigir el salvamento de los heridos causados por el bombardeo de un hotel donde se celebraba un matrimonio, hasta enamorar con la ya conocida suficiencia “americana”, a la núbil y abandonada muchacha georgiana, con estudios, obviamente, que en Nueva York, sin olvidar el apoyo logístico a las tropas del país. Finalmente es chocante ver en la plaza de Tiflis que entre el pueblo que vitorea al presidente de Georgia, por haberse llegado a un acuerdo de paz, se vean entre la gran cantidad de banderas georgianas el conocido emblema de las barras y estrellas, ¡ridículo! Puesto que a Bush le tenía sin cuidado ese conflicto.

Una burrada con patas, que muestra a los chilenos “y shhilenas” hablando como españoles y a los alemanes en inglés. Apta solo para onanistas “y onanistos” de la INDH; miembros “y miembras” del comité central, con las minitas incluidas; agitadores y “agitadoras” del FPMR; encapuchados “y encapuchadas”; parlamentarios “y parlamentarias”; sin dejar de lado a deficientes “y deficientas” mentales.

Una bazofia más del cine hollywoodense, en la que se aprecia la total falta de imaginación de los cineastas del país del norte, para hacernos creer hasta el cansancio que las autoridades norteamericanas de la época eran simplemente imbéciles o estaban imposibilitadas de ver más allá de sus narices, pues si todo fue así de fácil como en esta estupidez de más de dos horas, hubiera bastado solo un batallón de tanques tripulados por delincuentes similares a los que protagonizan esta porquería para ganar la guerra y así en pocos días no solo entregar Europa del Este a los comunistas sino que también el continente completo.
Y esto no es todo, ridículamente nuevamente Hollywood nos muestra la democracia populista y asaz globalizada estadounidense, pues como ya es común en este tipo de películas el héroe forzosamente debe ser un sargento, y a sus órdenes no puede faltar el negro y el latino. No me dio el cuero para ver este bodrio en su totalidad, por eso no puedo afirmar si también había entre la tripulación del Sherman (Tanque norteamericano) un aborigen de las praderas de Texas enfrascado en largas discusiones teológicas con un oriental con cara de ahuevonado pero más inteligente que las re xuxas.
No sigo comentando, pues no vale la pena continuar desperdiciando mi precioso tiempo en este tipo de películas solo aptas para los amantes de los Hinzpeter Bull’s of Chicago and The Ketchup in the chiken’s food of course.