No nos engañemos, en las películas de Jesús, lo que más atrae al público en general, es la escena de la Pasión. Y en esta cinta de más de 6 horas de duración, esto apenas ocupa media horita de metraje, y es muy, pero que muy light. Teniendo en cuenta que se trata del aspecto más importante de la vida de Jesucristo, y en el que más se aprecia su sacrificio por la humanidad, debería haberse representado un poco más efusivamente. En esta película, Jesús no pierde su majestuosidad ni en los instantes finales en la cruz, ni vemos apenas sangre, ni dolor, ni burlas, casi como si sus verdugos también fueran partícipes del respeto que le profesan los demás.

Aún así, innegablemente es una obra maestra que pasará a los anales del cine histórico y religioso, recreando con suma belleza la vida (prácticamente a tiempo real, por lo que dura la peli) de Jesús, sus milagros, y como decíamos, no tan enfáticamente su muerte. Impresionante ver a tantos actores conocidos en papeles secundarios, igual de impresionante que ver a Robert Powell en un papel que físicamente nació para interpretar. Aún creo que este señor va a una iglesia y las beatas se le tiran a los pies.

Una película bonita por donde la mires. Pero excesivamente larga y santurrona, quizá.

Está en mi top ten de películas nauseabundas, en un duro combate con "joyas" como Dagon, Faust, Los Hijos de los Muertos Vivientes o Spiders.
Argumento cutre, ¿interpretaciones? vomitivas que no rozan el ridículo, sino que lo atropellan y dan marcha atrás para volver a pasarle por encima, efectos especiales de risa, pero de risa penosa (la cabeza estallando que es un globo), y lo mejor, las monjas demoníacas: ¿Qué son?¿Bailarinas de break con purpurina? ¿Y la escena de la monja en moto?
Santo Dios, y encima sale Coolio...
Lo dicho, amantes del cine cutre como yo, disfrutaréis despedazando esta película junto a amigos y cerveza. Para quienes busquen algo que ver, pero en serio... Cualquier telefilm de antena 3 de domingo por la tarde, es Ciudadano Kane al lado de este montón de bazofia.

En España cada vez se realiza un cine más comercial y más internacional. La temática habitual española de centrar todos los films en dramones sociales, barrios marginales, drogadictos, homosexuales, prostitutas y demás, o la siempre recurrente guerra civil, parece que ya no vende. Ahora las nuevas generaciones se atreven con el terror con toques de cine americano.

Chico, y les sale bien y todo.

REC cumple con creces el objetivo de entretener, sobresaltar y sorprender. Además, ese tufillo nacional que desprende, pudiendo identificarte con alguno de los personajes (o identificar a alguno de tus vecinos seguro), está muy, pero que muy bien. Reconoces sitos, reconoces la manera de expresarse... Casi te puedes creer que pudiera ocurrir lo que REC cuenta.

Buenos sustos, la chica de los 40 Principales lo hace de categoría, buen maquillaje, una historia original (inspirada en otras, eso sí, ya que se notan reminiscencias de El Proyecto de la Bruja de Blair en el tratamiento o de 28 días después en los zombis) y un rato divertido. Así da gusto, que no todo sea Almodóvar, hombre.

Esta película es un ejemplo de cómo puede convertirse en clásico un film aparentemente sin pretensiones. El personaje de Robocop es completamente intemporal, puede estar ubicado en ese Detroit futurista tanto como hoy podría ambientarse en un contexto actual o en un nuevo futuro próximo. Y la película plantea dilemas morales más allá de la simple acción: crítica a la sociedad, al crimen, a la corrupción en las más altas esferas, a la pérdida de uno mismo... La historia de Murphy es un drama con mayúsculas, del cual su terrible muerte (una de las escenas más impactactes que jamás he visto en una película) solo es el principio. Porque el pobre Robocop es una persona dentro de una máquina, con todo el problema e implicación moral que ello conlleva.
Sin duda quedarán escenas para el recuerdo, y frases para la posteridad. El diseño de Robocop en sí, es fantástico en su simplicidad y efectivo al 100 por 100, como un moderno y cibernético Batman sin capa. Además, tengo entendido que el propio Peter Weller recibió una mención especial por contribuir a los efectos sonoros de movimiento de Robocop. No sé si será cierto o no, siempre ha sonado por ahí.
Lo malo de esta película... es que tuvo dos secuelas que la machacaron sin compasión. Pero para mí, Robocop siempre será Robocop... Perdón, Murphy.

No es la primera idea ni la mejor que me asalta al ver esta película, pero sí que es una de las que más se me quedan en la cabeza. Cinematográficamente, la película podría clasificarse como impecable: la fotogafía es hermosa, la banda sonora te arranca emociones cuando tiene que hacerlo, y la ambientación, caracterización y vestuario, son absolutamente fidedignos. Sin mencionar el hecho del diálogo en los idiomas de la época, que dota de una atmósfera perfecta a la cinta.
Donde, para mí, hace aguas, en su exageración. Señor Gibson, me encanta su cine, por lo general, pero abusa mucho de los mártires. La escena final de tortura en Braveheart no era menos dolorosa que la flagelación de Jesús en esta otra película, pero sí menos explícita, lo que la dotaba de un aire de misterio que aún la hacía más terrible. Aquí en La Pasión, Gibson nos ha puesto en la piel del nazareno, mostrándonos, a mi entender, al último héroe de acción definitivo. Que le zurzan a John McClaine, que le zurzan a James Bond, aquí ha llegado Jesucristo, que lo soporta todo. Por favor, no pueden pretender que nos creamos que un ser humano (porque físicamente, al margen de nuestras creencias, eso es lo que era Jesús) soportara ni la mitad de esa flagelación sin morir, teniendo las costillas expuestas por la carne desgarrada, heridas de centímetros de profundidad, y una pérdida de sangre que no le dejaría ponerse en pie aunque pudiera, que tampoco podría.
Obviando estas barbaridades, el ritmo de la cinta no decae, los flashbacks sobre la vida de Jesús y algunos de sus principales hechos, sirven tanto para describir estas situaciones sin desviarnos mucho de lo que realmente le importa a Mel, que es la tortura, y al mismo tiempo como bálsamo para ver de vez en cuando la cara del Cristo sin chorrear sangre, que tampoco viene mal.
Podríamos encontrar otros muchos errores históricos en la forma de llevarse la cruz, el enclavamiento... Pero sería rizar el rizo. Lo que importa en esta película es empatizar con Jesús y se consigue. Y el final... da hasta miedo, del poder que rezuma. Eso sí que deja sin palabras.